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1 Conocimiento y lenguaje
Nuestro conocimiento procede poco a poco. No conocemos el mundo de una sola vez; sino
que vamos formando ideas que recogen aspectos o fragmentos de manera más o menos
precisa que conectamos en juicios de diversos tipos que pueden ser verdaderos o falsos
(‘los felinos son mamíferos’, ‘la velocidad de la luz en el vacío es de aproximadamente
3 · 108 m/s’, ‘todo par mayor que dos es igual a la suma de dos primos’, ‘este billete vale
cinco euros’, ‘0=0’).
La visión anterior acerca de nuestro conocimiento es demasiado ingenua para ser ver-
dadera sin más. Nuestra formación de conceptos depende de categorías previas adquiri-
das a través de la educación, principalmente el lenguaje – ¿cómo sería la percepción de
Sławomir Mrożek inmediatamente después de despertar tras el ictus? Este hecho sitúa
al lenguaje en una posición paradójica en relación a nuestro conocimiento del mundo.
Por una parte, el lenguaje parece una condición necesaria para el conocimiento, por
otra parte la mediación del lenguaje sugiere que, quizá, algunos aspectos de la realidad
quedan ocultos o nos induce a atribuir erróneamente a la realidad aspectos puramente
lingüísticos.
Esta posición paradójica del lenguaje invita a una tarea crítica: el intento de analizar, o al
menos de elucidar, cuánto desvela y cuánto oculta el lenguaje. ¿Hasta qué punto podemos
entender una teoría como un instrumento que hace referencia a las cosas mismas, con
independencia de nuestro modo de enunciarlas? ¿Hasta qué punto es lo que llamamos
“mundo” una construcción más o menos intersubjetiva? ¿Es posible separar aspectos
lingüísticos o representacionales de aquello genuinamente real en nuestros enunciados y
teorías?
Estas preguntas, o similares, están detrás de muchos debates filosóficos. En esta asig-
natura me gustaría mostrar algunos debates en los que se ejemplifican distintas posturas
en torno a ellas: realismo y antirrealismo, empirismo y racionalismo, distinción analítico
/ sintético. Los temas que trataremos en la asignatura están más conectados de lo que
puede parecer en una primera aproximación.
Para poder introducir estos debates, en este primer tema tratamos algunas cuestiones
fundamentales sobre lenguaje y semántica – la mayor parte de estas cuestiones son un
repaso de Introducción a la Lógica, Historia y Filosofía de la Lógica y Filosofía del lenguaje.
Se entiende por lenguaje proposicional, aquél que toma las proposiciones simples como
entidades atómicas. Una proposición simple es una proposición que no contiene otras
proposiciones como componentes. ‘Socrates es mortal’ y ‘Sócrates ama a Jantipa’ son
ejemplos de proposiciones simples, mientras que ‘Si Sócrates bebe la cicuta, entonces
morirá’ es un ejemplo de proposición compuesta. El lenguaje proposicional contrasta con
el lenguaje de primer orden, en el que sí se distinguen expresiones “sub-proposicionales”,
como veremos más adelante.
El lenguaje proposicional se puede emplear para representar relaciones lógicas que de-
penden de las relaciones de proposiciones con otras proposiciones. Las proposiciones ‘Si
Socrates bebe la cicuta, entonces Sócrates morirá’ y ‘Sócrates no morirá’ conjuntamente
Pablo Cobreros
CYL1: Fundamentos I pcobreros@unav.es
p ⊃ q, ¬q ∴ ¬p
p q p ⊃ q , ¬q ∴ ¬p
I1 : 1 1 1 0 0
I2 : 1 0 0 1 0
I3 : 0 1 1 0 1
I4 : 0 0 1 1 1
Podemos ver una proposición como ‘Sócrates es mortal’ formada por dos tipos de expre-
siones, el término singular ‘Sócrates’ y el predicado ‘... es mortal’. Términos singulares y
predicados son expresiones de tipo muy distinto, como puede comprobarse por el papel
que juegan en el lenguaje. Mientras que los términos singulares hacen referencia a un
individuo, los predicados expresan cierto contenido universal.1
Sócrates es mortal
Los términos singulares y los predicados, cada uno por su lado, no son ni verdaderos ni
falsos (propiamente hablando). Sin embargo, pueden combinarse para formar proposi-
ciones, el tipo de entidades que pueden ser, propiamente, verdaderas o falsas. El predi-
cado ‘... es mortal’ tiene un “hueco” que puede rellenarse con un término singular, como
‘Sócrates’, para dar lugar a la proposición ‘Sócrates es mortal’.
Desde el punto de vista lógico, las relaciones pertenecen a la categoría gramatical de los
predicados. La única diferencia entre estos es que los predicados tienen un único hueco,
las relaciones tienen dos. Por ejemplo, la relación ‘... ama a...’ tiene dos huecos que
pueden ser rellenados por los términos singulares ‘Sócrates’ y ‘Jantipa’ para dar a una
proposición: ‘Sócrates ama a Jantipa’.
Existe un segundo modo de rellenar el hueco (o huecos) de un predicado: cuantificando.
En lógica es habitual el uso de los cuantificadores ‘∀’ (= para todo) y ‘∃’ (= existe).
A partir del predicado ‘... es mortal’ podemos dar lugar a proposiciones como ‘toda
entidad es mortal’ y ‘existe una entidad que es mortal’. En un lenguaje de primer
orden, los cuantificadores van acompañados de variables de manera que las proposiciones
anteriores se expresan ‘∀x (x) es mortal’ y ‘∃x (x) es mortal’. Las variables no tienen
ningún significado real, se trata de un recurso para indicar la posición exacta en la
1
Para simplificar, asumiremos que los términos singulares no tienen composición – los términos singulares
sin composición se conocen como constantes.
Pablo Cobreros
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... es mortal
¿cómo rellenar el hueco?
nombrando cuantificando
Desde el punto de vista de la lógica, los lenguajes de primer orden tienen una mayor
complejidad técnica que los proposicionales. Por este motivo en muchas ocasiones en
Pablo Cobreros
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que se emplea un lenguaje lógico, aunque lo propio sería emplear un lenguaje de primer
orden, se emplea el lenguaje proposicional para hacernos la vida más llevadera.
Una interpretación para un lenguaje de primer orden (en el que puede haber constantes,
predicados y relaciones) consiste en asignar individuos a las constantes, conjuntos de
individuos a los predicados y conjuntos de pares de individuos a las relaciones. En térmi-
nos matemáticos, una interpretación para un lenguaje de primer orden es una estructura
hD, Ii donde,
• D,∅ e
• I conecta las constantes, predicados y relaciones con los siguientes tipos de objetos:
I(a) ∈ D para cada constante a,
I(P) ⊆ D para cada predicado P y cuando el par formado…
Una vez interpretadas las constantes, predicados y relaciones de un lenguaje, las proposi-
ciones simples, del tipo Pa o aRb tomarán un valor de verdad, dependiendo de cómo se
relacionen los individuos con que se interpretan las constantes con los conjuntos con que
se interpretan los predicados y relaciones,
En ocasiones, un lenguaje de primer orden viene equipado con una relación especial, el
símbolo de identidad ‘≈’. Naturalmente, una proposición de la forma a ≈ b será verdadera
en una interpretación, exactamente cuando el objeto con que se interpreta a resulta ser el
mismo con el que se interpreta b (esto es, I(a) = I(b)).
Como sucedía en el caso proposicional, una vez que las proposiciones simples toman un
valor de verdad, las proposiciones complejas tomarán un valor de verdad – incluyendo
proposiciones con ∀ y ∃.
4 El lenguaje modal
Hay ocasiones, sin embargo, en que la sustitución por términos con igual referencia y la
generalización existencial no son válidas:
Necesariamente 8 > 7 X
Necesariamente el número de planetas > 7 X
Algunas personas creen que el lucero vespertino es distinto del lucero matutino
X
Algunas personas creen que el lucero vespertino es distinto del lucero vesper-
tino X
Los contextos modales y las atribuciones de creencia son algunos ejemplos de contexto
intensional. En tales contextos, no sólo la referencia, sino también el modo en que
hablamos acerca de ella juegan un papel en el valor de verdad de un enunciado.
Merece la pena señalar, sin embargo, lo siguiente. Hay un cierto sentido en que el
enunciado ‘Lois Lane cree que Clark Kent es valiente’ no es falso y, de manera similar,
hay un sentido en que necesariamente el número de planetas es mayor que siete. Es
típico de las expresiones que dan lugar a contextos intensionales, permitir dos lecturas
diferentes, una lectura de re y otra de dicto. En términos generales, la lectura de dicto es
aquella en que el modo en el que hablamos acerca de las cosas juega un papel. Por ejemplo,
podemos entender la descripción definida ‘el número de planetas’ como ‘el único objeto
que satisface la condición número de planetas’. El enunciado anterior acerca del número
de planetas se puede entender ahora de dos maneras distintas:
Las nociones modales necesariamente y posiblemente, así como otras muchas otras nociones
que generan contextos intensionales, dan lugar a preguntas súper interesantes sobre
metafísica, epistemología, Filosofía del lenguaje etc. Muchas de estas preguntas surgen
en el contexto de lenguajes de primer orden (cómo varían los dominios de un mundo
posible a otro? Refieren los términos singulares siempre a los mismos individuos? De
qué manera las propiedades modales dependen de las propiedades actuales?) Entrar en
una explicación del lenguaje y semántica modal de primer orden está claramente fuera de
nuestro alcance. En esta sección nos centraremos en el – mucho más accesible – lenguaje
proposicional.
Un lenguaje proposicional, como vimos anteriormente, es un lenguaje donde las proposi-
ciones simples no tienen estructura, i. e., empleamos variables proposicionales: p, q, r, ...
para representar las proposiciones simples. Además de las variables, contamos con las
conectivas lógicas clásicas: ∧, ∨, ⊃, ¬ más dos expresiones 2 y 3, que se pueden leer
informalmente como ‘es necesario que’ y ‘es posible que’, respectivamente. Las fórmulas
modales tendrán el siguiente aspecto,
p ⊃ 3p
2(p ⊃ q) ⊃ (2p ⊃ 2q)
3p ⊃ 23p
w0 : A w1 : ¬A
2p ⊃ 3p
2p ⊃ p
BF ∀x2A ⊃ 2∀xA
CBF 2∀xA ⊃ ∀x2A
establece que los objetos que existen en este mundo no dejan de existir en los mundos
accesibles. Más sobre estas fórmulas en los capítulos 14 y 15 de Priest (2008).
References
Priest, G. (2008). An Introduction to Non-Classical Logic: From If to Is. Cambridge University
Press.