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Historia

antecedentes

Dónde nació la Virgen María, quiénes eran sus padres y detalles de la vida de ellos

Cada 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de la Virgen María, los fieles en Jerusalén se


dirigen a la gruta donde la tradición indica que nació la Madre de Dios, luego de un largo
sufrimiento de sus padres.

En los Evangelios no se habla mucho de la Virgen María. El Protoevangelio de Santiago,


un escrito apócrifo del siglo 2 que la tradición de la Iglesia, la Custodia de Tierra Santa y
el Vaticano usan como referencia, nos narra que sus papás se llamaban Joaquín y Ana.

Cuenta el pequeño libro que Joaquín y Ana no podían concebir un hijo. Al no tener
descendencia, se le negó a Joaquín llevar ofrendas al templo y desconsolado se fue a
ayunar al desierto. Según la Custodia de Tierra Santa, el padre de la Virgen María “era
sacerdote”.
Mientras tanto Ana lloraba afligida y oraba para que el Señor se apiadara de ellos.

“Un ángel del Señor apareció, y le dijo: Ana, Ana, el Señor ha escuchado y atendido tu
súplica. Concebirás, y parirás, y se hablará de tu progenitura en toda la tierra. Y Ana dijo:
Tan cierto como el Señor, mi Dios, vive, si doy a luz un hijo, lo llevaré como ofrenda al
Señor, mi Dios, y permanecerá a su servicio todos los días de su vida”, describe el
protoevangelio.  Joaquín, quien era muy rico, lleno de felicidad mandó preparar
ofrendas para el Señor y fue recibido con alegría por su esposa.

“Los meses de Ana se cumplieron, y dio a luz una niña y la llamó María”, señala el
protoevangelio.

Según la tradición, la Virgen nació en las inmediaciones del templo de Jerusalén. Se dice
que en el lugar del nacimiento de María vivían sus papás. 

Hoy en ese lugar se eleva un templo llamado Iglesia de Santa Ana.

Presentación de María al Templo

Algunos escritos apócrifos, nos narran que María, según la promesa hecha por sus
padres, fue llevada al templo a los tres años, en compañía de un gran número de niñas
hebreas que llevaban antorchas encendidas, con la participación de las autoridades de
Jerusalén. Los apócrifos dicen también que en el templo María se nutría con un
alimento especial que le llevaban los ángeles, y que ella no vivía con las otras niñas sino
en el “Sancta Sanctorum”, al cual tenía acceso el Sumo Sacerdote sólo una vez al año.
Por medio de este servicio a Dios en el templo, María preparó su cuerpo, y sobre todo
su alma, para recibir al Hijo de Dios, viviendo en sí misma la palabra de Cristo:
“Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la practican”.

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