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Las bodas de Caná hoy.

Una pareja andaba en busca de un lugar para la fiesta después de la ceremonia religiosa. No
pudieron conseguir ningún salón para el festejo y entonces pidieron al párroco que les dejara tener
la fiesta en la iglesia misma después de la celebración del casamiento.

El párroco, después de muchos ruegos, cedió pero puso como condición indispensable que ni se
bebiera vino o cerveza ni se bailara. Los novios se comprometieron a ello alegremente y...
alegremente también se olvidaron de la promesa. ¿Cómo puede concebirse una boda sin música,
sin baile y sin vino?

El párroco oyó el barullo y quiso pararlo inmediatamente. Llamó a su capellán para que le ayudase
a echar de la iglesia a los del festejo. El capellán le hizo reflexionar: "Piense usted en Cana de
Galilea. ¿No era eso una boda con buen vino y sin duda buen baile en presencia de Jesús y María?
"Sí, - contestó el párroco - ¡pero ahí no tenían el Santísimo Sacramento!

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