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El racionalismo

de René Descartes

La pelea contra los escépticos. La búsqueda de algo indudable


Vida de René Descartes

 Nacido en 1596 en la Haye, una ciudad de Turena rebautizada después como


“Descartes”.
 De familia noble –señor de Perron, pequeño dominio de Poitou-
 De 1606 a 1614 es educado en el colegio de los jesuitas de La Flèche. En él se
beneficia de un régimen de favor, levantándose un poco más tarde cuando
quiere y adquiriendo el hábito de meditar en la cama.
 Muy apreciado por sus maestros y, sin embargo, en el Discurso del método, se
confiesa decepcionado por la enseñanza que le fue dada: la filosofía
escolástica no conduce a ninguna verdad indiscutible: “No hay en ella cosa
alguna que no pueda ser contestada.
 Únicamente las matemáticas demuestran aquello que afirman: “me gustan las
matemáticas por la certeza y evidencia de sus razones”.
 Pero son la excepción, no hay posibilidad de aplicar su método riguroso que
ellas siguen a otras disciplinas.
Decepción de la Escuela

 El joven Descartes queda decepcionado de su Escuela y de lo que allí se


aprende.
 Se afana en buscar otras fuentes de conocimiento, lejos de los libros
usados en la escuela y de los tutores del Colegio.
 Trata de buscar la certeza en la experiencia de la vida y en la reflexión
personal.
 Tras meses de elegante indolencia en Rennes con su familia, parte a
Holanda, enrolándose en el ejército del príncipe Mauricio de Nassau.
 Extraño oficial, rehúsa la paga, se costea su mantenimiento y su equipo.
 Más espectador que actor, auditor libre de una escuela de guerra, pero
poco soldado. Estudia matemática y física junto al físico Isaac Beeckman.
Descartes y su sueño

 En 1619 está al servicio del duque de Baviera, que tiene sus cuarteles de
invierno a las riberas del Danubio.
 Instalado en una habitación con estufa de porcelana, atendido por un
sirviente y dedicado a la meditación, en la noche del 10 de noviembre de
1619, tuvo un sueño maravilloso, ya que le anunciaron que estaba
destinado a unificar todos los conocimientos en una ciencia admirable, de
la que él sería el inventor.
 Esperará hasta 1628 para escribir una pequeña obra en latín Reglas para la
dirección del espíritu, en la que sostiene que la unidad del espíritu humano
–cualquiera que sea la diversidad de los objetos de la investigación- debe
permitir la invención de un método universal.
La condena de Galileo

 Prepara una obra física el Tratado del mundo, aunque renuncia a publicarla
cuando llega a sus oídos en 1633 la condena de Galileo.
 Descartes tiene mucho que temer de la Inquisición
 Entre 1629 y 1649 vive en Holanda país protestante, a pesar de que Descartes
sigue siendo un católico sincero, aunque desea estar al margen de las
querellas y preservar la paz.
 En 1637 se decide a publicar tres pequeños extractos de su obra científica. La
Dióptrica, los Meteoros y la Geom etría, estos extractos que ahora ni se leen
iban acompañados de un prefacio que ha permanecido célebre: el Discurso
del m étodo.
 Allí dice que su m étodo inspirado en las m atemáticas es capaz de demostrar
no sólo la existencia de Dios y la preeminencia del alma sobre el cuerpo sino
también el m ovimiento de la Tierra alrededor del Sol…
Reina Cristina. Muerte de Descartes

 En 1644 durante el curso de un breve viaje a París, encuentra al embajador


de Francia en la Corte de Suecia, Chanut, que le pone en relación con la
reina Cristina.
 Esta llama a Descartes a su lado, después de algunas vacilaciones
Descartes se embarca en Amsterdam y llega a Estocolmo en octubre de
1649
 Se le asigna la aurora (las 5 de la mañana) para que dé sus lecciones de
filosofía cartesiana a su Real discípula.
 Descartes no puede resistir el frío, contrae una pulmonía, rehúsa las drogas
de los charlatanes y curanderos y muere el 9 de febrero de 1650.
OBRAS MÁS IMPORTANTES

 Reglas para la dirección del espíritu (de la mente), incompletas escritas


hacia 1644, publicadas en 1701
 Meditaciones escritas en 1640 cuyo contenido comunicó a otros filósofos
que le criticaron y dio lugar a dos respuestas.
 El Discurso del método, 1637
 Los Principios de la Filosofía 1644.
 Es el creador del Racionalismo que se suele oponer al empirismo, la
establecer que nuestros conocimientos válidos y verdaderos acerca de la
realidad proceden no de los sentidos, sino de la razón, del entendimiento
mismo. Concede a la razón el predominio en cuanto fuente de
conocimiento y origen del mismo, negándole a los sentidos su primacía.
TEXTO SOBRE LA CERA

 Tomemos, por ejemplo, este trozo de cera que acaba de ser sacado de la colmena:
todavía no ha perdido la dulzura de la miel que contenía, todavía retiene algo del olor de
las flores de las que se ha recogido; su color, su figura, su tamaño, son manifiestos; es duro,
está frío, se puede tocar y, si lo golpeamos, producirá algún sonido. En fin, todas las cosas
que pueden distintamente permitirnos conocer un cuerpo se encuentran en él. Pero he
aquí que, mientras hablo, lo acercamos al fuego: lo que quedaba de su sabor
desaparece, el olor se desvanece, su color cambia, pierde su figura, aumenta su tamaño,
se licúa, se calienta, apenas podemos tocarlo y, aunque lo golpeemos, no producirá
ningún sonido. ¿La misma cera permanece tras este cambio? Hay que confesar que
permanece y nadie lo puede negar. ¿Qué es, pues, lo que se conocía de ese trozo de
cera con tanta distinción? Ciertamente, no puede ser nada de todo lo que he indicado
por medio de los sentidos, ya que todas las cosas que caían bajo el gusto, el olfato, la
vista, el tacto o el oído, han cambiado, y sin embargo la misma cera permanece.
 …Pero lo que hay que recalcar es que su percepción, o bien la acción por la que se la
percibe, no es una visión, ni un contacto, ni una imaginación, y que nunca lo ha sido,
aunque lo pareciera así anteriormente, sino solamente una inspección de la mente, que
puede ser imperfecta y confusa, como lo era antes, o bien clara y distinta, como lo es
ahora, según que mi atención se dirija más o menos a las cosas que están en ella y de las
que ella está compuesta.
Un trozo de cera

 Y lo que he señalado aquí de la cera, puede aplicarse a todas las otras cosas que me son
exteriores y que se encuentran fuera de mí. Ahora bien, si la noción o el conocimiento de
la cera parece ser más claro y más distinto después de haber sido descubierta no sólo por
la vista o por el tacto, sino también por muchas otras cosas ¿con cuanta mayor
evidencia, distinción y claridad, debo conocerme a mí mismo, puesto que todas las
razones que sirven para conocer la naturaleza de la cera, o de cualquier otro cuerpo,
prueban mucho más fácilmente y más evidentemente la naturaleza de mi mente? Y se
encuentran además tantas otras cosas en la mente misma, que pueden contribuir a la
aclaración de su naturaleza, que las que dependen del cuerpo, como estas, casi no
merecen ser nombradas.
 Pero en fin, heme aquí insensiblemente vuelto a donde quería; ya que, puesto que hay
una cosa que me es ahora conocida: que propiamente hablando no concebimos los
cuerpos más que por la facultad de entender que está en nosotros, y no por la
imaginación ni por los sentidos, y que no los conocemos porque los veamos, o porque les
toquemos, sino solo porque los concebimos por el pensamiento, conozco evidentemente
que no hay nada que me sea más fácil de conocer que mi mente. Pero, como es casi
imposible deshacerse rápidamente de una antigua opinión, será bueno que me detenga
un poco en ello, a fin de que, prolongando mi meditación, se imprima más
profundamente en mi memoria este nuevo conocimiento.
Racionalismo versus empirismo
 Esta es la respuesta del racionalismo. Las ideas y principios a partir de los cuales
se ha de construir deductivamente nuestro conocimiento de la realidad, no
proceden de la experiencia. Ciertamente los sentidos nos proporcionan
información acerca del universo, pero esta información es confusa y a menudo
incierta. Los elementos últimos de que ha de partir el conocimiento científico,
las ideas claras y precisas que han de constituir el punto de partida, no
proceden de la experiencia, sino del entendimiento que las posee en sí mismo.
Esta teoría racionalista acerca del origen de las ideas se denomina innatismo,
ya que sostiene que hay ideas innatas, connaturales al entendimiento, que no
son generalizaciones a partir de la experiencia sensible.
 Nuestro conocimiento acerca de la realidad puede construirse deductivamente a
partir de ideas y principios evidentes.
 Estos principios e ideas son innatos al entendimiento, que los posee al margen de la
experiencia en sí mismo desde el momento de la concepción.
La unidad de la razón y el método

 1º La unidad del saber y de la razón. Las distintas ciencias y los distintos saberes
son manifestaciones de un saber único. Todo proviene, en último término, de
una concepción unitaria de la razón. La sabiduría es única porque la razón es
única: la razón que distingue lo verdadero de lo falso, lo conveniente de lo
inconveniente, la razón que se aplica al conocimiento teórico de la verdad y al
ordenamiento práctico de la conducta, es una y la misma.
 2º La estructura de la razón y el método es el mismo en todos. Dos son a juicio
de Descartes los modos de conocimiento: la intuición y la deducción. La
intuición en una especie de luz natural de instinto natural que tiene por objeto
las naturalezas simples emanados de la razón misma, sin que quepa posibilidad
alguna de error: “un concepto de la mente pura y atenta, tan fácil y distinto
que no quepa ninguna duda sobre lo que pensamos; es decir, un concepto no
dudoso de la mente pura y atenta que nace de la sola luz de la razón, y es
más cierto que la deducción misma” (Regla III).
La unidad de la razón y el método

 Todo conocimiento intelectual se despliega a partir de la intuición de


naturalezas simples. En efecto, entre unas naturalezas simples y otras, entre
unas intuiciones y otras, aparecen conexiones que la inteligencia descubre
y recorre por medio de la deducción. La deducción por más que se
prolongue en largas cadenas de razonamientos, no es, en último término,
sino una intuición sucesiva de las naturalezas simples y de las conexiones
entre ellas.
 Doble proceso en el conocimiento: Análisis y síntesis. Hay que llegar a los
elementos simples por un proceso de análisis. Y luego por un proceso de
síntesis reconstruir deductivamente de lo complejo a partir de lo simple.
Las reglas del método
 NO HAY QUE CONFUNDIR LA INTUICIÓN Y LA DEDUCCIÓN (QUE SON LOS DOS
“CAMINOS MÁS SEGUROS HACIA EL CONOCIMIENTO”) CON EL MÉTODO Y SUS
REGLAS.
 Las reglas fundamentales son:
 1. la regla de la evidencia;
 2. la regla del análisis;
 3. la regla de la síntesis;
 4. la regla de la enumeración.
Las reglas del método

 1. Regla de la evidencia
 Es la primera y más importante de las reglas del método. Consiste en aceptar como
verdadero sólo aquello que se presente con “claridad y distinción”, es decir, con
evidencia. Es el ejercicio de la intuición.
Esta regla da lugar a la duda metódica y, tras su superación, al conocimiento como
ciencia o saber estricto. En los “Principios de filosofía”, Descartes nos dice que nunca nos
engañaremos si nos limitamos a describir en nuestros juicios sólo aquello que conocemos
clara y distintamente. El error tiene su origen en que juzgamos antes de tener un
conocimiento exacto de lo juzgado. La voluntad, que es imprescindible para que demos
nuestro asentimiento a un juicio, pude ir más allá de lo que se ofrece con claridad y
distinción, y por lo tanto llevarnos al error. Descartes consideró que siempre que nos
equivocamos es por mal uso de nuestra voluntad.
Las reglas del método

 2. Regla del análisis


 El análisis (“resolución”) es el método de investigación consistente en dividir cada una de
las dificultades que encontramos en tantas partes como se pueda hasta llegar a los
elementos más simples, elementos cuya verdad es posible establecer mediante un acto de
intuición.
En el “Discurso del método” nos la presenta como la segunda regla. Consiste en
descomponer las aserciones complejas hasta llegar a los últimos elementos que las
constituyen. Permite llegar a las “naturalezas simples”. Con este método conseguimos que
las proposiciones más oscuras se puedan comprender al observar cómo dependen de otras
más simples. Dice Descartes en las “Meditaciones” que es también un buen método de
enseñanza pues muestra el camino por el que una cosa fue metódicamente descubierta, y
es el que sigue en esa obra para mostrar la verdad de proposiciones complejas (por
ejemplo “la mente es distinta del cuerpo”, “la mente puede existir sin el cuerpo”, “Dios
existe”). En esta obra la proposición elemental a la que llega el análisis, y a partir de la cual
posteriormente y mediante un proceso de síntesis se podrá demostrar la verdad de las
proposiciones complejas citadas, es el cogito, cuya verdad se muestra mediante intuición.
Las reglas del método

 3. Regla de la síntesis
 O método de la composición. Consiste en proceder con orden en nuestros
pensamientos, pasando desde los objetos más simples y fáciles de conocer hasta
el conocimiento de los más complejos y oscuros.
 En el “Discurso del método” nos la presenta como la tercera regla del
método. Recomienda comenzar por los primeros principios o proposiciones más
simples percibidas intuitivamente (a las que se llega mediante el análisis) y
proceder a deducir de una m anera ordenada otras proposiciones,
asegurándonos de no omitir ningún paso y de que cada nueva proposición se
siga realmente de la precedente. Es el m étodo em pleado por la geom etría
euclidiana. Según Descartes, mientras que el análisis es el método del
descubrimiento, y es el que utiliza en las “Meditaciones Metafísicas” y el “Discurso
del m étodo”, la síntesis es el método más apropiado para demostrar lo ya
conocido, y es el empleado en los “Principios de Filosofía”.

Las reglas del método

 4. Regla de la enumeración
 Descartes la cita en el “Discurso del mét odo” como la cuarta regla. Consiste en revisar
cuidadosamente cada uno de los pasos de los que consta nuestra investigación hasta estar seguros de no
omitir nada y de no haber cometido ningún error en la deducción.
 "Y como la multitud de leyes sirve muy a menudo de disculpa a los vicios, siendo un Estado mucho mejor
regido cuando hay pocas, pero muy estrictamente observadas, así también, en lugar del gran número de
preceptos que encierra la lógica, creí que me bastarían los cuatro siguientes, supuesto que tomase una
firme y constante resolución de no dejar de observarlos una vez siquiera:
Fue el primero, no admitir como verdadera cosa alguna, como no supiese con evidencia que lo es; es
decir, evitar cuidadosamente la precipitación y la prevención, y no comprender en mis juicios nada más
que lo que se presentase tan clara y distintamente a mí espíritu, que no hubiese ninguna ocasión de
ponerlo en duda.
El segundo, dividir cada una de las dificultades, que examinare, en cuantas partes fuere posible y en
cuantas requiriese su mejor solución.
El tercero, conducir ordenadamente mis pensamientos, empezando por los objetos más simples y más
fáciles de conocer, para ir ascendiendo poco a poco, gradualmente, hasta el conocimiento de los más
compuestos, e incluso suponiendo un orden entre los que no se preceden naturalmente.
Y el último, hacer en todo unos recuentos tan integrales y unas revisiones tan generales, que llegase a
estar seguro de no omitir nada."
La duda y la primera verdad: “pienso
luego existo o soy”
 La duda metódica.
 Como ya dijimos hay que encontrar primero una verdad evidente de la que
no podamos dudar y a partir de la cual, podamos deducir el edificio entero
de nuestros conocimientos. Este punto de partida ha de ser una verdad
absolutamente cierta sobre la cual no sea posible dudaren absoluto.
Solamente así el conjunto del sistema quedará firmemente fundamentado.
 Para llegar a esta idea tenemos que eliminar todos aquellos conocimientos,
ideas y creencias que no aparezcan dotados de una certeza absoluta. Por
eso Descartes comienza por la duda, porque hay que dudar de todo, de ahí
que la duda sea metódica, no escéptica. Es una estrategia no es honesto.
La duda y la primera verdad: “pienso
luego existo o soy”
 1ª La primera y más obvia razón para dudar de nuestros conocimientos se
halla en la falacia de los sentidos. Los sentidos nos inducen a veces a error.
Ciertamente, a veces, no siempre, pero la improbabilidad de estar seguros
impide que podamos, partir de ellos como verdades claras y distintas.
 2º Si dudamos del testimonio de los sentidos, esto nos permite ampliar nuestra
duda ya que no podemos estar seguros de que las cosas son como las
percibimos. Pero podemos dudar de las cosas que percibimos. Pues sí, según
Descartes si somos más radicales habría que decir que es imposible distinguir
la vigilia del sueño. El sueño nos muestra a menudo mundos de objetos con
extremada viveza y al despertar descubrimos que tales mundos de objetos
no tienen existencia real.
La duda y la primera verdad

 ¿Cómo distinguir el estado de la vigilia con el estado del sueño, y cómo


alcanzar absoluta certeza de que el mundo que percibimos es real?
 Esta imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño permite dudar de la
existencia de las cosas y del mundo, pero no parece afectar a ciertas
verdades, como las matemáticas: dormidos o despiertos, los tres ángulos
de un triángulo suman 180º en la geometría e Euclides. De ahí que
Descartes añada el tercer y más radical motivo de duda: tal vez exista un
espíritu maligno de extremado poder e inteligencia que pone todo su
empeño en inducirnos a error (Meditaciones I). Esta hipótesis del “genio
maligno” equivale a suponer: tal vez mi entendimiento es de tal naturaleza
que se equivoca necesariamente y siempre cuando piensa captar la
verdad. Una vez más se trata de una hipótesis improbable, pero que nos
permite dudar de todos nuestros conocimientos.
La primera verdad y el criterio

 La duda llevada hasta este extremo tan radical parece abocar


irremisiblemente al escepticismo. Esto pensó durante algún tiempo
Descartes hasta que, por fin, encontró una verdad absoluta, inmune a
toda duda por muy radical que sea esta: la existencia del propio sujeto
que piensa y duda. Si yo pienso que el mundo existe, tal vez me equivoque
en cuanto a que el mundo existe, pero no cabe error en cuanto a que yo
lo pienso; igualmente, puedo dudar de todo menos de que yo dudo. Mi
existencia, pues, como sujeto que piensa (que duda, que se equivoca,
etc.,) está exenta de todo error posible y de toda duda posible. Descartes
lo expresa con su célebre “pienso luego existo”.
 Esto es tan radical que no puedo dudar de que dudo, auqnue si puedo
dudar de que dudes tú. Me explico
EXISTENCIA COMO SUJETO

 Mi existencia como sujeto pensante no es solamente la primera verdad y la


primera certeza: es también prototipo de toda verdad y de toda certeza.
Es indudable porque la percibo con claridad y distinción. De aquí deduce
Descartes, su criterio de certeza: todo cuanto perciba con igual claridad y
distinción será verdadero y, por tanto, podré afirmarlo con inquebrantable
certeza.
 Las ideas como objeto de pensamiento. Tenemos ya una verdad
absolutamente cierta: la existencia del yo como sujeto pensante. Esta
existencia indubitable del yo, no parece implicar, sin embargo, la
existencia de ninguna otra realidad. Es decir, yo pienso, pero como
demostrar que tú piensas. Cómo demostrar que existe con certeza algo
exterior aparte de mi pensamiento.
DEDUCIR LA REALIDAD A PARTIR DEL
PENSAMIENTO
 El problema es enorme ya que a descartes no le queda más remedio que
deducir la existencia de la realidad a partir de la existencia del pensamiento.
Así lo exige el ideal deductivo que ha impuesto Descartes, puesto que la
primera verdad es el ”yo pienso”, y de aquí han de extraerse todos nuestros
conocimientos, incluido, claro está, el conocimiento de que existen realidades
extra-mentales.
 Haciendo balance tenemos dos elementos: el pensamiento como actividad
(yo pienso) y las ideas que piensa el yo. Aunque dude, pienso y si pienso,
pienso algo, ese algo son ideas. Si pienso que el mundo existe, puede ser que el
mundo no exista, pero no puedo dudar de que yo pienso que el mundo existe.
 El pensamiento siempre piensa ideas. Según Descartes, el pensamiento no
recae sobre las cosas, sino sobre las ideas. No pienso en el mundo, sino en la
idea de mundo.
Idea como realidad objetiva

 ¿Cómo garantizo que la idea de mundo que tengo, corresponde una


realidad, el mundo?
 Descartes distingue dos cuestiones o aspectos en la naturaleza de las
ideas:
 Las ideas en cuanto que son actos mentales.
 Las ideas en cuanto poseen un contenido objetivo.
 En cuanto que son actos mentales las ideas todas poseen la misma realidad. En
cuanto que poseen un contenido su realidad es diversa. Por eso las ideas deben
ser sometidas a un análisis cuidadoso para tratar de descubrir si alguna de ellas
nos sirve para romper el cerco del pensamiento y salir a la realidad extra-
mental. Descartes distingue tres tipos de ideas: adventicias, facticias e innatas.
Clases de ideas

 Ideas adventicias (las que suceden de manera accidental) son aquellas


que parecen provenir de la experiencia externa (mujer, árbol, balón,
colores). Hemos dicho “parecen provenir” y no “provienen” porque
todavía no está probado o no nos consta la existencia de una realidad
exterior.
 Ideas facticias (construidas, hechas) ideas que construye la mente a partir
de otras ideas (p.e. La idea de un caballo con alas, o un unicornio.
 Es claro que ninguna de estas ideas puede servirme como punto de
partida para la demostración de la existencia de la realidad extramental:
las adventicias, porque parecen provenir del exterior y no está claro que el
exterior exista, las facticias porque al ser construidas por el pensamiento, su
validez es cuestionable.
IDEAS INNATAS

 Existen, sin embargo, algunas ideas (pocas, pero, desde luego, las más
importantes) que no son adventicias ni facticias. Ahora bien, si no pueden
provenir de la experiencia y no son construidas a partir de otras por nuestra
imaginación, ¿cuál es su origen? La única contestación posible es que el
pensamiento las posee en sí mismo, es decir, son innatas. Esta es la
afirmación más contundente del racionalismo, que las ideas que sirven
para fundamentar el conocimiento y construir el edificio de nuestros
conocimientos están en nosotros desde el mismo momento de la
concepción. Ideas innatas son, por ejemplo, la idea de pensamiento, la
idea de existencia, la idea de infinito, la idea de Dios, que ni son
construidas por mí, ni proceden de la experiencia externa alguna, sino que
me las encuentro en la percepción misma del “pienso, luego soy”.
La existencia de Dios y del mundo

 Entre las ideas innatas Descartes descubre la idea de infinito que se


apresura a identificar con la idea de Dios. Con argumentos convincentes
demuestra Descartes que la idea de Dios no es adventicia (no poseemos
experiencia de él) ni facticia (pues no podemos pensar de manera
imaginativa el infinito, ya que somos seres finitos, luego la infinitud no
puede derivarse de la finitud).
 Así la idea de Dios y la idea de infinito son innatas. A partir de aquí el
camino de la deducción queda expedito, sin obstáculos.
 La existencia de Dios es demostrada a partir de la idea de Dios.
 La idea del mundo es demostrada a partir de la existencia de Dios: puesto que
Dios existe y es infinitamente bueno y veraz, no puede permitir que me engañe
al creer que el mundo existe, luego el mundo existe.
La existencia de Dios es demostrada a partir de la
idea de Dios.

 Entre los argumentos merece la pena destacarse dos:


 El argumento ontológico de San Anselmo. Como Dos debe tener todas las
perfecciones, no le puede faltar nada, tampoco puede faltarle la existencia.
 La idea de causalidad, si tenemos la idea de la existencia de Dios debe haber
algo que la haya creado, la idea de la existencia de Dios es una idea objetiva
que tiene que tener como referencia la existencia de Dios real, si no no existiría
dicha idea. La idea de la infinitud no la he podido crear yo pues soy finito, debe
existir un ser infinito que sea responsable de esa idea de infinitud, ese ser infinito
es Dios que ha causado en mi la idea de infinito, luego el ser infinito existe.
La existencia del mundo es demostrada a
partir de la existencia de Dios.
 Dios al ser tan perfecto, bueno y veraz aparece como garantía de que a mis
ideas corresponde un mundo, una realidad extramental. Conviene, sin
embargo, señalar que Dios no garantiza que a todas mis ideas corresponda
una realidad extramental. Por ejemplo no es responsable de las cualidades
secundarias, el color, la forma, los sonidos etc. Dios garantiza un mundo
constituido por la extensión y el movimiento. A partir de aquí se deducen todas
las leyes de la física y las leyes del movimiento. El mundo primario existe porque
Dios lo garantiza.
 La estructura de la realidad está compuesta por tres sustancias:
 Sustancia infinita, Dios
 El yo o sustancia pensante
 Los cuerpos o sustancia extensa
 Estas tres sustancias conforman el mundo. El concepto de Sustancia es la esencia del
racionalismo: sustancia es una cosa que existe de tal modo que no necesita de
ninguna otra cosa para existir.
SÓLO DIOS EXISTE

 TOMADA ESTA DEFINICIÓN EN UN MODO LITERAL SÓLO DIOS EXISTE COMO


SUSTANCIA INFINITA Y TODOS LOS DEMÁS SERES FINITOS EXISTEN, SON
CREADOS Y CONSERVADOS POR ÉL. AUNQUE PAR ENTENDERNOS PUEDE
SEGUIR MANTENIÉNDOSE POR LO QUE SE REFIERE A LA INDEPENDENCIA
MUTUA ENTRE LA SUSTANCIA PENSANTE Y LA SUSTANCIA EXTENSA, QUE NO
NECESITAN LA UNA DE LA OTRA PARA EXISTIR.

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