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permanece
Es verdadera memoria, y viva, solo una memoria que recuerda la Pascua [una
memoria dinámica, en camino pascual, una memoria relacional], que garantiza
así una racionalidad sapiencial [que recibe una iluminación que viene de lo
Alto, dispuesta a iluminar la realidad cotidiana] que lleva al saber vivir; un
saber vivir que desenmascara la ilusiones, los fantasmas, los cuentos de hadas.
Una memoria que recuerda la Pascua sabe que las cosas vuelven, pero no como
fueron vividas, sino sobretodo transformadas, transfiguradas por el itinerario
de la redención, que es el itinerario de la filiación universal en Cristo; una
memoria que hace volver en Cristo al Padre, en cuya casa todas las cosas se
encuentran [y se recapitulan], como sucede al hijo pródigo (Lc 15,11ss). De
hecho, para él [el hijo pródigo reencontrado, como pecador redimido], las cosas
reencontradas en la casa paterna no son más iguales a aquellas que él [se llevó
como herencia] y perdió, al gestionarlas con su [sola] voluntad. Todo ha
cambiado, porque todo se torna una narración, una historia, la revelación del
amor de su padre [Las narrativas de nuestras vidas, donde siempre hay una
actividad autónoma y con solo nuestra voluntad –donde siempre hay caídas y
alejamientos del Padre-, al colocarlas en la narrativa del Padre Misericordioso y el
Hijo Pródigo –iluminando con las palabras de Cristo nuestra vida cotidiana-, nos
permiten reconocer lo que sucede en toda la realidad, nos permiten reconocer
que el Padre siempre y en todo interviene para el bien de los que le aman y son
llamados por Él (Rom 8,28), nos permiten reconocer lo que el Padre –a través
incluso del mal personal o externo- está dándonos, diciéndonos y
disponiéndose a hacer en nosotros. Éste es el camino para hacer memoria de
cara a una narrativa realista de nuestras vidas; para narrar incluso los episodios
más pesados y dolorosos de nuestra existencia, todo dentro de una lógica
pascual: reconociendo las intervenciones del Señor, dentro del paso de la
muerte a la vida, de la lejanía a la comunión, del individuo a la persona, de la
autonomía a la relación, de la esclavitud a la libertad de hijo]. Entonces, por
medio de las cosas, es el padre quien, en la parábola, se hace presente al hijo,
con premura, como amor que atiende y que festeja el encuentro.
1
recuerda en relación a la Pascua, es decir, en relación a Dios, quien también se
comunica de modo pascual. La Pascua [y ese modo pascual] es impedimento de
toda fosilización, de todo pensamiento esclerótico, nostálgico, formalista,
posesivo.
2
como única vía de realización para el hombre. Una realización que no viene en
un modo abstracto y aislado, sino dentro de una relación con el Cristo pascual,
que nos es comunicado por el Espíritu Santo.