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Oh, divina presencia que todo lo abarca,

Dios eterno, ser supremo que todo lo crea y marca,

en tus manos reposa el universo entero,

con tu amor infinito, nos envuelves, te venero.

Eres el origen de toda vida y existencia,

la luz que guía cada paso con paciencia,

en cada ser humano respiras tu aliento,

y en cada latido late tu amor y sustento.

En la grandeza de tu creación nos maravillamos,

desde las montañas altas hasta los valles llanos,

en la vastedad del cielo y en el océano profundo,

en cada criatura viva, tu amor se hace fecundo.

Eres el consuelo en las noches oscuras,

el refugio seguro que calma nuestras locuras,

en tu infinita misericordia encontramos amparo,

y en tus promesas de bondad hallamos un faro.

Eres la guía en nuestro camino incierto,

la voz suave que nos habla en lo más hondo y cierto,

en tus palabras encontramos sabiduría y verdad,

y en tus enseñanzas hallamos la paz y la claridad.

Eres el consuelo de los corazones heridos,

la esperanza en momentos de temor y olvidos,

en tus brazos encontramos consuelo y abrigo,

y en tu amor incondicional, nos sentimos bendecidos.


Dios, presencia divina que todo lo comprende,

en ti confiamos y en tu amor nos extendemos,

te alabamos y te agradecemos con gratitud,

por ser el faro que guía y la eterna plenitud.

En la oración encontramos la conexión contigo,

en el silencio, tu voz susurra y nos bendigo,

y en cada acto de amor y bondad que realizamos,

reflejamos tu presencia, tus dones multiplicamos.

Gracias, Dios eterno, por tu amor inmenso,

por ser nuestra roca y nuestro más preciado lienzo,

te veneramos con humildad y gratitud,

pues en ti encontramos la paz y la plenitud.

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