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La semilla de la 

honestidad

 MARZO 12, 2009 DE NOTICIAS DEL GENIL

Vencerse a sí mismo, devolver a su corazón la honradez que le había dado la naturaleza. He


aquí la virtud perfecta. Depende de cada uno.

En un lejano y bello país, vivía un sabio y anciano rey que viendo que sus días llegaban a su fin,
habló con su hijo para que fuera preparándose para sustituirle en su reinado… Pero le
comunicó que antes le gustaría ver un sueño cumplido, que era, el de que su hijo se casara y
así poder conocer a la futura reina de su país.

El joven príncipe deseoso de cumplir su último deseo, inició los preparativos para elegir a la
que sería su futura esposa.

Mandó emisarios a todos los confines de su reinado anunciando su deseo de hallar esposa,
para lo cual deberían acudir todas las jóvenes aspirantes que estuvieran en edad de
desposarse a palacio…

Una vez allí les dijo:

         -Os pondré a todas una única prueba con el fin de poder elegir a una de vosotras, que
consistirá en lo siguiente:

Os daré una semilla a cada una de vosotras y aquella que dentro de tres meses me traiga la flor
más bella, será la elegida para convertirse en mi esposa.

Así que cada una partió a su lugar de origen con la semilla que enseguida plantaron y
empezaron a cuidar con esmero.

Había entre todas una joven campesina no lograba sacar ninguna flor de la semilla que le había
entregado, a pesar de los consejos de expertos jardineros y del esmero con que ella la cuidaba.

Cuando cumplió el plazo dado por el príncipe, acudieron todas al castillo con la esperanza de
ser alguna de ellas la elegida.

La joven a pesar de no haber logrado sacar ninguna flor y pese a los consejos de sus padres de
que no se presentara para no hacer el ridículo, ella insistió en ir, porque, aunque ya sabía que
no sería la elegida, no le importaba, pues su último deseo era al menos, ver por última vez a su
amado príncipe.

Cuando por fin el heredero al trono llegó hasta ella, le sonrió y alzando la voz dijo: -La elijo a
ella como mi futura esposa.

El revuelo que se armó fue tremendo ya que nadie comprendía cómo podía haber elegido a
una candidata que sólo había traído la maceta con la tierra, pero sin ninguna flor.

El rey que estaba presente pidió silencio y mandó llamar a su hijo para que se explicara, pues
ni él acertaba a entender tal decisión

Tomando la palabra el príncipe, dijo que la elegía a ella porque era la única que había cultivado
la semilla que más apreciaba, que era la “semilla de la honestidad”…, pues todas las semillas
que entregó eran estériles…, y por lo tanto no podían dar flor alguna…
Este hermoso cuento con un final digno de un rey, nos muestra lo importante que es ir por la
vida haciendo las cosas, ya sea de una manera o de otra, pero honestas.

Tener esa actitud, donde cada día se nos presentan ocasiones de no serlo y donde cada día nos
sentimos tentados a romper esa virtud, es algo que a veces cuesta llevar a cabo dependiendo
de multitud de factores que influyen en la vida de cada uno de nosotros…

Así, que dependiendo de la semilla que sembremos, tendremos una cosecha u otra.

Que cada uno elija la que quiera y cuando llegue la hora de cosechar que cada cual recuerde lo
que puede ocurrir…

José Antonio Roldán García

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