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Esquivel Torralba Arturo Moisés

2222011923
Grupo: HCT05

El día jueves 23 de febrero, posterior a la clase correspondiente de México:


Economía, Política y Sociedad III (MEPS) y de degustar la gastronomía del
subsidiado escolar, procedí en compañía de mi grupo de amigos a dirigirnos a lo que
seria el primer museo que visitaríamos en el día. Dicho museo no seria otro que el
Museo Nacional de Arte, mejor conocido como MUNAL, ubicado en Tacuba 8, Centro
Histórico a un costado del Palacio de Bellas Artes.

Desde el primer momento que avistamos el museo, éste impone con su estatua de ¨El
Caballito¨, la cual resguarda la entrada principal y esto solo nos dejó a la expectativa
de que es lo que hallaríamos una vez dentro. La entrada general tiene un costo de
$85.00, sin embargo, en nuestro caso por ser estudiantes tuvimos acceso gratuito,
únicamente se nos cobró $5.00 para la autorización de toma de fotografías.

Lo primero que notamos fue su infraestructura que se caracteriza por unos tintes
barrocos del Siglo XVII, pero lo que acaparo nuestra atención fueron sus escaleras de
mármol tipo caracol que culminan con una pintura alojada en el techo. Fue en ésta
donde surgió un primer intercambio, entre el grupo de amigos, acerca de las diversas
interpretaciones del mensaje que intenta transmitir el cuadro.
Entre las distintas exposiciones con las que cuenta el museo, nos adentramos a una
enfocada en las propuestas visuales sobre un México revolucionario que brinda José
María Velasco. La calidad estética de sus obras demuestra que su disfrute y pasión
por aprender se reflejaron en las imágenes que sobrevivieron y se pueden apreciar. La
belleza de la obra deja paso al realismo, que no copia la realidad, sino que la examina
en detalle y la transforma, la imagina y la recrea en la página o en el lienzo. Por lo que
percibí en la exposición, el paisaje se caracteriza por su significado, estético e
histórico. Y Velasco lo hizo a lo grande.

Pudimos apreciar las diferentes técnicas implementadas como acuarela, óleo,


grabado, dibujo, litografía y fotografía, con las cuales se logró crear un mundo
simbólico y estético "mexicano" que fue ampliamente exhibido. Velasco se preocupó
por dar a conocer las obras creadas por la naturaleza, los pueblos indígenas y una
nación que camina hacia la modernidad.

Posteriormente proseguimos el recorrido con una 2da exposición de mano de la


colaboración entre Carmen Boullosa y Magali Lara, la cual lleva por nombre ¨Bajo la
misma falda. Esta contenía una fuerte presencia feminista al presentar el arduo trabajo,
que en los años setenta, conllevaba el dedicarse a las artes como mujer debido al
dominio que los varones tenían en esa área con pretensión de universalidad. Con lo
anteriormente mencionado, al sector femenino solo se le adjuntaba un carácter lascivo
o prohibido, que algunas veces llego a tocar en el surrealismo, convirtiéndolas en
musas, magas, brujas, gitanas, etc.

En ¨Bajo la misma falda¨, autores y curadoras de esta exposición exploran un diálogo


fructífero con cuadros de la colección del Museo Nacional de Arte y otras colecciones
mexicanas, bajo que faldas batallaron y acrecentaron la rebeldía, la fractura y
subversión de su generación simbólica. Se nos comenta que en la generación de las
curadoras se tenia una especie de indicador o termómetro respecto al largo de las
faldas, donde el llevarla larga era en ocasiones solemnes, liberándola y rehaciéndola,
transitamos hacia la minifalda que representaba otra manera de ser, desvelando el
poder femenino. Éramos en ella las “bien paradas” de forma visible en el mundo. La
minifalda fue bandera de gozo y triunfo, de vida con cuerpo, de mujeres desafiantes.

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