Está en la página 1de 2

La parábola de las diez vírgenes

Ceferino Díaz Ruiz

Esta parábola está solamente en El evangelio según Mateo, en los versículos del 1 al 13
del capítulo 25. La misma trata de cuáles serán los cristianos que Jesús se llevará cuando
venga a buscar a su novia (la iglesia), lo que implica que no se los llevará a todos; se
llevará a los que cumplan con ciertas condiciones. Para representar esto, en la parábola
fueron utilizados los siguientes símbolos: un novio, diez vírgenes con lámparas con
aceite, la noche, un lugar de espera, y un lugar de encuentro.

Las diez vírgenes estaban en una misma casa o edificio esperando al novio. Como el
novio vendría en la noche, ellas tenían que salir a recibirlo con lámparas encendidas,
para poder reconocerlo y ser reconocidas por él. Para que las lámparas pudieran
alumbrar, tenían que tener aceite. De las diez vírgenes, solo las cinco que tenían sus
lámparas llenas de aceite salieron del templo en la oscuridad de la noche a recibir al
novio. Ellas lo pudieron reconocer a él en la noche; él las pudo reconocer a ellas; y se
fueron a las bodas con el novio. Las otras cinco, como no tenían sus lámparas llenas de
aceite, se les comenzaron a apagar rápidamente, y en vez de salir del templo, se fueron a
comprar aceite (se quedaron en el templo buscando un avivamiento personal). Cuando el
novio llegó, se llevó para las bodas a las vírgenes que habían salido del templo con sus
lámparas encendidas. Las vírgenes que se fueron a comprar aceite, como no salieron del
templo a recibir al novio, no pudieron irse con él a las bodas. Aun así, ellas llegaron
solas al lugar de las bodas, y aunque tenían sus lámparas encendidas, el novio ni las
reconoció ni les permitió entrar. Para que las vírgenes pudieran estar en las bodas, no
podían ir solas, tenían que ir con el novio; ellas tenían que salir del templo a recibir al
novio en la oscuridad de la noche con sus lámparas encendidas, y que para que éstas
alumbraran tenían que tener aceite.

El lugar donde las vírgenes estaban esperando al novio pudiera ser un templo o un
monasterio. El lugar adonde las vírgenes salieron a encontrarse con el novio fue afuera
del templo (en el mundo). El momento en que llegó el novio y las vírgenes se
encontraron con él fue a media noche (cuando la noche está más oscura; cuando la crisis
del mundo está en su peor momento). El modo en que las vírgenes salieron del templo a
recibir al novio fue con sus lámparas encendidas. Las lámparas de las vírgenes son sus
corazones; y el aceite de sus lámparas es el amor (el interés por el bienestar del
prójimo). Sin amor en sus corazones las vírgenes no podían alumbrar (amar a su
prójimo).

El profeta Daniel, al interpretar un sueño que tuvo el rey Nabucodonozor, habló de una
estatua hecha con cuatro metales. La misma representaba cuatro eras: la era de oro, la
era de plata, la era de bronce, y la era de hierro. Esta última es la más oscura de las eras;
es la era en que vivió Jesús, la cual durará hasta que comience el milenio; son los
últimos tiempos; es la era actual. En la parábola, la noche representa esta era de hierro.
En su segunda carta a Timoteo, el apóstol Pablo hace una descripción del tipo de
personas predominante en esta era (2 Timoteo 3. 1-9).
La parábola de las diez vírgenes
Ceferino Díaz Ruiz

El apóstol Juan también arroja luz sobre esto en su primera carta, al decir que quien ama
a su hermano está en la luz y quien odia a su hermano está en tinieblas (1 Juan 2. 9-11).
Sabiendo esto, entendemos que cuando amamos como a nosotros mismos a nuestros
hermanos (amor filial) y al prójimo en general (amor agape), tenemos nuestras lámparas
llenas de aceite y somos luz en el mundo (Mateo 5. 14-16); y que cuando amamos a
nuestros enemigos es cuando más alumbramos. Pero cuando el aceite comienza a
escasear en nuestras lámparas, comenzamos a ser indiferentes a las necesidades de
nuestros hermanos y nuestro prójimo; se nos comienza a enfriar el amor (Mateo 24. 12)
y nos ponemos tibios. En su libro Apocalipsis, Juan dice que los cristianos tibios ni
enfrian ni calientan (ni consuelan ni animan) a sus hermanos; no los aman, los tratan con
indiferencia y menosprecio. Los cristianos tibios solo se interesan en sí mismos y son
engreídos. Por eso Dios no los quiere en su reino y los vomitará de su boca
(Apocaliposis 3. 14-22; 1 Juan 3. 10). Dios quiere cristianos como los cristianos
colosenses, que se caracterizaban por amar a todos los santos (Colosesnses 1. 4).

Las vírgenes prudentes representan a los cristianos que se aman (ayudan) unos a otros
mientras esperan que el Cristo Jesús regrese. Las vírgenes insensatas representan a los
cristianos que esperan a Jesús sin amarse (ayudarse) unos a otros. A los cristianos que
Jesús vendrá a buscar serán aquellos que hacen lo que él los mandó a hacer: amarse unos
a otros como a sí mismos. A los cristianos que no aman a sus hermanos como a sí
mismos, Jesús no los llevará a sus bodas. Cuando los cristianos se aman (ayudan) unos a
otros, alumbran y son alumbrados, se alumbran unos a otros, son luz, son lámparas que
alumbran (hacen buenas obras) porque tienen aceite (amor). El Cristo Jesús vendrá a
buscar a los cristianos que se ayudan unos a otros y salen al mundo a predicar el
evangelio y a hacer buenas obras mientras lo esperan a él. Los cristianos que no hacen
estas cosas mientras esperan al Cristo Jesús, lo esperan en vano. Llenemos nuestras
lámparas de aceite y con ellas encendidas salgamos al mundo, pues será allá y no en el
templo que nos encontraremos con él. ¡Amén!

También podría gustarte