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Vírgenes
Bajo este aspecto las vírgenes necias son los judíos que creyeron que
su religiosidad sería suficiente y no se prepararon para Él, mientras
que las prudentes serían los judíos que reconocieron que Jesús es el
Cristo y, éstas, pertenecen entonces al remanente que se salvará
(Romanos 9:27).
Esposo
En la Biblia, se utiliza la imagen de la boda como símbolo de la venida
del Señor (Isaías 62:5; Mateo 22:1–14). En las bodas judías se
anunciaba la llegada del esposo a la casa de su prometida. Las bodas
solían celebrarse por la noche, y las lámparas se encendían al
anochecer. Por tanto, las diez vírgenes esperaban la llegada del
esposo antes de la medianoche; pero él llegó más tarde y fue
anunciado de manera repentina.
No sabemos el momento en que se producirá la segunda venida de
Cristo, pero debemos prepararnos para ella como si pudiera
producirse en cualquier momento, ya sea pronto o tarde.
Lámparas
Las lámparas de aceite que utilizaban los judíos en los tiempos de
Jesús se denominan lámparas herodianas, en nombre del rey
Herodes. Estas lámparas permitían que las personas llevaran luz por
doquiera que fuesen. De la misma manera, nosotros debemos llevar la
luz del Evangelio con nosotros (Mateo 5:14–16).
La parte principal de la lámpara estaba hecha de barro y moldeada
en un torno de alfarero.
La boquilla estaba hecha con un molde.
El asa se moldeaba a mano y luego se adhería a la lámpara.
En la boquilla se colocaba una mecha compuesta de fibra de lino o un
tallo de junco, tras lo cual se llenaba la lámpara de aceite de oliva. Una
vez que la mecha absorbía el aceite, se encendía la lámpara.
Aceite
Las olivas o aceitunas se sumergen en agua para limpiarlas y quitarles
el amargor, tras lo cual se machacan para extraer su aceite. El aceite
de oliva, que se produce en toda la región mediterránea, tenía
múltiples usos antiguamente: alimento, aceite para cocinar,
condimento, tratamiento de heridas, ingrediente de productos
cosméticos y jabones, y combustible para lámparas.
El aceite de la parábola representa nuestra fe y testimonio, nuestra
pureza y dedicación, nuestras buenas obras y el hecho de que
guardamos los convenios que hemos concertado, siendo todas ellas
maneras mediante las cuales hemos “tomado al Santo Espíritu por
guía” (D. y C. 45:57).
Las vírgenes prudentes no podían compartir su aceite con las
insensatas, ya que “el aceite de la preparación espiritual no se puede
compartir” (Marvin J. Ashton, “A Time of Urgency”, Ensign, mayo de
1974, pág. 36).
Vasijas
Las vasijas de la parábola eran contenedores para almacenar aceite
de reserva. Ser prudente significa estar preparados para lo inesperado
con una dosis adicional de fe, de testimonio y del Espíritu Santo en
nuestra vida. A veces nos confiamos y pensamos que tenemos lo
suficiente para salir adelante. No obstante, seguir al Salvador significa
mucho más que sólo salir adelante. Implica esforzarnos siempre por
acercarnos más a Él, y prepararnos para los momentos en los que se
pondrá a prueba nuestra paciencia, fe y testimonio.
Gota a gota
“La asistencia a las reuniones sacramentales les agrega aceite a
nuestras lámparas, gota por gota a través de los años. Al ayuno, la
oración familiar, la orientación familiar, el control de los apetitos de la
carne, la predicación del evangelio, el estudio de las Escrituras, cada
acto de dedicación y obediencia constituye una gota que se agrega a
nuestra reserva. Los actos de bondad, el pago de ofrendas y diezmos,
las acciones y pensamientos castos y el matrimonio bajo el convenio
eterno, todos éstos contribuyen sustancialmente a incrementar el
aceite con el que podemos reabastecer a medianoche nuestras
lámparas vacías”.