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FABULAS

El águila, el cuervo y el pastor

Lanzándose desde una cima, un águila arrebató a un


corderito.

La vio un cuervo y tratando de imitar al águila, se lanzó


sobre un carnero, pero con tan mal conocimiento en el
arte que sus garras se enredaron en la lana, y batiendo al
máximo sus alas no logró soltarse.

Viendo el pastor lo que sucedía, cogió al cuervo, y


cortando las puntas de sus alas, se lo llevó a sus niños.

Le preguntaron sus hijos acerca de que clase de ave era aquella, y les dijo:

- Para mí, sólo es un cuervo; pero él, se cree águila.

Moraleja

Pon tu esfuerzo y dedicación en lo que realmente estás preparado, no en lo que no te


corresponde.

El águila y el escarabajo

Estaba una liebre siendo perseguida por un águila, y


viéndose perdida pidió ayuda a un escarabajo, suplicándole
que le salvara.

Le pidió el escarabajo al águila que perdonara a su amiga.


Pero el águila, despreciando la insignificancia del
escarabajo, devoró a la liebre en su presencia.

Desde entonces, buscando vengarse, el escarabajo


observaba los lugares donde el águila ponía sus huevos, y
haciéndolos rodar, los tiraba a tierra. Viéndose el águila
echada del lugar a donde quiera que fuera, recurrió a Zeus
pidiéndole un lugar seguro para depositar sus futuros pequeñuelos.

Le ofreció Zeus colocarlos en su regazo, pero el escarabajo, viendo la táctica


escapatoria, hizo una bolita de barro, voló y la dejó caer sobre el regazo de Zeus. Se
levantó entonces Zeus para sacudirse aquella suciedad, y tiró por tierra los huevos sin
darse cuenta. Por eso desde entonces, las águilas no ponen huevos en la época en que
salen a volar los escarabajos.
Moraleja

Nunca desprecies lo que parece insignificante, pues no hay ser tan débil que no pueda
alcanzarte.

La lámpara

Borracha de aceite una lámpara y lanzando una luz


poderosa, jactábase de ser más brillante que el sol. Pero en
eso sopló un fuerte viento y se apagó enseguida. Alguien
volvió a encenderla y le dijo:

-Ilumina, lámpara, pero cállate: el resplandor de los astros


nunca se eclipsa tan facilmente como el tuyo.

Moraleja

Nunca nos jactemos como si fuera de nuestra propiedad


aquello que no depende de nosotros.

Las ranas pidiendo rey

Cansadas las ranas del propio desorden y anarquía en que


vivían, mandaron una delegación a Zeus para que les
enviara un rey.

Zeus, atendiendo su petición, les envió un grueso leño a su


charca.

Espantadas las ranas por el ruido que hizo el leño al caer,


se escondieron donde mejor pudieron. Por fin, viendo que
el leño no se movía más, fueron saliendo a la superficie y dada la quietud que
predominaba, empezaron a sentir tan grande desprecio por el nuevo rey, que
brincaban sobre él y se le sentaban encima, burlándose sin descanso.

Y así, sintiéndose humilladas por tener de monarca a un simple madero, volvieron


donde Zeus, pidiéndole que les cambiara al rey, pues éste era demasiado tranquilo.

Indignado Zeus, les mandó una activa serpiente de agua que, una a una, las atrapó y
devoró a todas sin compasión.
Moraleja

A la hora de elegir los gobernantes, es mejor escoger a uno sencillo y honesto, en vez
de a uno muy emprendedor pero malvado o corrupto.

La viña y la cabra

Una viña se encontraba exuberante en los días de la


cosecha con hojas y uvas. Una cabra que pasaba por ahí
mordisqueó sus zarcillos y tiernas hojas. La viña le
reclamó:

-¿Por qué me maltratas sin causa y comes mis hojas? ¿No


ves que hay zacate suficiente? Pero no tendré que esperar
demasiado por mi venganza, pues si sigues comiendo mis
hojas y me maltratas hasta la raíz, yo proveeré el vino que
echarán sobre ti cuando seas la víctima del sacrificio.

Moraleja

Los maltratos hechos con intención, tarde o temprano regresan a quien los hizo,
muchas veces bajo otra vestidura.

El perro y su reflejo

Un perro muy hambriento caminaba de aquí para allá


buscando algo para comer, hasta que un carnicero le tiró un
hueso. Llevando el hueso en el hocico, tuvo que cruzar un río.
Al mirar su reflejo en el agua creyó ver a otro perro con un
hueso más grande que el suyo, así que intentó arrebatárselo
de un solo mordisco. Pero cuando abrió el hocico, el hueso
que llevaba cayó al río y se lo llevó la corriente. Muy triste
quedó aquel perro al darse cuenta de que había soltado algo
que era real por perseguir lo que solo era un reflejo.

Moraleja: Valora lo que tienes y no lo pierdas por envidiar a


los demás.
El murciélago y las comadrejas

Un murciélago cayó al suelo y de inmediato fue atrapado


por una comadreja que detestaba las aves. Viéndose a
punto de perecer, le suplicó a la comadreja que lo dejara
vivir. La comadreja se negó, diciendo que era su naturaleza
ser enemiga de todas las aves. Resuelto a no darse por
vencido, el murciélago le aseguró que no era un ave sino un
ratón. Dudosa, la comadreja se acercó al murciélago y al
notar que este no tenía plumas, lo dejó en libertad. A los
pocos días, el murciélago volvió a caer al suelo y fue
atrapado por otra comadreja. Sin embargo, esta comadreja
sentía una gran hostilidad hacia los ratones. Nuevamente,
el murciélago rogó por su vida. La comadreja se negó,
afirmando que desde el día de su nacimiento es enemiga de todos los ratones. El
murciélago le aseguró que no era un ratón sino un ave. La comadreja se acercó al
murciélago y al observar sus alas, lo dejó volar. Fue así como el murciélago escapó dos
veces.

Moraleja: Es de sabios adaptarse a las circunstancias.

El león y el ratón

En un día muy soleado, dormía plácidamente un león


cuando un pequeño ratón pasó por su lado y lo despertó.
Iracundo, el león tomó al ratón con sus enormes garras y
cuando estaba a punto de aplastarlo, escuchó al ratoncito
decirle:

—Déjame ir, puede que algún día llegues a necesitarme.

Fue tanta la risa que estas palabras le causaron, que el león


decidió soltarlo.

Al cabo de unas pocas horas, el león quedó atrapado en las


redes de unos cazadores. El ratón, fiel a su promesa, acudió en su ayuda. Sin tiempo
que perder, comenzó a morder la red hasta dejar al león en libertad.

El león agradeció al ratón por haberlo salvado y desde ese día comprendió que todos
los seres son importantes.

Moraleja: No menosprecies a los demás, todos tenemos las cualidades que nos hacen
muy especiales.
El cascabel del gato

Una familia de ratones vivía en la cocina de una enorme


casa. Ellos eran muy felices, hasta que un día la dueña del
hogar adoptó un lindo gatito. El gatito creció y se convirtió
en un gran cazador que estaba siempre al acecho.

Cansados de vivir en peligro, los ratones se reunieron para


ponerle fin a tan difícil situación.

En la reunión se discutieron muchos planes, pero ninguno


parecía ser bueno. Por fin un joven ratoncito se levantó y
dijo: —Tengo un plan muy sencillo, pero puede ser exitoso. Atemos un cascabel al
cuello del gato y por su sonido sabremos siempre el lugar donde se encuentra. La
ingeniosa propuesta fue acogida por todos los ratones. De repente, un viejo y sabio
ratón se levantó y les preguntó:

– Muy bien, pero ¿quién de ustedes le pone el cascabel al gato?

Todos los ratones se quedaron calladitos.

Moraleja: Es más fácil decir las cosas que hacerlas.

El caballo viejo

Un caballo que ya estaba muy mayor fue vendido por


su amo a un molinero que lo empleó para que diera
vueltas a la piedra de un viejo molino. El caballo no
hacía otra cosa desde la mañana hasta la noche que
girar y girar alrededor de aquella rueda, lo cual no solo
le cansaba mucho sino que lo ponía muy triste. Y es
que el viejo caballo recordaba lo veloz y famoso que
había sido en sus años de juventud, en los que había
vivido infinidad de aventuras y también cómo se
burlaba de los otros caballos que eran más viejos y
lentos que él.

Ahora viéndose en esta situación en la que pasaba sus días atado y dando vueltas a
dicho molino, se arrepentía de aquella actitud que había tenido cuando era poderoso:

– “Después de las grandiosas vueltas que di en las carreras durante mi juventud, mira
las vueltas que tengo que dar ahora. Este es un justo castigo por burlarme de aquellos
a los que veía más débiles e inferiores”.

Moraleja: Mejor ser humilde cuando tienes poder, porque un día u otro lo has de
perder.

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