Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Sistema Hematopoyético
Profesora: Estudiante:
Elizabeth Gavidia Diana Zanz
El sistema hematopoyético
(Hema = sangre, poyesis = producción, fabricación)
Recién nacido: La médula ósea roja ocupa la totalidad de la cavidad de los huesos. Eso quiere decir que toda la médula ósea
tiene capacidad hematopoyética. A medida que el recién nacido crezca, gran parte de la médula ósea roja será reemplazada
por el tejido graso de la médula ósea amarilla.
Adulto: Un adulto tiene médula ósea roja, con capacidad hematopoyética, en los huesos del cráneo, esternón, costillas,
pelvis, cuerpos vertebrales y epífisis de los huesos largos. Las diáfisis de éstos huesos contienen médula ósea amarilla.
Anciano: Un anciano tiene médula ósea roja en los huesos del cráneo, cuerpos vertebrales y, a medio funcionamiento, en
esternón y pelvis.
Cabe destacar que la celularidad normal de la médula ósea puede verse alterada en estados patológicos. Motivo por el que
deben conocerse las proporciones normales de las diferentes series en un individuo sano.
Y además, tal y como vimos en la entrada sobre la hematopoyesis, el cambio de médula roja a amarilla es reversible. En
situaciones de demanda hematopoyética el proceso puede invertirse.
La médula ósea es un tejido que se encuentra en el interior de los huesos y que desempeña un papel
fundamental en la producción de los componentes de la sangre y de células esenciales para el buen
funcionamiento del sistema inmunitario. Concretamente, en la médula ósea es dónde se encuentran las
células madre, denominadas progenitores hematopoyéticos, a partir de las cuales se diferencian todas las
células de la sangre.
Glóbulos blancos: también se les conoce como leucocitos, aunque existen diferentes tipos de células,
cuya función en términos generales es identificar y combatir a los diferentes microorganismos que
producen las infecciones.
Células mieloides, entre las que se encuentran los neutrófilos, basófilos, monolitos y eosinófilos.
Glóbulos rojos: son los que proporcionan el color rojo a la sangre, de ahí su otra denominación: hematíes.
Se encargan de transportar el oxígeno a todos los tejidos del organismo y recoger el dióxido de carbono y
llevarlo hasta los pulmones para ser exhalado.
Plaquetas: también se conocen con el nombre de trombocitos y participan en el proceso de coagulación de
la sangre.
El timo está compuesto por dos lóbulos principales. Cada lóbulo se puede dividir en una médula central y
en una corteza periférica que está rodeada por una cápsula externa.
Está conformado por una cápsula de tejido conjuntivo, pulpa roja y pulpa blanca. La cápsula, rica
en linfocitos, monocitos y macrófagos, penetra en profundidad en forma de septos trabeculares.
La pulpa roja está formada por los sinusoides esplénicos y los cordones de Billroth. Estas
estructuras, ricas en células del SMF, son el lugar donde se producen la filtración y retirada de los
hematíes viejos o defectuosos. Los sinusoides esplénicos acumulan gran cantidad de sangre que
lentamente va saliendo hacia los cordones de Billroth que ejercen de filtros. Éstos permiten el
paso de los hematíes normales y destruyen los viejos o defectuosos.
La pulpa blanca está distribuida por todo el bazo, formando pequeños nódulos de tejido linfoide
que se disponen alrededor de una arteriola central. La arteriola está rodeada por una zona de
Linfocitos T, que a su vez están rodeados por una zona de Linfocitos B y Células Plasmáticas.
Funciones del bazo
El bazo filtra unos 300 ml de sangre por minuto, a través de la vena esplénica, seleccionando células viejas
o defectuosas para su eliminación. Ésta es su función principal, aunque también tiene función de defensa
frente a microorganismos infecciosos debido a sus poblaciones de linfocitos y macrófagos.
La función de defensa es fundamental en niños. Pero no tanto en adultos, donde la esplenectomía es una
práctica habitual ante determinadas anemias hemolíticas y ante otros tipos de hiperesplenismos. Los niños
que se ven sometidos a una esplenectomía pueden padecer infecciones graves que les pueden ocasionar
incluso la muerte.
Ante una esplenectomía, el hígado asume las funciones del bazo, pero no con la misma eficacia.
Ganglios linfáticos
La función de los ganglios linfáticos es la de filtrar los antígenos procedentes del espacio
extracelular y de la linfa. Esto ocurre durante la circulación de la linfa desde la periferia hasta el
conducto torácico. De este modo permiten la interacción entre antígenos y linfocitos.
Las células presentadoras de antígeno viajan desde el tejido infectado a los ganglios linfáticos a
través de la circulación linfática. Penetran en el ganglio linfático a través de los vasos linfáticos
aferentes. En el ganglio, los linfocitos son activados por el contacto con los antígenos.
Los ganglios linfáticos se disponen en grupos a lo largo de los capilares linfáticos más grandes.
Tienen cuatro zonas diferenciadas: Cápsula, Paracortex, Córtex y el Área medular central.
Partes de los ganglios linfáticos
Cápsula: Rodea los ganglios linfáticos y está constituida por tejido conjuntivo. Es más gruesa
en el lugar donde se encuentra la hendidura o hilio por donde entran y salen los vasos
sanguíneos, y por donde salen los vasos linfáticos eferentes. Los vasos linfáticos aferentes
entran en forma abundante por diversos puntos de la zona capsular convexa.
Córtex: Está formado por folículos linfoides primarios y secundarios que contienen agregados
de linfocitos B. Los folículos primarios están constituidos por Linfocitos B vírgenes, que no
han entrado en contacto con el antígeno, y por Linfocitos B de memoria. Los folículos
secundarios tienen dos zonas, el centro germinal que contiene linfocitos B activados por la
presencia de un antígeno, y el manto o zona creciente conformado por linfocitos más pequeños
e inactivos. En el córtex también hay presencia del SMF en forma de macrófagos y células
presentadoras de antígeno (los propios macrófagos y células dendríticas).
Área medular central: Está situada en la parte central del nódulo linfático. Compuesta por
cordones medulares que rodean los senos medulares por donde discurre el líquido linfático, que
en esta zona van convergiendo para formar los vasos linfáticos eferentes. Los cordones
medulares poseen macrófagos, células plasmáticas y linfocitos maduros cuyo destino es la
circulación sanguínea, previo paso por la circulación linfática.
Tejido linfoide asociado a mucosas o MALT
Los glóbulos blancos (llamados también “leucocitos”) son células que forman parte del
sistema inmunitario del cuerpo, y ayudan a combatir las infecciones y las enfermedades. Hay
distintos tipos de glóbulos blancos: neutrófilos, linfocitos, monocitos, eosinófilos y basófilos.
Según el tipo de célula, los glóbulos blancos viven durante varios días, meses o años.
Las plaquetas (llamadas también “trombocitos”) son células que ayudan a coagular la
sangre. Tras una cortada o magulladura, las plaquetas se adhieren entre sí para formar un
coágulo o “tapón” que ayuda a controlar el sangrado, impidiendo que el cuerpo pierda
demasiada sangre. Las plaquetas viven en el cuerpo entre 7 y 10 días.
El plasma es la parte líquida de la sangre. Este líquido trasporta los distintos tipos de células
de la sangre a todas las partes del cuerpo; además, el plasma trasporta unas proteínas
llamadas “factores de coagulación” que ayudan a las plaquetas a formar coágulos.
Las células de la sangre se producen en la médula ósea, que es la parte blanda y esponjosa
del interior de los huesos. Todos los días se producen nuevas células sanguíneas para reponer
las que se mueren naturalmente o a causa de una lastimadura o enfermedad.
El plasma también tiene otras funciones. Actúa como reservorio tanto para reponer agua en
caso de que sea insuficiente para el cuerpo, como para absorber su exceso en los tejidos.
Cuando los tejidos del organismo necesitan líquidos adicionales, el agua del plasma es el
primer recurso utilizado para cubrir esta necesidad. El plasma también impide que los vasos
sanguíneos se colapsen o se obstruyan, y ayuda a mantener la presión arterial y la
circulación por todo el organismo. Esto lo hace al circular constantemente a través de los
vasos sanguíneos. La circulación del plasma también cumple una función reguladora de la
temperatura mediante el transporte del calor generado en los tejidos más interiores del
organismo hacia las zonas que pierden calor con mayor facilidad, tales como las
extremidades y la cabeza.
El plasma es la parte liquida de la sangre que esta conformada en su gran mayoría por
agua y tiene muchos otros elementos como son glucosas, proteínas, colesterol,
electrolitos, vitaminas, oligoelementos tales como el cloro, sodio, potasio, magnesio,
manganeso, tiene proteínas más importantes de la sangre es la albumina
Abarca el 55% del volumen sanguíneo.1 Está compuesto por un 91,5 % de agua, además
de numerosas sustancias inorgánicas y orgánicas (solutos del plasma), distribuidas de la
siguiente forma:
Otros solutos
Otros solutos 1,5 %
Sales minerales
Nutrientes
Gases disueltos
Sustancias reguladoras
Vitaminas
Productos de desecho
Los glóbulos rojos son discos bicóncavos (como una esfera hueca aplanada en sus dos polos) que contienen
la hemoglobina, una sustancia rica en hierro cuya función es transportar el oxígeno. El oxígeno del aire es
captado por la hemoglobina en los capilares (vasos sanguíneos de un grosor mínimo) de los pulmones y es
llevado a todas partes del cuerpo dentro de los glóbulos rojos para llevar el oxígeno a todas las células de
nuestro organismo, que lo necesitan para vivir.
La hormona que regula la formación de glóbulos rojos se llama eritropoyetina y se produce en unas células
de los riñones. La función de la eritropoyetina es estimular a la médula para que forme más glóbulos rojos. Se
puede administrar una hormona sintética muy parecida a la eritropoyetina en una inyección cuando la
producción de los glóbulos rojos ha disminuido como consecuencia, por ejemplo, de la insuficiencia renal o
por efecto de la quimioterapia.
Los glóbulos rojos tienen una vida media de unos 90 a 120 días y una vez llegados a su fin se eliminan en el
hígado y el bazo. Para que se formen los glóbulos rojos, la médula ósea necesita hierro, vitamina B-12, ácido
fólico y vitamina B-6, entre otros elementos. Es muy importante incluir en la dieta alimentos que te aporten
estos nutrientes.
Los parámetros con los que se expresa el contenido en glóbulos rojos de la sangre son el recuento de glóbulos
rojos, la concentración de hemoglobina y el hematocrito, que es el porcentaje del volumen total de la sangre
compuesto por glóbulos rojos. Las cifras normales de estos valores son:
Los glóbulos rojos (eritrocitos) constituyen el 40% del volumen
sanguíneo. Contienen hemoglobina, la proteína que confiere a la sangre
su color rojo característico y que le permite transportar oxígeno desde los
pulmones hacia todos los tejidos del organismo. Las células utilizan el
oxígeno para producir la energía que el organismo necesita. El producto
de desecho de este proceso es el dióxido de carbono, que los glóbulos
rojos (eritrocitos) transportan desde los distintos tejidos hacia los
pulmones. Cuando el número de glóbulos rojos es demasiado bajo
(anemia), la sangre transporta menos oxígeno, lo que causa cansancio y
debilidad. En cambio, cuando es demasiado elevado (eritrocitosis, como
en la policitemia verdadera), la sangre puede volverse muy espesa, lo cual
hace más fácil su coagulación y aumenta el riesgo de padecer un infarto
de miocardio o un accidente cerebrovascular.
Los glóbulos blancos son las células encargadas de defender al organismo de las infecciones y
ayudar a eliminar los residuos y desechos de los tejidos. Se producen y se almacenan en la
médula ósea y salen a la sangre cuando el organismo los necesita.
La cifra normal de glóbulos blancos es de 5.000 a 10.000 por milímetro cúbico y hay cinco
tipos distintos de glóbulos blancos:
Los neutrófilos son los leucocitos más numerosos y a los que nos referimos normalmente
cuando hablamos de granulocitos. Constituyen cerca del 60-70% de leucocitos y son los
primeros en acudir a una infección. Permanecen en la sangre unos pocos días, ya que su
función consiste en localizar y neutralizar a las bacterias o células dañadas en los tejidos, de
tal forma que cuando las encuentran en un tejido las digieren, y se rompen y liberan
sustancias que hacen que aumente la circulación de sangre en la zona y atraen a más
neutrófilos, lo que provoca que la zona esté enrojecida y caliente. Una serie de sustancias que
se conocen como factores de crecimiento, principalmente el factor estimulante de crecimiento
granulocítico (G-CSF), pueden aumentar la producción de granulocitos y su actividad contra
las infecciones. Existen proteínas sintéticas que se pueden administrar a los pacientes que lo
necesiten para aumentar las cifras de granulocitos
Los glóbulos blancos (leucocitos) se encuentran en la sangre en menor número que los
glóbulos rojos, con una proporción aproximada de un glóbulo blanco por cada 600 a 700
glóbulos rojos. Se encargan principalmente de la defensa del organismo contra las
infecciones. Existen cinco tipos principales de glóbulos blancos (leucocitos).
Los neutrófilos son el tipo más numeroso, y ayudan al organismo a protegerse contra las
infecciones, matando e ingiriendo bacterias, hongos y otros detritos externos.
Los linfocitos, con tres tipos principales: las células T (linfocitos T) y los linfocitos
citolíticos naturales (también llamados, por influencia del inglés, células NK [natural killer]
o células asesinas naturales), que permiten al organismo defenderse de las infecciones
víricas, así como también detectar y destruir algunas células cancerosas, y las células B
(linfocitos B), que se transforman en células plasmáticas y producen anticuerpos.
Los monocitos ingieren células muertas o dañadas, y ayudan en la defensa contra gran
cantidad de microorganismos infecciosos.
Los eosinófilos eliminan los parásitos, destruyen las células cancerosas y participan en las
reacciones alérgicas.
Los eosinófilos son los encargados de responder a las reacciones alérgicas. Lo que hacen es
inactivar las sustancias extrañas al cuerpo para que no causen daño, y también poseen gránulos
tóxicos que matan a las células invasoras y limpian el área de inflamación. El porcentaje normal
en sangre es del 2 al 10%.
Los basófilos también intervienen en las reacciones alérgicas, liberando histamina, sustancia que
aumenta la circulación sanguínea en la zona para que aparezcan otro tipo de glóbulos blancos y,
además, facilitan que éstos salgan de los vasos sanguíneos y avancen hacia la parte dañada.
También liberan heparina, una sustancia que disuelve los coágulos. En la sangre representan
menos del 2% en condiciones normales
¿Qué son las plaquetas?
¡MUCHAS GRACIAS!