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Estamos a favor de la regulación de precios por parte del estado ya que es necesaria para

garantizar el acceso equitativo a la atención médica. Sin regulación, los precios de los servicios
médicos pueden ser excesivamente altos, lo que dificulta que las personas de bajos recursos
puedan recibir la atención necesaria. Esto crea una brecha en el acceso a la salud, donde solo
aquellos que pueden permitirse pagar altos costos médicos reciben el tratamiento adecuado,
mientras que otros se ven obligados a posponer o retirar a la atención. En primer lugar, como
consecuencia del COVID-19 hemos podido observar cómo ha desbordado el sistema de salud
del Perú, exponiendo las deficiencias estructurales y la falta de preparación para hacer frente a
una pandemia de esta magnitud. La escasez de camas, suministros médicos y personal
capacitado ha llevado a una situación crítica en la que los pacientes no reciben la atención
adecuada. Esta crisis sanitaria pone en peligro la vida de miles de peruanos, pese a esto
algunas clínicas aprovechan la necesidad de atención médica urgente para aumentar los
precios de sus servicios de manera exorbitante. Esta explotación económica desenfrenada
muestra una falta total de empatía y moralidad hacia las personas que ya están en una
situación de vulnerabilidad. Los altos costos hacen que muchos pacientes no puedan acceder a
los tratamientos necesarios, lo que pone en peligro su vida y su bienestar. Una persona
infectada con COVID-19 estuvo ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de la
clínica San Pablo en Surco durante 20 días. Según un programa de televisión, la clínica solicitó
una garantía de 50 mil soles para asegurar una cama en la UCI para su familiar, lo cual pudo
reunir después de solicitar varios préstamos. Desafortunadamente, la persona murió y la
deuda acumulada ascendió a 220 mil soles. Según el reportaje, la clínica habría exigido el pago
de 70 mil soles para la entrega del cuerpo. El informe también revela que en el desglose
detallado del voucher por la atención médica, la clínica San Pablo cobró S/165 por una dosis
inyectable de omeprazol de 40 miligramos, a pesar de que su precio en las farmacias es de
S/1.35 y de S/1 en los establecimientos públicos de salud. Es destacable también el cobro de
326 soles por una ampolla de 40 miligramos de Cutinox, a pesar de que el mismo medicamento
tiene un costo de 18 soles en las farmacias convencionales y de 7 soles en los centros médicos
del Ministerio de Salud. Este ejemplo ilustra cómo algunas clínicas están aprovechando la
situación de crisis para obtener ganancias excesivas. En segundo lugar, Debido a la adquisición
de aseguradoras, clínicas, laboratorios y centros de diagnóstico por parte de grandes grupos
empresariales como Credicorp y Breca, propietarios de Pacífico Seguros y Rimac Seguros,
respectivamente, se ha observado una concentración de la cadena de atención en el sistema
privado de salud. Esto ha generado una mayor autonomía en la fijación de tarifas por parte de
estos grupos empresariales. Mientras que los familiares de los pacientes con covid-19 hacían
esfuerzos para costear sus medicamentos, hubo clínicas privadas que cobraban 123.6% más en
promedio por el mismo fármaco. Así lo dio a conocer la Comisión de Defensa de la Libre
Competencia (CLC) del Indecopi. Como por ejemplo la Azitromicina de 500mg con un precio
máximo de 44.8 soles y mínimo de 1 sol en las farmacias de las clínicas, comparados con los
26.9 soles (marca) y 20 céntimos (genérico) observados en las farmacias y boticas privadas, una
diferencia de 66.5% en los precios máximos encontrados.

En conclusión, la regulación de precios por parte del Estado es necesaria para garantizar el
acceso equitativo a la atención médica. La falta de regulación permite que los precios de los
servicios médicos sean excesivamente altos, lo que dificulta que las personas de bajos recursos
puedan recibir la atención necesaria. Esto crea una brecha en el acceso a la salud, donde solo
aquellos que pueden pagar altos costos médicos reciben el tratamiento adecuado, mientras
que otros se ven obligados a posponer o renunciar a la atención.

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