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Anapoima, 29 de julio del año de Nuestro Señor de 2022, memoria de Santa Marta

Señor
Jorge Alberto Velázquez
E. S. M.

Queridísimo hijo:

El Santo Evangelio dice: "Pedid y se os dará. Buscad y encontraréis. Tocad y se os abrirá.


Porque todo el que pide, recibe. Quien busca, encuentra. Al que llama, se le abre. ¿Quién
de vosotros le dará una piedra a su hijo si le pide pan?" (Mt 7, 7-9) .
Le escribo esta carta con un poco temeroso, pero con el corazón en la mano pensando en
la posibilidad que usted, por gracia y misericordia de Dios, tiene para ayudar a los
hermanos, al prójimo; pero, sobre todo, sabiendo que su alma es noble y generosa en
caridad. Sabe que como Iglesia realizamos muchas obras en el mundo de forma
desinteresada y buscando el bien del cuerpo místico de Cristo del cual hacemos parte
todos los bautizados. La Iglesia de Anapoima no es la excepción. El Señor en su divina
providencia nos ha permitido realizar y comenzar diversas obras en favor del Pueblo de
Dios, y es por ello que quiero solicitar de usted dos cosas, en primer lugar, su piadosa
oración para que nuestra Madre La Iglesia pueda seguir llevando a cabo todas estas obras,
pero también, dadas las circunstancias actuales, que se anime a ayudar económicamente
en la realización de estas mismas, hay más alegría en dar que en recibir, pero
adicionalmente quiero hacer memoria del mismo Señor Jesús que en el mundo antes que
cualquier otra cosa fue ejemplo de servicio: "Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la
mesa o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, Yo estoy entre
vosotros como el que sirve. (Lc 22, 27). Hago este llamado con los pies en la tierra, pero
los ojos en el cielo a usted, hijo querido, velando por la salvación de su almas, pero
también viendo la utilidad que puede darse recibiendo su valiosísima colaboración, ya lo
dice la carta a Tito: "Palabra fiel es esta, y en estas cosas quiero que insistas con firmeza,
para que los que creen en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son
buenas y útiles a los hombres". (Tito 3, 8).
Querido hijo, no se sienta coaccionado por mí, padre espiritual, al recibir estas palabras, al
contrario, quiero que estas palabras sean el motor que accione la inmensa bondad que hay
en su ser. Si generosamente desea ayudar económicamente en la continuidad de las obras
parroquiales estoy seguro que el Señor le recompensará el ciento por uno (es disposición
misma del Evangelio). Espero no incomodar, al contrario, motivarlo para que se vincule
más cercanamente a la Iglesia y sus misión en la tierra para salvar las almas.
Me suscribo a sus oraciones y en espera de su respuesta le envío mi bendición.

Filialmente,
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Carlos Arturo Ortiz Osorio, Pbro.
Párroco de Anapoima

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