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PROCURANDO EL CRECIMIENTO EN LA OBRA DE DIOS
Sermón sábado 2 de septiembre 2023
Ministerio de Mayordomía UCN, UCS
Texto clave
«Demuéstrale a Dios que para ti él es lo más importante. Dale de
lo que tienes y de todo lo que ganes; así nunca te faltará ni comida ni
bebida» (Proverbios 3:9,10, TLA).
Introducción
Feliz sábado apreciados hermanos y amigos. Que gran bendición
nos otorga el cielo para poder reunirnos una vez más en la casa de
Dios. Hoy es un maravilloso día para adorar a Dios y para conectar
nuestras vidas en conexión con Él en acciones de agradecimiento por
todo lo que ha hecho en nuestras vidas. Hoy también estamos iniciando
en todo el territorio nacional un gran impacto que lleva como título
«Dedicados a la tarea». Y a las 3:00 pm estaremos conectados por las
redes sociales de la Unión Colombiana del Norte y la Unión Colombiana
del Sur para iniciar esta jornada maravillosa donde tu vida, tu liderazgo
y tu futuro serán impactados al estudiar la Palabra de Dios y
aprendiendo sobre cómo qué podemos y debemos hacer para hacer
crecer la obra de Dios. Y durante toda la semana (todas las noches) a
las 7:00 pm, hasta el próximo sábado estaremos conectados
aprendiendo de dos invitados y especialistas invitados: Pr Abner de los
Santos, Pr Ismael Castillo y el pastor Roberto Herrera.
El Dios que reclama mi fidelidad
Quiero invitarles a abrir la Palabra de Dios en el libro de Proverbios
Procurando el crecimiento…
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En primer lugar, Moisés dice que «todo hombre» contribuyó
generosamente con la petición divina. Ese «todo» abarca a cada hijo
de Israel, nadie había sido excluido. Y, efectivamente, todos aportaron
sus recursos para el avance de la obra.
En segundo lugar, la ofrenda sería entregada «voluntariamente»,
«de corazón». No habría de ser una carga que oprimiera al pueblo. Ya
habían vivido mucha opresión en Egipto y las cosas debían ser
diferentes. Por consiguiente, Dios pide que la ofrenda sea voluntaria y
de corazón, que sea una experiencia alegre en la vida del dador.
Ahora, ¿Qué ocurre cuando todos los miembros aportan
generosamente a la causa de Cristo? Leamos Éxodo 35: 20-29:
«Entonces salió toda la congregación de los hijos de Israel de
delante de Moisés. Todo aquel a quien su corazón impulsó, y todo
aquel a quien su espíritu le dio voluntad, trajo una ofrenda a Jehová
para la obra del Tabernáculo de reunión, para toda su obra y para las
sagradas vestiduras. Vinieron tanto hombres como mujeres, todos de
corazón generoso, y trajeron cadenas, zarcillos, anillos, brazaletes y
toda clase de joyas de oro; todos presentaban una ofrenda de oro a
Jehová. Todo hombre que tenía azul, púrpura, carmesí, lino fino, pelo
de cabras, pieles de carneros teñidas de rojo, o pieles de tejones, lo
traía. Todo el que ofrecía una ofrenda de plata o de bronce, traía a
Jehová la ofrenda; y todo el que tenía madera de acacia, la traía para
toda la obra del servicio. Además, todas las mujeres sabias de corazón
hilaban con sus manos, y traían lo que habían hilado: azul, púrpura,
carmesí o lino fino. Y todas las mujeres cuyo corazón las impulsó,
hilaron hábilmente pelo de cabra. Los príncipes trajeron piedras de
ónice y las piedras de los engastes para el efod y el pectoral, las
especias aromáticas y el aceite para el alumbrado, para la unción y para
el incienso aromático. De los hijos de Israel, tanto hombres como
mujeres, todos los que tuvieron corazón generoso para traer algo a la
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obra que Jehová había mandado por medio de Moisés que hicieran,
trajeron ofrenda voluntaria a Jehová».
Cuando el pueblo con abundante gratitud desbordó en
generosidad para Dios y para el avance de su causa, Moisés proclamó:
«“Ningún hombre ni mujer haga más labores para la ofrenda del
santuario”. Así se le impidió al pueblo ofrecer más, pues tenían material
abundante para hacer toda la obra, y aún sobraba» (Éxodo 36: 6, 7).
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La experiencia de los israelitas pone de manifiesto una solemne
verdad: Cuando Dios es lo primero en la vida, hay acciones de
desprendimiento y generosidad. Además, me indica que la obra
espiritual que debe desempeñar la iglesia requiere también una base
material que ayudará para que la misma se extienda a lo largo y ancho
del planeta.
Los sabios del oriente
Los sabios de Oriente recorrieron una enorme distancia para
encontrarse cara a cara con «el rey de los judíos» que acababa de nacer.
La visita de estos sabios tenía un propósito muy concreto: «Venimos a
adorarlo» (Mateo 2: 2). Luego, cuando finalmente llegaron a la casa en
la que se encontraba el niño Jesús, los sabios «Postrándose lo
adoraron»; y «luego, abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro,
incienso y mirra» (ver Mateo 2: 11).
Con sus presentes, los sabios están contribuyendo con la
materialización de la obra de Cristo, del mismo modo que los israelitas,
con sus ofrendas, habían contribuido a la construcción del Tabernáculo.
No bastaba con que los sabios se postraran, adoraran y se fueran.
Era indispensable que ellos abrieran sus tesoros, que completaran su
adoración con sus bienes materiales. Ellos demostraron con hechos
que estaban dispuestos a dar lo que la obra de Dios necesitaba: «dinero
y consagración». Aunque Dios es el dueño de todo y no necesita ni oro
ni plata, la propiedad divina ha sido colocada en nuestras manos para
que la administremos. Solo servimos como administradores de los
bienes del Señor, para que aprendamos a aprendamos a ser fieles y
para que procuremos también el crecimiento de su obra.
Se necesitan recursos para cumplir la misión y la obra de Dios
Leamos nuevamente lo que dice el texto de nuestra lectura bíblica.
«Demuéstrale a Dios que para ti él es lo más importante. Dale de lo que
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fidelidad en los recursos que Dios utilizará para salvar la vida de
muchos por la predicación del evangelio.
White señala: «El Señor llama hoy a los Adventistas del Séptimo
Día, en todo lugar, para que se consagren enteramente a él, haciendo
todo lo que esté a su alcance para su obra, según las circunstancias en
que se encuentren. Él desea verlos mostrar, por medio de dones y
ofrendas generosas, cuánto aprecian sus bendiciones y cuánta gratitud
sienten por su misericordia» (Consejos para la iglesia, p. 509).
Dios pide nuestra consagración y nuestra acción para su obra. Él
nos pide que pongamos nuestros dones y nuestros recursos financieros
para el avance de su obra. Él quiere ver si realmente apreciamos sus
bendiciones y su gran misericordia.
Dios requiere de una iglesia consagrada al Señor y que
generosamente contribuya con sus dones y recursos financieros para
que el evangelio sea predicado «a los habitantes de la tierra, a toda
nación, tribu, lengua y pueblo» (Apocalipsis 14: 6).
Precisamente, cuanto entendemos quien es Dios y qué ha hecho
en nuestra vida a través de Cristo Jesús llegaremos a contribuir con
total convicción personal a esta sagrada obra.
Conclusión
Apreciado hermano y amigo, tenemos un apremiante llamado y
un gran desafío. Todos debemos decidir qué hacer con las bendiciones
que Dios nos ha entregado. En primer lugar debemos entregar nuestra
vida plena a Dios en verdadera consagración para que Él la use para el
avance de su obra. Luego debemos entregar y consagrar nuestros
recursos, nuestros talentos, nuestros dones, nuestro tiempo para Dios
y su obra. Como administradores de los bienes divinos, se requiere
«que cada uno sea hallado fiel» (1 Corintios 4: 2).
Te invito a dedicarnos a la tarea que Dios nos ha encomendado,
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con la seguridad de que muy pronto se nos dirá: «Bien, buen siervo y
fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo
de tu señor» (Mateo 25: 21).
¿Estás dispuesto a aceptar este desafío? ¿Te gustaría ponerte de
pie para hacer un pacto de compromiso y fidelidad con Dios de serle
fiel procurando el crecimiento de su obra y de su causa?
Oración final.
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Sermón sábado 9 de septiembre 2023
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cueste. Ni los ruegos del poderoso monarca, ni el amenazante horno
de fuego, ni ninguna otra ventaja temporal los haría desleales al Señor,
que con toda claridad había mencionado en su Ley lo que se debe
hacer siempre.
«Mientras Dios obraba en Daniel y sus compañeros ‘el querer
como el hacer, por su buena voluntad’ (Filipenses 2:13), ellos obraban
su propia salvación. En esto se revela cómo obra el principio divino de
cooperación, sin la cual no puede alcanzarse verdadero éxito. De nada
vale el esfuerzo humano sin el poder divino; y sin el esfuerzo humano,
el divino no tiene utilidad para muchos. Para que la gracia de Dios nos
sea impartida, debemos hacer nuestra parte. Su gracia nos es dada para
obrar en nosotros el querer y el hacer, nunca para reemplazar nuestro
esfuerzo» (Profetas y Reyes, p. 357: 2).
¡Qué interesante y desafiante tarea! Esto si es un verdadero reto
que vale la pena enfrentar. Un desafío que nos hace sabios para la
salvación y herederos de la vida eterna.
Atiende con cuidado y expectativa la siguiente declaración
inspirada: «Así como el Señor cooperó con Daniel y sus compañeros,
cooperará con todos los que se esfuercen por hacer su voluntad.
Mediante el impartimiento de su Espíritu, fortalecerá todo propósito
fiel, toda resolución noble. Los que anden en la senda de la obediencia
encontrarán muchos obstáculos. Pueden ligarlos al mundo influencias
poderosas y sutiles; pero el Señor puede inutilizar todo agente que
obre para derrotar a sus escogidos; en su fuerza pueden ellos vencer
toda tentación y toda dificultad» (Profetas y Reyes, p. 357: 3).
Nuestro compromiso como mayordomos
Como nos dedicamos a la tarea de nuestra salvación, necesitamos
entender que tenemos un gran compromiso como mayordomos del
Señor. Y esto implica tener en claro los siguientes dos conceptos vitales
de un mayordomo:
1. Vivimos para ser fieles a Dios.
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pensáis. ¿Quién es, pues, el siervo fiel y prudente, al cual puso su señor
sobre su casa para que les dé el alimento a tiempo?» (Mateo 24: 44,45).
Por tal razón, la mayordomía cristiana tiene menos que ver con lo
que tengo y mucho más con lo que soy; está más relacionada con las
convicciones de fidelidad que me llevan a ser decidido y leal que con
el dinero que tengo. Como mayordomos que vivimos para nuestro
Señor damos prioridad a nuestra conversión, compromiso, comunión
y fidelidad para con Dios.
2. La fidelidad es un asunto que abarca todas las áreas de vida.
A medida que el Señor nos permite tomar decisiones en nuestro
libre albedrío, también nos indica que la administración de la vida tiene
más facetas de lo que creemos. Somos responsables por la adquisición
y uso de dones, habilidades y talentos; también por el cuidado de
nuestro cuerpo en las áreas física, mental, social y espiritual; el uso del
tiempo y las oportunidades para desarrollar nuestros proyectos; y
también por el uso de los recursos financieros que son puestos en
nuestras manos.
Fieles aun en momentos de crisis
Si hay una experiencia que genera expectativa en la vida de un
mayordomo del Señor, es la crisis. Una crisis es una situación con un
alto nivel de incertidumbre que afecta la estabilidad emocional, física,
espiritual o financiera. Por lo general, las crisis se generan por eventos
inesperados y/o inevitables, que puede amenazar la propia
supervivencia de organizaciones y personas. Y esto es lo que hace que
las crisis se compliquen más: nuestra actitud frente a ellas.
Quienes estudian el comportamiento humano han llegado a
declarar que para gestionar de una mejor manera las crisis, es necesario
poseer resiliencia. Y ¿qué es la resiliencia? Es la capacidad de
recuperarnos y adaptarnos al nuevo entorno que la crisis nos ha
planteado. Así, la resiliencia no sólo es cuestión de resistir o de
sobrevivir, sino de salir fortalecido, de aprovechar positivamente la
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bajo el control y la seguridad que estamos bajo la mano de Dios, y
nunca nos abandona.
Dios primero, en medio de las crisis
Toda crisis, sea cual sea su naturaleza, nos ofrece la maravillosa
oportunidad de demostrar que Dios ocupa el primer lugar en nuestra
vida. El episodio de Elías y la viuda de Sarepta, registrado en 1 Reyes 17,
es un buen ejemplo de esto.
En los tiempos del profeta, la vida económica de la nación
dependía mucho de la lluvia. Así que cuando Elías dijo al rey Acab:
«¡Vive Jehová, Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no habrá
lluvia ni rocío en estos años, hasta que mi boca lo diga!» (1 Reyes 17:1),
no sólo estaba pronosticando una terrible sequía, sino una profunda
crisis económica. Dios mismo se encargó de la manutención del profeta
proveyéndole milagrosamente su alimento y ordenándole que viviera
junto «al arroyo Querit» (v. 5). Sin embargo, la sequía llegó a niveles tan
altos que el arroyo del cual bebía el mismo profeta de Dios se secó por
completo.
Ante esta situación de dificultad, el Señor le ordenó a Elías:
«Levántate, vete a Sarepta de Sidón y vive allí; ahí le he dado orden a
una mujer viuda que te sustente» (v.9). Elías llegó a la ciudad y ubicó a
la mujer. Lo que continúa es una gran lección de fidelidad y
generosidad en medio de la crisis. Leamos el texto completo:
«Entonces él se levantó y se fue a Sarepta. Cuando llegó a la
puerta de la ciudad, había allí una mujer viuda que estaba recogiendo
leña. Elías la llamó y le dijo: ‘Te ruego que me traigas un poco de agua
en un vaso para que beba’. Cuando ella iba a traérsela, él la volvió a
llamar y le dijo: ‘Te ruego que me traigas también un bocado de pan en
tus manos’. Ella respondió: ‘¡Vive Jehová, tu Dios, que no tengo pan
cocido!; solamente tengo un puñado de harina en la tinaja y un poco
de aceite en una vasija. Ahora recogía dos leños para entrar y
prepararlo para mí y para mi hijo. Lo comeremos y luego moriremos’.
Dedicados a la tarea
Elías le dijo: “No tengas temor: ve y haz como has dicho; pero hazme
con ello primero una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y
tráemela. Después la harás para ti y tu hijo. Porque Jehová, Dios de
Israel, ha dicho así: ‘La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de
la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz
de la tierra’. La viuda fue e hizo como le había dicho Elías. Y comieron
él, ella y su casa, durante muchos días. No escaseó la harina de la tinaja,
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ni el aceite de la vasija menguó, conforme a la palabra que Jehová había
dicho por medio de Elías» (1 Reyes 17: 10-16).
Una lectura rápida de la historia podría dejar parecer que fue un
acto de egoísmo que el profeta fuese a casa de una mujer pobre y viuda
y le preparara alimentos antes que para ella y su hijo. Pero el detalle es
que Elías está actuando como representante de Dios; el primero no era
Elías, sino Dios, a quien el profeta representaba. Al sacar la primera
porción para el profeta, simbólicamente la mujer estaba dando
testimonio de que Dios era primero. Y eso incluía la prioridad con Dios
en medio de la crisis.
Esta mujer puede encarnar tu propia historia. En cualquier
momento crítico de tu vida, Dios debe ocupar el primer lugar. Cuando
escasea la salud, cuando hay problemas financieros, cuando hay crisis
familiares, es allí donde puedes demostrar al Señor y al universo entero
que serás fiel al Señor, pase lo que pase. Es tu tarea. Es en la crisis donde
puedes hacer evidente que comprendes quién es el dueño de los
recursos.
Nota con cuidado una lección más. En medio de la crisis de esta
viuda, estuvo dispuesta a compartir. «La viuda de Sarepta compartió su
poco alimento con Elías; y en pago, fue preservada su vida y la de su
hijo. Y a todos los que, en tiempo de prueba y escasez, dan bondad y
ayuda a otros más menesterosos, Dios ha prometido una gran
bendición» (Conflicto y valor, p. 206).
¿Qué puedes hacer en momentos de crisis financiera?
1. No te desanimes ni pierdas la esperanza. Trabaja con
entusiasmo lo que te llegue para hacer con tus manos. Revisa
la promesa de Dios: «Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo,
para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo y para bendecir
toda obra de tus manos» (Deuteronomio 28:12). Es muy
satisfactorio saber que cuando la crisis aprieta, cuando la
economía flaquea, cuando todo parece estar en contra, el
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Señor abre sus más ricos tesoros para los que están dispuestos
a desarrollar su potencial por medio del trabajo.
2. Usa sabiamente el dinero. Sé que tenemos siempre un
justificativo para gastar y gastar, pero pon atención al consejo
bíblico: «el necio gasta todo lo que tiene» (Proverbios 21:20).
Debemos tener hábitos de ahorro para enfrentar los momentos
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difíciles, o el paso del tiempo, cuando ya no sea fácil producir
recursos financieros con nuestro trabajo.
3. Darle valor al dinero en forma equilibrada. El dinero es un
medio para atender nuestras necesidades, no un fin en sí
mismo.
4. Ser íntegros en el manejo del dinero. A pesar de la crisis que se
pueda presentar, el concepto bíblico de integridad siempre irá
ligado al reconocimiento de la supremacía de Dios y nuestro
reconocimiento al devolver fielmente los diezmos y alegría al
dar nuestras ofrendas. Este es un gran principio que Dios
elaboró para cumplir nuestra tarea.
Conclusión
Estar dedicados a la tarea es aceptar el desafío del Señor de ser
fieles en todo aspecto al plan de Dios. Aún en medio de las crisis,
nuestra vida en las manos de Dios, quien produce en nosotros el querer
como el hacer, nos hará fieles y leales. Esta es tu tarea. Te invito
apreciado hermano a poner todo lo que tenemos (y lo tenemos porque
él nos lo da) a favor de la única tarea que producirá frutos eternos:
«ocupaos en vuestra salvación».
¿Estás dispuesto a responder positivamente en esta hora a Aquel
que te desafía para ser fiel en todos los aspectos de tu vida?
Oración final.
Dedicados a la tarea