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Cémo hablar de la muerte con los chicos Con los avances de la modernidad: antibidticos y otras medi- caciones cada vez mejores, y la existencia de hospitales y sanato- tios (y de terapia intensiva), la muerte ha dejado de ser parte de la vida diaria para todos nosotros; y, por lo tanto, también para los chicos. Recuerdo las historias de mi abuela, contadas en las largas siestas de mi infancia, cuando yo le preguntaba acerca de “cuando ella era chiquita”. Asi supe que fueron trece hermanos, que sélo siete legaron a adultos; incluso su hermana favorita murié de tu- berculosis a los dieciocho afios; alguno murié en el parto; otros, en epidemias de tifus o escarlatina. Y los chicos estaban ahi, para verlo. Del mismo modo, la abuela viejita iba envejeciendo junto a ellos y moria en su cama, y no en el sanatorio. No discuto (y agradezco) los avances de la medicina, ya que ha salvado vidas y mejorado la calidad de la misma para todos nosotros. Pero uno de los precios que estamos pagando es que podemos hacer de cuenta que Ja muerte no existe; 0, por lo me- nos, podemos distraernos tanto del tema que ya no sabemos ni cémo abordarlo con los chicos. Pensamos en no hablarles més de la bisabuela; total, jhace mucho que no la vefan! O les contamos que “se fue al cielo”, o que “Dios se la llevé” como toda explicacién (que no terminan de entender). O salimos corriendo a buscar otro canatio, u otro hamster. Y los chiquitos lo miran medio desconcertados, pero no tienen recursos para decirnos: “;Qué disparate!, jéste no es el mio!”, O rapidamente, al dia siguiente de la muerte del perro, vamos a buscar otro cachorro. jRealmente es para que los chicos no su- fran, 0, en realidad, para evitar un tema que no nos animamos a abordar? Una de las dificultades que se presenta es que, cuando tene- mos una muerte cercana, nosotros también estamos afectados: tistes, enojados, dolidos. Y tenemos que resolver nuestro duelo a la par del de nuestros hijos. 323 Cuando estamos de duelo, queremos estar solos, pensar en la persona que no esta, tratar de entender lo que pasd, revisar incluso nuestra propia muerte futura o la de nuestras personas queridas. Los chicos mas grandes (a partir de los seis afios) ‘se dan cuen- ta’ de esto (aunque no conscientemente), y nos dejan un tiempo para que hagamos nuestro proceso. Cuando nos ven recuperados, comienzan su duelo, hacen preguntas, se ponen tristes, extranan. En cambio, los mds chiquitos (hasta los cuatro o cinco afios) registran la retirada emocional de sus padres y no la toleran, por lo que no dejan pregunta por hacer; ;quién le da de comer?, jcon quién esta?, no lo veo en el cielo, gen cual estrella esta?, ;c6mo no se cae?, ;como subi6?, jyo quiero que venga! Nos meten el dedo en la llaga todo el tiempo, y no nos queda mas remedio que aten- der su proceso de duelo al mismo tiempo que el nuestro. Esto, en el mejor de los casos; ya que otras veces eligen portarse mal para atraer la atencién de mamé, o para que su cara fea sea compren- sible para él (“esté enojada porque me porto mal" es conocido para él y lo angustia menos que “esta triste porque se murié mi abuelo”; o: “Estd triste y no entiendo por qué y temo que sea por mi culpa”). Indudablemente, es mas facil, explicar la muerte si creemos en una vida después de la vida. Pero, aunque no seamos creyen- tes, el que no esté sigue con nosotros en el recuerdo, en las cosas que compartimos, o que nos ensefid. Es decir, que sigue acompa- fAndonos ‘desde adentro de nosotros’, aunque al principio es tan fuerte la ausencia que cuesta darse cuenta de esto. Aun en el caso en que podamos decir que el abuelito esta en el cielo, no les es facil comprender el cielo y el cementerio, jy a nosotros a veces tampoco! Elizabeth Kiibler Ross, médica que se especializ6 en este tema, nos ofrece una imagen fascinante para explicarles a los chi- cos la muerte: la compara con el proceso de transformadi6n de la oruga en mariposa. Nuestro cuerpo es el capullo donde vivimos esta vida. Llegado el momento de la muerte, ese capullo ya no 324 Ver RY hE kT AR UR Gk kk kT oP kT ok iLT sirve; la mariposa sale y levanta vuelo. Lo que va a la tierra es ese cuerpo, esa envoltura vacia; el alma o espiritu que va al cielo es la mariposa. iQué podriamos decirles? Que las personas mueren cuando Negan a viejitos, y ya ‘cum- plieron’ su ciclo de vida (tuvieron un hijo, plantaron un Arbol y escribieron un libro, dice el dicho). Hablamos de enfermedades terminales 0 accidentes fatales s6lo cuando sea necesario porque ése es el caso. Que ese cuerpo ya no podia vivir, que su coraz6n se detuvo. Qué cuentan los no creyentes? Que, a partir de ahora, va a estar en nosotros, en el recuerdo y en el modo en el que su corta o larga existencia nos cambié la vida. i Qué pueden agregar los creyentes? Que ese cuerpo (como el capullo) ya no les sirve, y es lo que enterramos. En cambio el alma, o el espiritu (como Ia mariposa) va al cielo junto a Dios y, desde alli, nos acompaiia, nos cuida. Ante preguntas concretas, respuestas concretas: ya no necesita comer abrigarse; est4 bien, acompafado de otras personas que murieron antes (bisabuelos, tatarabuelos) que los quieren-y los esperaban alla. - Es importante hablar y recordar ala Persona que muri6, aun- que nos cueste y lloremos al principio.’Es en la repeticidn de las ideas que los chiquitos van entendiendo Io que paso. Esto no sig- nifica hablar del tema sin parar ni presionar a los chicos, sino to- mar el tema con naturalidad y no desperdiciar las oportunidades que nos ofrece la vida diaria para recordar al que no esta y contes- tar sus preguntas, sin evitarlas. Es esperable que se enojen, o que tengan miedo de que nos Pase algo a nosotros, 0 a ellos mismos, Por eso la explicacién ba- sica tiene que ver con el ciclo de vida cumplido y con la vejez. Un punto a tener en cuenta son las etapas del duelo: enojo, negacidn, regateo, tristeza y aceptacién son cinco etapas, de las 325 que hablé también Elizabeth Kiibler Ross, que se van dando, desprolija pero inevitablemente en nosotros y, también, en los chicos. No nos asustemos, porque las cuatro primeras conducen ala aceptacion, aunque no es un proceso lineal, sino que esta lleno de avances y retrocesos. S{ hay que preocuparse cuando un chico queda varado durante mucho tiempo en una de las etapas: si no puede salir del enojo, o de negar la pérdida, o de la tristeza. Hablemos de lo que sentimos. A ellos no les sirve que diga- mos que esta todo bien, cuando no lo esta. Los confunde y dejan de preguntar; y se quedan solos con sus preguntas y su dolor. ‘Ante la muerte de alguien muy préximo y muy querido es importante que los chiquitos tengan permiso y se animen a sentir y mostrar su enojo con la persona que no est; y con las otras, que no pudieron curarla o evitar su muerte (los chicos creen que los grandes podemos hacer todo y que, si no lo hacemos, es porque no queremos). Ademéas, que sepan: © que los doctores hicieron Jo mejor que pudieron y que la medicina no fue suficiente; ® que la persona fallecida se habrfa quedado si hubiera po- dido, pero su cuerpo ya no “funcionaba’ © que los acompafia desde otro lugar (si son creyentes), | aunque ellos nose den cuenta; que vive para siempre en su recuerdo y en todas Jas cosas que les ensefid; © que nose la llevd Jestis porque era buena (mucha gente dice eso), ya que pueden elegir no serlo para que Jestis no los Heve, Tampoco pintemos el cielo como un lugar mas maravilloso que la tierra, jporque van a preferir irse!; ® quecllaesta bien; y que ellos pueden, de a poquito, ani- marse a sonrefr, disfrutar, ser felices, aunque no esté; in- cluso que es lo que ella desearia; © que ellos no hicieron nada para que la muerte ocurra (no fue su culpa; los chicos suelen creer que todo es su culpa), y tampoco pueden hacer nada para que vuelva; 326 S que nadie tuvo la culpa; fue mala suerte, destino..., que algiin dia vamos a entender; no por qué sucedié, sino para que nos sirvi6 esa experiencia, qué aprendimos de ella, En el caso de una enfermedad terminal o de un accidente de una persona joven, cuando claramente no se cumpli6 el ciclo de vida, aviene aclararles que es muy raro que eso pase, y que las otras per- sonas que ellos quieren no se van a morir hasta que sean viejitas; y ellos tampoco. Tratemos de no usar palabras como “siempre”, “nun- @", 9 “te juro” cuando no son verdad, Pero no vale la pena alertarlos y asustarlos por muentes posibles, que quizds no se repitan en perso- mas cercanas por bastante tiempo. Es importante que confien en que las personas que los quieren y cuidan van a permanecer junto a ellos. Ya habr tiempo de hablar, si se diera la improbable situadién de que serepitiera una muerte tan cerca de ellos. En caso de que haya sido una Persona muy cercana y querida, les hace bien armar con nosotros un album o libro de fotos y re- cuerdos, con anécdotas, cuentos, todas aquellas cosas que va a ser bueno que tengan cuando crezcan. Los familiares y amigos que la conocieron y la quisieron pueden agregar comentarios o historias que los chicos van a atesorar por el resto de sus vidas,

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