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EL VERDADERO DISCIPULO

El objetivo de este tema es comprender la importancia de permanecer unidos al Señor


Jesucristo.
Discípulo básicamente significa aprendiz, alumno de algún maestro. Es aquel que
intelectualmente acepta y aplica a su vida las ideas prácticas del maestro.
Aun antes de la venida del Señor Jesús, aquellos que buscaban conformar su vida a los
propósitos de Dios fueron discípulos de reconocidos siervos de Dios, como el caso de los
seguidores de Juan el Bautista.
Juan 1:35-36
Al día siguiente Juan estaba de nuevo allí, con dos de sus discípulos. Al ver a Jesús
que pasaba por ahí, dijo: —¡Aquí tienen al Cordero de Dios!
En este pasaje vemos claramente que Juan Bautista tenía discípulos.
El Señor Jesucristo también tuvo su grupo de discípulos y la característica de ellos era que
permanecían unidos a él, compartían no solo los tiempos de predicación, sino que lo
acompañaban en sus viajes y recorridos cuando iba a diferentes regiones a predicar; tenían
la oportunidad de compartir aparte de la vida ministerial también la vida diaria, esto los
llevaba a un conocimiento mucho más íntimo.
Hoy día nosotros necesitamos convertirnos en discípulos de Jesús, y el rasgo más
sobresaliente del verdadero discípulo es la permanencia. Para entender esto leamos Juan
15:1-11
Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. Toda rama que en mí no da fruto,
la corta; pero toda rama que da fruto la poda[a] para que dé más fruto todavía. Ustedes
ya están limpios por la palabra que les he comunicado. Permanezcan en mí, y yo
permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino
que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no
permanecen en mí.
Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí, como yo en él, dará
mucho fruto; separados de mí no pueden ustedes hacer nada. El que no permanece
en mí es desechado y se seca, como las ramas que se recogen, se arrojan al fuego y
se queman. Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo
que quieran, y se les concederá. Mi Padre es glorificado cuando ustedes dan mucho
fruto y muestran así que son mis discípulos.
Así como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado a ustedes.
Permanezcan en mi amor. Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi
amor, así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su
amor. Les he dicho esto para que tengan mi alegría y así su alegría sea completa. Y
este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado.
Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos. Ustedes son mis
amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no
está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi
Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes.
Analizando este pasaje encontramos las siguientes enseñanzas:
• Jesús es la vid verdadera, los otros son imitadores.
• Podar significa eliminar de una planta ciertas partes o aspectos que son innecesarios
o negativos. En el caso de la vida cristiana, a través de la poda crecemos
espiritualmente, el Señor nos libera de aquellas cosas que impiden disfrutar la vida
cristiana a plenitud, en otras palabras, la poda es el tratamiento de Dios para nuestra
vida.
• Para dar fruto tenemos que permanecer, no hay otra manera de hacerlo.
• Si no permanecemos nos secamos.
• Permanecer significa obedecerlo en todas las cosas.
• La motivación para hacerlo es el amor, Jesús nos invita a permanecer en su amor,
porque la necesidad más grande de los seres humanos es amar y ser amados; a
través de la permanencia, esta necesidad es suplida.

¿QUÉ DEBEMOS HACER CUANDO HEMOS PERDIDO LA PERMANENCIA?


Ya sabemos que una vez que recibimos a Cristo nos convertimos en hijos de Dios y eso es
algo que nunca cambiará, pero es posible que por causa del pecado nos alejemos de él y,
en caso de que esto suceda, la solución está en pedir perdón, su misericordia es inagotable.
1 Juan 1:8-10
Si afirmamos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos y no
tenemos la verdad. Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los
perdonará y nos limpiará de toda maldad. Si afirmamos que no hemos pecado, lo
hacemos pasar por mentiroso y su palabra no habita en nosotros.
1 Juan 2:1-2
Mis queridos hijos, les escribo estas cosas para que no pequen. Pero, si alguno peca,
tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo. Él es el sacrificio por el
perdón de nuestros pecados, y no solo por los nuestros, sino por los de todo el mundo.

APLICACIÓN PERSONAL
El Señor no nos obliga a permanecer, esta es una decisión personal que cada uno de
nosotros debe tomar a diario para mantenernos unidos a la vida y recibir todos los nutrientes
espirituales que necesitamos para ser felices; sin embargo, esta permanencia no debe estar
condicionada por nada, ya que aún en momentos difíciles debemos seguir unidos a él.
Habacuc 3:17-18
Aunque la higuera no florezca, ni haya frutos en las vides; aunque falle la cosecha del
olivo, y los campos no produzcan alimentos; aunque en el aprisco no haya ovejas, ni
ganado alguno en los establos; aun así, yo me regocijaré en el Señor, ¡me alegraré
en Dios, mi libertador!
TAREA: memorice Juan 5:5 y tome la decisión en oración de permanecer unido a Cristo,
independiente de las circunstancias por las que esté pasando.

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