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Corydoras 

Lacepède, 1803
Orden: 
Siluriformes
Familia: 
Callichthyidae

Distribución Geográfica: los Corydoras son especies típicas sudamericanas,


extendiéndose desde Río Limay (localidad más austral para este Género) hasta el extremo
norte de Venezuela en la cuenca del Río Orinoco. Algunas especies, tal como C.
aeneus han desarrollado una capacidad de adaptación tan grande que, prácticamente,
abarcan todas las latitudes sudamericanas, desde los climas más tropicales en Venezuela
hasta los más fríos en el Sur de Buenos Aires (Argentina). Recientemente se ha
localizado C. paleatus en el Río Limay en la región patagónica (Guillermo López et al).
Por lo general habitan aguas limpias, de corrientes más bien lentas y preferentemente de
fondo arenoso, donde se facilita su labor en busca de alimento.
El rango de temperatura depende de la especie y el origen. Desde menos de 16º C que
soportan los  C . paleatus capturados al sur de La Plata, hasta los más de 28º C en que
viven ciertas especies amazónicas. Seguramente en el Río Limay (Río Negro, Argentina) la
temperatura invernal del agua puede descender a menos de 12º C, teniendo en cuenta que
la temperatura ambiente puede llegar a -15º C.
Sin embargo, más allá de la información que se ofrece en la literatura especializada, el
autor ha capturado C. paleatus  en pleno invierno al Sur de Buenos Aires con temperaturas
mínimas en el agua de 5º C y máximas de 12º C.  No debemos ignorar que esos mismos
charcos en los que la temperatura invernal es tan baja, pueden llegar a 28 y 30º C en la
plenitud del verano, tal como también le consta al autor.
Aunque los Corydoras habite las mismas zonas geográficas que los Caracínidos (Tetras),
según varios autores no es común localizarlos en los mismos cursos de agua, al menos en
la región amazónica. En la zona Noreste del Gran Buenos Aires (desde la cuenca del Río
Reconquista hasta Paraná de las Palmas) es común encontrar Corydoras paleatus  en
zanjones, charcos, arroyos y canales de desagüe en los que también aparecen mojarras del
Género Astyanax además de otros peces. Más al Norte se repiten estas características,
localizándose junto a muchos otros Tetras y también C. aeneus. En Entre Ríos, Santa Fé, 
Chaco, Corrientes, Formosa y Misiones (y en otras provincias como Tucumán, Salta, Jujuy y
Santiago del Estero) es posible localizar otras especies de Corydoras sobre las que no nos
extenderemos, pero que se publican en una lista completa de especies como parte de esta
ficha.
Suponemos que Tetras y Corydoras prefieren diferentes tipos de agua pero que, en
determinadas circunstancias, conviven en los mismos cursos. Esas preferencias son propias
de la evolución y adaptación al medio. De tal forma, las especies que habitan en fondos
arenosos tienen su región dorsal con dibujos compuestos por manchas de diverso tipo. Esto
hace que, vistos desde arriba, se puedan confundir con el fondo y evitar ser capturados por
los predadores. Los que habitan lechos oscuros o limosos, tienen su dorso marrón u oscuro
por la misma razón. Las variaciones cromáticas dentro de una misma especie (que a veces
son muy disímiles entre sí), también se deben a la adaptación al medio.
Si bien la mayoría de las especies prefieren las aguas dulces y poco saladas, es muy común
encontrar Corydoras en la cuenca del Río Salado, en las lagunas de Las Encadenadas,
lagunas de Gómez y El Carpincho (Junín, Buenos Aires) y otras donde el agua es
francamente salada.
En muchos textos sobre acuarismo se expone que los Corydoras no toleran la sal, teoría
que en la realidad no siempre se verifica. Algunas especies provenientes de aguas
tropicales amazónicas se sienten incómodas con un contenido salino bajo en el agua, pero
no es causa de mortalidad por intoxicación, sino por debilitamiento a raíz del stress
ambiental producido por la incomodidad permanente. Ocurre lo mismo con muchos otros
peces, no obstante lo cual los tratamientos en baños de sal siguen siendo recomendados en
algunos casos.
Acuario:
peces aptos para todo tipo de acuarios. Existiendo una diversidad tan grande de especies y
distribución geográfica, siempre será posible incorporar ejemplares de una especie
compatible con los peces que se encuentran en el acuario. Si se dispone de un acuario de
agua fría, deberá tomarse la precaución de incluir Corydoras del sur de Argentina o
Uruguay que están adaptadas a temperaturas bajas. Prácticamente la única especie apta
para este tipo de acuarios es Corydoras paleatus. 
En cambio, en acuarios tropicales pueden vivir todas las especies, incluyendo C. paleatus.
Decoración: espacio libre en el fondo para natación y refugios formados por cuevas,
troncos y raíces. Por lo demás, se adaptará a cualquier decoración.
Dimensiones: la mayoría de las especies no pasan de 6 cm.
Hábitos: la adaptación a la vida sobre el suelo hace de Corydoras y otros familiares
próximos, peces muy poco hidrodinámicos. Por lo tanto son malos nadadores (excepto
cuando pretendemos capturarlos con una red, momento en que adquieren las virtudes
natatorias propias de un delfín, al punto de hacernos perder la paciencia).
Son típicos peces de fondo y su forma física responde a esa ubicación: poseen el vientre
aplanado, cuerpo y cabeza comprimidos y ojos en posición más o menos superior. Los
labios están dispuestos de modo que, con el par de barbillas cortas que forman su labio
inferior, pueda remover el fondo en procura de alimento. De ahí que en un acuario donde
convivan muchos Corydoras exista el riesgo de tener permanentemente el agua con cierta
turbidez, por lo que resulta conveniente un filtro mecánico. Si disponemos de un filtro
mecánico, ese defecto se convierte en una gran ayuda, ya que al revolver la superficie del
filtro de placas, permitirán mantener aireado el fondo y libre de partículas que obstruyan la
circulación del agua en el filtro biológico.
La categoría de “limpiafondos” se le ha otorgado por sus hábitos de remover allí en busca
de alimento. Pero es absolutamente falso que sean peces basureros. Comen el alimento
que cae al fondo (si no es excesivo) y de este modo cumplen una importante función: pero
no se puede decir por ello que ingieran desperdicios, aunque suelen vivir entre ellos sin
intoxicarse como ocurriría con otros peces. Esto se debe a su particular sistema
respiratorio, que les permite tomar el aire atmosférico por la boca, pasarlo por el intestino
y expulsar los desechos respiratorios por el ano.
Pese a ser de fondo, tal como mencionamos antes se los puede ver invertidos en la
superficie, en forma curiosa, compitiendo con los demás peces cuando se suministra
alimento que flota. Mucho más evidente es cuando se coloca un comedero flotante
con Tubifex. En ese caso se adueñan del sector y, en posición invertida, son difíciles de
desplazar aún por peces tradicionalmente agresivos o de mayor tamaño.
Algunas veces se “paran” sobre sus aletas pectorales (como si fueran muletas) sobre las
hojas de plantas sumergidas o cualquier otro objeto del acuario.
Su particularidad respiratoria (utilizar la vejiga natatoria como si fuera un verdadero
pulmón) les permite desplazarse por lugares donde prácticamente no hay agua, siempre
que el grado de humedad del fondo sea bastante elevado. Es posible que puedan recorrer
distancias bastante largas por un fondo limoso en busca del agua y hasta subsistir varios
días enterrados en el limo.
Dimorfismo sexual: machos por lo general más pequeños y ligeramente más
pigmentados. Hembras más robustas y con el vientre abultado cuando llega la madurez de
los ovarios.
Reproducción: Si bien algunas especies no resultan fáciles de reproducir, existen otras
cuyas dificultades son menores.
No obstante, deben respetarse con bastante exactitud las exigencias de cada especie para
lograr que la naturaleza haga lo suyo y ciertos peces se reproduzcan.
En el caso de Corydoras, esto es particularmente importante. Tal vez porque hace muchos
años que se la conoce y porque se la ha estudiado y criado durante mucho años, C.
aeneus y C . paleatus parecen ser las que más fácilmente podemos reproducir.
C . paleatus cuenta con una mutación albina que se ha reproducido en cautividad desde
hace ya muchos años. La mutación albina de C. aeneus se comercializa desde hace menos
tiempo. Todos los ejemplares de Corydoras paleatus  albina que se venden en el
comercio, son producto de criaderos o factorías, tanto en nuestro país como en todo el
mundo.
Otras especies, menos comunes en comercios y más difíciles de reproducir, suelen ser
criadas por aficionados expertos o criadores profesionales. Algunas veces la reproducción
es producto de la “casualidad provocada”. Esta definición poco común no significa otra cosa
que, por un lado, el criador provocó ciertas condiciones favorables y
los Corydoras  desovaron. Pero, por otro lado, repetidas esas condiciones en otros
momentos, los desoves no se produjeron.
En diversas páginas de nuestra página se menciona el hecho de que cuando las condiciones
están dadas, es casi inevitable que los peces se reproduzcan, ya que ese es el mandato de
la naturaleza. Ocurre que en ciertas circunstancias esas condiciones deben ser cumplidas al
100% y en otras circunstancias alcanza con cumplir el 50 ó 60%.
Nuestro conocimiento bastante parcial de las circunstancias que rodean la vida de nuestros
peces, determinan que no podamos establecer qué significa para un pez cumplir con el
60% o con el 100% de sus exigencias en unos u otros momentos de su vida y eso nos
obliga a procurar siempre el 100% de condiciones propicias para que finalmente desoven (o
no).
De hecho, cuando se obtiene una descendencia en los criaderos o factorías, esos
descendientes tienen menores exigencias que los ejemplares silvestres y resultan más
fáciles de reproducir. Un ejemplo de ello son los Scalares o los Discus, que cada vez son
más fáciles de reproducir (“fáciles” significa menos exigencias en las condiciones necesarias
para lograrlo).
Referido a Corydoras en el caso de C. paleatus albina bastará contar con agua de la red
(no muy dura, pH neutro y temperatura de 25º a 27º C) para que de tres a seis machos y
una o dos hembras produzcan desoves en la temporada adecuada.
Sin embargo, no es lo mismo con otras especies, siendo algunas casi imposibles de
reproducir hasta el momento.
La experiencia del autor con Corydoras se limita a las ya mencionadas C. aeneus, C.
undulatus y   C. paleatus (esta última en sus dos formas: albina y silvestre). 
El primer contacto con un desove de C. paleatus no fue en un acuario sino en una pileta
en la cual un lote de C. paleatus  habían pasado el invierno, tras haber sido capturados en
zanjones próximos al Río Luján en Ingeniero Maschwitz (Provincia de Bs. As.) durante una
excursión en busca de Austrolebias (para aquel entonces se las denominaba Cynolebias).
Al avanzar la primavera se observaban los brillantes colores de los machos que pocas veces
se muestran tan intensos en un acuario. En los últimos días de diciembre, cuando el verano
aún no se ha estabilizado en Buenos Aires, se pudieron ver los primeros huevos adheridos a
las paredes de la pileta y en un vidrio que hacía las veces de pared divisoria de la pileta.
Este último, con alrededor de 50 huevos, fue retirado, cortado cuidadosamente y colocado
en un acuario con agua bien filtrada de la misma pileta y mantenida en el interior del
criadero con temperatura ambiente (entre 24 y 27º C).
Seguramente en el interior de la pileta habría más huevos que los localizados a simple
vista, porque pasados unos 15 días se podían ver nadando a centenares de crías. En el
acuario se pudo registrar el proceso de maduración y eclosión de los huevos y el
seguimiento del progreso de las crías, al tiempo que se comparaba con la evolución de los
nacidos y desarrollados en la pileta bajo otras condiciones.
La abundancia de alimento natural en la pileta (de aproximadamente 800 litros), en la cual
había varias macetas con Echinodorus paniculatus y algunas ramas de Egeria
densa  (Elodea), permitieron un rápido desarrollo de las crías. Pero, por otra parte,
seguramente por la presencia de larvas de insectos predadores y otros organismos dañinos,
se notó una merma considerable en los primeros 20 días.
En el acuario, con todos los cuidados y precauciones, el desarrollo fue más lento pero se
pudo llegar a una supervivencia de casi el 100% de los nacidos (habiéndose perdido el 75%
de los huevos).
Esos ejemplares, llevados a adultos en acuarios del criadero (bandejas de 1,50 de largo por
50 cm. de profundidad y 30 cm. de alto) desovaron el año siguiente, con el método que se
comenta a continuación.
Acuario de cría.
En nuestro caso se utilizó un acuario tipo “bandeja de criadero” de 120 x 45 cm. con una
altura de 25 cm. sin filtro de fondo. El vidrio del piso estaba pintado por su lado externo de
color marrón oscuro. Los vidrios laterales y el posterior se cubrieron con papel azul oscuro
(sirviendo al efecto cualquier otro color que impida el paso de la luz). Un filtro de esponja
que se lavaba muy seguido con agua sin cloro era el único elemento filtrante. Este filtro
estaba accionado por una piedra difusora de burbujas muy finas pero abundantes.
Diariamente se renovaba un porcentaje de agua que variaba entre un 5 y un 10%,
producto de la limpieza por sifoneo de los restos acumulados en el fondo y alrededor del
filtro de esponja. La iluminación natural provenía del techo provisto de chapas traslúcidas
de fibra de vidrio, pero en el lugar donde se encontraba en acuario era penumbroso
(equivalente a la luz que puede penetrar por una ventana que no recibe luz directa).

Para poder retirar los huevos se cortaron


unas 30 fajas de vidrio de 7 cm de ancho x 25 cm. de largo que se colocaron con broches
sujetos a los vidrios del acuario, de modo que éste parecía tener una doble pared.
Se introdujeron en ese acuario varias macetas con plantas pequeñas de Echinodorus
paniculatus perfectamente desinfectadas, unas cuantas “bochas” (piedras redondeadas) y
un calefactor sumergido regulado en 25º C para evitar que ocasionales cambios de la
temperatura pudieran afectar el desove.
Transcurridos unos días se introdujeron 12  machos y cinco hembras con evidentes
muestras de tener los ovarios plenos. Hasta el momento de introducirlos en el acuario de
cría se mantenían separados por sexos y se les alimentaba copiosamente. Los dos primeros
días permanecieron bastante inactivos y se mantenían refugiados en las cuevas formadas
por las piedras y las plantas. Sin embargo perdían la timidez al momento de comer el
tubifex, las larvas de mosquitos, corazón vacuno (congelado y rallado con rallador de
verdura fino) y la inevitable dosis de “pasta de criadero” poco usada en la actualidad. La
alimentación se suministraba cuatro veces al día en cantidades justas.
Al sexto día, poco después de la limpieza y cambio de agua diarios, realizado por la
mañana, se produjo el primer síntoma de que se aproximaba el desove en el cual
participaron tres machos y una de las hembras, armando bastante revuelo, persiguiéndose
a lo largo del acuario y mostrando gran nerviosismo. Pensando que el desove era
inminente, cámara en mano aguardamos el momento a prudente distancia.

Tras varias horas en que las carreras


comenzaban y finalizaban sin más que eso, el desove no se produjo. Dos días después se
reinició toda la ceremonia y tampoco se produje el desove.
Finalmente al cuarto día una de las hembras con tres machos en cortejo comenzó a
desovar en pequeños grupos de 10 huevos que eran adheridos a las piedras, hojas de
plantas y, en varios casos, en los trozos de vidrio dispuestos para tal fin. Al poco tiempo se
sumaron al revuelo otras hembras y varios machos. Si bien es difícil llevar una cuenta de la
cantidad de huevos depositados por cada una, podemos calcular que fueron entre 150 y
250 tras los cinco días que duró todo el proceso.
 
Los huevos muestran un color blanco traslúcido y en las primeras doce horas van
cambiando hacia un color ambarino que se intensifica hasta que comienzan a eclosionar al
cabo de tres días.
Es muy importante la higiene del fondo, ya que durante cuatro o cinco días los recién
nacidos permanecen allí consumiendo los nutrientes almacenados en su saco vitelino.
Los huevos que pudieron ser retirados diariamente, se incubaron por separado en un par de
acuarios preparados al efecto con agua en iguales condiciones. Los restantes se incubaron
en el acuario de cría luego de retirados los padres, muchos de los cuales eclosionaron
estando aún los peces en el acuario.
Un 40% del total se perdieron al ser atacados por hongos y aproximadamente un 10% más
no llegó a desarrollarse tras haber eclosionado. Es decir que se desarrolló por completo
aproximadamente el 50% de los huevos. En la foto 2 se observan los huevos atacados por
hongos (de color blanco). En la foto 3 se nota que sobre 9 huevos, solamente 5 están a
punto de eclosionar, habiéndose perdido los restantes.
1. Huevos recién puestos. 2. Huevos 12 hs. después  3. A punto de eclosionar
A partir del cuarto día se suministraron infusorios cultivados y filtrados y al sexto día yema
de huevo  (como se indica en nuestra página el Género Trichogaster). Los dos primeros
días sólo se incluyó en la dieta lo antes mencionado, pero desde el tercer día (o sea al  8º
día de haber eclosionado) se incorporó Artemia salina recién nacida, la cual se le siguió
suministrando –de mayor tamaño cuanto más grande fueron los alevines- durante 40 días. 
Los infusorios y el huevo resultan necesarios en los primeros días de alimentación, pero
tras una semana pueden suprimirse ya que los alevines serán lo suficientemente grandes
como para ingerir Cyclops, Artemia y Daphnias tamizadas.Al cabo de 30-40 días podrá
incorporarse a la dieta carne raspada sin grasa, pasta de criadero, alimento para crías
hidratado en agua tibia y a los 60 días tubifex purgado, picado y lavado, corazón congelado
y rallado y otros alimentos para juveniles.

Larvas de C. paleatus. Arriba, con el saco vitelino , abajo, a partir del 4º día. Obsérvese el
detalle de las aletas.

En 90 días lucirán como pequeños Corydoras de 2,5 cm. nadando en grupos numerosos.


No debemos descuidar la higiene y el separar los ejemplares más grandes con la doble
finalidad de permitir el desarrollo de los más pequeños y al mismo tiempo proporcionarles a
todos un espacio mayor.  A los 100-120 días la mayoría deberá tener un tamaño adecuado
para ser vendidos o regalados, excepto, claro está, que el acuarista quiera mantener
centenares de Corydoras que ocuparán unos cuantos acuarios durante varios años.
En cuanto a   Corydoras aeneus el comportamiento y generalidades apenas se diferencian
del descrito para C. paleatus, por lo que todo lo comentado debe darse como válido para
ambas. Posiblemente otras especies del Género actúen de igual forma si se logra imitar en
el acuario las características del agua y ambiente que requieren.
Un detalle interesante de ser observado (aunque no siempre es fácil) es que, a pesar de
intervenir varios machos en el proceso, parece que las hembras sólo desovan con uno, sin
que podamos precisar qué función cumplen todos los demás. Tal vez esta observación sólo
sea válida para el caso particular de los desoves comentados y que casualmente se notó a
raíz de que uno de los machos (el que fecundaba siempre los huevos) era visiblemente
diferente a los demás. Seguramente, de ser válida esta observación, existirán otros
reportes que no son conocidos por el autor y que esperamos nos sean informados por los
visitantes si están en su conocimiento.
Las páginas de El Acuarista® y este Atlas están abiertas para que publiques tus
experiencias y las compartas con otros aficionados. 
Alimentación: no son detrictívoros ni comedores de basura. Obtienen del fondo sus
alimentos aunque una vez adaptados al acuario comen hasta en la superficie. No omitir
alimentos vivos en su dieta, sobre todo para especies silvestres. Aún los ejemplares
silvestres, aceptan rápidamente los alimentos balanceados comerciales para peces.
Observación: en aguas polucionadas o con exceso de nitritos, tienden a ser presa de las
bacteriosis. Por otro lado son sumamente resistentes a parásitos como "puntos blancos" en
condiciones adecuadas.
Las 155 especies de este Género son:
(hemos destacado en negritas las especies Argentinas) 
Corydoras acrensis   Nijssen, 1972
Corydoras acutus    Cope, 1872
Corydoras adolfoi    Burgess, 1982
Corydoras aeneus    (Gill, 1858)
Corydoras agassizii    Steindachner, 1876
Corydoras albolineatus    Knaack, 2004
Corydoras amandajanea    Sands, 1995
Corydoras amapaensis    Nijssen, 1972
Corydoras ambiacus   Cope, 1872
Corydoras amphibelus    Cope, 1872
Corydoras approuaguensis  Nijssen & Isbrücker, 1983
Corydoras araguaiaensis   Sands, 1990
Corydoras arcuatus   Elwin, 1938
Corydoras areio  Knaack, 2000
Corydoras armatus   (Günther, 1868)
Corydoras atropersonatus   Weitzman & Nijssen, 1970
Corydoras aurofrenatus    Eigenmann & Kennedy, 1903
Corydoras axelrodi    Rössel, 1962
Corydoras baderi   Geisler, 1969
Corydoras bicolor     Nijssen & Isbrücker, 1967
Corydoras bifasciatus    Nijssen, 1972
Corydoras bilineatus   Knaack, 2002
Corydoras blochi    Nijssen, 1971
Corydoras boehlkei     Nijssen & Isbrücker, 1982
Corydoras boesemani    Nijssen & Isbrücker, 1967
Corydoras bondi   Gosline, 1940
Corydoras breei   Isbrücker & Nijssen, 1992
Corydoras brevirostris   Fraser-Brunner, 1947
Corydoras burgessi   Axelrod, 1987
Corydoras carlae    Nijssen & Isbrücker, 1983
Corydoras caudimaculatus    Rössel, 1961
Corydoras cervinus    Rössel, 1962
Corydoras cochui   Myers & Weitzman, 1954
Corydoras concolor     Weitzman, 1961
Corydoras condiscipulus    Nijssen & Isbrücker, 1980
Corydoras copei    Nijssen & Isbrücker, 1986
Corydoras coppenamensis  Nijssen, 1970
Corydoras coriatae   Burgess, 1997
Corydoras crimmeni   Grant, 1997
Corydoras cruziensis    Knaack, 2002
Corydoras crypticus   Sands, 1995
Corydoras davidsandsi     Black, 1987
Corydoras delphax   Nijssen & Isbrücker, 1983
Corydoras difluviatilis   Britto & Castro, 2002
Corydoras diphyes   Axenrot & Kullander, 2003
Corydoras duplicareus   Sands, 1995
Corydoras ehrhardti    Steindachner, 1910
Corydoras elegans  Steindachner, 1876
Corydoras ellisae   Gosline, 1940
Corydoras ephippifer   Nijssen, 1972
Corydoras eques    Steindachner, 1876
Corydoras esperanzae   Castro, 1987
Corydoras evelynae  Rössel, 1963
Corydoras filamentosus   Nijssen & Isbrücker, 1983
Corydoras flaveolus Ihering, 1911
Corydoras fowleri Böhlke, 1950
Corydoras garbei  Ihering, 1911
Corydoras geoffroy  Lacepède, 1803
Corydoras geryi   Nijssen & Isbrücker, 1983
Corydoras gladysae   Calviño & Alonso, 2010
Corydoras gomezi   Castro, 1986
Corydoras gossei    Nijssen, 1972
Corydoras gracilis   Nijssen & Isbrücker, 1976
Corydoras griseus   Holly, 1940
Corydoras guapore   Knaack, 1961
Corydoras guianensis   Nijssen, 1970
Corydoras habrosus   Weitzman, 1960
Corydoras haraldschultzi    Knaack, 1962
Corydoras hastatus  Eigenmann & Eigenmann, 1888
Corydoras heteromorphus  Nijssen, 1970
Corydoras imitator    Nijssen & Isbrücker, 1983
Corydoras incolicana   Burgess, 1993
Corydoras isbrueckeri   Knaack, 2004
Corydoras julii  Steindachner, 1906
Corydoras kanei    Grant, 1998
Corydoras lacerdai    Hieronimus, 1995
Corydoras lamberti    Nijssen & Isbrücker, 1986
Corydoras latus  Pearson, 1924
Corydoras leopardus  Myers, 1933
Corydoras leucomelas  Eigenmann & Allen, 1942
Corydoras longipinnis   Knaack, 2007
Corydoras loretoensis  Nijssen & Isbrücker, 1986
Corydoras loxozonus Nijssen & Isbrücker, 1983
Corydoras maculifer   Nijssen & Isbrücker, 1971
Corydoras mamore Knaack, 2002
Corydoras melanistius   Regan, 1912
Corydoras melanotaenia  Regan, 1912
Corydoras melini  Lönnberg & Rendahl, 1930
Corydoras metae   Eigenmann, 1914
Corydoras micracanthus  Regan, 1912
Corydoras microcephalus Regan, 1912
Corydoras multimaculatus  Steindachner, 1907
Corydoras nanus    Nijssen & Isbrücker, 1967
Corydoras napoensis  Nijssen & Isbrücker, 1986
Corydoras narcissus   Nijssen & Isbrücker, 1980
Corydoras nattereri    Steindachner, 1876
Corydoras negro    Knaack, 2004
Corydoras nijsseni Sands, 1989
Corydoras noelkempffi    Knaack, 2004
Corydoras oiapoquensis  Nijssen, 1972
Corydoras ornatus    Nijssen & Isbrücker, 1976
Corydoras orphnopterus    Weitzman & Nijssen, 1970
Corydoras ortegai    Britto, Lima & Hidalgo, 2007
Corydoras osteocarus    Böhlke, 1951
Corydoras ourastigma    Nijssen, 1972
Corydoras oxyrhynchus    Nijssen & Isbrücker, 1967
Corydoras paleatus  (Jenyns, 1842)
Corydoras panda    Nijssen & Isbrücker, 1971
Corydoras pantanalensis  Knaack, 2001
Corydoras paragua  Knaack, 2004
Corydoras parallelus  Burgess, 1993
Corydoras pastazensis  Weitzman, 1963
Corydoras paucerna Knaack, 2004
Corydoras petracinii  Calviño & Alonso, 2010
Corydoras pinheiroi  Dinkelmeyer, 1995
Corydoras polystictus  Regan, 1912
Corydoras potaroensis Myers, 1927
Corydoras pulcher   Isbrücker & Nijssen, 1973
Corydoras punctatus  (Bloch, 1794)
Corydoras pygmaeus Knaack, 1966
Corydoras rabauti La Monte, 1941
Corydoras reticulatus  Fraser-Brunner, 1938
Corydoras reynoldsi  Myers & Weitzman, 1960
Corydoras robineae  Burgess, 1983
Corydoras robustus    Nijssen & Isbrücker, 1980
Corydoras sanchesi   Nijssen & Isbrücker, 1967
Corydoras saramaccensis  Nijssen, 1970
Corydoras sarareensis  Dinkelmeyer, 1995
Corydoras schwartzi  Rössel, 1963
Corydoras semiaquilus  Weitzman, 1964
Corydoras septentrionalis  Gosline, 1940
Corydoras serratus Sands, 1995
Corydoras seussi  Dinkelmeyer, 1996
Corydoras similis  Hieronimus, 1991
Corydoras simulatus  Weitzman & Nijssen, 1970
Corydoras sipaliwini  Hoedeman, 1965
Corydoras sodalis  Nijssen & Isbrücker, 1986
Corydoras solox   Nijssen & Isbrücker, 1983
Corydoras spectabilis Knaack, 1999
Corydoras spilurus Norman, 1926
Corydoras steindachneri  Isbrücker & Nijssen, 1973
Corydoras stenocephalus  Eigenmann & Allen, 1942
Corydoras sterbai   Knaack, 1962
Corydoras surinamensis  Nijssen, 1970
Corydoras sychri   Weitzman, 1960
Corydoras treitlii Steindachner, 1906
Corydoras trilineatus  Cope, 1872
Corydoras tukano Britto & Lima, 2003
Corydoras undulatus  Regan, 1912
Corydoras urucu   Britto, Wosiacki & Montag, 2009
Corydoras virginiae    Burgess, 1993
Corydoras vittatus     Nijssen, 1971
Corydoras weitzmani  Nijssen, 1971
Corydoras xinguensis  Nijssen, 1972
Corydoras zygatus   Eigenmann & Allen, 1942

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