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Articulación universidad-escuela secundaria

como política pública:


un análisis de los programas implementados
por la Secretaría de Políticas

Mg. Raúl Javier Araujo


Departamento de Ciencias Sociales,
Universidad Nacional de Quilmes
Buenos Aires, Argentina

Resumen
La comunicación que se presentará desarrolla los resultados de un
estudio realizado con el propósito de sistematizar y analizar
críticamente los proyectos de articulación entre los niveles de
enseñanza secundaria y la educación superior en el marco de las
propuestas implementadas por Secretaría de Políticas
Universitarias en el período 2003-2007. En términos generales los
proyectos implementados se justifican en un conjunto de
diagnósticos que colocan el bajo desempeño de los ingresantes a
las carreras universitarias como un problema que niega la
democratización del nivel. Al mismo tiempo se consideró que dado
los importantes cambios producidos en las sociedades como
producto de la relevancia que cobra el conocimiento para el
desarrollo de las sociedades, resultaba necesario implementar una
serie de acciones que promovieran la inserción plena de los
ingresantes a las universidades con el propósito de incrementar el
número de egresados en los distintos campos de titulaciones. El
trabajo se estructura con base en tres ejes: los contextos de
emergencia de los problemas que colocaron a la articulación entre
las escuelas del nivel secundario y las instituciones universitarias
como un tema de la agenda de política pública; la descripción y
análisis de los programas implementados por la Secretaría de
Políticas Universitarias en el período; y análisis de las recepciones
en las universidades producidas por la incorporación de los
proyectos de articulación. Por último, se realizará un balance
respecto de los proyectos implementados con el propósito de
diseñar un esquema conceptual que oriente la formulación de la
articulación internivel como política pública.

Acceso a la educación superior; expansión y democratización de


Palabras la educación superior; políticas públicas
Clave:

Articulation secondary university-school as


public politics:
an analysis of the programs implemented by
the Secretary
of University Politicians in the period 2003-
2007

Abstract
The communication that will be presented develops the results of a
study carried out with the purpose of systematizing and critically
analyzing the articulation projects between the secondary
education levels and the superior education in the frame of the
proposals implemented by Secretary of University Politicians in the
period 2003-2007. In general terms the implemented projects are
justified in a group of diagnoses that put the poor performance of
students enrolled at university careers as a problem that denies the
democratization of the level. At the same time it was considered
that given the important changes taken place in societies as product
of the relevance that it charges the knowledge for the development
of the societies, it was necessary to implement a series of actions
that promoted the full insertion from the new admissions to the
universities with the purpose of increasing the number of graduates
in the different fields of knowledge. The work is structured with
base in three axes: the contexts of emergency of the problems that
placed articulation between the schools of the secondary level and
the university institutions as public policy's topic; the description
and analysis of the programs implemented by the Secretary of
University Politicians in the period; and analysis of the receptions
in the universities taken place by the incorporation of the
articulation projects.Lastly, we will carry out a balance regarding
the projects implemented with the purpose of designing a
conceptual outline that guides the formulation of the articulation
among levels as public politics.

Access to the superior education; expansion and democratization


Key- of the superior education; policy public.
words:

El problema del acceso a la educación superior


En los últimos treinta años el crecimiento de la población en edad
de cursar estudios superiores, la expansión de la educación en
niveles precedentes y el incremento de la demanda social por
mayores acreditaciones educativas han sido factores que
combinados pueden explicar el importante aumento en el número
de estudiantes universitarios durante ese período. La población
estudiantil del sector alcanzaba a 275.000 alumnos en el año 1975,
mientras que en el año 2006 superaba la cifra de 1.500.000 (PMSIU
2006).
El incremento en la matricula en estos niveles ha traído aparejado
un conjunto de situaciones nuevas para las Universidades. En
principio la heterogeinedad de los nuevos alumnos en relación a
edad, sexo, posición socioeconómica, trayectos educativos,
expectativas y capital cultural, ha llevado a las universidades a la
reformulación de las estrategias pedagógicas, de las políticas
institucionales y sus marcos reguladores, de los modelos
curriculares y de sus ofertas académicas.
Por otro lado y con un nivel de importancia similar, se tiene que al
incremento en el número de alumnos no le ha seguido un
crecimiento proporcional en el financiamiento de las Universidades
para dar cuenta de la nueva situación. La participación porcentual
del presupuesto universitario en el PBI de 1998 era de 0.58% para
llegar en el año 2006 al 0,6% (1), que significa un incremento muy
leve en valores relativos. Sin embargo el número de alumnos en el
mismo período creció en un 48% (2).
Es en este marco de restricción presupuestaria y masificación y
heterogeneidad de la matrícula es que los estudios sobre los
sistemas de admisión a la educación superior cobran mayor
importancia (Neave 2001).
En nuestro país en la década del noventa y a partir de las reformas
del sistema de educación que emprende el estado, se consolida una
perspectiva de investigación orientada a la toma de decisiones y a
la producción de información sistemática sobre la educación
superior (Krotsch 2001). Se trataba en definitiva de diseñar
indicadores de rendimiento que cumplieran con un doble propósito:
obtener resultados válidos en los diagnósticos de las universidades
y sobre esta base propiciar acciones que mejoren la eficiencia
interna al mismo tiempo que los indicadores se constituían en
criterios objetivos para evaluar la mejora en los resultados
Específicamente el problema de acceso a la universidad se
construyó en la agenda de los noventa en función a un conjunto de
indicadores de rendimiento. Las bajas tasas de graduación (3), la
extensión en el tiempo que necesitan los alumnos para graduarse
en relación a la duración teórica de la carrera (4) y los altos índices
de abandono de los estudios en el primer año de las carreras (5)
registrados en las universidades aparecían, desde esta perspectiva,
como claras evidencias sobre el modo en que las universidades
gestionaban sus recursos en vistas a producir los resultados que de
ella se esperan, principalmente en su función de formación de
nuevos recursos académicos y profesionales.
Así, y a la luz de estos resultados, en el período comprendido entre
1995 y 1998, la Secretaría de Políticas Universitarias recomienda a
las universidades adoptar un conjunto de innovaciones en las
formas de “gestión de la producción” (Garcia de Fanelli, 2004):
insumos, procesos, productos. Principalmente se recomendó,
adoptar el modelo de las técnicas desarrolladas en el campo de la
administración denominadas “nuevo gerencialismo” para la gestión
de las universidades (García de fanelli, 1998), modificar los
sistemas de admisión a la universidad eliminando el ingreso directo
(SPU 1992), desarrollar un régimen salarial propio que premie la
productividad docente y adoptar estrategias de diversificación
institucional para mejorar su competitividad (García de Fanelli, A;
Trombetta, A; 1996). Las innovaciones gerenciales mejorarían los
procesos internos, en tanto que las políticas de admisión selectivas
de estudiantes y de salario diferenciado operan a nivel de mejorar
la calidad de los “insumos”. Por último la diversificación institucional
permitiría a las universidades colocarse en mejores condiciones de
captar recursos competitivos provistos por el estado o en
disposición del mercado.
Se consideraba que la mejora en la calidad de los principales
insumos, estudiantes y docentes, el incremento en los recursos
financieros procurados por las propias universidades y la eficiente
gestión de los procesos bajo una lógica de costo beneficio, arrojaría
una sustantiva mejora en los resultados. Por este motivo resultaba
justificada la necesidad de una indagación sobre el rendimiento de
los alumnos que considerase múltiples factores y que al mismo
tiempo, busque identificar y abstraer rasgos comunes y
explicaciones más generales.
La política de acceso a la educación superior se encuentra
justificada en este período por el discurso de la transformación del
sistema de educación superior (Ferre, 2007: 10). Dicha
transformación resultaría necesaria para mejorar la competitividad
de la economía nacional como condición necesaria para una exitosa
inserción en un mundo globalizado.
Esta perspectiva de abordaje de la política de acceso a la
universidad por parte del Ministerio de Educación cambiará a partir
de 1998 (Araujo, 2005). En el número 17 del año 1999 de la revista
“La Universidad” el Secretario de Políticas Universitarias Aníbal
Jozami sostenía que”...la nueva reforma universitaria debe resolver
la tensión entre masividad y calidad. El desafío es una verdadera
democratización. El desafío de la defensa de la educación pública
es educar a muchos y educarlos bien”.
En el mismo sentido en el año 2000 la entonces denominada
Secretaría de Educación Superior produce el documento “Hacia un
sistema integrado de educación superior en la Argentina:
democratización con calidad” en el que se define que los propósitos
de la integración incluyen “profundizar la democratización del
sistema de educación superior...en cuanto igualdad de
oportunidades y de posibilidades de acceso, permanencia, egreso y
reingreso en la educación superior” (SES, 2000).
Ferre (obra citada: 12) sostiene que tal política se asocia a un
discurso de una “política de Estado para la integración del sistema”.
La novedad estriba en que se hace alusión por primera vez a que el
debate sobre el acceso a la educación superior contiene más que
los problemas derivados del ingreso a las universidades. Será
objetivo de política promover el acceso a través de las instituciones
de educación superior no universitarias al mismo tiempo que se
promueve la articulación entre las instituciones del nivel superior
para facilitar la transferencia de alumnos entre ambos. De este
modo, con la consolidación de un sistema de educación superior
integrado, se podría avanzar en dos sentidos, reorientar la
matrícula hacia las instituciones de educación superior no
universitarias produciría como impacto reducir el número de
aspirantes a carreras universitarias y segundo promover
alternativas curriculares a la educación universitaria aprovechando
el mayor número de instituciones de educación superior no
universitarias y su distribución geográfica.
En el año 2003 (6), la Secretaría de Políticas Universitarias,
recogiendo un conjunto de recomendaciones propuestas por la
denominada Comisión Nacional para el Mejoramiento de la
Educación Superior (CONEDUS) (7), dará tratamiento al tema del
acceso a la educación superior a través de dos acciones: la
articulación de acciones con las escuelas de nivel secundario con el
propósito de mejorar el desempeño de los alumnos que ingresarían
a las universidades y la articulación entre ambas instituciones del
nivel principalmente con la implementación de Ciclos de Formación
Básica para carreras de un campo disciplinar-profesional afín. La
suerte corrida por ambas iniciativas será radicalmente distinta,
mientras que la primera recibió una buena acogida por parte de los
actores universitarios, la segunda solo recogió dudas y rechazos
(8).
La articulación entre las universidades y las escuelas del nivel
secundario implica que se desarrollen principalmente dos tipos de
propuestas, unas destinadas a los docentes de ambos niveles, a los
alumnos de los últimos años de la enseñanza secundaria y a los
primeros años de la formación universitaria y otras destinadas a
fortalecer o diseñar estrategias pedagógicas e institucionales para
la mejora del desempeño académico de los estudiantes que
ingresan a carreras universitarias.
De hecho se verifica una continuidad de la política asociada a un
discurso de una “política de Estado para la integración del sistema”,
o lo que es lo mismo que el sistema de educación nacional funcione
como tal tanto en relación entre los distintos niveles como entre los
subniveles de la educación superior. El entonces Secretario de
Políticas Universitarias, Juan Carlos Pugliese, definirá la integración
del sistema como uno de los principios rectores que hacen a una
política de Estado (Pugliese, 2003:13).
La gestión de Pugliese tendrá continuidad hasta diciembre del año
2005 y será sucedido por el Licenciado Daniel Malcom. El hecho se
remarca porque en el breve período en el que Malcom se
desempeña como Secretario de Políticas Universitarias se observa
un giro en las perspectivas de políticas que se orientan al acceso a
la educación superior efectivizado en la discontinuidad de los
programas implementados en la anterior gestión. Esta situación,
obviamente solo afectará a los programas iniciados por la SPU, el
Programa “Articulación Universidad Escuela Media” se dará por
culminado, mientras que el “Programa de apoyo al último año del
Polimodal”, conocido por su acrónimo PAUAP, implementado desde
la Secretaría de Educación, continúa vigente hasta hoy.

Articulación internivel y acceso a la educación superior


en el período 2003-2007
Si hasta el año 2001 las políticas de acceso a la educación superior
se pueden reconocer por constituirse sobre la tensión entre
selectividad y acceso directo, con la inclusión de la articulación
entre la universidad y la escuela secundaria como tema de política
por parte de la Secretaría de Políticas Universitarias desde el año
2002, se asume implícitamente que el proceso de selección social
sobre la población en condiciones de ingresar a la educación
superior se produce por las condiciones de desarrollo del nivel
secundario, al cual se lo describirá como deficitario en relación a la
formación para los estudios superiores. Por otro lado también de
forma implícita se asume que las universidades producen en su
interior formas de selectividad social independientemente de los
dispositivos de ingreso. Las políticas de articulación reconocen
problemas “en las dos orillas”, aunque como se verá mas adelante
no siempre esta definición es sostenida por los actores
universitarios que efectivamente desarrollan acciones en el marco
de los programas impulsados por la SPU.
En los hechos la política desarrollada desde el Ministerio de
Educación dará por cerrado el debate sobre las modalidades de
ingreso a las carreras universitarias aceptando que es un tema que
se resuelve en el marco de la autonomía de las universidades como
se enuncia en el artículo 36 de la Ley 24.521 (LES) (9):
“Para ingresar como alumno a las instituciones universitarias, sean
estatales o privadas, deberá reunirse como mínimo la condición
prevista en el artículo 7 y cumplir con los demás requisitos del
sistema de admisión que cada institución establezca” (cursivas
nuestras).
Sin embargo, no se trata de un abandono absoluto del tema. Más
bien la perspectiva de política para el acceso a la universidad se
coloca las acciones necesarias para paliar o suprimir los efectos que
la crisis socioeconómica en general y la del nivel medio en particular
produce sobre la población de jóvenes que se matriculan en
estudios superiores.
El contexto de crisis socioeconómica, producto del estrepitoso
fracaso de las políticas neoliberales implementadas durante los
gobiernos de Carlos Menem y Fernando de la Rua, signará las
definiciones de la política universitaria general y en particular los
problemas relacionados con el acceso a los estudios superiores. Se
podrá cuestionar si las acciones que efectivamente fueron
desarrolladas resultaron congruentes con los lineamientos de las
políticas explicitadas, pero lo cierto es que durante el período 2003-
2005 el diagnóstico sobre la situación de la educación superior
reflejará la situación de crisis del país. Esta situación es novedosa
en comparación con los documentos que sobre política universitaria
se habían elaborado en la década anterior en el que las menciones
a la situación nacional se realizan en relación con un supuesto
desanclaje con las condiciones necesarias para la modernización
que requiere la situación global, falencias estructurales de la que
participarían también los restantes países del subcontinente (10).
En este marco los Rectores de las Universidades Públicas nucleados
en el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) elaboran la llamada
Declaración de Horco Molle en la que asumen el compromiso de
afianzar “una universidad inclusiva que asuma un rol protagónico
en la construcción de una sociedad en la que la educación, el
conocimiento y los demás bienes culturales se distribuyan
democráticamente” (11) . En el documento las menciones a los
efectos de la crisis socioeconómica son explícitas:
“Los altos niveles de pobreza y de población socialmente excluida
en la Argentina, así como la imperiosa necesidad de reconstruir la
economía y los lazos sociales, constituyen una dimensión
fundamental que debe incidir con particular énfasis en la definición
de políticas educativas, científicas y tecnológicas para los próximos
años. Al respecto, la universidad debe incrementar su contribución
al cambio socioeconómico con justicia social e igualdad de
oportunidades y promover un proyecto de desarrollo sustentable”.
En el mismo documento, los rectores señalan un conjunto de
objetivos de política, y proponen para su logro entre otras acciones,
“mejorar las condiciones y estrategias institucionales para facilitar
el tránsito del nivel medio a la universidad, los procesos de
aprendizaje, la calidad de la formación, el progreso en los estudios
y la graduación”.
Se pretende, finalmente redefinir la misión social de las
universidades colocando el énfasis en los aportes que el sistema
en su conjunto realizan al proyecto iniciado con la Presidencia del
Néstor Kirchner.

Los programas de articulación


En abril de 2003 la SPU asume el diseño de un programa de apoyo
a la articulación entre las universidades y las escuelas medias cuyo
objetivo principal consiste en “el fomento de acciones desde las
universidades nacionales tendientes a elevar las expectativas de los
estudiantes de las escuelas medias y asegurar su preparación para
su inserción en el nivel superior, facilitando el acceso y permanencia
de los estudiantes en los primeros años de la universidad,
cualquiera sea el mecanismo de ingreso llevado a cabo por las
universidades” (Marquina, 2003: 141).
Asimismo declara que la prioridad estará colocada en el trabajo
sobre los estudiantes provenientes de sectores en desventaja
comparativa, social, cultural y económica. El programa repetirá la
convocatoria en el año 2004 y se discontinuará a partir del cambio
de gestión en la SPU producido a fines de 2005.
En las dos convocatorias realizadas, la acogida del programa por
parte de las universidades resultó satisfactoria tanto en relación con
el número de proyectos presentados, de las universidades
participantes, las escuelas secundarias involucradas y los
resultados obtenidos.
Según datos relevados en el informe que los responsables del
programa realizaron para conocimiento del Ministro de Educación
Ciencia y Tecnología, a la primer convocatoria se presentaron 30
proyectos de los cuales se aprobaron 18, estuvieron comprometidas
600 escuelas de nivel medio en 11 provincias.
Desde una perspectiva cualitativa de análisis de los informes finales
presentados por los coordinadores de los proyectos de las
universidades participantes, el principal impacto que han tenido las
convocatorias del Programa distingue tres ejes de mayor interés:

1. En relación a la participación de la SPU.


2. En relación a los actores que deberían involucrarse en el
Programa.
3. En relación a las condiciones internas.

1.- Las relaciones con la SPU se visualizan en tres dimensiones:


impulsora de políticas; proveedora de asistencia técnica y
proveedora de financiamiento. Una preocupación general en torno
a la función de la SPU se manifiesta en la necesidad de las
universidades de contar con certezas acerca de la continuidad de
las actividades emprendidas. Para las universidades instalar una
política que implique planificación requiere de un esfuerzo político
sostenido en el tiempo. Desde esta inquietud, se manifiesta la
necesidad de contar con el apoyo técnico de la SPU y alguna certeza
respecto del financiamiento.
En relación al rol de la SPU como proveedora de asistencia técnica
se ponía de manifiesto la ausencia de equipos técnicos para asumir
“la nueva tarea”.
El financiamiento es percibido como estímulo de la participación,
como “recompensa al esfuerzo” y como herramienta de la gestión
para producir un escenario sostenible.
Por último, el rol de la SPU como impulsora de políticas, se reconoce
que puede propiciar como un elemento para dinamizar reformas y
fortalecer el lugar de los grupos más innovadores para instalar una
política institucional de mediano o largo plazo en la universidad.
2.- Se observan acuerdos en que si no se comprometen las
autoridades el programa fracasaría. La voluntad política de realizar
innovaciones en relación con el compromiso de las autoridades,
fueron argumentos muy utilizados.
Una tensión interesante se observa en derredor de los conceptos
de participación y consenso, ambos considerados necesarios para
lograr consolidar el programa. En relación al primero, todos se
muestran de acuerdo en que la participación debe ser un valor
insoslayable y una preocupación central para fortalecer y dotar de
legitimidad al programa.
Sin embargo, se impone una visión más “realista” cuando se relatan
las experiencias. Se sostiene que la participación depende y mucho
del “tamaño de la institución”, de los tiempos previstos en el
programa y de la relevancia política que los participantes poseen en
la vida de la Universidad.
Evidentemente para facilitar la participación se requiere de una
buena estrategia comunicacional (temas, métodos de trabajo,
tiempos) que promueva un horizonte de inteligibilidad, instalar el
tema desde las experiencias realizadas como modo de objetivar y
limitar el campo de debate y de la voluntad y capacidad de las
autoridades para liderar el proceso y crear los espacios adecuados.
Se dice sobre la necesidad de contar con equipos técnicos que
coordinen las tareas y que se les invista de un carácter
“permanente” de modo de garantizar coherencia y racionalidad
operativa y constituir referentes internos y con las escuelas medias
de la región.
3.- Hay acuerdo entre los participantes del programa en que las
condiciones internas para el desarrollo del mismo “deben
propiciarse”. Es bien interesante esta posición porque dota al
programa de una perspectiva política y no como mero desarrollo
técnico. Las principales condiciones mencionadas: participación,
compromiso, voluntad política, espacios de trabajo común.
Lamentablemente los “peores” temores no resultaron infundados,
el programa se discontinuó.

Consideraciones finales: notas para un esquema


conceptual que oriente la formulación de la articulación
internivel como política pública
La conformación de una política de articulación internivel conlleva
la compleja relación entre la función social de las universidades
públicas y los sistemas de acceso. Complejidad que se manifiesta
en la tensión entre las políticas públicas que desde las instancias
gubernamentales promueven orientaciones a las funciones
sustantivas de las universidades y la autonomía de las
universidades.
En este caso, la tensión se verifica cuando se conceptualiza “función
social”, ya que se entiende que las razones de la propia existencia
de las universidades se enmarcan en condiciones concretas en el
desarrollo de las sociedades. Así, mientras que desde los gobiernos
se solicita mayor presencia de las universidades en el análisis y
resolución de los problemas de agenda pública, desde las
universidades las respuestas a tal requerimiento tienden a
preservar sus propias definiciones respecto de su intervención en
tanto instituciones autónomas. Por tanto la autonomía resulta, al
interior de las universidades, un valor que orienta las prácticas de
los universitarios por ejemplo cuando a través de sus órganos de
gobierno deciden, o no, atender los requerimientos de actores
externos o bien de establecer prioridades y estipular su propia
agenda.
Particularmente se observa que en las políticas de acceso a los
estudios universitarios esta tensión posee rasgos singulares. En los
últimos seis años se verifica por parte de los distintos gobiernos
una preocupación por el desempeño académico de los estudiantes
que ingresan a las universidades manifiesta en un conjunto de
programas y proyectos orientados a dar respuesta principalmente
a las altas tasas de abandono de los estudios universitarios en el
primer año de las carreras independientemente de los campos
disciplinares.
Si bien tales intervenciones han tenido en general una buena
recepción por parte de las universidades, es observable que no se
ha podido implementar una política de alcance nacional, así como
tampoco objetivos más modestos como la explicitación, por parte
de las universidades, de los saberes que se requerirían para el
acceso a las distintas carreras.
En la actualidad “la articulación” se ha consolidado como un campo
de conocimiento que ha permitido en los últimos años contar con
información cuanti y cualitativa sobre el fenómeno del tránsito de
los jóvenes entre la escuela secundaria y el nivel superior. El
conocimiento que actualmente poseemos sobre el tema se funda
principalmente en las reflexiones, más o menos sistemáticas, sobre
las distintas experiencias que las universidades han desarrollado,
por sí o como producto de adhesión a convocatorias realizadas por
el Ministerio de Educación, principalmente con el objetivo de
aportar soluciones a los problemas de abandono o ralentización de
los estudios superiores.
Estos proyectos han estado orientados a dar cuenta de los
problemas en distintos niveles que podríamos caracterizar
como “internos” y “externos” con relación a las propias
instituciones. Pero aún así parece resultar insuficiente, la
articulación internivel necesita de otro tipo de intervención política
que aborde de forma integral las distintas dimensiones que
componen el proceso de articulación, dando cuenta de las
especificidades de cada nivel y de las que operan como
consecuencia de las distinciones en los modelos institucionales de
las universidades y de los institutos de formación superior.
La articulación internivel se ha tematizado precisamente sobre el
diagnóstico de ruptura, discontinuidad. Las políticas de articulación
operan sobre la ilusión de que a cada nivel le corresponde una tarea
específica que solo tiene sentido en sí, con arreglo a las funciones
que para cada uno de ellos se representan sus actores
responsables. Tal como entendemos, la articulación es un elemento
de la política educativa que encuentra su especificidad en la
responsabilidad compartida de actores de dos niveles educativos y
aunque suene paradójico en la imprecisión respecto de sus bordes.
El trabajo conjunto entre las autoridades y expertos de ambos
niveles restituye el concepto de sistema educativo al mismo tiempo
que define a los actores responsables de su tramitación y el campo
de actuación de los mismos.
Si bien el Ministerio de Educación se encuentra en pleno proceso de
discusión para “poner en valor el sentido y la función de la escuela
secundaria” (12) entendemos que la tarea que requiere la
articulación internivel no se agota en la transformaciones que
propendan a la mejora de la calidad del servicio educativo en la
enseñanza secundaria ya que, por definición de su misión, no
necesariamente desaparecerán las distancias que definen al
fenómeno que denominamos articulación. En otras palabras, la
escuela secundaria tiene como misión la formación para la inserción
en el mundo de la cultura, del trabajo y la ciudadanía además de
constituirse como nivel que forma para continuar estudios en la
educación superior.
Por otro lado, y también definido por la misión de la universidad y
por su estatuto autonómico, es de esperar que las instituciones
universitarias desarrollen una dinámica en su funcionamiento y
redefinición de sus “maneras de ser” que no permitirían definir de
una vez y para siempre los alcances de una articulación entre los
niveles. Así, la articulación internivel se constituye como un espacio
sui generis que requeriría de políticas educativas específicas
definidas por los actores de ambos niveles con la participación del
Estado Nacional y los Estados Provinciales. En esta perspectiva las
acciones de articulación internivel destinadas a la mejora en las
condiciones de acceso y permanencia de los estudiantes en las
universidades deberían acordarse de forma institucional en el
marco de los ámbitos del Consejo Interuniversitario Nacional y el
Consejo Federal de Cultura y Educación.

Bibliografía
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culturas disciplinares y la organización académica. Un estudio en la
Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional del
Centro” en Biber Graciela (compiladora) “Preocupaciones y desafíos
frente al ingreso a la universidad pública”, Universidad Nacional de
Córdoba.
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Krotsch, Pedro (2001) Educación Superior y Reformas Comparadas,
Universidad nacional de Quilmes, Bernal.
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la universidad argentina”; Pugliese, J.C., compilador, MECyT-SPU,
Buenos Aires.
MECyE-SPU (1999). Sistemas de admisión a la universidad, Buenos
Aires.
MECYT-SPU, (2006). Anuario de Estadísticas Universitarias, Buenos
Aires.
MECYT-SPU, (2007). Anuario de Estadísticas Universitarias, Buenos
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comparativos sobre la universidad contemporánea, Gedisa,
Barcelona.
Pugliese, J.C., compilador (2003) Políticas de Estado para la
universidad argentina; MECyT-SPU, Buenos Aires.

Documentos

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Molle”, Consejo Interuniversitario Nacional.
 “Hacia un sistema integrado de educación superior
en la Argentina: democratización con calidad”. ME-
SES (2000). Disponible en
www.unne.edu.ar/articulación/documentos.
Consultado por última vez en septiembre 1 de 2009.
 Informe final de la Comisión Nacional para el
mejoramiento de la Educación Superior en
Argentina (CONEDUS).
 Informes finales de las universidades participantes
del Programa “Apoyo a la articulación universidad-
escuela media”.
 Bases de Convocatoria del Programa “Apoyo a la
articulación universidad-escuela media”.
 Informe presentado por los responsables del
Programa “Apoyo a la articulación universidad-
escuela media” elevado al Ministro de Educación
Ciencia y Tecnología.

Notas
1 Datos propios sobre la base de información extraída de Anuarios de
Estadísticas Universitarias. MECYT-PMSIU
2 Datos propios sobre la base de información extraída de Anuarios de
Estadísticas Universitarias. MECYT-PMSIU .
3 Eficiencia de egreso: número de egresados sobre el total de alumnos de
nuevo ingreso de una cohorte.
4 Relación entre duración media real de una carrera con su duración
prevista en el plan de estudios.
5 Estudiantes que ingresan a una carrera en el año i y no registran
rematriculación en el año i+1.
6 El salto en el análisis de los contextos de las políticas entre el año 2001 y
el 2003 obedece a la situación de anormalidad gubernamental producto
de la crisis de gobernabilidad en el bienio.
7 La Comisión Nacional para el Mejoramiento de la Educación Superior
(CONEDUS), que tomará informalmente el nombre de quien fuera
designado su Presidente, Hugo Juri, fue creada por Resolución Ministerial
169 en el año 2001 y continuó sus tareas luego del recambio del
gobierno de la Alianza. El informe final se presentó en el año 2002.
8 Conjuntamente con la Convocatoria para diseñar e implementar
proyectos de articulación entre el nivel secundario y el universitario, la
SPU convoca a proyectos de articulación internivel. En las bases de la
primera convocatoria se promueve la asociación de universidades con
institutos. Producto de la experiencia en las posteriores convocatorias
esta línea no se repetirá.
9 Al artículo 36 debe completárselo con el artículo que establece que en las
universidades con más de 50.000 estudiantes el régimen de
admisión será definido a nivel de cada facultad o unidad académica
equivalente.
10 Lo que intenta destacarse es que el diagnóstico realizado en la década
del noventa y que mayormente perduró hasta el 2001, se correspondía
con la visión que sobre los países de América Latina y las causas de su
subdesarrollo, construyeron las tecnocracias de los organismos
multilaterales de financiamiento. En este sentido la declaración de Horco
Molle, compartido o no, marca una novedad.
11 El Consejo Interuniversitario Nacional realiza el 26 y 27 de agosto de
2004 las “Primeras Jornadas de reflexión sobre Educación Superior en la
Argentina”, en Horco Molle, Tucumán. Se debate y se elabora una
propuesta de Lineamientos de política para la educación universitaria que
será denominada “Declaración de Horco Molle”.
12 Ver “Documento Preliminar para la discusión sobre la educación
secundaria en Argentina”. Disponible en
www.me.gov.ar/doc_pdf/cfe_ed_secundaria.pdf

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