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La Revolución de Mayo fue estudiada y aprendida siempre desde una perspectiva

patriarcal. Todos nos sabemos de memoria los nombres de los hombres de la Primera
Junta, los impulsores de la Independencia, los creadores de la Patria. Sin embargo, de
las mujeres que impulsaron la Revolución de Mayo poco sabemos.  Sabemos que
pusieron sus casas, que servían el té y las masitas mientras los varones debatían sobre
política. Sabemos que otras, las afrodescendientes y criollas pobres, vendían pastelitos y
empanadas en la Plaza del Cabildo, otras repartían escarapelas. Todavía estas
representaciones aparecen en los actos escolares del 25 de Mayo.  En algún que otro
libro nos hablaron de que en la casa de Mariquita Sánchez de Thompson se cantó por
primera vez el Himno Nacional Argentino y que Juana Azurduy fue una teniente que
encabezó los combates por la emancipación del Virreinato del Río de la Plata contra la
monarquía española.  Hoy, el revisionismo histórico y la perspectiva feminista nos
permite conocer la historia de otras mujeres que intervinieron, impulsaron y le dieron
fuerza a la creación de la Patria. Mujeres que en la semana del 25 de Mayo llevaron
mensajes, debatieron sobre el destino del país y sentaron las bases de la participación
política femenina. Mujeres con una grandes historias.

María Remedios del Valle, una argentina afrodescendiente que nació en 1766 en la
capital del Virreinato del Río de la Plata. 

Siempre estuvo en los campos de batalla, primero como enfermera en la segunda


invasión inglesa, en 1807. Luego se enlistó en distintas batallas como la de Tucumán,
Salta y Ayohuma junto a su marido e hijos, quienes no sobrevivieron a las guerras.
Lejos de debilitarla, se convirtió en una mujer fuerte, valiente y líder del Ejército. 
Según los relatos de historiadores, Manuel Belgrano deslumbrado por su compromiso,
disciplina y lealtad, la nombró capitana de su Ejército. Los soldados la llamaron “la
madre de la Patria” por ser salvadora de numerosas vidas. Remedios del Valle, una de
las únicas mujeres afrodescendientes que trascendieron en la historia argentina.

Casilda Igarzabal Es considerada una de las Patricias Argentinas. Nació en 1774,


esposa de Nicolás Rodríguez Peña, uno de los principales líderes de la Revolución de
Mayo. En su casa, así como en la de Mariquita Sánchez de Thompson, se gestaron los
primeros encuentros para sentar las bases de la Revolución de Mayo.  Se dice que su rol
fue trascendental en la semana de mayo. Junto a otras mujeres -esposas de políticos-
invitó y presionó a Cornelio Saveedra a ir a su quinta, donde Juan José Castelli, Manuel
Belgrano y otros “rebeldes” estaban conspirando contra el Virreinato. Saavedra aceptó
ir. La estrategia para el Cabildo Abierto del 22 de mayo se planeó allí. A pesar de su
trabajo para convencer a Saavedra, las mujeres no fueron invitadas al Cabildo Abierto,
tampoco formaron parte del primer gobierno patrio y los libros de historia las negaron
durante 200 años. 

CASILDA IGARZÁBAL ES CONSIDERADA UNA DE LAS PATRICIAS


ARGENTINAS 

Mariquita Sánchez de Thompson: Nació el 1 de noviembre de 1786. Recibió una


educación con los mejores maestros de ese tiempo. Como todas las niñas de alta cuna,
aprendió cultura general, artes, música, idiomas y buenos modales, y logró una
formación envidiable. Por eso, realizaba tertulias en su casa, donde recibía a grandes
intelectuales de la época.  Los historiadores la relacionan con la Generación del 37, el
movimiento intelectual que fundó el Salón Literario en Buenos Aires, al que adhirieron
distintas personalidades como Domingo F. Sarmiento, Esteban Echeverría, Bartolomé
Mitre, Vicente F. López, José Mármol y Miguel Cané, entre otros. La Casa de Mariquita
Sánchez fue el espacio en el que se fomentó el espíritu revolucionario de la época. La
casa de Mariquita también fue el escenario de los encuentros para apoyar la causa
revolucionaria. Una revolución que permitió sacar a muchas mujeres del ámbito
doméstico y privado para situarlas en la vida pública, la vida política, establecer lazos
con otras mujeres y apoyar el proceso revolucionario mediante campañas de donación
de joyas y otros bienes materiales para financiar la guerra independentista. 

Ana Riglos Nació en Buenos Aires en 1788. Esposa de Miguel de Irigoyen, fue una de
las damas patricias más comprometidas con la causa revolucionaria de 1810. Es otra de
las que, según investigaciones, tuvo la tarea de presionar a Saavedra para que
encabezara la revolución.  Su casa recibía el nombre de Salón Riglos, porque albergó
decenas de tertulias donde entre empanaditas y minués se alumbraron las ideas de
libertad. También apoyó la expedición emancipadora al Alto Perú donando joyas y
fortuna personal para comprar uniformes, alimentos y armas de los soldados. Después
del 25 de mayo, Ana Riglos tuvo un destacado papel en la formación de la Expedición
Auxiliadora. Una misión que debía sostener y defender la Independencia, llevar
seguridad a las provincias y evitar la formación de grupos contrarios a la revolución.
Del Cabildo Abierto del 22 de mayo, no participaron mujeres, a pesar de que ellas
gestaron parte de los debates revolucionarios.
María Guadalupe Cuenca Nació en 1790. Fue una mujer que discutía estrategias de
liberación patria con su marido, Mariano Moreno. Para financiar la Revolución, juntó
dinero de su herencia y dote, organizaba actividades sociales lucrativas, prestaba sus
casas para reuniones clandestinas, cosía. Su accionar, junto al de las otras mujeres de la
época demuestran que había una impronta de participación activa en la vida política y la
lucha por la independencia.  Su esposo, fue una de las figuras más importantes de la
Revolución de Mayo. Sin embargo, Guadalupe nunca fue informada de la muerte de
Moreno en altamar. Le escribió una serie de cartas que le fueron devueltas sin abrir y
que, luego fueron compiladas. Esas cartas demuestran que las mujeres fueron
protagonistas y conocían bien el trasfondo político de las ideas revolucionarias de la
época. 

María Loreto Sánchez de Peón Frías y Juana Moro, espías de la revolución

María fue jefa de Inteligencia de la Vanguardia del Ejército del Norte y autora del plan
continental de Bomberas, aprobado y autorizado por el Gral. Güemes. Loreto conoce en
su juventud a Pedro José Frías, un revolucionario con el que tuvo dos hijos. Lideró Las
Damas de Salta, un grupo conformado por amigas y conocidas, entre las que se
encontraban Juana Moro de López, Petrona Arias, Juana Torino, Magdalena Güemes,
Martina Silva de Gurruchaga y Andrea Zenarruza, que eran ayudadas por sus hijos y
criadas, y participaban mujeres de todas las clases sociales.

Juana Moro: espiaba montada a caballo los movimientos del enemigo por un territorio
que sólo conocía ella. Llegaron a apresarla y la obligaron a cargar cadenas e incluso fue
detenida y tapiada en su casa, pero sobrevivió al salir unos días más tarde gracias a la
ayuda de unos vecinos.

Se disfrazaban, ocultaban papeles entre sus faldas, montaban a caballo y recorrían largas
distancias para obtener información y transmitirla al ejército patriota. Se organizaban
para anticiparse a los planes del enemigo. Loreto se disfrazaba de viandera, con una
canasta de comida en la cabeza y granos de maíz en los bolsillos a sentarse a la plaza
donde estos acampaban. Cuando aparecía el oficial que cantaba uno por uno los
nombres, ella pasaba un grano de maíz de un bolsillo a otro por cada presente y luego
enviaba esa información a través de un buzón encubierto en la corteza de un árbol.
Todos los días, las criadas lavaban allí la ropa, transportando mensajes, que luego un
soldado retiraba al anochecer dejando nuevas instrucciones y pedidos de información. 

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