Está en la página 1de 7

U4. Halperín Donghi Cap.

5: “Madurez del orden neocolonial” Hacia 1880 se da la sustitución


del pacto colonial por uno nuevo. El crecimiento será más rápido, pero estará acompañado de
crisis de intensidad creciente. Este orden nace con los signos ya visibles de un agotamiento. El
nuevo pacto comienza a modificarse en favor de las metrópolis. Habrá, en este periodo, una
distribución de tareas: actividades primarias (como la minería), con grandes aportes de capital,
bajo el dominio de las economías metropolitanas; y por otro lado actividades vinculadas al
transporte y comercialización (ferrocarriles, frigoríficos, cereales, azúcar), también pasando a
ser enclaves de la economía metropolitana. La alianza entre intereses metropolitanos y clases
altas locales ha sido reemplazada por una hegemonía no compartida de los primeros. Las
clases terratenientes así se verán debilitadas frente a éstos. Al lado de las clases altas surgirán
clases medias, y en algunas zonas, sectores de trabajadores incorporados a formas de actividad
económica modernizadas. También se dará un comienzo de democratización, en México
revolucionariamente, en Argentina, Uruguay y Chile mediante el acceso al poder de nuevos
sectores a través del sufragio universal. América Latina pasa cada vez más de ser zona
reservada a la influencia británica, a constituirse en teatro de la lucha entre influencias viejas y
nuevas, generando una dependencia financiera. EEUU comenzará a ejercer poder en el Caribe.
El transito del intervencionismo europeo a la tutela norteamericana se consuma en el conflicto
venezolano. Venezuela, deudora de poderosos acreedores ingleses y alemanas, es bloqueada
en 1902. EEUU veía con preocupación la reaparición de las potencias europeas en un área que
se había acostumbrado a considerar suya. Apelando a la Doctrina Monroe, asumía el papel de
gendarme al servicio de las relaciones financieras de la etapa de madurez del neocolonialismo.
Estas intervenciones solían ser recibidas con una mezcla de indignación e incredulidad en
Latinoamérica. La dependencia latinoamericana se vincula con transformaciones muy precisas
de la estructura económico-financiera mundial. Este interés explica la tenacidad con que EEUU
retoma la institucionalización de sus relaciones con Latinoamérica, que culminaría en la
segunda postguerra en la formación de la OEA. El establecimiento de un más estricto orden
internacional americano parecía incompatible. El movimiento panamericano en sus primeras
etapas ocupa un lugar muy marginal en la efectiva política latinoamericana de EEUU. Esta se
desarrolla bajo la doble inspiración de las necesidades estratégicas y del acrecido potencial
económico estadounidense. El proyecto panamericano iba a encontrar una resistencia abierta y
eficaz capitaneada por Argentina, cuya expansión se acompañaba de un estrechamiento de la
dependencia comercial y financiera de Gran Bretaña. En la Conferencia panamericana de
Washington en 1889-90, Roque Sáenz Peña opuso a la formula estadounidense de “América
para los americanos”, la de América para la humanidad. Las tendencias a crear un
ordenamiento regional se debilitaron progresivamente en América Latina, y la disgregación del
concierto europeo tendió a debilitar esta orientación. Redescubrían ahora la importancia de
tender una barrera entre Latinoamérica y los conflictos europeos, y no parecía imposible
reemplazar al poder naval británico con una organización regional interamericana apoyada en
el poderío de EEUU. Pero estos, vueltos al aislacionismo, se rehusaron. EEUU impulsaba una
estrategia de expansión en el área del Caribe y América Central, atravesada por una de las
líneas más importantes de comunicación interna de esta potencia. El Tratado de París lo dejó
dueño de Puerto Rico y dominante en la nueva Cuba independiente, lo que fue recibido con
sentimientos mezclados por la opinión hispanoamericana. A esto se sumaba la concesión
perpetua del Canal de Panamá, a cambio de lo cual EEUU le otorgaría a este país un subsidio
anual y garantizaba su independencia. Los grandes países del sur, Argentina, Brasil y Chile (ABC)
nada tenían que temer de los avances norteamericanos, y formaron una suerte de alianza
informal. EEUU no recibió con hostilidad la iniciativa, sin embargo, con la Primera Guerra
Mundial pondrían fin a la tentativa debido a conflictos sociopolíticos dentro de cada nación
latinoamericana. EEUU se beneficiaba con los triunfos del transporte, que le aseguraban
nuevos mercados. Esos nuevos avances no se apoyaban en la intervención político-militar, que
siguió limitada. Frente a EEUU las viejas naciones hegemónicas emprenden cautelosa retirada,
como GB, Alemania y en un segundo plano Francia. Otras son las influencias externas evocadas
contra el avance norteamericano, como la conciencia de la originalidad hispánica y católica que
se hace más viva. El prestigio creciente de las tradiciones prerrevolucionarias despoja a la
nueva potencia dominante de la posibilidad de ganar sobre la vida y la cultura latinoamericana.
Frente al avance cultural norteamericano se opondrá no sólo una resistencia revolucionaria,
sino también una conservadora, defensora de los lazos establecidos con otras potencias
hegemónicas. Además, cambios internos comienzan a juzgarse inquietantes. En la última
década del siglo XIX aparecen movimientos obreros urbanos en México, Buenos Aires, Santiago
de Chile, se formarán los primeros movimientos políticos, como el radicalismo argentino y el
partido demócrata peruano o los colorados de Uruguay. Su presencia es una amenaza para los
grupos cuyo predominio combaten. Uno de los movimientos más característico de la corriente
anti oligárquica es el de la reforma universitaria, que en la primera posguerra se difunde por
Latinoamérica a partir de Argentina, con una doble inspiración de la revolución rusa y la
mexicana. Se modificaron los estatutos universitarios para eliminar el todo poder de los
profesores, obligándolos a compartir el gobierno con los estudiantes. El movimiento estudiantil
es una escuela política en la que se han formado muchos futuros líderes revolucionarios o
reformistas. El clima del fin de la primera guerra responde a cambios en el orden mundial: crisis
de Europa como centro de poder, afirmación de la hegemonía de EEUU, surgen el comunismo y
luego el fascismo como alternativas para esa solución liberal-constitucional que comienza a
perder legitimidad. En América Latina, los éxitos y fracasos de la economía exportadora se
suman para plasmar realidades sociales muy complejas. La crisis de 1930 impondrá un brusco
anticlímax. Con el avance de la división intercontinental del trabajo en cuanto a producción de
alimentos se da la expansión de la ganadería y agricultura y de cultivos tropicales. A esto se
suman avances industriales y técnicos, con la difusión del motor a explosión y el transporte
automotor, la creciente explotación petrolera. En Brasil, el café avanza constantemente sobre
tierras nuevas, cuya fertilidad agota. Los terratenientes brasileños deben recurrir al trabajo
semiasalariado de inmigrantes, en su mayoría italianos. Los comercializadores realizan avances
decisivos durante las crisis de superproducción. En las tierras templadas del Sur las
explotaciones primarias para alimentos tienen un desarrollo menos agitado: la expansión
argentina y la uruguaya, apoyadas en la lana, carne y cereal, son tan rápidas como la del Brasil
cafetero. Su crecimiento es consecuencia de la expansión del cereal. Argentina rehace su
economía ampliando sus tierras de trigo y maíz, gracias al flujo inmigratorio. La hegemonía de
los comercializadores vinculados a las finanzas metropolitanas se consolida a lo largo de la
expansión cerealera. La mestización sistemática del vacuno para crear animales cuya carne
satisfaga las exigencias del mercado europeo del producto congelado, llenan la historia de la
ganadería argentina hasta la primera guerra. Estos cambios sólo son posibles gracias a
inversiones ahora más considerables de los terratenientes. La red de ferrocarriles se hace más
densa, y los frigoríficos son propiedad de empresas extranjeras, sobre todo inglesas y
norteamericanas. Uruguay vive a escala reducida las experiencias argentinas, la expansión del
cereal es menos significativa y el retorno al vacuno igualmente menos marcado. Estos 3 países
cuentan entre los relativos éxitos la tentativa de modernización emprendida por toda
Latinoamérica. La inmigración italiana cultiva tanto al café como al trigo. En cuanto a la
agricultura tropical, las tierras del azúcar en Puerto Rico, Cuba y Perú dan lugar a una
concentración de propiedad en manos de las empresas industrializadoras. Los ferrocarriles
privados de las grandes centrales azucareras les aseguran el monopolio de compra en áreas
productivas, y el cultivador ha perdido toda autonomía. Las crisis de demanda están
constantemente presentes en la historia del azúcar latinoamericano, que tenía su desemboque
principal en EEUU, pero se verá en desventaja en el mercado continental europeo frente al
azúcar de remolacha. En Costa Rica y Ecuador el cultivo del banano es ampliado por un
conjunto de empresas estadounidenses. La banana se transforma en exportación dominante
de varios países centroamericanos, cuyo mercado consumidor se encuentra en EEUU. La
fragilidad del episodio cauchero introduce una tormentosa prosperidad en la cuenca
amazónica brasileña. La riqueza cauchera no podría ser absorbida por ningún terrateniente
puesto que surge de tierras sin dueño, por lo que los únicos beneficiarios son los comerciantes,
cuyos lucros se orientan sobre todo a la metrópoli. En la Amazonia colombiana, ecuatoriana,
peruana y venezolana, la explotación es aún más primitiva y destructiva. La última etapa del
siglo XIX es de recuperación de la explotación de metales preciosos, desde Bolivia a México.
Esto es posible gracias al progreso de las técnicas extractivas y al de las comunicaciones, que
reduce los costos de transporte hasta puertos y mercados. Se dará el renacimiento de la plata.
En 1920 triunfan, gracias a la demanda creciente de la industria, el cobre y estaño. La
expansión del cobre se dará en Chile y progresivamente será dominada por capitales
norteamericanos. No logra desplazar el salitre, que sigue dominando las exportaciones. Más
tardía es la expansión petrolera que se localiza en grandes centros productores. Hasta el 20 va
a la cabeza México, seguido de lejos por Venezuela, Colombia y Perú, con gran presencia de
compañías extranjeras. La tendencia al monopolio o al oligopolio crea empresas insólitamente
poderosas. También se dará un crecimiento continuado de la población urbana, cuya expansión
implica una ampliación de esos consumos, que es preciso pagar con exportaciones. Salvo en
México, las tensiones sociales que alcanzan intensidad bastante para afectar el conflicto
político son sobre todo las de las ciudades de expansión, y algunas zonas particularmente
afectadas por el cambio económico. La evolución política se presenta en 3 aspectos distintos:
revolucionaria en México y marcada en los países australes (Chile, Argentina y Uruguay) por la
democratización pacífica y triunfo de partidos populares, mientras que en el resto de
Latinoamérica se dan alternativas oligárquicas y autoritarismo militar. México es el ejemplo
más maduro de dictadura progresista, con Porfirio Díaz. Se tiende la red ferroviaria mexicana,
se restaura la minería de la plata, es un México cada vez más europeo. Díaz con su
conservadurismo hace en Europa y EEUU figura de un gobernante ejemplar. Madero, con el
plan de San Luis Potosí, lanza la revolución maderista, reclamando el retorno de las tierras de
las que los campesinos han sido ilegalmente despojados. La ofensiva de los hacendados contra
las tierras comunitarias ha sido llevada muy adelante. La base principal de la revolución se
encuentra en el Norte, donde grupos sociales muy variados sufren las consecuencias del lazo
estrecho con la economía de EEUU. Con la presidencia de Madero se desencadenaron choques
entre los distintos sectores revolucionarios. Para vencer la insurgencia de Zapata en Morelos,
Madero usó a un general del viejo ejército, Huerta. En el Norte, Pancho Villa se perfilaba como
el más temible adversario. En ese conflicto un nuevo elemento fue introducido por el
presidente Wilson, quien se negó luego a reconocer el gobierno de Huerta. Wilson buscó sin
éxito apoyo a sus planes en la ascendente revolución constitucionalista. Con la mediación de
Argentina, Brasil y Chile, intentó imponer un gobierno provisional a México desde Niagara Falls.
Con Carranza en el poder, se incluyó la reforma agraria y el derecho de huelga y sindicalización
entre los objetivos del constitucionalismo. El problema central así, pasaba a ser la
institucionalización y consolidación del nuevo orden. Con la revolución, México perdió 1 millón
de habitantes y su economía también sufrió. Necesitaba rehacer urgentemente su sector
exportador. Gracias a los esfuerzos de Obregón, logró establecerse relaciones más estrechas
con EEUU. Los enemigos del nuevo orden los tradicionales del liberalismo mexicano. La
democratización de la base política se dio en el extremo austral de Latinoamérica de modo
menos violento. En Uruguay fue el desenlace de una compleja evolución interna del partido
colorado. Este se renovó por obra de Batlle y Ordóñez. Presidente en 1903, libró la batalla
decisiva contra la resistencia blanca. Dio impulso a las obras públicas, intervención estatal en la
economía, construcción de carreteras, con apoyo de EEUU. En los departamentos ganaderos la
política seguía también marcada por la huella de la hegemonía de los señores de la tierra. Sin
embargo, las bases del Uruguay batllista eran frágiles. Pero ofreció el ejemplo más feliz de
democratización política y modernización social. La marcha hacia la democratización fue en
Argentina mucho más rica en incidentes. Hacia 1880 con el general Roca conjugaban los
intereses de las clases terratenientes del litoral y los de los amos extranjeros del comercio y el
transporte. La prosperidad argentina creció rápidamente, gracias a la inmigración e inversión
extranjera, sobre todo británica. El sucesor, Juárez Celman, encaró la laicización de la vida
pública, luego lo sucede Pellegrini, que unía a la confianza de los financistas europeos la de
Roca. Emerge la UCR, proclamando verdad constitucional y electoral. En 1912, el presidente
conservador Sáenz Peña impulsó el sufragio universal, y así el radicalismo se abría al poder. En
1916 llegaba Yrigoyen a la presidencia, apoyado en las clases medias urbanas del litoral y
amplios sectores populares urbanos. Innovó en lo Descargado por económico, en lo social
buscaron superar el enfrentamiento heredado, se dio la reforma universitaria, y combatió lo
que podía significar una amenaza revolucionaria para el orden social, como se vio en 1919 con
la Semana Trágica. Con el sucesor de Yrigoyen, Alvear, con un estilo neoconservador, se separó
el partido entre los antipersonalistas y personalistas. Hacia 1929 la crisis comercial trajo la
indigencia del Estado, y la economía y las se derrumbaban, dando lugar al golpe militar de
septiembre de 1930. En Chile, la Guerra del Pacífico iba a confirmar y acentuar las
transformaciones que habían llevado al triunfo liberal. Con el presidente Santa María se
ampliarían las funciones del Estado y obras públicas, se estableció el Registro Civil, pero su
sucesión fue la quiebra de la unidad liberal. Había una guerra civil, con una mayoría
parlamentaria apoyada por la marina y parte del ejército, que se hizo fuerte en el Norte y pasó
a controlar las exportaciones e invadir Chile central. Mas tarde surgiría el movimiento obrero,
mientras un sector organizaba el Partido Comunista, que encontró la resistencia parlamentaria.
El poder quedó en manos de una Junta militar, que luego lo dejo en manos de Alessandri e
impulsó la reforma constitucional de 1925, que separaba a la Iglesia del Estado, establecía el
régimen presidencialista. El gobierno de Ibáñez se encargó de obras públicas, pero luego se
transformó progresivamente en una dictadura legalizada gracias al apoyo del Parlamento. Sería
más tarde expulsado al destierro, dejando tras de sí un país arruinado. En el resto del
continente, en Perú la herencia de la guerra de 1879-83 fue el resurgimiento del caudillismo
militar, al cual se opuso Piérola. Capitaneó la revolución contra estos y una guerra civil le dio el
poder. Había una acrecida penuria para los sectores populares y se dio una reforma de la
estructura impositiva. Los gobiernos que sucedieron continuaron su orientación. Perú se
orientaba a la dictadura progresista, y culminó con el gobierno de Leguía. Vio sumarse a sus
enemigos de las filas oligárquicas al movimiento estudiantil, con Haya de la Torre como figura.
En Ecuador también hubo una guerra civil, entre el caudillo liberal Alfaro contra la hegemonía
conservadora de las grandes familias terratenientes de Quito. Vencedor en 1895, impulsó
constituciones. El liberalismo se dividió entre el autoritarismo que iba adquiriendo Alfaro y el
tono más circunspecto de los notables del partido. Luego de su muerte el partido se
transformó en expresión de la oligarquía costeña, clase alta vinculada al comercio
internacional. En Costa Rica la continuidad institucional sólo fue quebrada hacia 1950 por una
tentativa dictatorial cuyo desenlace fue la marginación del ejército. Cuba, influenciada por la
tutela de EEUU, avanza hacia el liberalismo moderado con el presidente Estrada Palma, que
luego se inclina hacia el conservadurismo. EEUU interviene administrando el país militarmente.
Más avanzado el siglo, hacia 1928, la dictadura de Machado se hizo más violenta, y contra este
comenzaron a protestar estudiantes universitarios. EEUU expulsaba nuevamente al dictador. En
Puerto Rico las respuestas abarcaron desde el estatismo pasando por el autonomismo hasta el
independentismo. El resto del Caribe y Centroamérica comienzan a vivir más plenamente las
consecuencias políticas de la hegemonía económica y militar norteamericana, como Nicaragua
y Santo Domingo. En otros lugares, esta contribuyó a la estabilidad política, y también
favorecido por el desarrollo de la sociedad y economía centroamericanas, como en Guatemala,
Honduras y El Salvador. En Venezuela el autoritarismo estaba más sólidamente enraizado, con
la dictadura de Gómez, donde avanzó la extracción petrolera. Estas zonas tenían muchas crisis
productivas, y la aparición tardía de rubros de producción que se hacen dominantes. En Brasil
la instauración de la republica había significado un aumento de poder del ejército, protagonista
de la revolución. Este gobernó sucesivamente entre 1891 y 1894. Aun en sus momentos más
exitosos, Brasil no había conocido la relativa solidez de Argentina. Pero las consecuencias
negativas de la dependencia de un rubro de exportación casi único, el café, se hicieron sentir.
En Colombia la república oligárquica conservó toda su pureza y arraigó en esa etapa también
en Bolivia y Paraguay. Los partidos oligárquicos podían movilizar en su sequito masas populares
muy amplias, sin por ello perder su carácter. Contaron con protestas de jóvenes universitarios.
A partir de la 1º postguerra el clima económico y social cambiaba, Colombia se lanza al
mercado financiero de Nueva York. También se apoyaba en el café. En Paraguay, se afirma una
clase terrateniente poderosa que se orienta hacia el mercado exterior y con ella cueros, tabaco
y yerba. Ni el coloradismo ni el liberalismo podrían allí convivir ordenadamente con fuerzas
opositoras. En Bolivia surge tardíamente un sistema de partidos, ya que avanza junto con el
renacimiento minero. Con la decadencia de la plata y el ascenso al estaño se da la victoria
liberal. Su solución política es solo posible gracias a la división radical del país.

También podría gustarte