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1. Introducción
Conducta - Consecuencias
Obviamente, las consecuencias que siguen a la conducta pueden ser diversas y, según
sean, darán lugar a tres modalidades básicas de Condicionamiento Operante:
Esquemáticamente serían:
Analicemos en detalle cada uno de estos elementos, comenzando por la conducta
operante.
Los estímulos observables del ambiente que preceden y sirven de ocasión para la emisión
de una conducta operante (pero no la provocan o elicitan), suelen denominarse: Estímulos
Discriminativos
En síntesis podemos definir los Estímulos Discriminativos como aspectos observables del
ambiente que en un momento o situación concreta invitan al organismo a actuar, pues
suponen un indicio, un aviso de las consecuencias que seguirán a la conducta.
El siguiente párrafo de Pinillos (1975) nos clarifica algo más esta cuestión:
“Los estímulos operables, esto es, aquéllos a que un organismo “puede” responder con un
operante, se llaman discriminativos; tales estímulos se distinguen de los elicitantes en que
éstos preceden regularmente a las respuestas y las suscitan de forma necesaria, mientras
que los discriminativos a lo sumo invitan a la respuesta, pero no la fuerzan; podría decirse
que son ocasión de que un operante opere. Una llamada a la puerta es un estímulo
discriminativo; la respuesta a la llamada, un operante.”
“En principio cualquier conducta espontánea, esto es, no elicitada por un estímulo
localizable en el ambiente, constituye un operante; o mejor dicho, forma parte de un
operante, porque en rigor el operante es un concepto de clase y no un acto singular. La
llamada conducta voluntaria es para Skinner parte de la conducta operante, pero los
movimientos espontáneos de un recién nacido que patalea forman asimismo parte de ella.”
“Las conductas operantes son, por definición, observables y medibles, por lo tanto, de
índole motora o verbal, aunque en los años 60, el llamado neoconductismo habla de
operantes encubiertas, comenzando a tratar como tales, determinadas conductas mentales:
pensamientos concretos e imágenes. Las conductas operantes no tienen por qué ser
simples, es más, lo frecuente es que constituyan cadenas complejas donde se pueden
analizar diversos componentes”.
La ejecución de una conducta operante (sea intencional o no) trae consigo, genera,
produce consecuencias (unos efectos) contingentes. Estas consecuencias pueden ocurrir
espontáneamente en el curso habitual de los acontecimientos o ser programadas con algún
fin educativo, terapéutico, etc.
Como acabamos de ver, aunque los reforzadores (refuerzos) son las consecuencias o
efectos considerados más relevantes dentro del Condicionamiento Operante, es necesario
insistir en que no son el único tipo de consecuencias contingentes a las conductas
operantes. Los estímulos aversivos (en sentido amplio) y la ausencia de estimulación son
otras dos modalidades importantes de consecuencias contingentes a las respuestas
operantes.
Así pues los diversos tipos de consecuencias contingentes a las respuestas operantes dan
lugar a diversos tipos o modalidades de Condicionamiento Operante, o en otras palabras,
a diversas formas en que una operante puede ser condicionada a, depender su ocurrencia
de las consecuencias contingentes y posteriores a su ejecución.
REFORZAMIENTO POSITIVO
REFORZAMIENTO NEGATIVO
CASTIGO POSITIVO
Proceso en virtud del cual una conducta operante puede experimentar una disminución en
su probabilidad de emisión, debido a la ocurrencia espontánea o aplicación de un estímulo
aversivo contingente y que sigue a la ejecución de dicha conducta operante.
CASTIGO NEGATIVO
Proceso en virtud del cual una conducta operante puede experimentar una disminución en
su probabilidad de emisión futura, debido a la retirada de un estímulo reforzador (presente
antes y durante la ejecución), contingente a la ejecución de dicha conducta por el sujeto.
LA EXTINCIÓN OPERANTE
Proceso en virtud del cual una conducta operante experimenta una disminución en su
probabilidad de emisión, o desaparece, debido al cese en la aplicación u ocurrencia de los
estímulos reforzadores que mantenían y mantienen su emisión.
A partir de estos procedimientos básicos se han diseñado múltiples técnicas para facilitar el
proceso de enseñanza/aprendizaje de conductas de diversa naturaleza. Algunas de estas
técnicas se desarrollarán más adelante. Pero ahora creemos necesario profundizar algo más
en la descripción de las modalidades de consecuencias: reforzadores o refuerzos, que
suelen emplearse en el proceso de reforzamiento, así como en los criterios indicativos de o
requisitos básicos para su correcta aplicación.
Por lo general suele realizarse una distinción entre reforzadores positivos: se suman tras la
ejecución de la conducta; y negativos: se eliminan tras la ejecución de la conducta. En
sentido estricto, ninguno de los dos tipos se define por sus propiedades intrínsecas
agradables o desagradables, sino por el efecto que producen en la conducta del sujeto.
No obstante la mayoría de los niños suelen aceptar como reforzadores positivos los que a
continuación se citan:
Con relación a los reforzadores negativos, los siguientes estímulos, situaciones o acciones,
cuyo cese, supresión o evitación es agradable al sujeto, funcionan habitualmente como
tales: - la desaprobación mostrada mediante gestos o verbalmente, - cualquier estímulo
desagradable para el sujeto: reñirle, obligarle físicamente a realizar una acción, castigo
físico, - la amenaza de retirarle un privilegio: no ver la tele, no salir, - la propia ansiedad del
sujeto por no realizar la acción que debe, etc.
Los que acabamos de citar y otros muchos estímulos, situaciones o acciones, pueden
funcionar como reforzadores positivos o negativos y, por tanto, nos serán útiles para
facilitar el aprendizaje de habilidades por parte del niño.
Como complemento a lo expuesto hasta aquí conviene recordar algunas de las condiciones
básicas para una apropiada aplicación de los reforzadores:
Muchas de las conductas que aprendemos están compuestas por una secuencia de
conductas concretas. Dicha secuencia de conductas se llama cadena conductual. Una
cadena conductual tiene tres componentes: (Verdugo y cols., 1995-2005, págs. 1174-6).
El encadenamiento es una técnica para vincular una conducta o respuesta de una “cadena
conductual” a otra (la siguiente o a la anterior), o sea consiste en aprender una cadena de
conductas, más que las conductas que componen la secuencia, las cuales están en el
repertorio del aprendiz previamente; esta es una diferencia importante con el
moldeamiento, pues las conductas que se aprenden en este último son nuevas, reforzando
todas aquéllas que se aproximan a una meta final. Son ejemplos de este tipo de
aprendizajes el aprender a conducir, el ritual para comenzar, realizar y finalizar una sesión de
estudio; los pasos para un baile concreto, etc. (Si alguna de las conductas que componen la
cadena no estuviese en el repertorio del sujeto, podría aprenderla por moldeamiento).
Se puede entrenar o bien componente a componente, añadiendo uno o varios cada sesión;
o bien, entrenando todos los componentes al mismo tiempo, ofreciendo ayuda cuando el
sujeto no emite secuencia de respuestas correctamente. Cada conducta ejecutada recibe
refuerzo de tal modo que se afianza la cadena de conductas que una vez instaurada será
reforzada por su ejecución completa.
Los pasos para su ejecución, señala Verdugo que conllevan un “Análisis de Tareas” previo y
podrían ser, en el caso del encadenamiento hacia adelante:
Una conducta de alta probabilidad es aquella que suele resultar interesante o que el
individuo disfruta al hacerla. Podrían ser ejemplos de estas conductas en niños: ir a jugar,
tomar golosinas, navegar por Internet, hacer un dibujo, ir de compras, ir de excursión, etc.
Por el contrario, una conducta con baja probabilidad de ocurrencia es aquella que
despierta menos interés, que exige esfuerzo o gran dedicación, o que no es muy placentera
o agradable. Podrían ser ejemplos: hacer los deberes en casa, hacer tareas difíciles en
clase, ordenar la habitación, hacer un trabajo físico que exige esfuerzo, etc.
Teniendo en cuenta lo anterior, los pasos para la aplicación del Principio de Premack serían
los siguientes:
De este modo, si sabemos cuales son las actividades que más le gustan al niño, podemos
utilizar éstas para reforzar la presencia de otras que le son menos agradables. Veamos un
primer ejemplo: si la conducta de alta probabilidad para un individuo es jugar fútbol, y la
de baja probabilidad es estudiar, entonces según el Principio de Premack debe crearse la
contingencia diciéndole al sujeto: no vas a ir a jugar fútbol hasta que estudies.
Finalmente recordar que hay que valorar cómo debemos aplicar la técnica dentro del aula,
pues en ese caso estamos proporcionando un premio a un niño en concreto para que
intensifique ciertas conductas positivas.
La duda puede plantearse con relación a qué hacemos con el resto del grupo que ya está
funcionando bien. Una solución es extender los premios a todo el grupo, otra, que el sujeto
sobre el que se aplica la técnica efectúe la actividad reforzadora en momentos concretos
fuera del grupo. Finalmente, otra opción puede ser hacer partícipe a todo el grupo de la
necesidad de ayudar a su compañero o compañera con esa actuación excepcional. Todo
esto debe ser planificado y valorado según las circunstancias.
La extinción operante consiste en el proceso por el que una conducta deja de ir seguida de
consecuencias reforzantes y, como consecuencia, disminuye su frecuencia de aparición
hasta desaparecer (por un tiempo o definitivamente).
Así pues, cuando en el transcurso del aprendizaje de una habilidad el niño presente
conductas perturbadoras o inadecuadas: rabietas, risas, falta de atención, etc., habrá que
discernir qué motivos o factores refuerzan estas conductas y tratar de eliminarlos. El no
atender o no mostrar ninguna reacción aparente ante el niño cuando realiza estas
conductas puede ser una buena estrategia de extinción.
Como señala Marcos (1997): “Se trata, por tanto de detectar el refuerzo que mantiene la
conducta desadaptada y, una vez identificado, se suprime definitivamente. A este respecto,
conviene destacar que un refuerzo muy poderoso, mantenedor de estas conductas, es la
atención. La atención directa dispensada, o incluso los mismos reproches, constituyen en
muchos casos un potentísimo refuerzo, ..., de ahí que, lejos de reducir la conducta
perturbada, la incrementa sobremanera.” (Marcos, 1997, pág. 86).
Por lo general podemos calificar como estímulos consecuentes aversivos, cualquier acción
o fuente de dolor físico, así como situaciones afectiva o socialmente desagradables:
insultos, desaprobaciones, reprimendas, llamadas de atención, desvalorizaciones,
negativas, aislamiento, etc. También calificaremos como consecuencias aversivas la retirada
de privilegios (objetos, actividades...) o la expulsión de una situación deseada, tras la
ejecución de la conducta objeto de castigo.
Por lo tanto, tal y como mencionamos en apartados previos, podemos distinguir dos tipos o
principios básicos del castigo de los cuales se derivan técnicas de modificación de
conducta específicas:
En el principio o procedimiento del Castigo Positivo se inspiran técnicas como la que lleva
ese mismo nombre o la técnica de la Sobrecorrección.
Por lo general, las consecuencias del castigo positivo son menos predecibles que las del
reforzamiento, pues puede dar lugar a una serie de efectos no deseados como: conductas
agresivas y de rechazo hacia la persona que administra el castigo; sentimientos y
emociones negativas: ansiedad, miedo, rabia, impotencia, etc.; asociar el castigo a otros
elementos presentes en el momento en que se produce: personas, objetos, momento del
día, u otros, que pueden generar conductas de rechazo futuras hacia aquéllos, etc. En
consecuencia convendrá emplearlo sólo si es necesario, y cuando se aplique tener muy en
cuenta, al menos, las siguientes recomendaciones:
● El niño debe conocer desde el principio qué conductas son acreedoras de castigo.
● La conducta acreedora de castigo será castigada siempre que se produzca.
● El castigo se aplicará inmediatamente después de la emisión de la conducta
punible.
● El niño no debe poder evitar la situación de castigo y la conducta castigada no
debe ser reforzada por nada ni nadie.
● La intensidad del castigo debe estar ajustada a la gravedad de la conducta. Lovaas
aconseja lo siguiente: “Se deben registrar los castigos para estar seguro de que
reducen la conducta sobre la que se aplican. Esta es la única justificación de los
estímulos aversivos.” (Lovás, 1990, pág. 42).
Veamos ahora una técnica que tiene un mayor alcance que el castigo positivo pues, a parte
de servir para eliminar conductas inapropiadas, se hace realizar al sujeto una conducta que
contrarreste lo que ha hecho mal, que sirve a modo de estímulo aversivo. Por ejemplo, si
tira una prenda al suelo, debe recogerla; si mancha la mesa al comer, debe limpiarla; si se
hace caca encima, debe limpiarse, etcétera. Esta técnica desarrollada por Foxx y Azrin
(1973) se denomina hipercorrección o sobrecorrección.
Pero además de realizar la conducta correcta incompatible con la conducta inadecuada, se
puede ir aún más lejos haciendo que el niño, no sólo contrarreste el efecto negativo, sino
que también deje el entorno en un estado mejorado: sin tira una prenda, que la recoja y
que recoja todas las prendas que haya en el suelo o en sitios inapropiados; si mancha la
mesa al comer, además de limpiar lo manchado que limpie toda la mesa y pase un paño a
las sillas; si se hace caca, además de limpiarse debe lavar el pantalón y lavar otra ropa suya
(con o sin ayuda). Estos son ejemplos de lo que se denomina restitución, que sería un
componente complementario de la hipercorrección.
Para finalizar, conviene recordar algunas directrices básicas para la aplicación de está
técnica, señaladas por Lovaas (1990):
Así pues, cuando un maestro expulsa del aula a un alumno o lo ubica en un lugar de la
clase separado de sus compañeros está utilizando esta técnica. En los casos de niños con
trastornos más severos en centros de internamiento puede producirse su aislamiento
temporal en habitaciones habilitadas al respecto.
Lo que se intenta con este modo de proceder es retirar al niño a un espacio poco
interesante y alejado de otras actividades. Lo ideal sería que fuera un lugar en el que el
niño no tuviera ningún otro tipo de posibilidad que no fuera aburrirse soberanamente. Se
trata de aislarlo de posibles refuerzos positivos (hablar con sus compañeros, hacer alguna
actividad interesante, etc.).
Hay algunas discrepancias entre diferentes especialistas de la conducta acerca de cuál debe
ser el tiempo máximo del aislamiento del niño. Es evidente que ello dependerá, entre
otros, de la gravedad y tipo de conducta castigada, la edad del niño y posible trastorno
que padezca. No es lo mismo corregir mediante estas técnicas las rabietas de un niño
autista que las de un niño sin trastorno pero desobediente.
En general, para niños del espectro autista o niños pequeños (hasta 5/6 años de edad) los
tiempos de aislamiento son menores y se situarían alrededor de 5 o 6 minutos máximo, y
en los que se fija el criterio de que, al menos, durante los últimos 30-60 segundos deberá
permanecer tranquilo (en caso de que se castigue una rabieta).
En niños de escuela ordinaria, sin trastornos clínicos, el tiempo fuera o expulsión puede
alargarse a criterio del maestro, siempre sin exceder los 15/20 minutos.
1) Especificar y comunicar a los alumnos las conductas que serán objeto de este
castigo. Esto puede evitar las protestas o discusión del alumno con el profesor
cuando se aplica.
2) Elegir y especificar el lugar en que se llevará a cabo el aislamiento (pasillo, rincón de
clase, patio, una estancia del centro), que estará exento de refuerzos, pues de lo
contrario estaríamos reforzando la conducta problema.
3) Aplicar el “tiempo fuera” inmediatamente después de la ejecución de la conducta
no deseada, llevando al alumno/a a un lugar aburrido de forma tranquila y sin gritar.
Es conveniente a veces contar con la colaboración de algún profesor que custodie al
niño.
4) Comprobar que el escolar no recibe ningún tipo de refuerzo mientras está
castigado.
5) Finalizado el tiempo de aislamiento el niño debe ser reincorporado al aula, tratando
de que se comprometa a no volver a realizar la conducta.
Además de lo dicho hemos de tener en cuenta las siguientes recomendaciónes para una
correcta aplicación de la técnica:
➔ 0º- La técnica del time-out suele ser más eficaz que la ignorancia pasiva de la
conducta- problema.
➔ 1º- Hay que asegurarse que el niño no reciba ninguna atención o refuerzo durante
el tiempo fuera (hablar con otros compañeros, observar alguna actividad que
pudiera entretenerle, tener a mano algún objeto de distracción: teléfono móvil,
etc.). Debemos asegurarnos de que el niño “se aburre” durante ese tiempo.
➔ 2º- Para algunos niños, el estar fuera de clase puede ser altamente motivante si con
ello pueden eludir ciertas materias o actividades que no son de su agrado. Si este es
el caso hay que buscar otros recursos.
➔ 3º- Cualquier separación del alumno de la clase y de sus compañeros supone la
pérdida temporal de posibilidades de aprendizaje y, por tanto, debe valorarse la
frecuencia de su uso y el tiempo de aislamiento. Tiempos excesivamente largos
suelen ser contraproducentes. Por lo general, no se recomienda más de 15/20
minutos para niños en escuela ordinaria.
➔ 4º- El tiempo-fuera debe complementarse con otras técnicas de refuerzo para
aumentar las conductas contrarias a las que se pretende eliminar.
5º- Si la conducta-problema aumenta al indicarle al alumno que debe permanecer
cinco minutos fuera de clase, debe aplicarse un castigo moderado de uno o dos
minutos en función de la persistencia del problema. Por ejemplo: si al darle
instrucciones al alumno de que se retire porque está dando gritos que perturban el
orden de la clase continúa en sus gritos, deberá decírsele que se aumentan en unos
minutos más su tiempo de aislamiento por el hecho de persistir en su conducta
perturbadora.
➔ 6º- Esta técnica ofrece mayores ventajas que el castigo puesto que no se le ofrece al
alumno un modelo negativo de agresión para que pueda constituir una fuente de
imitación tal y como suele ocurrir en la aplicación del castigo.
➔ 7º- Si se pone en práctica la técnica del tiempo-fuera o aislamiento para la
modificación de conductas altamente disruptivas resulta necesario involucrar a los
padres para que sigan las mismas pautas en el contexto familiar.
Por ejemplo para un niño puede resultar muy desagradable quedarse sin
minutos de patio, o de jugar al fútbol con su equipo del colegio, o perderse
la clase de informática para repasar matemáticas jugando.
Lógicamente, el sujeto debe tener reforzadores disponibles y hay que procurar que no
pierda todos los reforzadores y menos aún que quede "en bancarrota", ya que a partir de
entonces, emitir la conducta inadecuada no le costaría nada. Así, por ejemplo, sería más
efectivo quitar minutos de recreo por mal comportamiento en clase, que dejar al alumno sin
recreo durante una semana.
Una variante de esta técnica es complementar al Coste de Respuesta la llamada Prima del
Coste de Respuesta, conjunto de reforzadores o fichas que se dan al sujeto al final del
periodo que se establezca si no ha realizado la conducta inadecuada, con lo que se
posibilita que posea una reserva de reforzadores.
Según Cobos, Gavino y Berrocal (1997, pág. 35), los pasos específicos para la aplicación del
coste de respuesta serían:
1. Seleccionar los reforzadores positivos que se van a retirar. Elaborar un listado amplio
en el que se incluyan reforzadores de distinto tipo (objetos, actividades, dinero,
fichas, tiempo de una actividad, etc.) y ordenarlos por orden de preferencia y/o
importancia para el sujeto (alumno).
2. Definir operativamente qué conducta/s se pretende/n eliminar y cuáles se desea
implantar en su lugar.
3. Permitir que el sujeto acumule una reserva de reforzadores, si no la tiene en esos
momentos.
4. Establecer el valor o coste que tendrá la emisión de la conducta a eliminar. Los
objetivos a cumplir deben ser accesibles y menos costosa su consecución, que el
coste o pérdidas que supone no alcanzarlos. Por ejemplo, el no acostarse temprano
por perder 5 minutos de televisión al día siguiente, tiene menor coste, la pérdida de
5 minutos, que el esfuerzo que supone acostarse temprano, con lo cual no
funcionaría.
5. Explicar al sujeto, siempre que sea posible, en qué va a consistir la técnica, dejando
claro el coste de las conductas inadecuadas.
6. En el momento en que el sujeto realiza la conducta que se pretende eliminar, retirar
el reforzador negativo de forma consistente y contingente a la emisión de la misma.
Anticipar la posibilidad de que el sujeto pueda reemplazar fácilmente la pérdida del
reforzador.
7. Disminuir progresivamente la retirada de reforzadores, conforme las conductas
deseables vayan aumentando en frecuencia.
Una conocida técnica con la que se puede aplicar el coste de la respuesta es la Economía
de Fichas, donde al niño se le retiran algunos puntos o fichas intercambiables por
reforzadores naturales (golosinas, juguetes, etc.), cuando realiza las conductas inadecuadas.
“La técnica de control estimular se basa en la restricción de los estímulos provocadores o elicitadores
de conductas-problema y también en la instauración o desarrollo de estímulos cuya presencia
favorezca el aumento de una conducta que se desea incrementar. En el primero de los casos, en el
de restricción de estímulos, el profesor debería conocer cuáles son aquellas situaciones, objetos,
reacciones, etcétera, que funcionan como inductores de comportamientos anómalos. En el segundo
de los casos (desarrollo) el profesor debería introducir en la propia situación del aula aquellos
estímulos que favoreciesen un aumento de una determinada conducta...".
Si por ejemplo queremos enseñar a un niño a ponerse los zapatos podemos hacerlo en una
situación en la que el niño no tenga otros objetos cerca que le distraigan, tenga la
expectativa de salir a dar un paseo y no haya personas que le son desagradables presentes.
Será el padre o educador quienes establezcan qué condiciones ambientales (estimulares)
son más apropiadas para favorecer la ejecución o aprendizaje de una determinada
habilidad. Información adicional sobre este procedimiento podemos hallarla en Marcos
(1997), Palomero y Fernández (1994).
La Economía de Fichas es una técnica flexible, útil tanto para aumentar como para disminuir
la frecuencia de emisión de conductas y aplicable individual y colectivamente (uso
originario).
A. Conocer al grupo.
El paso previo para la instauración de una economía de fichas en el aula pasa por conocer
las peculiaridades de nuestro grupo. La edad, las características personales de cada niño,
sus áreas de interés, su ámbito social, etc., pero también la propia personalidad del grupo,
es decir, si se trata de un grupo homogéneo o, por contra, es muy heterogéneo y nos
encontramos con niños de diferentes orígenes y culturas. En este último caso puede que
sea un poco más complejo encontrar reforzadores adecuados en especial con los más
mayores.
Es muy probable que cuando decidamos introducir una economía de fichas en el aula (en
especial cuando se trata de controlar la conducta) lo hagamos por la necesidad de actuar
sobre los niños “problemáticos”. Normalmente en cada clase hay niños que siempre se
portan o trabajan bien y, por tanto, no necesitan de premios especiales para hacerlo. No
obstante, ahora todos quedan sujetos a los posibles premios en caso de darse las
condiciones marcadas y deberemos estar atentos en asegurar, al menos en inicio, de que el
colectivo que lo tiene más difícil, pueda asegurarse algún pequeño éxito de entrada. No se
trata de regalar premios sino bajar el listón de la demanda al comenzar el programa para
situarlo al alcance de la mayoría de los alumnos e ir subiendo progresivamente.
Podemos tener necesidad de actuar para fomentar la motivación hacia ciertas asignaturas
y/o actividades o también sobre determinadas interacciones conductuales desadaptadas
entre iguales (peleas, riñas, desobediencia, negativismo...).
Una vez definidos los objetivos prioritarios, debemos transmitirlos de forma concreta y
entendible para todo el grupo. Por ejemplo, no podemos marcar como objetivo el
conseguir que los alumnos se porten bien ya que esto supone una valoración subjetiva que
puede variar según el observador. Hay que especificar (si queremos modificar conductas)
con frases como: “no pelearse”; “no contestar al maestro”; “hacer el dictado”...
Si son varias las conductas que hay que modificar, se aconseja crear un listado de las
mismas y un orden de prioridad teniendo en cuenta las necesidades de la propia escuela o
aula. Empezar por la conducta u objetivo elegido y aplicar el procedimiento hasta que se
consiga la mejora adecuada. Progresivamente pueden irse introduciendo otras. La idea es
no intentar un cambio sobre muchos aspectos a la vez ya que puede tener un efecto
contrario al deseado.
Este es un aspecto clave. Ahora debemos delimitar las medidas necesarias para aplicar el
procedimiento en la práctica. Esto requiere varios pasos:
3) Crear un registro donde los niños vean el estado de sus puntos: estos puntos se van
colocando en el registro y al llegar a un determinado número son canjeables, por
ejemplo, por dulces o golosinas. Puede hacerse coincidir la entrega de premios con
el final de la semana, es decir, el viernes, para todos los niños que hayan tenido
puntos positivos toda la semana (5 puntos = premio). Los niños que no hayan
alcanzado su premio en una semana determinada pueden ir acumulando puntos
para canjearlos el siguiente viernes si han conseguido sumar 5. Lo que nos interesa
es que los niños no pierdan la motivación.
4) Dar los premios o reforzadores en los plazos acordados a quienes consiguen las
metas marcadas: el premio puede darse, como se ha comentado, en un día
concreto de la semana (para facilitar las cosas) y en el que se canjearan los puntos o
fichas por el premio establecido. A partir de ese momento, los niños pueden volver
a ganarlos. Los que todavía no han alcanzado el número suficiente guardan sus
puntos a la espera de conseguir más y alcanzar el premio los días siguientes.
Pueden establecerse tiempos más cortos (diarios) o más largos según las
necesidades y el perfil de los niños.
5) Aplicación y seguimiento. Finalmente debemos poner en marcha el procedimiento
en base a los objetivos y reglas que hemos establecido. Es importante que su
aplicación sea lo más simple posible y que todos los niños tengan claras las normas
de funcionamiento sin contradicciones.
Es muy probable que las cosas no funcionen del todo bien los primeros días y/o
semanas de la implantación del sistema. Debemos de ser constantes en su
aplicación para empezar a obtener resultados positivos y que los niños se convenzan
de que es un sistema con el que pueden obtener beneficios extra.
Otro problema con el que nos podemos encontrar es que algunos niños se frustren
de entrada al no conseguir el premio como otros y se desmotiven.
Por todo ello, la Economía de Fichas, debe plantearse como un sistema abierto y
susceptible de introducir variaciones o modificaciones sobre la marcha si se
consideran necesarias.
En niños y niñas de Educación Infantil se pueden emplear figuras de colores o caras con
expresiones de sonrisa, normal o tristes, para ir registrando a lo largo de los días su
comportamiento adecuado o inadecuado para la consecución de una meta: jugar con un
determinado juguete muy apreciado, poder leer un cuento o llevarlo a casa, etc.
Este juego está basado en las Técnicas de Modificación de Conducta y podría considerarse
como una variante de la Economía de Fichas. Su objetivo es modificar el comportamiento
disruptivo de toda la clase (Vallés, 1991, págs. 93-6)
Reglas:
A. Para levantarse del asiento se debe pedir permiso al profesor (levantar la mano y
esperar contestación del profesor).
B. Cada uno ocupa su propia silla y no la del compañero.
C. Nadie puede abandonar su asiento para hablar con su compañero ni hacerlo (hablar)
a distancia.
D. Para ir al baño, la papelera, a otro lugar de la clase, es necesario pedir permiso
(levantando la mano) al profesor.
E. Es necesario pedir permiso para hablar.
F. Mientras se está pidiendo permiso no se puede hablar. El alumno esperará a que el
profesor se lo conceda.
G. No se hacen ruidos.
Consecuencias:
A. Cuando uno de los equipos incumpla alguna de las normas se anota una marca (X)
en su correspondiente casillero que figura en el mural.
B. Al final de la mañana se determina el equipo ganador del día.
C. El equipo ganador es el que menos marcas (X) tenga en su casillero.
D. A cada uno de los miembros del equipo ganador se le entrega un distintivo o
pegatina que lo acredita como tal. Los distintivos se recogen al final de la jornada.
E. El equipo ganador obtiene:
a. Diez minutos de tiempo libre en el patio de recreo en el mismo día o al día
siguiente.
b. Diez minutos de tiempo libre en la clase (actividades libres)
c. Otros…
F. El equipo perdedor no obtiene ningún beneficio y permanece cinco minutos más
realizando tareas antes de salir al recreo.
G. Si el equipo perdedor ha recibido un número de marcas bajo en una semana, puede
también obtener:
a. Cinco minutos de tiempo libre en el patio de recreo (los viernes). - Cinco
minutos de tiempo libre en la clase (actividades libres).
b. Otros...
● No se debe permitir el cambio de grupo salvo en aquellos casos en los que por
necesidades especiales deba hacerse.
● El distintivo o pegatina de ganadores (uno por cada alumno) debe tener cierta
relevancia estética (estrellas coloreadas, fichas-chapas con inscripción, etc.).
● La concesión de los distintivos de equipo ganador debe realizarse al principio de la
puesta en funcionamiento del juego, al final del día. Posteriormente cada dos días,
cada tres, cada semana. Esto debe hacerse siempre en función de la eficacia que se
vaya logrando.
● Las consecuencias positivas y negativas a obtener deben ser negociadas con los
alumnos, salvo en el caso de los alumnos más pequeños que tengan dificultades
para seleccionar sus consecuencias tanto positivas como negativas.
● El número de marcas máximas exigidas al equipo perdedor para obtener ciertos
privilegios establecidos debe ser flexible. Se trata de premiar también su
comportamiento grupal adecuado.
● El juego se pondrá en práctica durante media hora al día (este periodo puede ser
variable). Sólo se registran cruces o marcas durante dicho tiempo y no durante el
resto de la jornada escolar en que no está vigente el juego.
● Durante el tiempo del "juego" los alumnos permanecen realizando tareas
● Para lograr una mayor motivación hacia el juego se les puede proporcionar a los
alumnos una tarea escolar novedosa: reconocimiento de diferencias en ilustraciones,
seguir series lógicas, localizar palabras en los libros. Es decir, tareas que estando
vinculadas con los objetivos referenciales del área sean distintas y novedosas con
respecto a las realizadas normalmente en la clase.
● El objetivo principal de la realización del juego durante periodos determinados de
tiempo es conseguir que los efectos benéficos que se van logrando (descenso del
nivel de disruptividad), se generalicen al resto de actividades de la jornada escolar.
● Se debe variar el tiempo dedicado al juego a criterio del profesor (en la primera
hora, en la segunda, después del recreo, etc.).
● Implementar el juego en aquellos periodos de tiempo en que el comportamiento
disruptivo sea más notorio.
5.3.4. Las Reglas de Clase
A. Instrucciones
B. Momentos ópticos de repaso
C. Técnicas: ignorar y alabar
D. Tipos de conductas inadecuadas e incompatibles
E. Comentarios reforzantes
A. INSTRUCCIONES.
Colocar en un lugar bien visible de la clase las NORMAS DE CONDUCTA que se deben
observar en el aula. Deben tener las siguientes características:
C. TÉCNICAS.
El aprender a ignorar es bastante difícil. La mayor parte de nosotros presta atención a las
transgresiones; por ejemplo, muchas veces en vez de ignorar decimos cosas como las
siguientes: "María, estate quieta", "José, ya está bien de molestar", "Vicente, deja de
andar y trabaja".
Las conductas que se deben ignorar comprenden conductas motoras tales como: dejar su
asiento, correr, andar, mover sillas, etc. También debe ignorarse cualquier comentario
verbal que no esté relacionado con la tarea como conversar con otros niños cuando no está
permitido, decir el nombre del maestro para llamar la atención, ruidos extraños, reír, etc.
Debe ignorarse cualquier ruido que haga con los lápices, objetos, así como molestar a otro
compañero.
Se suele tener tendencia a dar por supuesta la conducta adecuada y a prestar atención
solamente cuando un niño actúa o se porta mal. La aplicación de esta técnica supone lo
contrario, es decir: sorprender al niño cuando se porta bien, y hacer un comentario
adecuado para recompensarlo por su buena conducta aunque sólo sea un ligero inicio de
esa buena conducta deseada.
1. Alabe, preste atención o sonría cuando el niño esté haciendo lo que se espera que
haga.
2. Moldee la conducta deseada mediante el refuerzo de pequeños pasos conseguidos
(prestando atención a los pequeños avances de la conducta que se desea).
3. Alabe las conductas por seguir las reglas de la clase, las conductas prosociales y
todas aquellas conductas que se proponga establecer en el aula.
Trate de que sus comentarios reforzantes sean lo más variados posibles. Al principio
probablemente tenga la sensación de que alaba demasiado y de que eso suena un poco
falso para usted. Esta es una reacción típica y se vuelve natural con el paso del tiempo.
Si los comentarios interfieren en la tarea de clase, entonces utilice gestos, sonrisas, es decir,
atención facial para alabar la conducta adecuada.
Camine por la clase y sorprenda a los alumnos que cumplen las conductas adecuadas,
póngales la mano en la espalda y refuércelos. Se ha comprobado que la alabanza que se
dice a un niño con tranquilidad es eficaz si se combina con algún signo físico de
aprobación.
El contrato de conducta es una técnica que puede emplearse tanto para la reducción o
eliminación de conductas no deseadas, como para la implantación o incremento de
conductas deseadas. El contrato de conducta supone un compromiso con uno mismo o con
otras personas que se plantea para la superación de un reto personal o para la obtención
de unos reforzadores externos a la ejecución o eliminación de una conducta.
En la aplicación de esta técnica debe tenerse en cuenta que el compromiso será más eficaz
si cumple con las siguientes condiciones:
A. es público,
B. va acompañado de ritos,
C. es voluntario, y
D. es evaluado puntualmente, sin demoras.
Resumen de la técnica:
Fundamentos teóricos.
Las estrategias que vamos a plantear en esta página suponen una adaptación de algunos
de los principios de la llamada Intención Paradójica expuesta originalmente por el Dr. Victor
Frankl en 1.936 y 1.946. Desde entonces han sido aplicados en diferentes contextos y
situaciones dentro de la Modificación de Conducta.
Descripción.
En general, las técnicas paradójicas en psicología, implican pedir a la persona que haga o
aumente la frecuencia precisamente de lo que se quiere evitar. Los mejores resultados se
dieron en personas en las que asociada al problema que había de tratarse, presentaban
ansiedad anticipatoria. Por ejemplo, a un niño que no podía dormir (insomnio), se le pidió
que preparara su habitación para no dormir durante toda la noche. Así el niño disponía sus
juguetes preferidos para entretenerse y eliminaba la tensión que le producía el hecho de
pensar que se acercaba la noche y no podría conciliar el sueño. El resultado es que se
quedaba dormido.
Ejemplo 1.
Luis era un niño de 10 años que presentaba numerosas conductas disruptivas. Sus padres estaban
especialmente preocupados por la actitud del niño que cada vez que se enfadaba se subía a un
armario. Dentro de un programa más estructurado en el que se incorporó la economía de fichas, se
le dijo al niño que si se subía al armario debería permanecer allí un determinado tiempo, en caso
contrario perdería puntos.
Por qué funcióna:
1º Las instrucciones resultan paradójicas (no esperadas para el niño). Se le pide que
haga justo lo que él está acostumbrado a hacer para llamar la atención y provocar el
enfado de los padres. Ello supone un cambio de contingencias en la situación.
2º Si el niño está acostumbrado a ser desobediente, le provocamos una situación de
perplejidad, dado que ahora la desobediencia sólo se puede dar en sentido
contrario, es decir para desobedecer a sus padres debería bajar inmediatamente del
armario.
3º Por otra parte, el hecho de subirse al armario se convierte en aversivo ya que si
efectúa la conducta ya no se le obliga a bajar (no hay enfado de los padres) y
además tiene que estar un tiempo allí si no quiere perder puntos.
Como limitaciones hay que señalar que no se trata de una técnica estructurada sino de un
principio teórico basado en la intención de crear un cambio de perspectiva. Por tanto, cada
intervención depende mucho de la persona que lo aplica, su creatividad, idoneidad en el
momento y el tiempo preciso para que ejerza efectos positivos.
El uso de estas técnicas es más adecuado cuando los métodos tradicionales ya se han
agotado o nos encontramos ante una situación complicada o imprevista y tenemos que
buscar un elemento novedoso para salir de la situación lo mejor posible.
Imaginemos una clase con 25 adolescentes y un joven que se muestra muy desafiante y se niega a
abandonar el aula tras ser expulsado por el maestro. La situación es tensa y el joven puede explotar
si es obligado a salir. Por otra parte el maestro no cuenta, en ese momento de ayudas externas. El
joven sigue afirmando que no va a salir del aula bajo ningún concepto y va a permanecer en ella
pase lo que pase. La autoridad del maestro está siendo puesta en evidencia.
En esta situación, necesitamos urgentemente hacer un requiebro, lanzar una bola de humo
y cambiar el guión de las contingencias esperadas. El joven probablemente espera entrar
de lleno en el conflicto. Es su decisión frente a la del maestro. Sin embargo, esto va a
cambiar. El maestro decide aceptar la decisión del joven de quedarse en el aula a toda
costa, pero a la vez, mantiene que éste debe seguir separado del grupo por lo que maestro
y resto de alumnos abandonan el aula y van a dar la clase a otro recinto.
Evidentemente esta actuación depende de las posibilidades del colegio y, en todo caso, no
exime al alumno agresivo de recibir posteriormente las consecuencias correspondientes
previstas por la dirección del Centro. Lo que nos interesa es que maestro y compañeros han
salvado la situación de la mejor manera posible ante un hecho imprevisto. Pese a que se
puede pensar que el alumno desafiante puede entonces reaccionar siguiendo a los
alumnos en su salida de clase, esto ocurre raramente ya que, de entrada, el primer efecto
suele ser la perplejidad por el cambio de las contingencias habituales.
Otra de las limitaciones de las estrategias paradójicas es que a medida que las utilizamos
pueden ir perdiendo su capacidad “sorpresiva” y las situaciones se vuelven de nuevo a ser
previsibles. Por tanto, es importante la creatividad e ir introduciendo factores novedosos en
función del caso.
Ejemplo 2.
P. es un adolescente de 14 años que asiste regularmente al colegio pero no muestra ningún interés
por aprender. Pertenece a un grupo étnico y social de riesgo con carencias económicas. A ello se le
une la pérdida por enfermedad de la figura paterna. En la escuela se niega sistemáticamente a
trabajar creando un problema a los maestros en el aula. Con frecuencia desatiende sus instrucciones
no siguiendo las actividades correspondientes.
Ahora las contingencias habían cambiado. P. se daba cuenta que era peor (menos
reforzante) no hacer nada, que ir efectuando las actividades, a pesar de que algunas de
ellas no le gustaban. No se le imponía trabajar sino que era él mismo quien lo decidía
como mal menor.
Ejemplo 3.
Rafa es un niño de 7 años que tiene algunos problemas de conducta, especialmente, con su madre.
Con frecuencia al salir del colegio y cuando lo viene a buscar se niega a subir al coche y comienza
todo un repertorio desafiante. El niño se niega a ir a casa. La madre intenta convencerle con todo
tipo de promesas, mientras que el niño sigue ignorándola... Diferentes adultos que están cerca del
niño intentando convencerle de que obedezca a la madre lo que no hace sino incrementar su
rebeldía al sentirse el centro de la atención. Definitivamente el niño no obedece a razones de nadie.
En este caso, la maestra que observó la situación, lo que hizo fue dirigirse a la madre
invitándola a que no prestara atención al niño. Acto seguido ambas se dirigieron,
tranquilamente y hablando entre ellas, al coche de la madre situado a unos 30 metros de
donde estaba el niño. Subieron al mismo y cerraron las puertas mientras seguían sin
prestarle atención. El niño perplejo lo miraba desde lejos pero no comprendía qué pasaba
y por qué ya nadie le decía nada. La siguiente instrucción de la maestra fue que pusiera en
marcha el motor e hiciera la intención de arrancar. El niño no tardó en subir al coche
voluntariamente pero con cierta desorientación acerca de lo que había ocurrido dado que
el guión cotidiano se había roto.
Muchos pueden pensar que al niño se le puede sorprender sólo una vez. No obstante, este
tipo de recursos, ante situaciones puntuales, creados con imaginación, y formando parte de
un tratamiento más estructurado, pueden contribuir a su éxito ya que ayudan a romper los
círculos viciosos.
Consiste en la aplicación de los medios terapéuticos por el propio alumno, de acuerdo con
las prescripciones convenidas con el profesor, llevando asimismo el control de sus
resultados.
A. La autoobservación
Consiste en la observación de la conducta por el mismo alumno, el cual recibe los criterios
a los que debe ceñirse en todo momento para realizarla. Estos criterios deben ser muy
concretos y muy objetivos.
En esta modalidad el profesor concreta el plan de tratamiento, las técnicas a emplear y los
criterios para evaluar la observación de su tratamiento. El alumno, normalmente, será quien
se aplique el tratamiento, realice su propia observación y evalúe los resultados. En
determinados casos, la aplicación del tratamiento puede ser realizada por algún miembro
de su familia u otra persona, pero la observación y evaluación son obra exclusiva del propio
alumno.
Es una modalidad idónea para ser empleada en medios escolares, ya que, en muchas
ocasiones, los problemas se presentan en momentos en los que el observador externo no
está junto al alumno y, en cambio, el propio alumno, al ser siempre el protagonista, puede
observar perfectamente su conducta.
B. Autorrefuerzo y autocastigo.
Constituye una modalidad del autocontrol en la cual el alumno, además de cumplir el plan
de tratamiento fijado por el profesor y de observar su propia ejecución, se aplica los
refuerzos y castigos que le hayan prescrito previamente. Es un medio terapéutico mucho
más eficiente que el anterior, ya que el alumno actúa con un mayor protagonismo.
C. Autorregulación.
D. Autocontrol de estímulos.
Es una modalidad en la que el alumno determina los estímulos que pueden servirle para
modificar su conducta, y con arreglo a los mismos, se los aplica, observa y evalúa.
E. . Autoinhibición recíproca.
El alumno elige el medio más adecuado para contrarrestar la acción que quiere inhibir y
luego lo aplica cuando es previsible que se den las circunstancias que desea modificar. Esta
modalidad de autocontrol se utiliza en ciertos casos de ansiedad, dificultades en la relación
social, nerviosismo y, en general, cuando se presentan problemas de comportamiento que
puedan contrarrestarse mediante conductas que sean incompatibles. Se comentan y
concretan con el alumno aquellos aspectos que él considera que pueden aplicarse con más
eficacia en previsión de la conducta a inhibir. Cuando se presenta una circunstancia así, se
pone en práctica la conducta incompatible, con lo que evita la otra conducta. Anota sus
resultados y, posteriormente, contabiliza sus éxitos y fracasos.
F. Autotratamiento.
Mediante esta técnica el alumno va conociendo los resultados que obtiene, los cuales
pueden influir en su futura actuación. El conocimiento de su propia evolución provoca en él
la autoestimulación y el deseo de corregir aquellos aspectos que puedan mejorarla. La
retroalimentación puede ser:
● Interna o autorretroalimentación.
● Externa.
● Biorretroalimentación.
● Sociorretroalimentación.
El estilo racional de solución de problemas, que implica buscar una solución racional o
planificada, se define como “la aplicación racional, deliberada y sistemática de habilidades
eficaces de solución de problemas”. De un modo sintético, la técnica de solución de
problemas implicaría:
1) Definición del problema: aclarar la naturaleza del problema, trazar un objetivo o
conjunto de objetivos realista para su solución e identificar los obstáculos que
impiden su logro.
2) Generación de alternativas: considerar el conjunto de posibles estrategias de
solución dirigidas a la superación de los obstáculos identificados.
3) Toma de decisiones: predecir las consecuencias más probables de las distintas
alternativas, llevar a cabo un análisis de costes-beneficios basado en los resultados
identificados y elaborar un plan de solución orientado al logro del objetivo de la
solución del problema.
4) Implementación de la solución y verificación: llevar a cabo el plan de solución,
controlar y evaluar sus consecuencias y determinar si los esfuerzos de solución de
problemas han sido exitosos o se debe seguir insistiendo.”
Las técnicas que se han expuesto hasta aquí son sólo una muestra representativa de las
existentes, y pueden ser, como ya hemos dicho, aplicadas por padres, maestros u otros
profesionales o adultos entrenados, en cualquier contexto donde habitualmente se
desenvuelve la actividad de los niños y niñas.