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Joyce - Facundo Moyano
Joyce - Facundo Moyano
Puedo decir que no existe casi un solo miembro, ni un solo músculo que no haya
sido tironeado mediante un milagro para ser puesto en movimiento o paralizado,
según fuera el distinto fin que con ello pretendía. (Schreber, 1999, p. 161)
En este sentido Joyce abandona o deja caer la relación con el propio cuerpo, al no
experimentar afecto por la violencia sufrida corporalmente. La imagen del cuerpo para Lacan
(1975-76/2006) no está implicada en esta escena, de lo cual deduce que lo imaginario “no tiene
más que soltarse (...) Se escurre, la relación imaginaria no tiene lugar” (p. 149). La soltura de uno
de los registros del nudo se produce debido a la forclusión del nombre-del-padre, y la pista de
esto que Lacan (1975-76/2006) puede señalar en Joyce es que para él su padre nunca fue uno.
“Su padre, quien justamente se distingue por ser - ¡puf! - lo que podemos llamar un padre
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indigno, un padre carente” (Lacan, 1975-76/2006, p. 67); hay una “dimisión paterna” (p. 86) o
“Verwerfung de hecho” (p. 86).
De esta forma Joyce (Lacan, 1975-76/2006) busca hacerse un padre a lo largo de su obra,
mediante el artificio de su escritura que alcanza la destrucción del sentido, como puede verse
en su texto Ulises (Joyce, 1976) y finalmente en Finnegan’s wake (Joyce, 2016). Joyce logra
fabricarse un padre (“ese al que en todo el Ulysses se pondrá a buscar bajo formas en las que no
lo encuentra en ningún nivel” - Lacan, 1975-76/2006, p. 67) forjando un ego que sostiene su
imaginario desujetado, no venerando el nombre de su padre, sino haciéndose un nombre e
inscribiéndolo en la cultura como lo joyceano y sus enigmas a resolver por los años venideros.
Esto es para Lacan (1975-76/2006) lo que sostiene el nudo de Joyce.