Conmemoramos en este día, el aniversario 201 de la gloriosa Batalla del
Pichincha, en la que el pueblo ecuatoriano conquistó a fuego y sangre su primera independencia.
Tiempo atrás, las letras del Nuevo Luciano, del Quiteño Libre,
convocaban a la dignidad, a una rebelión para terminar con los privilegios, con la falta de salud, con la inexistencia de educación, con la falta de verdad; eran las páginas apasionadas del Precursor Eugenio de Santa Cruz y Espejo, el Duende de América, convocando a la construcción de la Patria, a la unidad para buscar el bienestar común.
En este día, los bolivarianos de América Latina, el Caribe y del mundo
conmemoramos los 201 años de la gesta independentista, y que comenzó a hacer realidad el sueño del Libertador Simón Bolívar de hacer de América un territorio libre del yugo imperialista español.
Los hechos que ocasionaron la batalla estuvieron influenciados por los
movimientos independentistas ocurridos en el año 1810, y que pedían la liberación de las colonias españolas en América. El sueño de Simón Bolívar de libertar a América tuvo uno de sus más grandes logros en este día, cuando el Ejército patriota, al mando de nuestro Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre dio libertad a Ecuador.
Sucre y el ejército Libertador enfrentaron y derrotaron a los soldados
realistas, dirigidos por el militar Melchor Aymerich, consolidando de esta manera la Independencia y al tiempo se proclamaban los ideales de la Patria Grande Americana. Esta batalla se libró con la suma de voluntades de un ejército de aproximadamente tres mil hombres quienes, a pesar de ser un ejército de diferentes nacionalidades, se encontraba unido por el amor a la libertad y del yugo colonialista español. La lucha era de todos, la victoria por primera vez, era de todos. La liberación de Quito le abrió al Ejército Libertador las puertas hacia el Perú, lo que haría posible su posterior independencia española y un logro más de la gesta emancipadora.
Tras el fracaso de las conversaciones de paz por parte de los
sublevados con el gobierno español, el mariscal Sucre viajó desde Venezuela para ayudar a los independentistas contra los realistas. Un año después de vencer en la batalla de Yahuachí en 1821, el Ejército Libertador llegó a Pichincha.
Al ver que los enemigos no retrocederían, el general Sucre tomó una
decisión insólita y determinante ordenando a su batallón atravesar la ciudad de sur a norte en horas de la noche, escalando el volcán Pichincha a 4.600 metros de altura. A las nueve de la noche comenzó el ascenso y a las ocho de la mañana el Ejército logró llegar a la cima del volcán. Abajo el pueblo de Quito y sus 60.000 pobladores, serían liberados en las próximas horas.
La batalla tuvo gran trascendencia, ya que selló la liberación de los
territorios de la Real Audiencia de Quito, que desde 1563 pertenecían al Imperio español. Esos territorios se integraron a la Gran Colombia, que era presidida por nuestro Libertador Simón Bolívar. Así permanecieron hasta 1830, cuando se proclamó la Independencia del Ecuador, constituyéndose como una república libre y soberana.
Ecuador se liberó del yugo español gracias al Ejército Patriota
Bolivariano, y abrió a Bolívar las puertas hacia el Perú, lo que haría posible su posterior independencia y un logro más de la gesta emancipadora bolivariana.
Hoy saludamos al glorioso pueblo de Ecuador y en especial a Quito y
rendimos homenaje a sus próceres; hoy mantenemos la memoria de Sucre, de Abdón Calderón, de Bolívar, de Manuelita Sáenz y de tantos otros, como ejemplo de amor a la Patria. Y junto a ellos, honramos también la memoria de aquellos héroes anónimos, hombres y mujeres, que perdieron la vida combatiendo por nuestra libertad.