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LA CREACIÓN DEL MUNDO

SEGÚN LOS BARÍ

Material Recopilado por Luis Guillermo Ferrer Alaña


Luis Guillermo Ferrer Alaña

LA CREACIÓN DEL MUNDO


SEGÚN LOS BARÍ

Universidad Nacional Experimental Sur del Lago


Dirección de Publicaciones
Colección Voces de Mi Tierra
Inchiyi i - ña sabaseba kay dodcó shiquera chacbarí
“Nosotros somos la luz que Sabaseba creó bajo un solo camino”
Proverbio Barí.
LA CREACIÓN DEL MUNDO SEGÚN LOS BARÍ

Luis Guillermo Ferrer Alaña

Colección Voces de Mi Tierra


Ediciones del Consejo Editorial
Primera edición, 2011

Hecho el Depósito de Ley


Depósito Legal: LF 94220099005091
Reservados todos los derechos.
Nota del Recopilador

La cosmogonía religiosa que creó la nación Barí en respuesta al misterio de la


existencia humana refleja su esencia como pueblo. Esta apreciación le otorga
gran relevancia a la necesidad de una organización social estructurada con
base en principios de igualdad y hermandad, respeto al medio ambiente y
una visión ancestralmente integrada del hombre con su entorno.

Esta concepción mítico religiosa del mundo ha sido además piedra angular
en la organización social del barí, pues propicia el fortalecimiento y cohesión
de lazos intrafamiliares y comunitarios, en función de intereses que han sido
delineados de manera colectiva, tanto para sus comunidades como para el
medio ambiente del cual forman parte.

En este sentido, los Barí representan la base indígena originaria de los


pueblos del Sur del Lago de Maracaibo, el estudio, análisis y difusión de todos
los aspectos relativos a su cultura, representan parte de nuestros orígenes. De
manera que los elementos propios de esta ancestral cultura exigen de las
comunidades, instituciones públicas y privadas, grupos docentes,
investigadores y estudiantes que hoy forman parte o habitan esta importante
región del estado Zulia, la ejecución de actividades orientadas a sembrar
conciencia ciudadana basada en el conocimiento, difusión y discusión de
nuestras raíces indígenas y la contribución de esta etnia en la construcción
de espacios históricos locales, regionales y nacionales surgidos de su
interacción en nuestros pueblos y ciudades.

Luis Guillermo Ferrer Alaña


E n los inicios del mundo, no había nada ni nadie sólo existía la oscuridad y

en ella habitaba Sabaseba, figura mítico religiosa que conjugaba los poderes
supremos atribuibles a una deidad.

Un buen día cansado de la oscuridad absoluta, Sabaseba creó la luz y en


medio de la belleza de ese espacio infinito, también creó la razón de existir
de un pueblo: Ishtana, la Tierra.

Sin embargo no había en la tierra, sol, agua, estrellas, selva, pescado, ni gente
alguna, sólo era visible una sierra donde habían nacido plantas de
nankadura (piña), y otros pequeños arbustos, un espacio caótico y carente de
toda estructura ante los ojos de Sabaseba.

A este lugar, hoy conocido como Sierra de Perijá, arribó Sabaseba, el


Creador, proveniente del occidente y en él se dedicaría a organizar la tierra,
asignando un lugar y una tarea a cada uno de los seres que en ella
habitarían.

Lo primero que hizo Sabaseba fue crear vida en la tierra y poblarla. Ante esta
situación Sabaseba dijo: kanda sarubara - “Voy a crear la naturaleza"
empezando por las estrellas, los astros, y la luna (Chigbayra o Cibáh); para
luego continuar con otros fenómenos naturales como la lluvia, el arcoíris, el
rayo, el trueno y el relámpago.

Cansado de su arduo trabajo para la organización del mundo, Sabaseba se


sentó a descansar en plena sierra cerca de las plantas de piña, y como
cualquier mortal sintió hambre. Fue entonces cuando opto por cortar
algunas de las frutas que estaban a su alrededor.
De la primera surgió un hombre, ataida (el padre), de la segunda piña
emergió una mujer, abama (la madre) y de la tercera apareció un niño, asasí
(su hijo). Con los tres formó entonces la primera familia y tuvieron la
responsabilidad de poblar la tierra.

De este primer racimo de piñas que cortó Sabaseba surgieron también los
primeros ñatubai (caciques), que fueron llamados Anagschamadou, Akedou,
Sirotobindou, Nischarrai y Naínsayadou.

Luego se dedico a crear los animales para que ofrecieran sus enseñanzas a
los hombres, mujeres y niños venidos de la piña, los cuales empezaban a
diseminarse por toda la tierra. Bajo esta idea Sabaseba creó la hormiga, que
con su trabajo y organización enseñaría a los Barí a construir un soai-ka
(bohío) para vivir, considerando que este grupo de insectos, en palabras de
Sabaseba: ka inshqui sackayba, “trabajan juntos”.

Fue por ello que, una tarde, cuando los sagdou (ancianos) se reunieron para
contar cuentos, Sabaseba se dirigió a ellos: Quiero decirles algo. Todo lo que
hagamos a partir de ahora debemos hacerlo siempre juntos. Si vamos a
sembrar lo haremos juntos, si vamos a pescar al río lo haremos todos juntos.
Es mejor hacer las cosas juntos como la hormiga.

Al poco tiempo también creó el tigre, quien provino del arcoíris; luego vino
la kuara quien era un barí que en una ocasión salió de noche y fue
transformado en este animal; otro barí tomó su arco y lo puso al final de su
columna vertebral de tal forma que se asemejaba a un rabo. Ante esta acción
Sabaseba tomó algodón y se lo puso al hombre en la frente para adornar su
rostro y convertirlo en barasí, (mono); de esta manera fue quitando y
poniendo bellos plumajes, manchas, garras, hocicos, cuernos, rayas, alas,
colas y escamas hasta lograr crear una gran variedad de animales, aves e
insectos.

Ante la presencia de todos estos animales los Barí estudiaron sus


movimientos migratorios, hábitos de convivencia, sitios de caza y pastura, de
manera que aprendieron rápidamente la técnicas de pesca del tigre, la
construcción del soai-ka de la hormiga, aprendizajes que les permitieron
ocupar y poblar diferentes lugares de acuerdo con el territorio que les fue
asignado por Sabaseba.

Posteriormente vino la creación de razas producto de la muerte de una


tojbara (niña) en manos de una shigbabiora (anciana) perteneciente a una de
las comunidades creadas por el pueblo Barí, que en medio del hambre y la
ceguera sacrificó a su adacu-aykana (nieta) quien había sido dejada por los
padres a su cuidado.

Era tal el hambre que tenía la anciana que tomó a la niña, y la mezcló con
numerohba (plátano) y yuca para hacer un buen sacgdara (sancocho).
Cuando el ataida (padre) se enteró que su hija había muerto, se encargó de
vengarse de la anciana llevándola a un lugar donde la rodeó de leña y le
prendió fuego. Sus cenizas fueron esparcidas por el viento a muchos
rincones del mundo, cayeron por doquier formándose así las razas:
Bakchicba, raza negra, y la Rhäbadora, la raza blanca.

Producto de este hecho, Sabaseba vio la necesidad de iluminar el día ya que


en esos tiempos todavía todo era oscuro, frío y la población carecía de
suficientes alimentos así como del resplandor de la luz. Entonces buscó entre
los barí uno que fuese capaz de iluminar un collar que él mismo había
fabricado y el cual colgaba de su cuello.

Muchas fueron las pruebas que los baríes tuvieron que pasar, ninguno de
ellos en buen estado de salud las superaba. Pero Sabaseba nunca perdió las
esperanzas, pues consideraba que dentro de la población debía existir
alguien con el poder suficiente para hacer brillar su collar cuyo significado
traducía: “la luz que jamás se extinguirá”. Entonces se enviaron mensajes a
todos los rincones del mundo para que acudiesen al llamado de Sabaseba.

Muchos hombres, mujeres, ancianos y niños al pasar por los caminos de la


sierra, recogían sus pasos a la espera de un barí con la fuerza suficiente para
cumplir con la petición de Sabaseba el creador.

Entonces de entre la población salió un barí lleno de llagas, era el más


enfermo de todos los que allí se encontraban, quien después de esperar y
callar, decidió colocarse el collar de Sabaseba. Al instante el collar comenzó a
brillar e inmediatamente el día se iluminó y junto a su resplandor se escuchó
una voz que exclamaba: “räcuyobimay qui mani varouba”. “Nací para nunca
volver”.

Asustados, confundidos pero maravillados los barí que se encontraban


presentes presenciaron cómo se iluminó el día y vieron como su luz se
convirtió en el astro que hoy vemos pasar a diario dando la vuelta al mundo:
Ña (el sol).

Después de creado el sol, se dispuso lo mismo para crear las fuentes de agua,
para ello Sabaseba mandó llamar a todos los que habitaban en el campo
buscando un barí que tuviese la fortaleza de suministrar agua y bañar con
ella a todo el planeta. La prueba que debía superar era que con una parte de
su cuerpo debía ser capaz de partir un árbol (ká) conocido como Majumba
Asára.

El barí que resultó elegido era un ser pequeño, delgado, y con aspecto de ave,
quien con su nariz en forma de pico logró derribar el árbol. Al caer éste
árbol, de sus ramas brotó el agua que formó los ríos y sus afluentes, entre
ellos el Iquiboqui o Río de Oro y el Daboqui o Río Catatumbo, así como los
demás ríos, caños, cascadas, lagunas y fuentes de agua dulce que bañarían
cada región del mundo.

Como consecuencia de este hecho algo particular ocurre desde entonces,


millones de cocuyos todas las noches comenzaron a reunirse sobre el
Daboqui o Río Catatumbo para rendirle tributo a Sabaseba, padre de la
creación. Todos estos pequeños insectos emanan un resplandor intermitente
tan poderoso que puede verse desde los más alejados parajes y montañas, su
sola presencia ilumina las noches, calladitos sin el menor ruido, sirviendo de
guía a los Barí cuando recorren sus cálidas aguas río abajo o río arriba.

Posteriormente para crear los valles y llanuras Sabaseba buscó entre los
animales a los bisoura (jabalí), quienes con su trompa se encargarían de
aplanar las montañas formando así los valles y llanuras.

Luego que Sabaseba terminó con la creación del mundo, ordeno a los barí
que protegieran a los animales, las fuentes de agua, los árboles y a todo ser
vivo que existiese en la tierra, sin embargo algunos de ellos incumplieron lo
prometido y fueron finalmente castigados por no consumar los mandatos de
protección establecidos por él y nunca volvieron a ser lo que habían sido
antes: Barí que significa gente, la gente venida de la piña.

Desde entonces Sabaseba dispuso se dedicarían a vagar por toda la sierra, en


resguardo de todos los seres que en ella habitan, allí nacerán, seguirán
multiplicándose y allí morirán.
Fuentes Consultadas

Antes de Venezuela. (2011). Colección Bicentenario. Fascículo 1.Caracas:


Ediciones Correo del Orinoco.

Hernández, A. (1996). Sabaseba vino de donde sale el sol. Colección Cuentos


de la luna de cachito. Maracaibo: Secretaría de Cultura del estado Zulia.

Mosonyi, E. (2007). Hablemos…Lenguas indígenas de Venezuela. Caracas:


Planeta.

Pueblos indígenas de Venezuela. Barí/Japreira (2009). Colección


Bicentenario. Editorial Santillana.

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