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Los problemas de la Qabaláh.

Por: Eric de Jesús Rodríguez Mendoza

Berga, 20 de Bul 5783- 15-11-2022.

La pretensión de “camino al cielo”.

De fondo, es uno de los objetivos principales de la Qabaláh; sus postulados se nutren tanto de
filosofía griega vía Gnosticismo, como de la adaptación, combinación o aplicación que hiciera
Filón de Alejandría de conceptos judíos y bíblicos a la misma; dicho “camino al cielo” se centra
en la idea de que el hombre por medios propios puede “hackear” el acceso al Gan ‘Éden, a la
comunión con Dios u obtener los poderes del mundo venidero.

Esas ambiciones se ven reflejadas en su literatura pretendida “antigua” conocida como “heyjalot
y merkaváh”, que comprende títulos como Baraytá’ dema’aséh bre’shit, Séfer Harazim, Jarbá’
demoshéh y Séfer Yetziráh (la datación de los cuales es discutible, y habitualmente situada en
la edad media, sobre todo en el siglo VIII d.C.) y que en realidad pertenecerían a la Torat-Hasod
(o estudio de la revelación divina de la época de los Ge’onim), pero que han servido de base o
de ubre a la Qabaláh. En este último libro es donde empieza a dársele importancia a las letras
del alfabeto cuadrado, hoy llamado “hebreo”. Sin embargo, esta gente ignoró u ocultó el hecho
de que la escritura cuadrada, bien llamada “asiria” en el talmud (TB Yadáyim 4:5), por ser
extranjera o ajena al pueblo hebreo antiguo, no existía en la época de los autores del TaNa”J.
Desconocen por completo el registro arqueológico y viven en la ilusión de que dichas letras
fueron creadas y usadas por Dios.

Es evidente entonces que la Qabaláh necesita de creencias como el “alma”, “el espíritu” “la
reencarnación” o dimensiones de esa gama dualista o pluralista, así como del protagonismo de
las letras cuadradas asirias, que permitan “abandonar el cuerpo” o la “limitación física” o
superarla, para que el hombre o su imagen residual pueda pasar a “otras dimensiones”, y así
cobrar sentido; sin ello, no pasaría de ser literatura de ficción, digna de Hollywood o Disney.

A la luz del TaNa”J y el Evangelio, el objetivo más pretendido de la Qabaláh (“el camino al cielo”)
resulta incompatible y el instrumento más empleado -las letras-, resulta anacrónico y hasta
infantil.

Lo curioso y complicado de la Qabaláh es la poca formalidad y predominancia que tuvo entre los
judíos inclusive en la época del Talmud como para pretender provenir “de Moshéh, desde el
Sináy”. Si bien en el tratado Jagigáh cap 2 se recoge la historia de “4 que entraron en el PaRDeS”
(entendido como entrar al Sod de la toráh), no se relata cómo ocurrió ni las vías para ello, siendo
evidente que ante el evangelio no tiene nada de realidad, ni es humanamente posible. Será casi
tres siglos más tarde -como se ha señalado-, que empiece a figurar la literatura reseñada.

La estructura del “camino al cielo” y el árbol de la vida

La senda que construyó el pensamiento cabalístico tiene como fundamento las denominadas
“diez sefirot” que vendrían a ser -según ellos-, todas las formas (y grados de cada forma) en que
Dios emanó y se reveló en lo creado. Por ello se va “ascendiendo” desde el grado inferior de la
esfera inferior hasta llegar al grado superior de la esfera más alta. No obstante, el “mequbál”
(nombre que recibe el místico, aquel que “se eleva” en las Sfirot, que pretende “subir a la
merkaváh”) también encuentra necesario en su “ascenso”, “equilibrar” las fuerzas reveladas de
la deidad en este mundo, que a veces pueden estar en desproporción; como por ejemplo:
balancear juicio y clemencia, distinción y mansedumbre, honra y humillación etc.

Estas sfirot se conocen como “el árbol de la vida” y se clasifican de la siguiente manera:

Estructura de las “10 Sfirot”

Línea izquierda: Línea central: Línea derecha:


(aspecto “femenino”) (aspecto “masculino”)
Kéter (corona)
3 “superiores”
Bináh (inteligencia) Jojmáh (sabiduría)

Gvuráh (gallardía) Jésed (solidaridad)


Tif’éret (decoro)
Hod (distinción) Nétzaj (victoria) 7 “inferiores”
Yesod
(fundamento)
Maljut (reino)

Según Moshéh ‘Idel, gran investigador de la historia del misticismo judío, la Qabaláh se puede
clasificar en dos grandes grupos: La “teórica” y la “práctica”; la teórica es teosófica, teológica,
descriptivo-reflexiva, filosófica y termina en discursos morales y éticos, casi pretendiendo
“llamar la atención de Dios”, mientras que la “práctica” es mística, ritualista, invasiva, como
pretendiendo conquistar la revelación.

La fuente principal de la Qabaláh “teórica” es el Zóhar y tal vez el mayor expositor, Yitzjaq Ben
Lurya o “cábala luriana” (Jerusalén, 1534-1572), mientras que la fuente principal de la “práctica”
o “mística” es la visión de ‘Avraham ‘Abul’afyah (Zaragoza, España, 1240-1291) para quien la
“cábala teórica” era inferior y había que apostar por algo más “eficaz”. Para Abul’afyah el mundo
creado se sostiene por los nombres de Dios de tal modo que “hackeando” y manipulando las
letras que lo conforman, puede “corregirse” o “mejorarse” de manera sobrenatural; de ahí que
tenga tanta importancia el tema de los “72 nombres de Dios” y la combinación de los códigos-
mensajeros que se desprenden de ellos, tal como se muestran a continuación:
A decir verdad, no son nombres propiamente dichos, ni tienen significado lingüístico o
etimológico, sino que son combinaciones de tres letras extraídas de 3 versos que tiene cada uno
72 letras. Los tres versos son: Ex 14:19-20-21.

‫הלְֵך לִּפְ נֵי מַ חֲ נֵה י ְִּש ָר ֵאל ַו ֵילְֶך מֵ ַאחֲ ֵריהֶ ם ַויִּסַ ע עַ ּמּוד הֶ עָ נָן ִּמפְ נֵיהֶ ם ַו ַי ֲעמֹד מֵ ַאחֲ ֵריהֶ ם‬
ֹ ַ‫ֹלהים ה‬
ִּ ֱ‫ ַויִּסַ ע מַ ל ְַאְך הָ א‬.
‫ וַ ָּיב ֹא בֵּ ין מַ חֲ נֵּה ִמצְ ַריִם ּובֵּ ין מַ חֲ נֵּה י ְִש ָּראֵּ ל וַי ְִהי הֶ עָּ נָּן וְהַ חֹ ֶשְך וַיָּאֶ ר אֶ ת הַ לָּ יְלָּ ה ְול ֹא ָּק ַרב ֶזה אֶ ל זֶה כָּל הַ לָּ יְלָּ ה‬.

‫ֹשה אֶ ת יָּדֹו עַ ל הַ יָּם וַיֹולֶ ְך יְהוָּה אֶ ת הַ יָּם ְברּוחַ ָּק ִדים עַ זָּה כָּל הַ לַ יְלָּ ה וַי ֶָּשם אֶ ת הַ יָּם לֶ חָּ ָּרבָּ ה וַיִ בָּ ְקעּו הַ מָּ יִם‬
ֶ ‫ וַיֵּט מ‬.

Lo que se hizo fue leer el verso 19 en orden normal, el 20 alrevés y de nuevo el 21 en orden
normal (curiosamente los griegos usaron ese sentido de escritura llamado “bustrófedon”) para
luego hacer secciones verticales de 3 letras cada una; por ejemplo:

‫ ויסע‬VaYiSá’ (leído normal)

‫ הליל‬HaLYaL (láylah, leído alrevés)

‫ ויט‬VaYeT (leído normal)

Seccionando verticalmente tenemos: (‫)והו‬VHV, (‫ )ילי‬YLY, (‫ )סיט‬SYT. El cabalista las pronunciará


por sus nombres hebreos para “activar, manipular o corregir el mundo”: Vav-hé’-vav, “sirve para
borrar el pasado”; yud-lamed-yud, “sirve para acabar con las fracturas del alma” y saméj-yud-
téyt “sirve para crear milagros”, y así sucesivamente, disponiendo de la lista de 72 cobinaciones
triliterales según su “necesidad”, lo cual es evidente que cabalga entre la magia y la superstición.

Pero la cábala “práctica” va aún más allá: Contempla el uso de “fechas y horas apropiadas”,
amuletos, velas, aromas, y lo peor de todo: sacrificios de animales y hasta la manipulación de
sus cenizas cuando son cremados.

Uno de los relatos más legendarios y extremos de la cábala práctica es el “caso Gólem”; el Gólem
(que en hebreo significa “sustancia” o bien “feto” Cf. Salmo 139:16 y en el talmud “hombre
simple o inconsciente” ‘TB, ‘Avot 5:7) fue una creación de Rabí Yehudáh Leyva’ Ben Betzal’el (el
Mahara”l) de Praga quien por allá en el siglo XVI “dio vida” a un muñeco de barro al emitirle
letras hebreas con “nombres sagrados” para usarlo como siervo y como protector de la
comunidad judía.

Otro gólem fue creado según se cuenta por Rabí ‘Eliyahu Bá’al Shem de Chelm, y según cuenta
Rabí Yitzjaq de Volozhin, su maestro el “Ga’ón de Vilna” (siglo XVIII) también había empezado a
ocuparse en la creación de un Gólem siguiendo los parámetros del Séfer Yetziráh

La historia de “Frankenstein” y las modernas como “yo Robot”, están basadas en esta leyenda
judía y tal vez sea la misma inspiración para la creación de Robots, Androides o la IA (inteligencia
artificial).

Así entonces, aunque hoy las legendarias creaciones de Gólems se reduzcan a pura ficción o
folklore judío por parte de críticos de literatura, no dejan de reflejar per se, las intenciones de
manipular la materia con la práctica mística.

En tiempos modernos, la “cábala tipo jasídica”, que se ha vuelto ligera o medianamente popular,
es un intento de mezclar las dos corrientes (teórica y práctica) y se va calibrando o cambiando
las proporciones según la aceptación que vaya recibiendo. De ahí que cada vez que aparece un
nuevo mentor de cábala, presentará su visión particular y propia del asunto, queriendo
sobresalir o desmarcarse de lo que a todas luces es coaching, vana palabrería o física brujería
según el caso.

Separación entre Torat-hasod y Qabaláh.

Es importante hacer una separación entre los vestigios de la otrora revelación divina (recuerden
que Sod = “misterio” pero se usa como “máxima revelación de la toráh”) que todavía se palpa o
se recuerda en el talmud, o la Torat-Hasod ‘ashkenazi y la Qabaláh propiamente dicha, la cual,
tal y cómo se conoce hoy, empieza concretamente en el siglo XII en la zona que corresponde al
sur de Francia-Norte de España.

La Torat Hasod o Sitréy toráh que quedaría representada en la rama ‘Ashekenazi, estaba
reservada para el estudio de discípulos capacitados y sólo después de una edad determinada,
en privado y con Rabino tutor; la Qabaláh por su parte es la versión occidental,
popularizada/pública, desenfrenada y deformada de la torat hasod.

Hay que recordar como se señaló al comienzo de este documento, que la Qabaláh se ha nutrido
y hasta se ha apropiado de literatura que en realidad no perseguía exactamente los fines o los
alcances que ella pretende, para auto-presentarse como ancestral o antigua. Así las cosas, el
primero libro propiamente cabalista será el Séfer Habahir publicado en Provenza, Francia, hacia
el año 1180 y atribuido a menudo a Rabí Nejunnya’ Ben Haqanéh. A partir de ahí, los primeros
Mequbalim vendrían a ser Rabí Yitzjaq Sagi Nahor, ‘Avraham Ben Yitzjaq y Rabí Ya’aqov
Hanazir.

Después de esta primera generación de Mequbalím, la Qabaláh se extendería por Burgos,


Toledo, Castilla (España) y Girona (Catalunya); en esta última se crearía un círculo de
“intelectuales-místicos” judíos, entre los que cabe destacar a Rabí Yehudáh Bar-Yeqar (el
maestro de RaMBa”N = Najmánides), Rabí ‘Azri’el, Rabí ‘Ezra’ de Girona, y Rabí Ya’aqov Ben
Shéshet. De esta escuela se desprendería ‘Avraham ‘Abul’afyah, fundador como se dijo, de la
cábala práctica, quien se marchó a operar en Italia y cuyo sucesor sería más tarde Rabí Menajem
Raqana’ti.

Un evento histórico que redirigió y en cierto modo impulsó la Qabaláh en general fue la
expulsión de los judíos de España; esto reavivó los anhelos de redención y avivamiento espiritual
entre los judíos a tal punto que surgieron corrientes apocalípticas y mesiánicas y la migración a
tierra de Israel de notables rabinos de todas las áreas, desde la poesía hasta la Qabaláh práctica.
También surgieron por aquel entonces algunos falsos mesías o mesías frustrados como el caso
de Asher Lämmlein, ‘Avraham Ben ‘Eli’ézer Haleví, David Har’uveni, Shlomóh Molko, Yosef De
la Reina y más tarde el propio Shabtá’y Tzví.

Sería más tarde en la ciudad de Tzfat (Safed), en Israel donde se desplegaría con fuerte esplendor
la denominada cábala de corte teórico-filosófico, pero ahora más abierta al público y más
pluralista, entre cuyos mayores expositores sería Rabí Moshéh Qordovero (De Córdoba,
España), considerado por Gershom Shalom (Scholem), el mayor teólogo sistemático de la
Qabaláh, quien fuera discípulo del famoso Rabí Yosef Qa’ro (autor del Shuljan ‘Aruj) y el mentor
de Rabí Yitzjaq Lurya’ “Ha’ari”, quien vendría a ser su gran sucesor y el gran difusor de la
Qabaláh en los círculos judíos hacia el siglo XVI.

Lo demás será historia con altos y bajos; a veces la Qabaláh estará retraída, a veces difundida,
pero tratando de sobrevivir, tal vez reinterpretándose o adaptándose, pero sin dejar del todo su
esencia, su literatura, sus fundamentos y sus aspiraciones.

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