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Poder Judicial de la Nación

Cámara Nacional de Apelaciones en lo Comercial


Sala D

En Buenos Aires, a los 13 días del mes de octubre de dos mil veintidós, se
reúnen los Señores Jueces de la Sala D de la Excelentísima Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Comercial de la Capital Federal, con el autorizante, para dictar
sentencia en la causa “DIAZ SILVIA BEATRIZ contra SANCOR
COOPERATIVA DE SEGUROS LTDA sobre ORDINARIO”, registro n°
COM 17395/2016 procedente del JUZGADO N° 9 del fuero (SECRETARIA N°
17), en los cuales como consecuencia del sorteo practicado de acuerdo con lo
previsto por el art. 268 del Código Procesal, resultó que debían votar en el
siguiente orden, Doctores: Vassallo, Heredia y Garibotto.
Estudiados los autos la Cámara planteó la siguiente cuestión a resolver:
¿Es arreglada a derecho la sentencia apelada?
A la cuestión propuesta, el señor Juez de Cámara, doctor Gerardo G.
Vassallo dice:
I. La sentencia de grado suscripta el 11.4.2022 (foja digital, en adelante
“fsd.” 736), decidió admitir parcialmente la demanda promovida por Silvia
Beatriz Díaz contra Sancor Cooperativa de Seguros LTDA, y en consecuencia,
condenar a esta última a hacer entrega a la actora de un automotor 0km de
iguales características al siniestrado o en su defecto de la suma equivalente en
dinero según el precio de mercado.
Para así decidir, consideró acreditado que el automotor marca Ford
Fiesta, dominio LYF 567, de titularidad de la señora Silvia Beatriz Diaz, se
encontraba asegurado bajo la póliza no 479992 emitida por Sancor Cooperativa
de Seguros LTDA, vigente a la fecha del siniestro.

Fecha de firma: 13/10/2022


Firmado por: PABLO DAMIAN HEREDIA, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: HORACIO PIATTI, SECRETARIO DE CAMARA
Firmado por: GERARDO G. VASSALLO, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: JUAN R. GARIBOTTO, JUEZ DE CAMARA

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Juzgó que la aseguradora admitió tácitamente el derecho de la asegurada
a la indemnización acordada, al haber postulado la existencia de un pago previo
en el marco de un juicio de consignación que tramitara en extraña jurisdicción.
Y, dado que el mismo fue “abandonado” al decir de la sentencia, consideró que
correspondía tener por no sucedido lo allí actuado.
Concluyó entonces que, la accionada no demostró el debido
cumplimiento de la obligación a su cargo y por ello que el reclamo deviene
procedente.
En cuanto a los rubros peticionados, consideró admisible otorgar una
indemnización por la suma de $63.286, comprensiva de $50.000 por la privación
de uso y $13.285 en concepto de reintegro de primas abonadas.
También admitió la pretensión de aplicar una multa en concepto de daño
punitivo, la que fijó en la suma de $100.000.
Todo ello con más intereses.
Finalmente impuso las costas del juicio a la aseguradora vencida.
II. Sólo la demandada se alzó contra dicho pronunciamiento.
Su recurso fue fundado con el escrito presentado el 30.6.2022 (fsd.
749/751), el que fue resistido por la actora mediante responde ingresado el
11.7.2022.
La señora Fiscal General ante esta Cámara dictaminó el 26.8.2022.
III. La lectura del escrito de expresión de agravios presentado por la
única recurrente demuestra que la aseguradora no cuestiona tanto el
incumplimiento contractual que le imputó la sentencia, ni los alcances del
resarcimiento otorgado conforme las estipulaciones de la póliza.
Tampoco fue objeto de impugnación la indemnización otorgada por
“privación de uso”, ni la condena a restituir las primas que fueron materia del
reclamo.
El agravio de la demandada se limita a cuestionar la pertinencia de la
multa impuesta en los términos del artículo 52bis de la ley 24.240, que entiende
impertinente.

Fecha de firma: 13/10/2022


Firmado por: PABLO DAMIAN HEREDIA, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: HORACIO PIATTI, SECRETARIO DE CAMARA
Firmado por: GERARDO G. VASSALLO, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: JUAN R. GARIBOTTO, JUEZ DE CAMARA

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De la lectura del memorial presentado se advierte que la recurrente
desarrolla en tal presentación un análisis de lo que la doctrina ha considerado en
punto a la aplicación del llamado “daño punitivo”.
Han sido coincidentes las críticas de nuestros autores en punto a
descartar una interpretación literal de la norma apuntada (art. 52bis), que
parecería requerir, para la imposición de la multa, la presencia de un mero
incumplimiento.
En el mismo sentido se pronunció la señora Fiscal de Cámara al
dictaminar en esta causa, bien que postulando luego la confirmación de la
sanción.
De hecho la sentencia cuestionada también lo expresó con claridad,
coincidencia con la hoy recurrente y con el Ministerio Público en cuanto a que
los “daños punitivos” sólo proceden frente a conductas del proveedor de cierta
gravedad que exceden el mero incumplimiento.
El fallo sostuvo que “…tanto en derecho comparado como en la doctrina
nacional los daños punitivos se consideran procedentes en supuestos de particular
gravedad, frente a hechos calificados por dolo o culpa grave del sancionado, o
motivados en la obtención de enriquecimiento derivados de esos actos
cuestionados, o en casos excepcionales por un abuso de posición dominante o
cuando se evidencia un menosprecio grave por derechos de incidencia colectiva
o-como en el sub lite- de derechos individuales".
Esta Sala se ha expresado en igual sentido en numerosos precedentes
donde sólo fue autorizada esta multa excepcional en casos de probada gravedad.
Así, dijo este Tribunal en línea con lo antedicho, que existe consenso
mayoritario, tanto en el derecho comparado cuanto en la doctrina nacional,
acerca de que el daño punitivo únicamente procede en supuestos de particular
gravedad, calificados (i) por el dolo o la culpa grave, es decir, una falta grosera
consistente en no haber tomado una precaución juzgada como necesaria, que se
configura cuando media una manifiesta y grave despreocupación identificándose
con la voluntad consciente más que con el simple descuido; (ii) por la obtención
de un enriquecimiento ilícito y, también, (iii) por un abuso de posición de poder
Fecha de firma: 13/10/2022
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cuando ella evidencia un menosprecio grave por derechos individuales o de
incidencia colectiva.
De modo que debemos concluir que el instituto no se aplica en cualquier
caso, sino y sólo cuando aparecen dados aquellos supuestos, esto es, cuando la
conducta de la parte que provoca la ruptura del contrato va más allá del mero
incumplimiento contractual (Nallar, en “Improcedencia de los daños punitivos en
un fallo que los declara procedentes”, La Ley 2009-D-96; esta Sala, “Castañón,
Alfredo José c/ Caja de Seguros S.A.”, 9.4.12).
De acuerdo con ello, esta Sala ha destacado en varias ocasiones que la
aplicación de aquella multa civil tiene carácter verdaderamente excepcional y
está reservada para casos de particular gravedad (conf. CNCom., Sala A, 9/11/10,
“Emagny S.A. c/ Got SRL y otro s/ ordinario”; Stiglitz, R. y Pizarro, R.,
Reformas a la ley de defensa del consumidor, LL 2009-B, p. 949; Nallar, F.,
Improcedencia de los daños punitivos en un fallo que los declara procedentes,
LL 2009-D, p. 96; Brun, C., Los llamados daños punitivos en la nueva Ley de
Defensa del Consumidor, DJ 2008-II, p. 369; Furlotti, S., Los daños punitivos:
sentido y alcance del art. 52 de la ley 24.240, LL Gran Cuyo 2010, octubre, p.
819).
Congruente con lo dicho el suscripto se pronunció en la causa “Ríos,
Sergio F. y otros c/ Banco Santander Rio S.A. s/ ordinario”. Allí dije que “la
multa civil pecuniaria, comúnmente referida como “daño punitivo” ha sido, sin
lugar a dudas, uno de los temas jurídicos más controversiales de los últimos 20
años, cuanto menos en lo que respecta al llamado “derecho de daños” y
particularmente, dentro de los conflictos derivados de las relaciones de
consumo”.
En efecto, la incorporación al derecho nacional de ésta particular sanción
de naturaleza civil (y de origen anglosajón) produjo, y continúa produciendo,
mucha controversia en nuestra doctrina. En realidad, no se trata de nada nuevo,
más que de la antigua discusión en torno a si debe existir o no una función
punitiva de la responsabilidad civil.

Fecha de firma: 13/10/2022


Firmado por: PABLO DAMIAN HEREDIA, JUEZ DE CAMARA
Firmado por: HORACIO PIATTI, SECRETARIO DE CAMARA
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Y aun cuando para algún sector de la doctrina ello continúe discutido, lo
cierto y concreto es que este singular instituto hoy se encuentran regulado en el
artículo 52bis de la ley 24.240 (según art. 25° de la ley 26.361), que declara su
procedencia cuando se intenta punir a un sujeto que ha incurrido en una conducta
que ha afectado los derechos de un consumidor y que aparece particularmente
grave y reprochable; ello teniendo en mira un efecto disuasorio respecto del
propio infractor o de terceros a fin de disuadir o desanimar acciones futuras del
mismo tipo (Kemelmajer de Carlucci, Aída R., ¿Conviene la introducción de los
llamados “daños punitivos” en el derecho argentino?, pág. 88, Anales de la
Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, segunda
época, año XXXVIII, 1993, N° 31, Buenos Aires, 1994).
Pizarro ya los había definido como aquellas: “sumas de dinero que los
tribunales mandan a pagar a la víctima de ciertos ilícitos, que se suman a las
indemnizaciones por daños realmente experimentados por el damnificado, que
están destinados a punir graves inconductas del demandado y a prevenir hechos
similares en el futuro” (Pizarro, Ramón D., Daños Punitivos, publicado en
Derecho de daños, Kemelmajer de Carlucci (directora) y Palladera, Carlos
(coordinador), págs. 291/292).
En definitiva, podemos decir que se trata de una herramienta de
prevención del daño que se aplica como sanción a quien ha actuado con grave
indiferencia hacía los derechos del consumidor. Es decir, sólo procederá ante la
ocurrencia de un hecho grave realizado con intención o suficiente negligencia
que, como tal, amerite sanciones con el fin de desanimar la ocurrencia futura de
acciones similares.
No obstante la claridad de estos conceptos, la redacción actual del
instituto que ofrece el plexo normativo específico, no ha logrado precisar del
mismo modo cuáles son los lineamientos necesarios para una correcta aplicación,
que lleven a alcanzar así, su primordial objetivo cual es, como ya dije, desalentar
la realización de conductas disvaliosas.
En efecto, la deficiente regulación legal del citado artículo 52bis de la ley
24.240 que autoriza al Juez a imponer la sanción, frente a cualquier
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“incumplimiento legal o contractual” se encuentra en clara pugna a los mismos
fundamentos que la instituyeron como una solución excepcional.
Esta deficiencia, ha llevado a la mayoría de los tribunales acordar ciertas
pautas mínimas de admisibilidad de la multa.
A su respecto, la Sala ha dicho reiteradamente que la aplicación de la
multa civil de que se trata tiene carácter verdaderamente excepcional y está
reservada para casos de gravedad, en los que el sujeto hubiera actuado,
precisamente, con dolo -directo o eventual- o culpa grave -grosera negligencia-,
no siendo suficiente el mero incumplimiento de las obligaciones “legales o
contractuales con el consumidor” mencionadas por el precepto, sino una
particular subjetividad, representada por serias transgresiones o grave
indiferencia respecto de los derechos ajenos (Trigo Represas F., La
responsabilidad civil en la nueva ley de defensa del consumidor, LL del
3/5/2010; Colombres, F., Los daños punitivos en la ley de defensa del
consumidor, LL 2008-E, p. 1159; Rua, A., El daño punitivo en la reforma de la
ley de defensa del consumidor, LL 31/7/2009; Elías, A., Daño Punitivo: derecho
y economía en la defensa del consumidor, en la obra de Ariza, A. [coordinador],
La reforma del régimen de defensa del consumidor por la ley 26.631, Buenos
Aires, 2009, p. 141, espec. p. 153; Picasso S. y Vázquez Ferreyra R., ob. cit., t. I,
p. 625 y sus citas; CNCom., esta Sala, 9.4.12, “Castañón Alfredo José c/ Caja de
Seguros SA s/ ordinario”, id., 31.8.12, “Liberatore, Lydia c/ Banco Saenz S.A. s/
ordinario”, id., 25.8.16, “Lipskier, Natalia Celina c/ Tramando S.A. s/
Sumarísimo”).
En consecuencia, el primero de los requisitos de procedencia
mencionados consistirá en una conducta que, ya sea por su indiferencia o
desaprensión, trasgreda las pautas de la moral media impuestas por la
colectividad. De modo que, aunque no necesariamente todo lo antisocial es
antijurídico, la propia normativa fondal considera ilícita la conducta que no tenga
en cuenta la moral y las buenas costumbres, en los términos del anterior artículo
953 del Código Civil, -hoy regulado por el artículo 279 del Código Civil y
Comercial de la Nación- (Junyent Bas, Francisco A., Garzino, María C., Daño
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punitivo. Presupuestos de aplicación, cuantificación y destino, LL 2011-F 1300,
Cita Online: AR/DOC/5622/2011).
En cuanto al segundo elemento (el subjetivo), será necesario que se
acredite que el agente dañador violó deliberadamente un deber a su cargo (dolo)
o que su incumplimiento es tan grosero, que resulta difícil creer (a menos que
exista mucha ingenuidad) que se trataría de un acto no intencional (culpa grave);
en otras palabras, de una acción negligente o imprudente en grado extremo. En la
gran mayoría de los casos, se tratará de un supuesto de “cuasi-dolo” o “dolo no
acreditado”, generalmente a causa de circunstancias muy particulares (la
dificultad, o imposibilidad muchas veces, de probar la existencia de un estado
volitivo interno), cuando no de la astuta (o mejor dicho, maliciosa) estrategia
judicial del demandado (Chamatropulos, Demetrio Alejandro, Estatuto del
Consumidor Comentado, Tomo II, pág. 273).
Tales extremos deben ser acreditados por quien pretende la imposición
de la multa civil (cpr 377; esta Sala, 28.6.12, “Errico, Néstor Omar y otros c/
Galeno S.A. s/ ordinario”; íd., 4.2.13, “Quiroga Lavié Humberto c/ Standard
Bank Argentina S.A. y otro s/ ordinario”; íd., 19.11.13; “Ulloa Federico Alberto
c/ A. Santos S.A. s/ ordinario”)” (esta Sala, 26.10.2017, “Ríos, Sergio c/ Banco
Santander Río S.A. s/ ordinario”).
Los conceptos vertidos en estos párrafos, como los desarrollados por la
señora Fiscal ante esta Cámara en su dictamen, y la señora Jueza de grado en su
sentencia, son conceptualmente similares a los desarrollados por la aseguradora
en su expresión de agravios.
Sin embargo, ello no alcanza para modificar el fallo en el puntual aspecto
discutido.
Es que la sentencia de Primera Instancia, luego de describir el marco en
que debía ser aplicada la multa regulada por el artículo 52bis de la ley 24.240,
sostuvo expresamente y con total claridad que tales supuestos se encontraban
reunidos en la causa, por lo cual procedía su imposición.
En efecto, la decisión sostuvo que la aseguradora “desatendió los
fundados reclamos de la actora”; “contestó demanda sobre la base de hechos que
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no eran los denunciados por la actora”; “invocó como eje central para resistir el
reclamo la existencia de un juicio por consignación que posteriormente
abandonó”; y una “ausencia casi total de actividad probatoria”.
Todo ello, en el parecer de la señora magistrada, reveló “…una
desaprensiva conducta que aparece incluso violatoria del trato digno que merece
todo consumidor de conformidad con el articulo 8bis de la ley 24.240 y del
principio de buena fe contenido en el artículo 1198 del Código Civil y actual
1725 del Código Civil y Comercial de la Nación que debe primar en toda
relación contractual”.
A partir de esta descripción calificada de la conducta de la aseguradora,
la sentencia concluyó que ello constituía un actuación grave por su total
desaprensión e indiferencia a los derechos de la actora, que para la Jueza fue “…
demostrativo de un grave menosprecio por los derechos individuales del
consumidor… (que) …habilita la aplicación en el caso del daño punitivo…”.
Estos puntuales fundamentos que “bajaron” la coincidente doctrina al
desarrollo de los hechos que enmarcaron el litigio, no fueron materia de
cuestionamiento alguno por parte de la recurrente.
Como resulta de la lectura del escrito de expresión de agravios la
aseguradora, como dije, se limitó a efectuar un extenso desarrollo sobre la
interpretación que ensaya la doctrina sobre los alcances y pautas de aplicación de
la multa prevista en el ya mencionado artículo 52bis de la ley 24.240. Pero lo
hace con total dogmatismo, pues de modo alguno objeta los hechos en que la
sentencia basó su decisión tanto en su veracidad como en su idoneidad para
justificar la multa impuesta.
En rigor la aseguradora ni siquiera menciona los hechos apuntados que
justificaron, según la decisión de grado, la imposición de los llamados “daños
punitivos”; menos aún cuestiona el presupuesto necesario de lo anterior cual es el
carácter de consumidora que la sentencia asigna a la señora Díaz.
Tal omisión constituye una clara infracción a la regla prevista en el
artículo 265 del código de rito, pues no fue materia de agravio los esenciales

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fundamentos que la sentencia consideró para admitir la condena que
puntualmente la demandada intentó cuestionar.
De hecho la inexistencia de agravio puntual sobre estos relevantes
fundamentos constituye una limitación pues, el tribunal solo puede pronunciarse
sobre lo que ha sido materia específica del recurso.
Es lo que se expresa con el aforismo tantum devolutum quantum
apellatum o sea que los poderes del tribunal de apelación se hallan limitados por
la extensión del recurso” (Alsina H., Tratado Teórico Práctico de Derecho
Procesal Civil y Comercial, Juicio Ordinario, T. IV, Segunda Edición, página
416/417). Sólo puede ser revisado lo apelado (Couture, E., Fundamentos del
Derecho Procesal Civil, página 188).
Así, lo no apelado debe entenderse consentido por la parte. Y no
proponer un concreto agravio respecto de un fundamento que por sí mismo abona
la solución que critica, impide al tribunal de apelación modificar lo decidido en
la instancia anterior (esta Sala, 23.11.2012, “González Gette, Liliana c/ Tito
González S.A. y otro s/ ordinario”).
Lo hasta aquí dicho basta para desestimar el recurso propuesto por la
demandada.
Propondré, pues, confirmar lo decidido por el fallo apelado y que las
costas de Alzada sean impuestas a la recurrente en su condición de vencida
(artículo 68 del código procesal).
IV. Por lo expuesto, si mi voto es compartido, deberá desestimarse el
recurso de la demandada con el efecto de confirmar totalmente la sentencia
apelada en cuanto fue motivo de apelación.
Las costas de Alzada deberán ser impuestas a la recurrente vencida.
Así voto.
Los señores Jueces de Cámara Pablo D. Heredia y Juan R. Garibotto
adhieren al voto que antecede.
V. Concluida la deliberación los señores Jueces de Cámara acuerdan:
(a) Desestimar el recurso de la demandada con el efecto de confirmar la
sentencia apelada en cuanto fue materia de apelación.
Fecha de firma: 13/10/2022
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(b) Imponer las costas de Alzada a la recurrente vencida.
(c) Diferir la consideración de los honorarios hasta tanto sean regulados
los correspondientes a la anterior instancia.
(d) Notifíquese electrónicamente.
(e) Cúmplase con la comunicación ordenada por la Corte Suprema de
Justicia de la Nación (Ley 26.856 y Acordadas n° 15/2013 y 24/2013), glósese
copia certificada de lo aquí resuelto, y vencido el plazo fijado por el cpr 257,
devuélvase la causa tanto en su soporte físico y en su soporte electrónico.

Pablo D. Heredia

Juan R. Garibotto

Gerardo G. Vassallo

Horacio Piatti
Secretario de Cámara

Fecha de firma: 13/10/2022


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