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PRESENTACIÓN DE LECTURA: EDUARDO GONZÁLEZ CALLEJA

[Contexto del autor y su obra]

Doctor en Historia Contemporánea por la Universidad Complutense de Madrid, profesor de la


Universidad Carlos III de Madrid, investigador dedicado a los estudios de la violencia política
principalmente en la España contemporánea, abordando especialmente los fenómenos del golpe
de Estado, el terrorismo, fascismo, neo-fascismo, contrainsurgencia y movimientos de extrema
derecha.

Contrarrevolucionarios (2011)
En nombre de la autoridad (2016)
SOCIALISMOS Y COMUNISMOS: CLAVES HISTORICAS DE DOS MOVIMIENTOS POLITICOS (2017)
ASALTO AL PODER: LA VIOLENCIA POLITICA ORGANIZADA Y LAS CIENCIAS SOCIALES (2017)
Guerras no ortodoxas (2018) examina los movimientos de extrema derecha en el contexto de fin
del Franquismo y auge de las dictaduras militares en Latinoamérica
Política y violencia en la España contemporánea (2020)

La violencia en la política. Perspectivas teóricas sobre el empleo deliberado de la fuerza en los


Conflictos de poder del (2002) y Asalto al poder. La violencia política organizada y las ciencias
sociales (2017) son los libros en donde Eduardo González Calleja se dedica al abordaje teórico del
fenómeno de la violencia. En este último

[Objetivos y tesis principales del texto]

El objetivo que se plantea el autor es plantear una tipología tentativa de la violencia política
subversiva que sea susceptible de contrastar en la práctica algunos rasgos teóricos básicos de la
teoría de la acción colectiva, proponiendo una taxonomía basada en tres criterios fundamentales:
1) la organización de los protagonistas, 2) la movilización de recursos simbólicos y materiales y 3)
el propósito o significado rupturista de la acción que se propone. La combinación de estos tres
ejes, a su vez, daría lugar a seis tipos de violencia política subversiva: el “asesinato”, lo que
denomina como “conjura de palacio”, el “golpe de Estado, la “violencia tumultaria”, la “violencia
insurgente” y por último la “violencia revolucionaria”. Concluye, no obstante, que estas seis
categorías formales no resultan suficientes para caracterizarlas plenamente las distintas
expresiones de la violencia política subversiva, ya que es preciso tener en cuenta el contexto socio-
histórico que incide en la aparición, difusión y declive de las distintas experiencias de acción
colectiva violenta.

[Desarrollo y argumentación]

Entonces, en primer lugar, cabe decir que el texto tiene una pretensión principalmente descriptiva
y gira en torno a la noción de “violencia política subversiva”, cuya definición no desarrolla de
forma exhaustiva ni se mete en las discusiones sobre las definiciones de violencia como lo hace
Aróstegui en el otro texto, sino que arranca dándolo por sentado y restringiendo su descripción a
un tipo particular de violencia, la violencia política subversiva, que el autor entiende como aquella
que está dirigida al derribo de un régimen o rectificación forzosa de sus políticas. Con ello excluye
lo que Aróstegui distingue como “violencia social”, pero también la violencia desplegadas por el
Estado y las que representan al poder político de turno. En el Asalto al Poder había desarrollado
una tipología que no se restringía a la violencia política subversiva.

En el primer apartado González Calleja realiza un recorrido de los diferentes intentos por
establecer una tipología de la violencia, observándose múltiples criterios entre los cuales se puede
mencionar el tipo de actor o fuerza social, sus propósitos, ideología, nivel de apoyo, modos de
manifestación, esferas en las que se despliega, grado de planificación, etc.; sin restringirse
necesariamente a la violencia política subversiva en sentido estricto. Llama la atención que en esta
sección del artículo el autor se dedica solo a enumerar las diferentes taxonomías, demostrando
que el fenómeno puede ser clasificado en base a múltiples factores pero sin problematizar
mayormente los criterios que han utilizado.

De hecho en el apartado siguiente abstrae y sintetiza los factores que considera más relevantes,
entre los cuales menciona 1) la escala de violencia (en cuanto a duración, extensión, incidencia
política, recursos movilizados) 2) los espacios implicados (que gira principalmente en torno al eje
urbano-rural) y 3) la dinámica interna (que contempla su proceso de emergencia, despliegue y
transformaciones, así como propósitos y alcances).

En el tercer apartado presenta otros tres factores a partir de los cuales construir una taxonomía: a)
los actores colectivos que protagonizan las intervenciones violentas, y que responde
principalmente al nivel de involucramiento de ciertos segmentos de la población, lo que puede
restringirse a elites minoritarias o extenderse hacia una acción de masas b) en segundo lugar, la
cantidad y cualidad de recursos movilizados, tanto simbólico como materiales, y que pueden
determinar la intensidad de la acción violenta, y por último c) los objetivos de la acción, que
pueden limitarse a la simple rectificación de la línea de gobierno, al logro de cierto nivel de
influencia sobre el ejercicio del poder, o a propósitos de mayor alcance como la conquista del
poder del Estado y el cambio de la organización social en su conjunto. No se comprende de donde
extrae estos tres factores y cómo se relacionan con los otros tres factores que había destacado en
el apartado anterior. No parece haber un hilo argumentativo claro a lo largo del artículo.

En el apartado cuatro, presenta entonces una taxonomía basada en la combinación de los tres
factores mencionados anteriormente de lo que resultan 6 tipos que son el asesinato, perpetrado
por una fracción minoritaria, que tiene acceso a movilizar altos recursos, entiendo que se trata de
trata de una acción de actores minoritarios, altos recursos y objetivos amplios. El segundo tipo, la
conjura de palacio, es también minoritaria aunque en mayor escala que el asesinato, con una
movilización limitada de recursos (aunque tengo la duda porque al principio señala que “disponen
de un elevado potencial de movilización de recursos”) pero con objetivos políticos más
moderados. En tercer lugar, el golpe de Estado se sitúa en las coordenadas de un actor minoritario
proveniente de la elite, con gran despliegue de recursos y objetivos ambiciosos. Los tres restantes
constituyen actores más amplios. La violencia tumultaria representa una acción colectiva de masas
con escasa movilización de recursos y objetivos más bien inmediatos y limitados; la violencia
insurgente incluye la guerrilla y el terrorismo, involucra a un conjunto más reducido de la
población, con altos recursos en el tiempo y objetivos amplios pero limitados respecto a la
siguiente categoría, que es la violencia revolucionaria, y donde estaría involucrado un actor
colectivo de mayor escala, con más despliegue de recursos y objetivos más radicales que la
insurgencia, cuyas expresiones más representativas son la insurrección y la guerra civil.
Es destacable el hecho de que estas tipologías de la violencia política subversiva no se centran en
prácticas aisladas, sino más en el sentido que tienen las acciones de violencia dentro de un
contexto más bien estratégico, donde éstas pueden sucederse o alternarse, siendo algunas
requisitos para el desarrollo de la otras. La taxonomía más bien ofrece contextos intencionales
para la clasificación de los acontecimientos violentos, más que una clasificación de las diferentes
prácticas y repertorios de acción violenta. Una acción de violencia de masas por ejemplo puede
definirse como tumultaria o como insurreccional y revolucionaria de acuerdo a la lectura que se
haga del proceso y las fuerzas política en juego, por eso talvez termina concluyendo la necesidad
de vincular los intentos de clasificación a una teoría del conflicto y el cambio social; así como su
vinculación con el contexto histórico en el que se presentan, a pesar que estas conclusiones están
muy poco desarrolladas. Entonces, es ver la violencia no solo como acontecimiento sino como
proceso y es una invitación a considerar la dimensión histórica del conflicto, es un intento de
recorte y abstracción de la realidad que pretende tener un valor heurístico y que, a diferencia del
formalismo y la abstracción con la que operan las ciencias sociales, se debe reivindicar el ejercicio
historiográfico y su aporte para la comprensión de los diferentes proceso de conflicto. Esto es una
lectura mía, una interpretación pues el texto no explícito en decir cuál sería la contribución
específica, cuáles serían los problemas que presentaban las taxonomías anteriores y de qué
manera su propuesta viene a responder o resolver dichos inconvenientes.

Valor en reconocer el carácter político-subversivo que pueden ser desplegadas también por la
clase dominante.

El conflicto le da sentido a la violencia. Lo que clasifica Eduardo Calleja es más bien un contexto de
conflicto en el que tienen lugar acciones de violencia, y que está relacionado con el cambio social y
la lucha por el poder.

Otros textos destaca la naturaleza relacional de la violencia, su carácter sintomático respecto a


algunos conflictos,

¿Qué pasa cuando hay un proceso revolucionario que alcanza la conquista del poder del Estado
pero donde el proceso revolucionario sigue desarrollándose, sigue enfrentándose a las clases
dominantes y por lo tanto existirían formas de violencia, de carácter revolucionaria ¿dejarían de
ser subversivas? Es necesario distinguir entre la toma del poder del Estado, y el cierre del proceso
revolucionario.

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