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TEXTO

En ocasiones especiales, como la del miércoles, mi familia y yo, para no sentirnos


desplazados, fingimos que nos gusta ver el fútbol. Así que nos dispusimos a ver el
Barça-Arsenal con unción religiosa (anteayer quedó demostrado que, como se ha
dicho tantas veces, el fútbol es una religión y quizá el opio del siglo XX) Vino también
el novio de mi hija mayor, un chico estupendo, muy cariñoso y complaciente, que, sin
necesidad de que se le diera ninguna indicación, fingió, para crear un poco de
controversia, que iba con el Arsenal: todos los demás habíamos apostado por el
equipo de Rijkaard). A los pocos minutos de que comenzara el encuentro observé
disimuladamente a mi familia y me emocionó verla tan unida en torno al televisor (de
plasma y pantalla plana. Sólo el rezo del rosario, hace años, creaba vínculos tan
sólidos.
En un momento, con la excusa de ir al baño, me asomé a la ventana del patio
interior y se me erizó el vello al comprobar el silencio general del bloque, interrumpido
únicamente por la voz eléctrica del oficiante. Me hizo sentir muy bien saber que yo
formaba parte de aquel silencio general que pertenecía a alguien o a algo que estaba
más allá de los tabiques de mi casa. Cuando volví, mi yerno, que administra muy bien
los tópicos, dijo que, mientras uno de los equipos no marcara, el partido resultaría
aburrido. Por mi parte, cuando el Arsenal se quedó con 10 jugadores, aseguré que con
10 jugadores se juega mejor que con 11 (ventajas de haber leído a González Suárez).
Mi mujer aseguró entonces que el Barça estaba haciendo un juego muy estático,
asombrándonos a todos con su aparente erudición. Cuando el Arsenal marcó, mi
yerno nos acompañó en el sentimiento y abrimos otra cerveza.
A los 15 minutos del segundo tiempo, apunté en tono reflexivo que si no se
producía un empate enseguida el partido perdería gas. Después comencé a prestar
atención a los detalles y comprendí, como una revelación, por qué llamamos al Barça
equipo azulgrana. Luego todo se enderezó de súbito y ganamos. Lo curioso es que la
alegría de mi familia y la tristeza de mi yerno parecían verdaderas. Me pregunté si nos
habíamos convertido.
Juan José Millas, El País Semanal, 19 de mayo de 2006.
CUESTIONES

1. Haz un comentario de texto del fragmento que se propone contestando a las


preguntas siguientes:
1.a. Enuncia el tema (0.5 puntos).
1.b. Detalla las características lingüísticas y estilísticas del texto e indica qué tipo de
texto es (1,5 puntos).

2. Redacta un resumen del contenido (1 punto).

3. A partir del texto, redacta una argumentación sobre si es excesiva la importancia


que se da al fútbol en la sociedad actual (1,5 puntos).

4.a. Analiza la estructura morfológica de desplazados y azulgrana. Separa y clasifica


cada uno de sus componentes y señala el tipo de palabra que es por su estructura (1
punto).
4.b Análisis sintáctico de la siguiente oración: Mi yerno, que administra muy bien los
tópicos, dijo que el partido resultaría aburrido (1,5 puntos).

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