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Gloria en lugar de ceniza: El camino

sanador del perdón


Por la hermana Kristin M. Yee
Segunda Consejera de la Presidencia General de la Sociedad de Socorro

Vivir de manera que ofrezcas gloria en lugar de las cenizas que haya en tu
vida es un acto de fe que sigue al Salvador.

El libro de 1 Samuel incluye un relato poco conocido de David, el


futuro rey de Israel, y una mujer llamada Abigail.

Después de la muerte de Samuel, David y sus hombres huyeron del rey


Saúl, que buscaba acabar con la vida de David. Ellos brindaban
protección a los rebaños y a los sirvientes de un hombre rico llamado
Nabal, que era perverso. David envió a diez de sus hombres a saludar a
Nabal y a pedirle los alimentos y suministros que tanto necesitaban.

Nabal respondió a la petición de David con desprecio y echó a sus


hombres con las manos vacías.

Ofendido, David preparó a sus hombres para enfrentarse a Nabal y a su


casa diciendo: “[…] él me ha devuelto mal por bien” 1. Un sirviente
avisó a Abigail, la esposa de Nabal, acerca del desprecio de su marido
hacia los hombres de David. Abigail se apresuró a reunir los alimentos y
suministros necesarios y fue a interceder.

Cuando Abigail se encontró con él, “postrándose sobre su rostro


delante de David, se inclinó a tierra.

“Y se echó a sus pies y dijo: Señor mío, sobre mí sea el pecado […].

“Ahora pues […], Jehová te ha impedido venir a derramar sangre y


vengarte por tu propia mano […].

“Y ahora este presente que tu sierva ha traído a mi señor sea dado a los
criados […].

“Y yo te ruego que perdones a tu sierva esta ofensa […].

“Y dijo David a Abigail: Bendito sea Jehová Dios de Israel, que te envió
para que hoy me encontrases;

“y bendito sea tu razonamiento, y bendita tú, que me has impedido hoy


el ir a derramar sangre y a vengarme por mi propia mano […].

“Y recibió David de su mano lo que le había traído y le dijo: Sube en


paz a tu casa, y mira que he escuchado tu voz y te he tenido respeto” 2.
Ambos partieron en paz.

En este relato, Abigail podría considerarse como un modelo o símbolo


poderoso de Jesucristo 3 . A través de Su sacrificio expiatorio, Él puede
liberarnos del pecado y del peso de un corazón contencioso, y
proveernos del sustento que necesitamos 4.

Así como Abigail estaba dispuesta a tomar los pecados de Nabal sobre
sí misma, el Salvador también ha tomado sobre Sí —de forma
incomprensible— nuestros pecados y los pecados de quienes nos han
herido u ofendido 5. En Getsemaní y en la cruz, Él pagó por esos
pecados y preparó la manera para que podamos sanar un corazón
vengativo. Esa “manera” es mediante el perdón, que puede ser una de
las cosas más difíciles que alguna vez haremos y lo más sublime que
alguna vez experimentaremos. En el camino del perdón, el poder
expiatorio de Jesucristo puede fluir en nuestra vida y comenzar a sanar
las profundas heridas del corazón y del alma.

El presidente Russell M. Nelson enseñó que el Salvador nos brinda la


capacidad para perdonar:

“Mediante Su infinita expiación, pueden perdonar a quienes los hayan


lastimado y que quizás nunca acepten la responsabilidad de su crueldad
hacia ustedes.

“Por lo general, es fácil perdonar a quien procura el perdón de ustedes


con sinceridad y humildad, pero el Salvador les dará la capacidad de
perdonar a quienes los hayan maltratado de alguna manera. Entonces
sus actos hirientes ya no podrán amargarles el alma” 6.

La abundante ofrenda de comida y sustento que dio Abigail nos enseña


que el Salvador ofrece a quienes hemos sido lastimados o heridos el
sustento y la ayuda que necesitamos para ser curados y sanados 7. No
tenemos que enfrentar nosotros solos las consecuencias de las acciones
de otras personas, sino que también podemos ser sanados y tener la
oportunidad de ser salvados del peso de un corazón contencioso y de
cualquier acción que podría acarrear.

El Señor ha dicho: “Yo, el Señor, perdonaré a quien sea mi voluntad


perdonar, mas a vosotros os es requerido perdonar a todos los
hombres” 8. El Señor nos requiere perdonar por nuestro propio bien 9,
pero Él no nos pide que lo hagamos sin Su ayuda, Su amor y Su
comprensión. Mediante nuestros convenios con el Señor, cada uno
puede recibir el poder fortalecedor, la guía y la ayuda que necesitamos
tanto para perdonar como para ser perdonados.

Ruego que sepan que perdonar a alguien no quiere decir que se pongan
en una situación donde les seguirán haciendo daño. “Podemos
esforzarnos por perdonar a alguien y aun así sentirnos inspirados por el
Espíritu a alejarnos de esa persona” 10.

Así como Abigail ayudó a David a no tener un corazón turbado 11 y a


recibir la ayuda que necesitaba, el Salvador les ayudará de la misma
manera. Él les ama, Él va a su encuentro en el camino “y en sus alas
traerá sanidad” 12. Él desea que sientan paz.

Personalmente, he sido testigo del milagro de Cristo que sanó mi


corazón contencioso. Con el permiso de mi padre, les comparto que
crecí en un hogar donde no siempre me sentí a salvo debido a maltratos
emocionales y verbales. En mis años de adolescencia y juventud, estaba
resentida con mi padre y guardaba enojo en el corazón por esa herida.

Con los años y al esforzarme por hallar paz y sanación en el camino del
perdón, me di cuenta, de manera muy profunda, que el mismo Hijo de
Dios que había expiado mis pecados, es el mismo Redentor que
también salvaría a quienes me habían hecho tanto daño. No podría
creer plenamente en esa primera verdad sin creer en la segunda.

Conforme mi amor por el Salvador ha aumentado, también lo ha hecho


mi deseo de reemplazar el dolor y la ira por Su bálsamo sanador. Ha
sido un proceso que ha tomado muchos años y requirió valor,
vulnerabilidad, perseverancia y aprender a confiar en el poder divino
del Salvador para salvar y sanar. Todavía me queda mucho por hacer,
pero mi corazón ya no está en pie de guerra. He recibido un “corazón
nuevo” 13, un corazón que ha experimentado el profundo y perdurable
amor de un Salvador personal, que ha estado a mi lado, que delicada y
pacientemente me ha guiado a un lugar mejor, que lloró conmigo y que
conoció mi dolor.

El Señor me ha enviado bendiciones compensatorias, así como Abigail


llevó lo que David necesitaba. Él ha enviado mentores a mi vida; y lo
más dulce y transformador de todo ha sido mi relación con mi Padre
Celestial. Mediante Él, con gratitud he conocido el amor bondadoso,
protector y rector de un Padre perfecto.

El élder Richard G. Scott dijo: “No puedes borrar el pasado, pero


puedes perdonar 14. El perdón sana heridas espantosas y trágicas
porque permite que el amor de Dios elimine de tu corazón y de tu
mente el veneno del odio. También limpia tu conciencia del deseo de
venganza y da lugar al amor purificador, sanador y restaurador del
Señor” 15.

Mi padre terrenal también ha tenido un milagroso cambio en el corazón


en los últimos años y ha acudido al Señor, algo que yo no esperaba que
ocurriese en esta vida. Es otro testimonio para mí del poder absoluto y
transformador de Jesucristo.

Sé que Él puede sanar al pecador y a aquellos contra quienes se ha


pecado. Él es el Salvador y el Redentor del mundo, quien ha dado Su
vida para que podamos vivir de nuevo. Él dijo: “El Espíritu del Señor
está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los
pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar
libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los
quebrantados” 16.
A todos los que están quebrantados, cautivos, heridos y quizás cegados
por el dolor o el pecado, Él ofrece sanación, recuperación y liberación.
Testifico que la sanación y la recuperación que Él ofrece es real. El
tiempo de esa sanación es personal y no podemos juzgar los tiempos de
otras personas. Es importante que nos permitamos el tiempo necesario
para sanar y ser bondadosos con nosotros mismos durante el proceso.
El Salvador siempre es misericordioso y atento, y está listo para ofrecer
el socorro que necesitamos 17.

En el camino del perdón y de la sanación se encuentra la opción de no


perpetuar patrones o relaciones dañinas en nuestras familias o en
cualquier otro ámbito. A todas las personas dentro del ámbito de
nuestra influencia les podemos ofrecer bondad por crueldad, amor por
odio, amabilidad por agresividad, seguridad por angustia y paz por
contención.

Ofrecer lo que se te ha negado es una parte poderosa de la sanación


divina que es posible mediante la fe en Jesucristo. Vivir de manera que
ofrezcas, como ha dicho Isaías, gloria en lugar de las cenizas que haya
en tu vida 18 es un acto de fe que sigue el ejemplo supremo de un
Salvador que sufrió todo para que Él pudiera socorrer a todos.

José de Egipto vivió una vida de cenizas. Sus hermanos lo odiaban, fue
traicionado y vendido como esclavo, fue encarcelado injustamente y
olvidado por alguien que había prometido ayudarlo. Aun así, confió en
el Señor. “Jehová estaba con José” 19 y consagró sus pruebas para su
propia bendición y crecimiento, y para la salvación de su familia y de
todo Egipto.

Cuando José se encontró con sus hermanos, siendo un gran líder de


Egipto, su perdón y refinada perspectiva se manifestaron en las palabras
de gracia que habló:

“Ahora pues, no os entristezcáis ni os pese haberme vendido acá,


porque para preservación de vida me envió Dios delante de
vosotros […].

“Así, pues, no me enviasteis vosotros acá, sino Dios” 20.

Por medio del Salvador, la vida de José se transformó en “gloria en


lugar de ceniza” 21.

Kevin J Worthen, rector de BYU, dijo que Dios “puede hacer que
ocurra lo bueno […] no solo a partir de nuestros éxitos, sino también a
partir de nuestros fracasos y de los fracasos de otras personas que nos
causan dolor. Dios es así de bueno y así de poderoso” 22.

Testifico que el mayor ejemplo de amor y perdón es el de nuestro


Salvador Jesucristo, quien en amarga agonía dijo: “Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen” 23.

Sé que nuestro Padre Celestial desea bondad y esperanza para cada uno
de Sus hijos. En Jeremías leemos: “Porque yo sé los pensamientos que
tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz” 24.

Jesucristo es su Mesías personal, su amoroso Redentor y Salvador,


quien conoce los ruegos de su corazón. Él desea su sanación y felicidad,
Él los ama, Él llora con ustedes en sus pesares y se regocija al sanarlos.
Ruego que tengamos esperanza y tomemos Su mano amorosa que está
siempre extendida 25 a medida que andemos por el camino sanador del
perdón, es mi oración, en el nombre de Jesucristo. Amén.
Notas
1. 1 Samuel 25:21.

2. 1 Samuel 25:23–24, 26–28, 32–33, 35.

3. Véase Old Testament Seminary Student Material, 2018, págs.


449–450.

4. Véase James L. Ferrell, The Peacegiver: How Christ Offers to Heal


Our Hearts and Homes, 2004, pág. 29.

5. Véase Old Testament Seminary Student Material, págs. 449–450.

6. Russell M. Nelson, “Cuatro dones que Jesucristo les brinda”


(Devocional de Navidad de la Primera Presidencia, 7 de
diciembre de 2018), broadcasts.ChurchofJesusChrist.org.

7. Véase Ferrell, The Peacegiver, pág. 48.

8. Doctrina y Convenios 64:10.

9. Véase James E. Faust, “El poder sanador del perdón”,


Liahona, mayo de 2007, págs. 67–69.

10. “Forgiveness Doesn’t Mean Putting Up with Getting Hurt”,


16 de marzo, 2022, ChurchofJesusChrist.org.

11. Véase 1 Samuel 25:31.

12. Malaquías 4:2.

13. Ezequiel 36:26.

14. Véase Doctrina y Convenios 64:10.

15. Richard G. Scott, “Cómo sanar las trágicas heridas del


abuso”, Liahona, julio de 1992, pág. 37.

16. Lucas 4:18; cursiva agregada.

17. Véase Alma 7:11–12.

18. Véase Isaías 61:3.

19. Génesis 39:2, 21.

20. Génesis 45:5, 8.

21. Isaías 61:3.
22. Kevin J. Worthen, “The Y on the Mountain” (Universidad
Brigham Young, discurso de graduación, 25 de abril de
2019), pág. 3, speeches.byu.edu.

23. Lucas 23:34.

24. Jeremías 29:11.

25. Véase Jacob 6:5.

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