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Para qué sirve el silencio?

O ELENA PITA

 11 NOV. 2017

Erling Kagge, durante su viaje de 52 días en soledad por la Antártida. ERLING KAGGE4
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Atravesó la Antártida a pie en la más absoluta soledad, 1.310 kilómetros y 52
días, sin radio ni guía; en iguales circunstancias subió al Everest y cruzó el
Atlántico dos veces; peleó contra un oso polar en el Ártico, recorrió las
alcantarillas de Nueva York y caminó de norte a sur el estado de California. Y
¿qué encontró después de todo? Nada de retos personales ni records Guiness (que
lo son), lo que el editor y filósofo noruego iba buscando sin saberlo era la
experiencia curativa del silencio. Así nos lo cuenta en su último libro, El silencio
en la era del ruido (Taurus) o cómo llegar al silencio interior en medio del fragor
de la vida moderna. Abogado de formación, Erling Kagge (Oslo, 1963), además
de explorador es editor (Kagge Vorlag), político en activo, escritor, coleccionista
de arte y padre de tres hijas. Lo encuentro apaciblemente sentado en el hall de un
hotel, avenida Diagonal de Barcelona.
¿Puedo interrumpir su silencio?
Sí, claro, hace rato que no tengo silencio, desde ayer por la tarde que
llegué y me senté a tomar un café en una terraza de la calle y pude tener
mis 20 minutos de silencio.
¿En esta calle tan ruidosa?
Sí, claro, uno tiene que crear su propio silencio incluso en medio de una
ciudad como ésta.
¿Podría enseñarme a alcanzar mi silencio interior?
No escribí este libro en plan: siete pasos para conseguir el silencio, sino
como una aproximación filosófica y seria al silencio, que está ahí todo el
tiempo, accesible; se trata de buscarlo.
¿Lo más difícil no es detener el ruido de los propios pensamientos?
El ruido no sólo lo producen los sonidos sino las imágenes, las
expectaciones, distracciones, el pensamiento compulsivo...
¿Cómo logra acallar su mente?
A veces con dificultad. No tengo una técnica precisa, aunque sí puede
aplicarse la meditación o el mindfulness, pero creo que no es
imprescindible. Pongo ejemplos prácticos de cómo encontrar fácilmente el
silencio: quedándote unos minutos en cama cuando te despiertas, mientras
preparas el desayuno o caminas al trabajo, incluso yendo en metro, donde
todo el mundo está ensimismado, cuando caminas de vuelta a casa...
Cocinar, caminar, escuchar o tocar música o practicar el sexo son todas
actividades propicias para el silencio. Mucha gente se queja de que no lo
consigue, pero creo que subestima sus posibilidades. No es tan
complicado, es un sentimiento.
¿Para qué es útil el silencio?
Es bueno para conseguir tus propósitos: para relejarse, encontrarse y
conocerse a sí mismo, y dejar de vivir a través de los otros y la identidad
de la masa. Es mentalmente sano y, además, enseña que la vida no es tan
corta como parece: es una máquina para extender el tiempo.
¿Por qué la gente lo teme tanto?
Porque en él llegas a conocerte a ti mismo. Y probablemente encuentres
cosas que no te agraden. Es más fácil rodearse de ruido y evitar ese riesgo.
¿Cuándo empezó su aventura?
Cuando era niño, estaba solo y me aburría. Poco a poco, este sentimiento
se hizo necesario para mí, entonces quise saber qué era realmente el
silencio, porque mi vida se había vuelto demasiado ruidosa, en el trabajo y
en casa, con mis tres adolescentes. Recurrí a mis diarios de explorador y
allí estaba todo descrito: cómo caminar 52 días en el hielo sin ver ningún
ser vivo se fue convirtiendo en una bonita expedición a dentro de mí. Así
que decidí escribir el libro para contar por qué es tan importante.
¿Aprendió el placer de aburrirse de su propia madre?
Sí, pero entonces nos aburríamos porque no pasaba nada y hoy porque
ocurren tantas cosas, hay tantas cosas que hacer, que aparece el hastío, un
aburrimiento existencial. La gente vive permanente conectada y sin sentir
nada, por eso lamentan que el tiempo se les escapa.
¿Me enseña su móvil?
Sí (me lo tiende). Suelo llevarlo en silencio, y de vez en cuando lo apago y
lo dejo en casa; es la eterna queja de mi hija pequeña, que no me localiza
siempre que se le ocurre algo. Pero estar conectado no puede ser un
dogma, hay que ser pragmático.
¿Somos víctimas de las redes sociales?
Yo soy partidario de las nuevas tecnologías, pero uno no puede permitir
que le secuestren el cerebro: es bueno que yo pueda comunicarme con mi
hija en la distancia, pero es muy pernicioso caer esa especie de adicción
que te obliga a chequear las noticias continuamente aunque sepas que nada
nuevo ha ocurrido: estarás perdiendo tu tiempo. Mi madre me decía que el
aburrimiento era sano, y por supuesto yo no lo aceptaba, pero ahora
entiendo que tenía razón.
Pues cuénteme, ¿para qué sirve el aburrimiento?
Es sano parar de vez en cuando, no seguir la corriente y aceptar variantes
en la vida.
Aquí a los niños les decimos que aburrirse es de idiotas, que sólo se aburre el
que no tiene imaginación. ¿Qué le parece?
(Se ríe) Que se equivocan. Le diré a mi madre que las mujeres españolas
están locas.
Erling Kagge, explorador polar, escritor, abogado y editor
Nací y vivo en Oslo. Tres hijas. Desde la perspectiva noruega tengo preocupaciones pequeñas
porque somos pocos, estamos a salvo y compartimos un país grande, pero respecto al mundo siento
ansiedad por el medio ambiente y la paz. Si pasas tiempo en la naturaleza, es difícil no creer en algo
más poderoso

Colab.LV | Foto: Xavier Cervera

“Cuando no hay palabras, la


realidad y la verdad afloran”
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IMA SANCHÍS
10/11/2017 01:16 | Actualizado a 10/11/2017 02:37
Guardar silencio
Ha sido el primero en completar el desafío de los tres polos. Caminó solo durante 52 días hasta
el polo Sur, hasta que vio la infinidad de colores de la nieve y los relieves en ese mundo plano.
Sabe lo que es ser diminuto ante la inmensidad, fundirse literalmente con la naturaleza y
convertirse así en inmenso. Sabe guardar silencio, ese bien tan escaso y necesario. En su vida
diaria es editor y escritor, conoce lo que es estar atrapado por los dispositivos modernos
(móviles, watsaps...), la necesidad de llenar los huecos con cháchara y ruido, lo fácil que resulta
vivir entretenido, alejados de nosotros mismos. Acaba de publicar El silencio en la era del ruido
(Taurus), reflexiones de un hombre que ha hallado su propio silencio.

El silencio, ¿otra dimensión?


Es algo muy arraigado en nosotros, una necesidad que deberíamos atender.

¿La ignoramos?
En este mundo actual tenemos que escoger entre el silencio y el ruido, y la
opción fácil es el ruido que te permite vivir con los demás, con tus dispositivos
electrónicos y escapar de ti mismo.

Cuénteme su caso.
Cuando era niño el silencio equivalía a nada, a momentos de aburrimiento y
tristeza. Pero haber caminado solo por el polo Sur durante 50 días con sus 50
noches...

¿Sin contacto alguno?


Sin internet ni teléfono ni radio, y no vi a ningún ser vivo. Allí empecé a percibir
que la mente es mucho más amplia que el universo.

¿…?
Te das cuenta de lo pequeñito que eres, es una lección de humildad, pero a la vez
te sientes grande porque percibes claramente que formas parte de todo eso que te
rodea, parte esencial. Heidegger lo expresó así: el mundo desaparece cuando te
fundes con él.

Maravillarse es una de las formas más puras de felicidad.


Hemos nacido para maravillarnos, pero a medida que crecemos vamos perdiendo
esa capacidad. En la escuela básicamente lo que te enseñan es a que contribuyas a
aumentar el PIB.

Esa sensación de que uno puede ser más amplio que el universo resulta difícil en
la ciudad…
Yo creo que muchos se infravaloran, precisamente porque no acceden a su
silencio. El ruido está constantemente disponible, a veces no reconocemos el
ruido de tanto que hay.

Ruido auditivo, visual e interior.


Ruido es todo lo que te aparta de ti mismo, pero somos seres sociales, así que
aislarse de vez en cuando requiere esfuerzo.

¿Al silencio hay que dejarle hablar?


Sí, y lleva inherente una suerte de poderío, es como un mar o como una extensión
nevada. Uno se maravilla ante ese poderío si es que no le teme.

¿El estado normal del cerebro es el caos?


Te das cuenta de ello cuando sales de la rutina de siempre y te quedas en silencio,
en un cuarto, solo, sin propósito, sin nada que contemplar; entonces se manifiesta
el caos. He comprendido que muchos de los problemas que tengo residen
precisamente en, como decía Pascal, no saber estar quieto y en silencio.

El silencio está bajo presión.


Para controlar ese caos necesitas silencio. El otro día leí la expresión Brain
hacking y es lo que pasa: nos hackean el cerebro con mensajes repetitivos. Ya
sabemos que no hay dietas milagrosas, pero seguimos creyendo que es posible.

Es ruido en forma de expectativa.


Entramos en un dopamina loop porque resulta más gratificante mantener la
esperanza y seguir buscando que contentarse con haber alcanzado lo que uno
quería.

Nuestra capacidad de concentración se va reduciendo.


Según un estudio, tenemos menos capacidad de concentración que los peces de
colores. Hemos bajado de 12 a 8 segundos en 15 años. Pero el silencio no es
pensar, el silencio es sentir.

“La vida es larga si sabes usarla”.


Hace dos mil años Séneca ya decía que todo el mundo existe pero muy pocos
viven. La vida es larga siempre y cuando nos escuchemos más a nosotros mismos
y miremos al frente. Pero si vivimos entretenidos con los dispositivos, la
televisión y pegados a otros la vida se hace corta.

Qué sensación atesora de sus momentos de soledad y silencio…


En el día a día tengo clara la percepción de dónde termina mi cuerpo, pero
cuando estoy perdido por los bosques noruegos, al cabo de dos semanas ese
límite físico desaparece, tu cuerpo se adentra en el entorno y formas parte de él.

¿Desaparece la soledad?
Estableces un dialogo con lo que te rodea y te llegan respuestas a preguntas que
ni siquiera eras consciente de que habías formulado. Hay un universo que se
extiende hacia fuera, otro se extiende hacia dentro.

Recorrer las cloacas de Nueva York es una experiencia bien distinta.


Ves con claridad como todo lo que pasa arriba se refleja abajo, el exceso de
consumo y toda esa flora artificial de cables y tuberías. Nuestra inmensa mierda
tiene incluso cierta poesía.

¿Por qué se fue a explorar las cloacas?


Pasaba problemas con la madre de mis hijas y tuve esa necesidad de escapar del
mundo, y allí me sumergí: dormí y viví durante cinco días, quizá fue un reflejo
de mi estado de ánimo.

Los momentos reveladores de su vida ¿han sido sin palabras?


Sí, porque cuando no hay palabras la realidad y la verdad afloran a la superficie.
Hace una semana compartí ascensor con una pareja de ancianos, ella le arreglaba
con cariño la pajarita y él la miraba agradecido y embelesado a los ojos.
...
Pensé que seguramente habrían pasado infiernos en su relación, pero en aquel
silencio era obvio que se amaban. Muchas de las cosas importantes no se pueden
explicar con palabras.

La eternidad en el instante, ¿es su anhelo?


Esos momentos sin tiempo... Sí, la eternidad y el instante van de la mano. Creo
que en la vida más que de sumar se trata de restar. Cuanto tenemos, lo llevamos
dentro.
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MA SANCHÍS

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