Está en la página 1de 46

WIMBLEDON 1980 (O COMO UN PERDEDOR MARCÓ MI VIDA)

De Samuel Daniels

Uno es los libros que ha leído, la pintura que ha visto, la música escuchada y olvidada, las

calles recorridas. Uno es su niñez, su familia, unos cuantos amigos, algunos amores,

bastantes fastidios.

Uno es una suma mermada por infinitas restas.

-Sergio Pitol

Propuesta para un actor o más.

Personajes:

Mateo Villanueva

Un comentarista

Eduardo Villanueva

Esteban Villanueva

Helena

Mariana Zaragoza

Marcos

Un crítico literario

Diego Azares

1
I EL CONSULTORIO DE LA PSICÓLOGA

Es 1996, Interior del consultorio de la doctora Saslavsky. MATEO está recostado en un

diván. Está vestido como jugador de tenis: Short, camisa polo, banda de sudor en la cabeza

y muñecas; tiene una raqueta de frontón en la mano, trae saco y lentes de aviador con

micas claras. Tiene un Gatorade en el bolsillo del saco. Suena una canción de rock en

español de los 80’s en el fondo, casi como un eco. MATEO luce agitado. La doctora

escribe en una libreta.

Mateo: …Todas las historias en el fondo son una historia de amor. En serio, me lo dijo un

amigo una vez en la universidad. Lo recordé y fue por eso que vine hacia acá. Digo, no fue

fácil, pero supuse que era lo mejor que podía hacer. Usted sabe ¿No? Eso de guardarse las

emociones no funciona. Bueno, me sirvió mucho tiempo, pero no creo que me sirva ahora.

Más bien sería como perder todo el avance, pues. Aunque a veces me pregunto si estoy

realmente avanzando. ¿Te pueden dar de alta en este tipo de consultas? Es que me parece

raro que en algún momento usted me diga que ya no tengo problemas y estoy curado.

Aunque para eso tendría que estar enfermo de primera mano y no lo estoy como tal. ¿O sí?

Doctora Saslavsky… ¿Estoy loco? (pausa) No responda.

Ya sé que en más de una ocasión me ha pedido que evite usar términos “Categóricos y

condescendientes como si yo supiera algo de psicología” y sí, aunque (Se interrumpe)

¿Alguna vez le han dicho que para ser psicóloga es bastante agresiva? (Pausa) ¿Qué? ¿Qué

solo yo lo creo y sus otros pacientes no se quejan? bueno. Pero sí me dará la razón en que a

veces puede dar sus opiniones de una manera demasiado sincera (Pausa) ¿Dice que es su

trabajo y le pago para que haga específicamente eso? Supongo que tiene razón, en fin.

2
(Pausa) ¿Qué? ¿Quiere que comience por el principio? Está bien. Lo vi, otra vez. No fue

una alucinación, otra vez. No supe qué hacer, otra vez. Así que vine aquí. Digo, no fue fácil,

pero supuse que era lo mejor que podía hacer. Ya sabe, lo de tragarse las emociones no

funciona. Bueno, me sirvió mucho tiempo, pero no creo que me sirva ahora. Más bien sería

como perder todo el avance y… (Pausa) ¿Quiere que le explique lo de la ropa? Bueno. Es

un disfraz. Soy un jugador de tenis. (Pausa) Sí, sé que no es una raqueta de tenis. (Pausa)

No, no esperaba engañar a nadie. (Pausa) Sí, estoy al tanto de que usted no es idiota y este

disfraz no la engañaría (Pausa) ¿Qué? ¿Que deje de repetir lo que usted dice como si

tuviera la necesidad de hacer evidente nuestra conversación? Ok, perdón.

Soy Richard Sampras ¿Sí sabe quién es? Bueno, es una historia bastante triste… o quizá

muy cómica. En realidad, depende de cuán cínica sea, pero (Pausa) …No, creo que a usted

le dará risa.

(II) UN PARTIDO DE TENNIS

Un partido de tenis. Es el campeonato mundial, el estadio está lleno. Richard Sampras

tiene la raqueta en la mano, es el primer saque. El marcador sigue en ceros. Un

comentarista, aficionados y demás ruido anuncia que algo va a suceder.

-Era el campeonato mundial de Wimbledon 1980, el torneo de tenis más importante de

todos. Lo único que se interponía entre Sampras y la gloria absoluta era su oponente. El

estadio estaba repleto de gente, el marcador aún estaba en ceros. era el primer saque, pero

todos los presentes sabían que algo iba a suceder. Tal vez lo habían visto en las noticias,

3
pero él

4
esperaba que no. Si es incómodo estar en un cuarto donde algunas personas saben un

chisme sobre ti, estar en ese estadio repleto de aficionados que seguramente sabían lo que

pasaba debió ser insoportable. De cualquier modo, el parido comenzó y como era de

esperarse Richard Sampras Iba perdiendo, parecía que ni siquiera lo estaba intentando. Fue

lacrimógeno, terrible, deprimente, francamente una tragedia… (Pausa) Sí, asumí que a

usted le iba a dar risa. Bueno sucedió que de algún modo no lo mató ni la tristeza ni la

vergüenza y llegaron al final del primer set. Y ahí pasó algo diferente: llegó ella. Su

exesposa.

Se habían separado hacía unos meses o algo así y muchos noticieros habían hablado sobre

ello, seguramente el público del partido lo sabía. Por eso la reconoció. Porque cuando ella

llegó se hizo un circulo de gente a su alrededor que la miraba con desconcierto. Bueno, por

eso y porque uno tiene esa capacidad ¿No es así? La capacidad de ubicar perfectamente a la

persona que ama, aún entre un mar de gente. Él la miró y con solo saber que ella estaba ahí

fue suficiente.

El segundo set estuvo increíble, el partido continuó e incluso el comentarista lo admitió.

Comentarista: Nunca en la historia del deporte se ha visto algo así, un esfuerzo tan grande

por realizar un sueño. Hoy comprobamos que la esperanza realmente es lo último que

muere, y tanto la esperanza como la carrera de Sampras no morirán hoy… (Pausa. Claro

gesto de asombro en el comentarista) Estamos ante un empate, damas y caballeros. El

siguiente saque es el que determina todo. Si hay un momento que pasará a la historia, sin

duda es este…

- Y en efecto pasó a la historia. Richard Tenía la raqueta en una mano y la pelota en la otra,

estaba en la esquina de la cancha y levantó la mirada hacia su exesposa. Como diciéndole


5
“Esta va por ti, todo lo que hago es por ti…” Y tal vez no debió haber hecho eso porque fue

6
ahí cuando lo vio. Era más joven que él, más atractivo que él, seguramente mejor en la

cama, más inteligente, con más dinero, un mejor auto, sus padres sí debían estar orgullosos

de haberlo concebido, seguramente él no tenía un hermano estúpido que había logrado más

que él, seguramente su perro no había muerto pocos días después de que su exmujer se fue,

seguramente él era un ser humano… ¿funcional? (Pausa) No doctora Saslavsky, no me

estoy proyectando, él pensó todo eso. (Pausa) ¡POR QUE LO VI EN EL DOCUMENTAL!

(Pausa) Como sea, el punto es que ahí lo perdió todo. No solo la concentración, sino el

equilibrio, la paz mental, las ganas de vivir y obviamente el juego. Se tiró en la cancha y

comenzó a llorar. El comentarista lo dijo.

Comentarista: Al pacer el esfuerzo llegó a su límite en el peor momento. (Pausa, suena un

silbato) El réferi lo ha decido, Sampras está descalificado. Solo podemos imaginar cuán

triste debe ser este momento para él. (Pausa) me acaban de informar que al parecer su

exmujer está en el público… y también me informan que está con su nuevo esposo. Solo

miren a esa feliz pareja, ahora mismo Richard Sampras debe estar cuestionando todas las

decisiones que ha tomado en su vida.

- Y lo hizo, se veía en su mirada. En la forma en la que miraba como ese patán tomaba la

mano de la mujer a la que amaba entrelazando sus dedos, en uno de los cuales estaba esa

nueva sortija de matrimonio y se acercaba para besarla. Él lo supo y yo también. Yo era un

niño y estaba viendo el partido en la televisión portátil del trabajo de mi papá. En ese

momento no lo entendí del todo, pero mientras más crezco creo que más lo entiendo.

A pesar de ello, la imagen de ese hombre tirado en el piso llorando como un niño se quedó

conmigo hasta el día de hoy. ¿Entiende lo que digo, doctora? Ese momento sí pasó a la

historia, incluso hay documentales al respecto. Y para mí fue claro el porqué. No fue por

7
Richard Sampras, el partido, su exesposa, ni nada de eso. Fue porque ese día, en televisión

internacional se logró captar en cámara cómo se le rompía el corazón a un hombre.

(III) EL CONSULTORIO DE LA PSICÓLOGA

Mateo: Por eso me disfracé como él. (Pausa) Sí, me parece sano disfrazarme como alguien

a quién le sucedió eso ¿A usted no? (Pausa) Bueno, supongo que fue una elección

inconsciente.

Lo que no le he dicho es como casi llegué a la fiesta o porqué me fui. Además, curiosamente

tenía todo esto en mi casa. (Suena un teléfono) Sí, claro conteste. (Mateo toma del

Gatorade que trae en su saco. Luego lee la etiqueta. Vuelve la doctora) ¿Qué? Bueno,

pensé que si ya estaba vestido como deportista sería un buen detalle traer una bebida

acorde… además he descubierto que si tomas Gatorade mientras bebes no te da resaca y le

voy a ser honesto, hoy planeaba beber hasta perder la conciencia. La palabra Gatorade me

parece muy cómica, es que se escribe ‘gato-rade’ pero se pronuncia ‘guey-toreid’, el inglés

es raro. No me gusta el inglés. De niño, mi papá estaba obsesionado con que mi hermano y

yo aprendiéramos inglés. Supongo que a él le funcionó. Mi hermano. Sí, la última vez que

me llamó por teléfono estaba en Nueva York viendo algo de uno de sus libros. (Pausa) Puta

madre ¿Sabe si hay algo como el complejo de Edipo, pero con tu hermano? (Pausa) Digo,

no sexualmente. Más bien, ósea. Como cuando quieres matar a tu hermano ¿Entiende? Sí,

como… un ¡complejo de Caín y Abel! ¿Sabe de lo que hablo? (pausa) No, no tengo nada

grave contra él. Por cierto ¿Sí le mandó su cheque a tiempo este mes? (Pausa) Ya lo

hablamos, no tengo conflictos con odiar a mi hermano a pesar de que me mantenga. Él lo

hace por culpa ¿sabe? Bueno, se lo he dicho


8
muchas veces, pero es que es la verdad. Hemos hablado de esto miles de veces. No, no

quiero hablarlo de nuevo. (Pausa) Está bien, si usted cree que ayudará, entonces adelante.

El concurso de poesía…

(IV) EL CONCURSO DE POESÍA (1)

Mateo: Yo tenía dieciséis y Eduardo dieciocho. Era la última ronda del Premio de Poesía

Joven de México “Elías Nandino” 1986, mi papá nos había obligado a entrar porque creía

que sería una buena experiencia exponer nuestras emociones públicamente a manera de

soneto para que un montón de desconocidos nos escuchara leerlas si es que nos

seleccionaban, y así fue. Los jueces eran un montón de gente rica que seguramente eran

maestros de alguna universidad elegante… (Pausa) Bueno, ya. Usted sabe que yo sé que

eran maestros de la Fundación para las Letras Mexicanas y que en realidad me temblaban

las piernas porque había investigado quién era cada uno de ellos y me parecían la crema y

nata de la literatura. El punto es que ese día en la mañana mi papá había hablado con

nosotros. Recuerdo bien lo que dijo.

-Niños, bueno ¿Qué digo niños? Muchachos. Muchachos, estoy muy orgulloso de ustedes

¿Sí lo saben? (Pausa) Pues quiero que lo sepan. Muchos padres seguramente quisieran que

sus hijos ganaran concursos de ingeniería o de matemáticas, pero yo no. ¿Se los he dicho

alguna vez? Ustedes son lo mejor que me ha pasado en la vida. Yo sé que no dejaré nada en

este mundo, nada excepto ustedes. Y a ustedes no les dejaré nada, nada excepto estudios,

conocimiento, una forma de valerse cuando yo no esté. No sé qué pase hoy, pero ambos me

parecen ganadores, solo por atreverse a exponer sus ideas al mundo. El mundo necesita más

9
gente así. A veces creo que, si hubiera tenido hijos “Normales”, de los que juegan futbol y

parece que no tienen emociones, no los querría tanto como a ustedes. Y nadie les puede

arrebatar eso. Ni la zorra de su madre, ni nadie.

-Para esa época yo ya no tenía conflictos con que le dijera zorra a mi mamá. Recientemente

habíamos recuperado contacto con ella y eso me era suficiente. Saber que “la zorra” al

menos tenía rostro de nuevo. Ella sabía que estábamos en ese concurso, se lo habíamos

mencionado. Bueno, se lo mencionó Eduardo. ¿Sabe? Nunca entendí cómo es que Eduardo

y mi mamá podían hablar por horas en el teléfono. Mi papá se molestaba si hablábamos con

ella, así que a Eduardo lo odiaba cuando colgaba después de esas llamadas que parecían

eternas. Yo por otro lado no tenía conversaciones así con nadie…

(V) UNA LLAMADA TELFÓNICA

Eduardo en la cocina con un teléfono en la mano, sentado. Parece que lleva bastante

tiempo así y ha decidido sentarse como un acto reflejo ante esta acción tan cotidiana pero

que siempre es de larga duración. Mateo escucha escondido detrás de la puerta de la

cocina. Mientras Eduardo habla por teléfono juega con el cable.

Eduardo: No te preocupes, aún falta mucho para que llegue del trabajo. (Ríe)

No, yo tampoco sé porque pasa tanto tiempo ahí.

Pues sí, deberían ser ocho horas de trabajo no dieciocho, ma.

Oye, pronto será mi cumpleaños y mi papá quiere hacer una fiesta en la casa, pero yo no

quiero.

10
Porque el departamento es pequeño y mis amigos de la prepa dicen que está bastante lejos.

(Ríe)

No, aún no me vuelvo cholo por vivir en esta colonia, pero al paso que vamos será pronto.

¿En serio? ¿Cómo cuando era niño?

No creo que me deje mi papá, además me va a decir que lleve a mateo.

No, no lo quiero llevar.

Ya sé, pero ya es grande y yo igual, tenemos nuestros amigos cada uno, además creo que

hará algo ese día.

Mateo: ¡No haré nada, solo di que no te caigo bien y ya!

Eduardo: Mateo, deja de escuchar lo que hablamos, ¡cuelga el teléfono del cuarto de mi

papá! Mateo: ¡Cuelga tú, mi mamá nos llamó a los dos!

Eduardo: - ¡¿En serio?! Bueno, hablamos luego. Adiós mamá.

Mateo: -Hola

bien ¿Y tú?

No, ya no me voy a pelear con él.

Sí, me he portado bien.

Sí, se llama Max. Mi papá lo compró hace poco.

Bueno.

Mmm no sé, yo creo que ya casi llega.

11
Sí, yo también te quiero.

Adiós, ma.

(VI) EL CONSULTORIO DE LA PSICÓLOGA

Mateo: A veces creo que si me hubiera llevado mejor con mi mamá tal vez yo hubiera sido

el exitoso. (Pausa) Yo sé que soy joven. Pero a los 26 ya habían publicado a mi hermano y

eso que solo era su tesis de maestría, después vino la antología de poesía, los ensayos en

revistas, la columna en el diario. Cuando le ofrecieron publicarlo en otro país fue obvio que

él había ganado (Pausa) También sé que las pasiones no son una competencia, pero si lo

fueran él iría ganando. (Pausa) Sí, me lo ha dicho antes, tengo una muy buena memoria

para alguien que vino aquí la primera vez diciendo que estaba intentando olvidar su pasado.

¿Sabe? Aún creo que si usted usara hipnosis o esas cosas de psicólogo elegante podría

hacerlo. Digo, hemos hecho esas regresiones con música, pero solo he recordado cosas que

no quería recordar, en lugar de olvidar las que quiero olvidar. (Pausa) ¿En serio quiere

intentarlo ahora? Está bien. (Pausa) Sí, ya me sé las reglas de memoria, respiro hondo,

escucho la música y comienzo a describir todo lo que veo.

(La doctora Saslavsky pone canción de rock en español de los 80’s. Mateo respira hondo,

voltea al frente y cierra los ojos intentando concentrarse)

Mateo: Ok, tengo… quince años. ¿Recuerda que le dije que en esa época no tenía

conversaciones reales con nadie? Creo que mentí. Sí hay alguien. O más bien, había

alguien.

(VII) LA SECUNDARIA A MUCHOS FRAGMENTOS


12
Mateo sigue hablando sentado en el diván, pero puede ser el diván, su pupitre de

secundaria, el sillón de una fiesta o incluso puede estar de pie en algún lugar en el que

estuvo a los 15 años.

-Tengo quince años. Estoy en la secundaria. Es mi primer día de tercer año. Afuera de mi

secundaria hay un estacionamiento enorme, en el radio de un auto suena esa canción. Esa

misma. Yo volteo, porque conozco la canción, es una canción familiar. (Breve pausa) No,

mentí. Se volvió familiar después. Tan familiar como su cabello… como yo… jugando con

su cabello, eso sí que me fue familiar por un rato. Yo la veo y ella me ve. Yo solo veo su

cabello, su cabello rizado, negro, despeinado... Yo camino casi mecánicamente hacía ella.

-Estoy parado justo frente a ella. No digo nada, pero lo sé. Por Dios que lo sé. El tiempo se

detiene… o casi se detiene. Pasa más lento, pues. (ríe) Se llama Mariana, he hablado mucho

de ella, pero nunca tan vívido como ahora. Maldita sea, doctora usted sí que sabe cómo

llevarme atrás. Mariana Zaragoza, es la chica más bonita de la escuela, es popular, es

graciosa y… Me caga. La odio. Es, una engreída que cree que ella y sus amigos pueden

hacer lo que sea solo porque son un grupo de personas populares con papás ricos. Odio a

esa gente. Recuerdo a su grupo de amigos: Andrés, Marcos, Enrique, Diana, Alejandra,

Brenda. Los odio a todos. Las personas populares son exactamente iguales que los demás,

hacen las mismas cosas, solo que deciden hacerlo en un grupo cerrado. (Pausa) Sí, doctora,

le he dicho que la secundaria fue la mejor época de mi vida. Y lo fue.

Mariana (Mientras hace burbujas con su goma de mascar): ¿Te gusta Soda Estéreo? Yo los

amo, son unos españoles que hacen rock del bueno. Su música es muy distinta a todo.

Mateo: ¿No son de argentina?

13
Mariana: …Bueno, ellos. Los amo.

Mateo: ¿Eres su fan?

Mariana: Sí, son una de mis bandas favoritas. Gustavo Cerati es el hombre más sexy del

mundo.

Mateo: Sí… es guapo.

Mariana: Deberías ir a la fiesta del sábado en casa de Marcos, pondremos rock del bueno.

-Marcos era uno de los más populares de la escuela. Era el tipo de niño que hacía todo lo

que quería. Los maestros lo odiaban, las alumnas lo amaban y los alumnos lo envidiaban.

Todos decían que su papá era narco o algo así y él no hacía nada por disipar los rumores.

Había pocas leyes en mi secundaria, pero una de ellas era: Te metes con marcos, te mueres.

Aunque en realidad no requería a su papá para eso, él mismo podía hacerse justicia. Era

enorme, moreno, no diría que musculoso, más bien era gordo, pero tenía tanta fuerza como

peso. Recuerdo que una vez Miguel, otro niño de la escuela se peleó con él porque le grito

que su mamá era prostituta y Marcos no solo le dio algunas bofetadas como lo haría

cualquier niño de secundaria; Lo mandó al hospital entre patadas, insultos y amenazas de

“matarlo si no llegaba el poli de la escuela antes de que lo hiciera”. Por suerte para Miguel y

por desgracia para los que vimos ese espectáculo el poli llegó y Marcos tuvo que salir

corriendo.

De cualquier modo, la propuesta de Mariana estaba ahí y la posibilidad de ir a una fiesta

con ellos, también. Así que hice lo que cualquiera hubiera hecho: Robé una botella de la

cava de mi papá y llegué mucho más temprano de lo que debí. Supongo que cuando

Mariana me dijo “Es a las 8:00” olvidó aclarar “Todos llegarán a las 10:00”. Así que estuve

14
solo en casa de marcos durante un buen rato en el cual no hablamos mucho hasta que

marcos preguntó

15
Marcos: ¿Ya te la cogiste?

-Mientras abría con los dientes la botella que yo había llevado.

Mateo: ¿Qué?

Marcos: a Mariana, yo ya me la hubiera cogido.

-Supuse que Marcos no tenía ningún conflicto para hablar de ese tipo de temas, en especial

porque su casa estaba prácticamente vacía, no estaban ninguno de sus padres y con los

pocos muebles que tenían había incluso un poco de eco. Yo solo dije que no con la cabeza,

asombrado y confundido por dos cosas: La facilidad con la que marcos asumía que podría

haberme “cogido” a Mariana y la erección que sentía crecer en mi pantalón conforme

avanzaba la conversación. Doctora, cuando dicen que la libertad es embriagante no

mienten. Yo me sentía libre. Cada vez más libre con cada segundo que pasaba mientras

Marcos me obligaba a beber un shot por cada año de mi vida.

Marcos: No mames, cabrón. Hubieras traído otra, esta ya casi se acaba y apenas van a llegar

los demás.

Mateo (Claramente ebrio): ¿Sabes qué? Al diablo todo, compremos otra (Mientras saca

$100 de su cartera) Quiero emborracharme

-Yo nunca había tomado, pero en mi mente estaba disimulándolo perfectamente. No sé si

mi actuación resultó creíble o si marcos solo quería que hubiera más botellas en su fiesta,

pero tomó mi dinero y fue a comprar más. Cuando salió solo dijo “No tardo, cabrón. Si llega

alguien le abres” mientras cruzaba la casa con varios embaces de caguama vacíos. Me

pareció raro que alguien me dejara solo en su casa sin tener la menor desconfianza, pero le

hice caso y me quedé ahí, sentado en el sillón mirando las paredes de la sala. No había
16
muchas fotos

17
de la familia de Marcos, en realidad solo eran tres o cuatro: Una foto de quién supongo que

era la abuela de Marcos. Una foto de su mamá con él cuando era un bebé. Una foto de los

quince años de su mamá; esto lo asumí porque lucía muy similar a la edad que tenía en la

foto con Marcos recién nacido y finalmente una foto de un señor parado frente a un tráiler.

El señor usaba lentes negros y gorra por lo que su rostro era casi imposible de ver. Y por

más regresiones que hagamos dudo poder recordar por completo todo lo que pasó esa

noche, doctora. Solo recuerdo lo siguiente.

Mariana y Mateo sentados en un sillón, a su alrededor la gente pasa, baila, algunos tal vez

los saluden.

Mateo (Que sigue claramente ebrio y quizá más, puesto que ha pasado un rato):

¡Mentirosa! Mariana: ¿Qué?

Mateo: Sí, tú me prometiste llegar a las 8:00 y no lo hiciste. Pudiste haber dicho (Imitando a

Mariana mascar goma) “Mateo te veo a las 10:00 en la fiesta de marcos, llega a esa hora

para que no te embriagues y termines humillándote” ¡Mentirosa!

Mariana: Mateo, no soy tu mamá. Creí que era obvio que si la fiesta empezaba a las 8:00

todos llegarían a las 10:00

Mateo: ¡Pues nunca he ido a una! Creo que es obvio, si hubieras llegado temprano lo

hubieras escuchado en la lista de cosas que dije que nunca he hecho, junto con coger

contigo.

(PAUSA)

Mariana: ¿Qué?

18
Mateo: Nada.

19
-Doctora, supongo que fue una especie de dejavú extraño o estaba demasiado borracho

porque mientras sonaba la misma canción me dijo la misma cosa…

- Tengo quince años. Estoy en la secundaria. Es mi primer día de tercer año. Afuera de mi

secundaria, en el radio de un auto suena esa canción. Yo volteo, porque conozco la canción.

Ahí la veo y ella me ve. Camino casi mecánicamente hacía ella. Estoy parado justo frente a

ella. El tiempo pasa más lento. No sé por qué mis pies no me obedecen y me voy, pero antes

de que pueda hacer cualquier cosa ella dice

Mariana: Lárgate.

Mateo: ¿Perdón?

Mariana: Oh, perdón. Qué grosera fui. ¿Puedes largarte, por favor? Y de paso irte al

demonio. Y si tienes tiempo muérete, idiota.

Mateo: Oye…

Mariana le da una cachetada y se va

-Doctora, hizo y dijo la misma cosa, con la misma canción de fondo. Fue rarísimo. Solo que

esta vez en lugar de dejar que se fuera mientras toda la escuela se reía de mí, hice lo que

debí haber hecho desde la primera vez. La tomé del brazo, la jalé hacia mí y la besé. No sé

si lo siguiente pasó de verdad, pero puedo jurar que alguien comenzó a aplaudir y otra

persona se le unió y otra y otra más. Y esa noche, esa misma noche, doctora, perdí mi

virginidad.

Mateo: ¿Qué onda, carnal?

-Le dije a marcos mientras llegaba el lunes siguiente a la escuela. Le seré honesto, me

20
sorprendí cuando marcos se pasó de largo y me señaló para reírse de mí con su grupo de

21
amigos. Pero no me importó porque solo me interesaba llegar con Mariana para que toda la

escuela me viera con mi nueva y flamante novia.

Mariana: ¿y qué, quieres una puta medalla?

-Dijo mientras yo le explicaba que habíamos tenido sexo.

Mariana: Mira Mateo, las relaciones son complicadas ¿Sí? No me gusta que la gente asuma

que es mi novio solo porque salgo con él o algo así. Tú me entiendes ¿No? Podemos ser

amigos y si quieres puedo evitar que Marcos y los demás se burlen de ti y te empujen en los

pasillos. Yo creo que es un buen trato.

Mateo: Pero ellos no se burlan de mí.

Mariana: Por dios, que inocente. Lo que sea, si quieres puedes comer con nosotros hoy.

-A partir de ahí creo que le he contado todo. Fui amigo de todos los populares, bebí cada fin

de semana durante ese año escolar, me hice amigo de Marcos y de algún modo tuve sexo

con Mariana tantas veces cuando estaba ebria que hasta aceptó ser mi novia. Creo que lo

que pasó ese verano es lo que comenzó a consolidarme como un miserable profesional.

(VIII) EL VERANO DE 1985

-Voy corriendo por la ciudad, son las 04:20 PM, lo sé porque todos los días desde que inició

el verano he visto a Mariana a las 4:00 PM en el parque porque a esa hora sale del curso de

verano para niños en el que está trabajando. En realidad, ella odia ese trabajo y solo lo tomó

para tener más dinero y así poder comprar drogas más fuertes, la verdad es que la mota no

nos hace casi nada desde hace un rato y ella sigue insistiendo en tomar éxtasis. En la mano

22
derecha llevo un ramo de rosas y en la izquierda mi reloj que no paro de ver por miedo a

cuánto me va a gritar cuando llegue. Las rosas son porque hoy cumplimos once meses

siendo novios, aunque ella ha estado irritable últimamente y después de su trabajo es casi

insoportable, la quiero. En serio, o al menos eso me digo casi todos los días desde hace un

tiempo. (Pausa) Doctora, sabe cuánto me ha costado hablar de esto… Voy corriendo, me

falta la respiración. Solo puedo pensar en lo enojada que estará Mariana, en que Eduardo no

para de hablar sobre irse de aquí, en que debo llevar a Max al veterinario y en la mirada más

hermosa que he visto en mi vida.

Mateo: Espera ¿Qué?

Digo pensando en voz alta mientras me tropiezo y ruedo rompiendo mis rosas al ver la

imagen de la perfección. Creo que esta descripción se la sabe de memoria, doctora: Cabello

rubio y rizado, piel clara, labios rojos, una nariz perfecta, los ojos del verde más alegre que

el de ningún campo. Pasa junto a mí en su bici y con esa mirada se va la mitad de mi vida, o

eso pienso mientras recojo los restos de las rosas y sigo trotando para ver a Mariana.

Llegué 4:30 pero no creo que eso haya sido del todo la razón por la que Mariana fue

particularmente dura ese día.

Mariana: Un año, Mateo. ¡Un maldito año! No sé tú, pero a mí se me está secando la vida y

entre los niños corriendo por ahí mientras lanzan globos con agua y sus mamás gritándome

cada vez que uno se cae y se rompe el hocico, no puedo desperdiciar más tiempo. ¿Sí me

entiendes? En un mes llevaríamos un año juntos. Eso es como diez siglos para la gente de

nuestra edad. No iremos a la misma preparatoria, nuestros amigos tampoco, no me quiero

sentir atada a mi pasado, fue lindo ir a la graduación contigo y lo que sea, pero la verdad es

23
que creo que eres un niño inmaduro y yo estoy evolucionando más rápido que tú. Yo soy

una mujer completa

-Mariana seguía y seguía mientras yo solo podía pensar en la mirada perfecta, el verde del

prado, lo rápido que pasó esa bicicleta, su nariz perfecta, su cabello rizado, el rastro de

barba que apenas surgía en su rostro… Doctora, ojalá hubiera perdido la costumbre de

pensar en voz alta, porque Mariana…

Mariana (Más exaltada de lo que Mateo la ha visto nunca): ¿¡QUE!? ¿Me estás diciendo

bigotona? Mira Mateo, soporté cuando dijiste que mis pastillas para adelgazar me hacían

estar irritable, estuve de acuerdo cuando me dijiste que mi nuevo corte hacía que mis

pómulos se vieran más grandes, intenté ignorar cuando dijiste el vestido de graduación no

hacía que mis pechos se vieran increíbles, pero… bigotona ¡Eso nunca te lo voy a perdonar!

-Supuse que lo que iba a decirle no la calmaría, pero menos haría que su arranque de ira

tuviera sentido

Mateo ¡Creo que soy maricón!

Mariana: ¿Qué?

Mateo: Sí, creo que soy un maricón ¿Entiendes? Choto, puto, joto, pues.

-Mariana hizo un silencio en el cual tuve apenas tiempo para darme cuenta de que había

dicho todas esas palabras en voz alta.

Mariana ¡Lo sabía!

-Dijo con una sonrisa casi de triunfo

Mateo: ¿Qué?

24
Mariana: Sí, Brenda, Andrés, Marcos, Enrique, Diana, Alejandra, todos sabíamos que eras

un joto.

Mateo: ¿No estás enojada?

Mariana: Pues acabo de ganar $600, pero además de eso. Era obvio,

Mateo. Mateo: ¿Por qué obvio?

Mariana: Por Dios, solo mírate. Además, toda la escuela sabe que tus papás se divorciaron

porque tu papá también es puto y eso es genético, lo dijeron en las noticias. No sé si tenga

cura, pero ¿Qué importa? No voy a seguir perdiendo mi tiempo con un joto de mierda. Y

solo para que lo sepas, te estoy engañando… desde hace meses.

-Doctora, estoy seguro de que mucho de lo que dijo no era en serio. La he vuelto a ver más

de una vez en mi vida y cada vez creo que estoy más cerca de que me… ¿perdone? Como

sea, Mariana se fue, no sin antes asegurarme que “Si le preguntaban iba a decir que ella

había cortado conmigo y que iba a aclarar que solo estaba conmigo por mi dinero” yo quise

decirle que ni siquiera tenía dinero y ella lo sabía, pero me pareció injusto arruinar su salida

dramática.

Después de eso fui a casa de Marcos, quien para ese momento ya era mi mejor amigo.

Doctora, no sabía por qué había dicho todo lo que dije y para ser franco mi única prueba de

que era puto era que había visto a un tipo rubio andando en bicicleta y eso había hecho que

me tropezara.

En casa de marcos no sabía de qué iba a hablar, pero sabía que quería hablar. Marcos ya era

un marihuano completo y creo que por asociación yo también. De cualquier modo, forjó un

porro y creo que eso nos soltó la lengua a ambos.


25
Mateo: Lo peor es que me gustaba. En serio. Ya sé que siempre estábamos peleando y

parecía que nos odiábamos, pero esa era la forma en la que funcionábamos. En el fondo nos

divertía pelear todo el tiempo. A veces ella comenzaba una discusión y yo le respondía una

tontería tan grande que terminábamos riéndonos hasta que nos dolía el estómago… Me va a

parecer tan raro no verla todos los días en la escuela, aunque no fuéramos a ir a la misma.

Ella era distinta, no hay duda de que tenía carácter ¿No?

Marcos (Que no ha prestado mucha atención a Mateo): A ver, cabrón. (Exhala una gran

bocanada de humo) yo no entiendo algo ¿Te dejó porque llegaste tarde? Puta madre, es

neurótica, pero eso ya son chingaderas.

-Evidentemente no le iba a decir a Marcos que yo creía que era maricón, así que lo dejé

sacar sus conclusiones respecto a porqué habíamos cortado.

Marcos: ¿Qué quieres que te diga, cabrón? Así son las viejas. Mientras no andes berreando

como maricón y cagándole la vida a todos, yo digo que vas a estar bien.

Mateo: Creo que el problema es que no sé cómo funcionan las relaciones. Mis padres no

fueron un buen ejemplo.

Marcos: No me chingues, cabrón. Tu papá es la verga. Mínimo te mantiene y te compra

cosas. Yo ni conozco al mío.

-Supongo que la mota y verme llorar habían hecho que Marcos se sintiera nostálgico… o

tal vez tenía que ver con que se estaba pasando la mota con tragos del tequila que había

comprado para que “se me olvidara la tristeza” y que yo ni siquiera había probado.

Marcos: No te hagas pendejo. Todo el pinche mundo sabe que no tengo papá, eso de que es

narco lo dijo un tipo una vez y como sonó chingón yo dije que era cierto.
26
-Entonces señaló la foto en la pared, la del señor con lentes y gorra frente al tráiler.

Marcos: El hijo de puta conoció a mi jefa cuando ella tenía quince y él tenía treinta, la

embarazó y se desapareció. Mi mamá siempre anda trabajando y esas mamadas. Pero yo en

lugar de andar trabajado en lugares pedorros, andaría buscando al cabrón ese para partirle la

madre. ¡Si un día me lo topo te juro le parto su puta madre!

-Dijo mientras estrellaba la botella casi vacía contra la esquina de la sala.

Marcos: Tú estás en la gloria, cabrón. Tus papás se divorciaron y ya, pero ahí andan los

dos, mínimo sabes dónde están.

-Doctora, yo no sé por qué me molestó tanto el comentario. Marcos estaba borracho y

pacheco, pero aún así había dicho una mentira. Yo no quise pelearme con él o al menos no

por esa razón. Así que solo le dije

Mateo: No me conoces.

Y traté de cambiar el tema, pero él insistió.

Marcos: Conozco chingos de gente como tú, pendejo. Todos son la misma mierda. Con los

mismos papás finos en sus casas de ricos y con sus vidas bien chingonas. Me la pela la

gente como tú. Ustedes no saben lo que es la vida. Se la pasan muy a todo dar haciéndose

pendejos en su oficina donde les pagan los millones por no hacer una chingada ¿Y los

demás? Chingándose, rompiéndose la espalda para salir adelante…

Mateo (Interrumpiéndolo): Ser puta no es romperse la espalda.

Marcos: ¿Qué putas madres dijiste, pendejo?

27
-Doctora, en ese momento no me importó nada. No me importó que tal vez me mandara al

hospital en medio de patadas e insultos, no me importó saber que después de eso nunca

volveríamos a hablar ni a ser amigos, no me importó que Mariana me hubiera dejado y yo

fuera un maricón. En ese momento solo me importó que está vez no me quedaría mirando

desde la puerta da cocina. Esta vez diría algo en voz alta y me iban a escuchar. Supongo que

tenía años callando cuán enojado estaba, sin poder decir que esta era mi vida.

(IX) MAMA O LO QUE RECUERDO DE ANTES

Helena: Y no me voy a quedar aquí a desperdiciarla. Entiende eso, Esteban. Tú, debes hacer

algo respecto a tus… problemas, pero no creas que tenerme aquí los va a solucionar ¡No

soy un maldito objeto!

Esteban: Yo lo entiendo, Helena, pero ¿No te importan tus hijos?

Helena: Los amo lo suficiente como para no quedarme a vivir una mentira y que ellos

crezcan creyendo que era real. Estoy harta de sonreír en las fotos de las comidas de tu

trabajo mientras la gente cree que soy feliz siendo tu esposa.

-Le he contado de ese día ¿No es así, doctora?

Helena: Entiende eso. Ya no soy una adolescente enamorada que cree que algo bueno va a

salir de esto. Tenemos sueños que nunca se van a cumplir o al menos no lo harán si no lo

intentamos, pero no son sueños en conjunto. Yo no voy a opinar nada sobre tu vida,

esteban, me da igual quién seas o quién finjas ser o quién quieras ser. Me voy de aquí y eso

es todo. Yo encontraré el modo de arreglarme con Eduardo y Mateo, diles lo que quieras,

me da igual.

-Yo tenía ocho años y Eduardo diez, me había quedado porque me sentía mal y no quise ir a
28
casa de mis abuelos. Bajé la escalera cuando vi a mi mamá subir corriendo por una maleta

29
en la cual comenzó a arrojar su ropa y sus cosas como pudo. Muchos años después, la

primera vez que vi a mí mamá después de ese día me explicó sus razones, pero recuerdo

que antes de salir corriendo de la casa me vio en la puerta de la cocina, se hincó frente a mí

y me dijo

Helena: Mateo, escucha bien lo que voy a decir. Todas las personas crecen, nadie nunca se

queda igual. Algunos crecen con sus padres, otros solos, pero a pesar de ello nadie se queda

igual para siempre. Nadie se queda pequeño por siempre y un día vas a crecer y cuando

tengas problemas de adulto me vas a entender.

-Yo no dije nada, me quedé ahí viendo como salía de la casa y se subía a un auto con un

señor que nunca en mi vida había visto. Solo reaccioné cuando sentí el puño de marcos

hundirse en mi estómago y sus pies pateando mi espalda mientras gritaba insultos.

Recuerdo que dijo “Por eso me cogí a tu novia” y “Toda la escuela sabe que eres choto

como tu papá”

(X) PAPÁ O LA ÚNICA VEZ QUE FUI AL CINE SIN MI HERMANO

- Tengo trece años. Estoy en la fila para el estreno de ‘Star wars 3: el retorno del Jedi’ es la

última vez que iría con mi papá al cine, eso no lo sabía en el momento y si le soy honesto,

doctora, no sé si la razón es porque ya era grande o por la conversación que tuvimos ese día.

Mateo: Papá…

Esteban: Qué pasó, mi rey

Mateo: ¿Eres… choto?

Esteban: ¿Perdón?

30
(Pausa) No doctora, no recuerdo cómo fue su expresión facial, pero no fue de enojo. Fue

distinta.

31
Mateo: Olvídalo, no dije nada.

Esteban: ¿Dónde escuchaste esa palabra?

Mateo: Por ahí, alguien la dijo y la escuché. No importa, perdón.

Esteban (Ligeramente molesto, pero amoroso a pesar de ello): No me gusta que me mientas

Mateo: Pues mi mamá la gritó cuando se fue. Esa y otras cosas.

Esteban: ¿Sabes qué significa?

Mateo: No

-Pero uno lo asume, doctora. Uno asume que es una mala palabra, o algo que uno no debe

ser. Mis padres no eran estrictos, nunca lo fueron y nunca lo han sido. Eran más liberales

que ningunos padres que he conocido. Fueron parte de esas parejas a las que las nuevas

corrientes humanistas les influyeron bastante y creyeron que podían adoptar un estilo de

vida más “europeo”. Nunca nos decían que no podíamos hacer algo o que nos vistiéramos o

peináramos de algún modo, como les hacían sus padres a todos en mi escuela. Por eso

cuando vi a mis padres peleando me pareció sorprendente que se recriminaran cosas y más

aún que hubiera términos que los insultaran.

Esteban: Pues significa que eres distinto y ser distinto está bien. No es más fácil ser distinto,

en realidad hace todo más difícil, pero todos somos distintos y para todos todo es difícil.

Mateo: Suena como ser normal.

Esteban: Mateo, nada en este mundo está mal. Lo único que está mal es buscarte tanto a ti

mismo que te pierdes.

32
-Mi papá es contador, estaba estudiando antropología cuando embarazó a mi mamá y tuvo

que volverse contador como mi abuelo. Nunca he entendido cómo podía trabajar en algo

que no amaba, no porque crea que es imposible, sino porque él siempre hablaba de la

pasión. Para mi papá la pasión es el elemento más importante de un ser humano. Más bien,

doctora, creo que es porque ser contador no es su trabajo. Su trabajo es ser nuestro padre,

me dijo eso un año nuevo en su auto mientras yo intentaba no llorar al decirle que me había

equivocado en todo y que nunca sería tan bueno en nada como Eduardo.

(XI) EDUARDO O MI VIDA EN COMPARACIÓN

-Eduardo nació en 1969, ese año el hombre llegó a la luna. El nombre Eduardo viene de dos

términos germánicos: hord y weard, en inglés es Edward. Eduardo significa “el guardián de

la riqueza”. A Eduardo le gusta el inglés. A Eduardo lo acaban de publicar en nueva york.

Eduardo y Mateo desayunando en el comedor de su casa de la infancia.

Mateo: Cuando sea grande quiero ser astronauta.

Eduardo: No hay astronautas mexicanos.

Mateo: Pues yo voy a ser el primero.

Eduardo: No, voy a ser yo.

Mateo: ¡Mamá!

-Mi mamá era un espíritu libre, para ella no había limites en lo que uno podía hacer. Ella era

ama de casa, pero después como ya le conté, descubrí que al parecer tenía otros sueños. Mi

33
mamá nunca nos decía que no podíamos hacer nada, y cuando nos veía peleando no lo

evitaba. Solo nos dejaba ser.

Eduardo: Nadie quiere a un astronauta que llora por todo. Ni a un astronauta que vomita

cuando lo suben a la resbaladilla. Ni mucho menos a un astronauta que tiene un hermano

mayor que es mejor en todo.

-Eduardo no era mejor que yo en todo. Él se sentía así y yo le daba la razón.

Eduardo: Además tú eres retrasado y no hay astronautas retrasados.

-Lo único que mi mamá hacía en esos casos era obligarnos a darnos un abrazo para

“mantener los lazos fraternales”

(Eduardo y Mateo se abrazan. Eduardo aprovecha para golpear a Mateo sin que su mamá

vea)

-Fuimos a las mismas escuelas y los años que más disfrutaba eran segundo y tercer año

porque Eduardo ya no estaba y yo sentía que podía respirar de nuevo. En todas sus

graduaciones Eduardo era maestro de ceremonias y siempre leía un poema al final.

Nuestros padres tenían la costumbre de hacernos escribir poemas sobre cómo nos sentíamos

y supongo que fue un buen entrenamiento para aprender que al parecer la gente también

puede ser mejor “sintiendo” que tú.

(Eduardo con un poema, en un festival de secundaria o tal vez en casa con sus padres

frente a él. Tiene una hoja en las manos, el recuerdo, tal como el poema, es difuso)

Eduardo: En la mañana al despertar

Y en la noche ……

34
Sé que estás ahí

y eso me descansa

……

Aunque no lo sepas

………

………

Y la vida

………

-Cuando salimos de la secundaria pasamos a la preparatoria. Y al concluir mi primer año de

prepa, Eduardo se fue a la universidad y fue ahí cuando supe que por fin habría una gran

distancia entre nosotros. Recuerdo que nos llamaba por teléfono cada dos días, pero en

realidad el que hablaba con él era mi papá. Si mi comunicación con mi papá y mi mamá era

deficiente en esa época, mi comunicación con Eduardo no existía. (Pausa) Sí, doctora. Él

ganó la beca de la fundación.

(XII) EL CONCURSO DE POESÍA (2)

-Yo tenía dieciséis y Eduardo dieciocho. Era la última ronda del Premio de Poesía Joven de

México “Elías Nandino” 1986 mi papá nos había obligado a entrar porque creía que sería

una buena experiencia exponer nuestras emociones públicamente a manera de soneto para

que un montón de desconocidos nos escuchara leerlas si es que nos seleccionaban, y así fue.

Los
35
jueces eran maestros de la Fundación para las Letras Mexicanas, a mí me temblaban las

piernas porque había investigado quién era cada uno de ellos y me parecían la “crema y

nata” de la literatura. Ese día en la mañana mi papá había hablado con nosotros, ya le conté

lo que nos dijo. Lo que no le dije fue lo que contestó Eduardo.

Mi papá había tomado la mala costumbre que ha tenido hasta el día de hoy de llamarle

“zorra” a mi mamá y aunque a mí ya me daba igual, al parecer no era el mismo caso para mi

hermano.

Eduardo: ¿Por qué crees que es correcto eso?

Esteban: ¿Qué?

Eduardo: Darnos un pseudo discurso de amor y solo usarlo para apropiarte nuestros logros,

y de paso insultar a mi mamá. Papá, no es mi culpa que estés frustrado o que seas un

reprimido o lo que sea que te pase, pero quiero que sepas que estoy harto. Estoy harto de

vivir contigo y con mateo. Quiero irme de aquí. La única razón por la que acepté entrar a

este concurso es para pedir la beca e irme. Mientras más crezco más me doy cuenta de que

toda nuestra crianza ha estado mal. Ese sin sentido, ese no tener reglas. Tal vez para tu

generación fue muy atractivo, pero a nosotros nos está asfixiando. Pasamos días sin

hablarnos y tú no lo cuestionas para no “agredir nuestra individualidad”, Mateo desaparece

días enteros y tú solo dices que está bien y que tiene derecho a ser libre. Tal vez me

parecería menos absurdo si al menos fueras un ejemplo a seguir, pero no. Odias lo que

haces, a veces siento que odias tu vida y solo sonríes intentando seguir en pie para no

admitir que te equivocaste en todo. ¿Al menos sabes quién eres?

-No supe si lo que decía Eduardo eran ideas suyas o era algo que mi mamá le había dicho

36
esa mañana mientras hablaban por teléfono mientras papá dormía. Papá no lucía

molesto, ni

37
triste, ni confundido. Fue como si hubiera esperado ese momento toda su vida. Como si

estuviera viendo a mi mamá irse de nuevo e incluso supiera qué palabras iban a salir antes

de que Eduardo las dijera. Solo le dijo

Esteban: Ojalá ganes.

Y lo hizo. Eduardo ganó la beca. Su poema titulado “La furia de la hojas” sería incluido en

una antología de poetas mexicanos jóvenes, obviamente pasó el examen y se fue a estudiar

a la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. La crítica lo volvió conocido desde ese

momento, recuerdo haber leído en el diario.

Crítico literario: ‘La furia de las hojas’ se mueve a la velocidad de un recuerdo que, sagaz,

intenta desaparecer para quedar plasmado en las pupilas del lector. La vida de una

generación, la muerte de la familia y el desencanto son los temas que Eduardo Villanueva

logra desarrollar en su poesía y esperamos que continúe desarrollando en su literatura.

Y lo sigue haciendo ¿Ya leyó su último libro? (Pausa) No doctora, yo no he tenido tiempo

de hacerlo, Lo tengo en la casa, junto con todos los demás (Pausa) No, tampoco los he

leído. Están ahí porque en realidad es su casa. Sí, vivo en casa de Eduardo, cuando se fue a

otro país me dijo que si la cuidaba podía vivir ahí y que el pagaría la renta. Nunca he sido

fanático de aceptar la lástima de otras personas, pero requería un lugar donde vivir. (Pausa)

No sé si ese es el lugar más adecuado, solo sé que quería estar solo y sabía que él no

volvería en meses. Desde que salí de la facultad no he tenido mucho tiempo de hacer nada y

tampoco es como que haya querido. Mi paso por la facultad fue un error en medio de un

problema. (Pausa) Lo conoce bien, doctora. Solo lo repito porque usted lo pide.

38
(XIII) LA UNIVERSIDAD

-Después del “incidente” del concurso de poesía y dado que yo no estaba becado ni tenía la

posibilidad de irme decidí que lo mejor era entrar a la facultad de Lengua y Literatura

Hispánicas de la Universidad Veracruzana. No me malinterprete, doctora. No creo que sea

una mala escuela, ni es que haya sido un plan B, más bien es que yo no tenía un plan. Como

toda la preparatoria estuve drogado y perdí a casi todos los conocidos que tenía, mi primer

día fue una buena oportunidad para comenzar de cero mi vida.

Mateo en un salón de clases, en la primera fila. Frente a él su maestro.

Maestro de literatura: ¿Quién ha leído la Ilíada?

-Fue una forma brusca de iniciar la clase de introducción a la literatura, pero como yo la

había leído, levanté la mano.

Maestro: Muy bien ¿Cuál es el tema principal de la Ilíada?

Mateo: La guerra.

Maestro: ¿Por qué?

Mateo: La guerra es conflicto principal, es una obra sobre intereses políticos. Las cuestiones

mitológicas no dejan de representar la visión política de una sociedad.

Maestro: ¿En serio? Yo siempre he creído que es una gran historia de amor.

-Lo acepto, doctora, me reí. Creí que era la especie de chistes que hacen los maestros para

hacerte dudar acerca de tus propias opiniones.

39
Maestro: Lo digo de verdad. Todas las historias en el fondo son una historia de amor.

Escriban…

-Ya que la clase no fue particularmente productiva me acerqué cuando acabó para hablar

con él sobre la Ilíada. Se llamaba Diego, Diego Azares. Era guapo, no le voy a mentir. Pero

era mucho mayor que yo y si le soy honesto me sentía intimidado por él. Olía a madera y

siempre usaba saco. Si hubiera querido que mi papá se pareciera a alguien, sería a él.

(Durante todo este dialogo, Diego está limpiando sus lentes)

Mateo: Me gustó mucho su clase. Aunque sigo sin creer que la Ilíada sea una historia de

amor.

Diego: ¿Has leído la divina comedia?

(Mateo asiente con la cabeza)

Diego: ¿Cuál es el pecado que cometieron Paris y Cleopatra?

Mateo: Ellos están en el segundo círculo del infierno; fueron lujuriosos.

Diego: A mí me gusta pensar que amaron de más; pero supongo que quieres discutirlo más

a fondo. ¿Harás algo hoy por la tarde?

-Doctora, nunca había tenido tantas emociones simultáneamente. No entendía nada ¿Me

gustaba Diego o solo lo respetaba? Estoy seguro de que sabe de lo que hablo. De ese

momento cuando alguien te hace sentir tantas cosas que terminas por sentir… paz.

-No sé si lo que pasó con Diego fue un acto de lujuria o de amor así que seré breve. Llegué

a su casa, me ofreció café, hablamos un par de horas, nuestras manos chocaron en algún

momento y… de la manera más animal que había experimentado nos arrancamos la ropa

40
mientras lo besaba y él decía que yo era su niño hermoso. No sé si soy mejor que Cleopatra

o Paris, pero yo también ocasioné una guerra. Una guerra para mí mismo. Cada día durante

la clase de introducción a la literatura veía como Diego se paseaba mientras escribía en el

pizarrón y yo solo podía pensar en su barba besando mi torso desnudo, en la pintura de

Gustav Klimt que tenía en su habitación. La recuerdo perfectamente. Una pareja uniendo

sus cuerpos a tal punto que no se distinguía donde empezaba o terminaba cada uno.

Diego: El beso, es un título obvio, pero me gusta.

-Lo dijo mientras encendía un cigarro y yo estaba sentado al borde de su cama. Ya que mi

papá me había dicho que nada estaba bien ni nada estaba mal seguí acostándome con Diego

todo ese semestre e incluso, hablar con él me ayudo a entender mejor quién era yo o al

menos a dejar de preocuparme por no saberlo.

Diego (Mientras fuma): Antes las cosas no tenían etiquetas. Piensa en los griegos ¿Crees

que alguno de ellos se detuvo a filosofar si eran homosexuales? ¡Claro que no! Tenían

asuntos mejores sobre los cuales filosofar. Pero entiendo que a tu edad esas cosas deben ser

el fin del mundo. (Ríe) “No saber quién eres y no haber logrado nada”. Si has amado, has

logrado más que el hombre promedio.

-En ese momento pensé en Richard Sampras, él había amado. Quizá había amado de más,

pero al menos lo había hecho. Pensé en Mariana y en Marcos. En los padres de Marcos. En

mis propios padres. En las rosas rotas y mi caída tras la bici. En el concurso de poesía al que

siempre estoy regresando.

(XIV) EL CONCURSO DE POESÍA (CASI EL FINAL)

41
-Estoy parado frente al micrófono. Tengo un pedazo de papel en las manos. Los jueces

esperan que lea mi poema. Se llama “Las cosas que escuché desde la cocina”, no sé si es el

mejor título, pero tengo dieciséis años y estuve mucho tiempo conteniendo el enojo. La

lectura es en la biblioteca Vasconcelos de la ciudad de México. Respiro profundo y cuando

estoy por despegar los labios para decir la primer palabra lo veo. Está sentado en la última

fila.

-Al principio estoy seguro de que alucino por los nervios, la pelea de papá con Eduardo, la

presión de leer en voz alta, la llamada telefónica que tuve con mi mamá

(XV) LA LLAMADA TELEFÓNICA CON MAMÁ

Helena al teléfono. No sabemos dónde está, puede ser un teléfono público o un teléfono de

casa. Tampoco sabemos lo que dice Mateo, pero es obvio.

Helena: Feliz cumpleaños Mateo.

Claro que es hoy, es imposible que haya olvidado cuando es el cumpleaños de mi hijo.

Es abril, 11 de abril.

¿En serio? Perdón, Mateo. Estaba segura de que era hoy.

Bueno, me equivoqué. Todos cometemos errores

No, tu nacimiento no es un error. Estás confundiéndolo todo.

Mira mateo, no sé qué cosas sobre mí te haya dicho tu papá, pero solo quiero que sepas
que…

42
Ah

¿En serio piensas eso?

Ok, lamento haberte molestado, hijo.

Mateo: No sabía cuándo era mi cumpleaños. Qué tontería ¿No?

Diego: ¿Qué?

-Doctora, no sabía cuándo era mi cumpleaños.

Mateo: ¿Me amas, Diego?

Diego: Te quiero, Mateo.

Mateo: ¡Es él! ¡El tipo de la bicicleta!

(XVI) EL CONCURSO DE POESÍA (EL FINAL)

-Salgo corriendo del escenario para hablar con él, pero no veo el cable del micrófono y me

tropiezo. Doctora, me quedé ahí. Tirado, con una hoja de papel en la mano. No lloré, no

hice nada. Sentí tanta pena que me negué a leer. Rompí el poema y me sacaron del

concurso.

Después de eso intenté buscar al tipo, pero no estaba. Supongo que lo imaginé.

(XVII) EL FINAL DE LA UNIVERSIDAD

Diego: Lo lamento, mateo. Estás expulsado. Me apena ver a un joven brillante desperdiciar

su potencial así. Pero te aseguro que tienes un futuro como escritor, si tú crees en ello.

-Fue lo último que lo escuché decir en mi vida. Me sentí tan idiota, doctora. Tener

veinticuatro años, No poder terminar la universidad, no poder avanzar. No poder hacer


43
nada. Después de eso me mudé a casa de Eduardo, poco tiempo después Max murió.

44
(XVIII) EL POEMA DE EDUARDO

¿Le digo algo, Doctora? Le mentí hace un rato. Sí he leído uno de los poemas de mi

hermano. Hace un tiempo en uno de sus libros incluyó este poema que rescató de los

papeles que teníamos en casa de cuando éramos niños.

En la mañana al despertar

Y en la noche al acostarme

Sé que estás ahí

y eso me descansa.

Mi mejor amigo

Aunque no lo sepas

Tú la luna y yo el sol

Con el mundo bajo el brazo

Y la vida

Para recorrerlo.

-Para Mateo, porque un día te daré un hogar y no solo una casa.

(XIX) UN FINAL MÁS NO EL FINAL

Hoy me di cuenta de que llevo dos años viviendo en casa de Eduardo. Tengo veintiséis

años. Hoy me llamó por teléfono un amigo y me invitó a una fiesta. Es una fiesta de

disfraces. Me
45
disfracé como Richard Sampras, salí de la casa y entonces lo vi. Pasó en una motocicleta

con su cabello rubio y sus ojos verdes, mientras yo caminaba hacia la fiesta. Y corrí hacía

aquí. Digo, no fue fácil, fue un camino largo. Me alegró saber que la fiesta era a las 8:00 y

recordar que usted cierra a las 9:00, así que apenas tuve tiempo de llegar.

En el camino pensé en Sampras, en mis padres, en mis amigos de la secundaria, en que no

tuve amigos en la preparatoria, en que desperdicié mi tiempo en la universidad por jurar que

nunca iba a escribir nada de nuevo porque no quería terminar escribiendo sobre mi vida,

pero supuse que venir acá era lo mejor que podía hacer. Usted sabe ¿No? Eso de guardarse

las emociones no funciona. Nunca me ha funcionado.

Doctora, solo somos la acumulación de algunos traumas que tuvieron lugar en uno o dos

años de nuestra vida que consideramos los años importantes, olvidamos todo lo demás de

nuestra historia. Y seguimos creyendo que nunca podremos ser más que eso, pero hoy me

siento optimista ¿Sabe? Y perdón por hacerla perder su tiempo, pero voy a ir a la fiesta y si

vuelvo a ver a ese tipo tal vez le hable esta vez y si no termino llorando en el piso, entonces

estaré seguro de que hice las cosas bien y aun si sucede, creo que siempre he admirado

perdedores. Gracias. Gracias, doctora.

Mateo corre hacia la puerta, suena una canción de rock en español de los 80’s.

OSCURO FINAL.

46

También podría gustarte