Si, para algunos, pedir cita en el médico, comprar por internet
o almacenar un documento en la nube forma parte de su vida cotidiana, para otros, esto supone una utopía por no disponer ni de los dispositivos necesarios ni de las competencias básicas para hacerlo. Esto es debido a la existente brecha digital, es decir, la desigualdad que hay entre diversos grupos de población en cuanto al acceso, uso e impacto de las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC). La Organización de las Naciones Unidas, dentro de su Hoja de ruta para la cooperación digital, alerta de que las brechas digitales “reflejan y amplifican las desigualdades sociales, culturales y económicas existentes”. Por ejemplo, en dos de cada tres países, los hombres usan la web más que las mujeres, y los migrantes, los refugiados, las personas mayores o las poblaciones rurales son colectivos en los que el acceso a internet es mucho menor. ¿Qué tipos de brecha digital hay y cuáles son sus causas? Lo cierto es que no existe una única brecha digital y, por el contrario, hay muchas clases propiciadas por diversas causas. A continuación, te presentamos los principales tipos de brecha digital: de acceso, de uso y generacional. La brecha de acceso Este tipo de brecha digital hace referencia a la imposibilidad que tienen algunos grupos de acceder a las TIC. Si bien las causas son diversas, suelen estar relacionadas por las diferencias socioeconómicas que existen entre grupos de población o entre países. En este sentido, algunas de las principales causas son el hecho de que no todos los países pueden invertir la cantidad necesaria de dinero público para crear infraestructuras que permitan el acceso al internet o que, en un plano más individual, no todas las personas tienen el nivel económico suficiente para comprar dispositivos electrónicos o pagar el acceso a la nube. Además de la falta de ingresos, la brecha de acceso hace frente a ciertas limitaciones, como la edad avanzada y el bajo nivel de estudios. La brecha de uso Esta es la brecha que provoca la carencia de habilidades digitales. La falta de formación impide a muchas personas usar las TIC a nivel personal o profesional. Sin duda, esto supone consecuencias como la imposibilidad de acceder a puestos de trabajo más cualificados o que una buena parte de la población esté al margen de ciertos servicios, como concertar citas médicas o hacer trámites administrativos, que mejoran la calidad de vida de las personas que los usan. La brecha generacional La tecnología afecta a todos los aspectos de nuestra vida, pero hay un grupo de población, la más envejecida, que ha llegado algo más tarde al cambio y, por tanto, no ha recibido ningún tipo de formación en competencias digitales —una brecha que se acrecienta todavía más si a este factor de la edad unimos las desigualdades económicas y geográficas. Asimismo, es importante mencionar las dificultades de acceso y formación que tienen las personas con alguna discapacidad, ya que, a la falta de infraestructuras, de dinero y de formación, hay que sumarle, la carencia de dispositivos o sitios web adaptados a las personas con algún tipo de necesidad especial. ¿Cuáles son las consecuencias de la brecha digital? La falta de acceso a medios digitales produce y ayuda a hacer cada vez más profunda la brecha entre unos grupos de población y otros. Un claro ejemplo de este hecho se vio durante los meses de confinamiento, a causa de la pandemia por la covid-19, cuando solo los escolares con acceso a herramientas tecnológicas pudieron seguir sus clases con más o menos normalidad. Por el contrario, aquellos que no disponían de un smartphone u ordenador vieron como un derecho básico como la educación dejaba de ser una realidad para ellos. Otra consecuencia de la brecha digital se ve reflejada en el empleo, ya que la falta de competencias digitales impide el acceso al mundo laboral de una parte muy importante de la población. Sin ir más lejos, solo en Europa, el 85% de los trabajos requieren de profesionales con un nivel básico de competencias digitales, según el estudio Competencias Digitales, Inclusión y Empleo. No obstante, el 42% de los europeos carece de estas competencias digitales básicas, de manera que el 56% de las pymes afirma que los puestos para especialistas TIC son difíciles de cubrir, de acuerdo con datos del Índice de la Economía y la Sociedad Digitales (DESI). Formas de reducir la brecha digital Organismos como la ONU o la UE han diseñado programas para tratar de reducir la brecha digital entre colectivos y entre países. La creación de programas específicos de formación, las ayudas para la digitalización de las pymes o la inversión en softwares de código abierto, son algunas de las acciones que ya están realizando, aunque hay más acciones que se pueden llevar a cabo. Por ejemplo: Crear infraestructuras en aquellas zonas donde la accesibilidad a los servicios de internet sea más difícil o imposible. Más programas de formación dirigidos a colectivos especialmente vulnerables: personas de la tercera edad, migrantes, trabajadores con bajo nivel de estudios, etc. Más inversión pública y privada para la digitalización de las empresas y para conseguir soportes técnicos de calidad. La reducción de la brecha digital requiere inversión, pero también concienciación por parte de los poderes públicos. Los estados deben contribuir a formar a su población, de lo contrario, las desigualdades sociales seguirán creciendo y, con ellas, la imposibilidad de desarrollarse a nivel económico.