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“Una pluma azul en el quiosco del

patio trasero”

El 3 de abril del 2005 mi familia y yo nos mudamos a España tras la pérdida


de un bebé gracias a un aborto espontáneo, el lugar contaba con una cultura
que me emocionaba entender y muchas personas que quería conocer, mi
nueva casa se ubicaba en un pueblo poco habitado en el que las casas
aparentaban ser castillos sacados de cuentos de princesas.
Mi casa no era la excepción, era tan alta y estaba cubierta por una capa de
pintura negra que se había gastado con los años, tenía pocas ventanas y en la
parte trasera un jardín amplio y un gran quiosco complementaban el paisaje,
a pesar de que la estructura se encontraba en malas condiciones mis padres
decidieron dejarlo así ya que aseguraban que con una pintada quedaría como
nuevo.
La remodelación de la casa no fue la gran cosa pues a pesar de la antigüedad
de los materiales solo el exterior del lugar se encontraba desgastado, de mis
vecinos solo conocí a una persona, Marisol, quien hace unos 3 años vivió con
su hija Lily.
Mis emociones estaban algo mezcladas, claro que estaba emocionada por
conocer un nuevo lugar, pero alejarme de mi hogar por 16 años me provocaba
una gran molestia; La decisión de mis padres de mudarse me parecía confusa,
realmente no entendía porque mudarnos sería la forma de superar la pérdida
de mi hermano, a pesar de eso intente acoplarme a la escuela, a la ciudad, a
la casa, pero eso nunca paso del todo.
Todos se apegaban demasiado a las viejas creencias dando como resultado
una desigualdad hacia las mujeres la cual encontraba difícil soportar.
Tras la jornada escolar me dirigí a la casa, entré y subí hasta llegar a mi
habitación, llegando, un ligero escalofrío se hizo presente cuando una suave
brisa paso por mi lado derecho, volteé por instinto y seguí a quien provoco el
peculiar fenómeno. Aquel suceso se repitió por 3 días, esa pequeña figura
siempre me llevaba al viejo quiosco para después irse y perderse entre las
habitaciones de la casa, me pregunté si debería acabar con mi rutina e ignorar
este suceso o si debería seguirla una vez más esperando encontrar el lugar en
el que se escondía.
Al cuarto día llegué más tarde por una tarea que se extendió más de lo
esperado, mi padre, quien es psicólogo, se encontraba en una cita con el Sr.
Flores, un paciente regular, por lo que intenté hacer el menor ruido posible al
entrar, hice el recorrido a mi habitación y esta vez no hubo nada extraño, me
quede parada en el marco de la puerta por un minuto esperando a la brisa
que siempre me esperaba, al no tener ningún resultado me dirigí yo sola al
quiosco, lo observé detenidamente, 4 largas columnas decoradas con varias
plantas que con el tiempo se apoderaron del lugar, en el suelo las grietas
polvosas guardaban pequeñas hormigas que ocasionalmente salían del
camino e intentaban subir por la estructura, la cúpula del quiosco albergaba
pequeñas telarañas en sus oscuros rincones que seguramente soltarían
demasiado polvo si en algún momento se intentara quitarlas; mi análisis fue
interrumpido por el repentino golpe de mi pie con algo, baje la mirada y
encontré una pluma azul con detalles plateados cubierta por un poco de tierra,
mientras la levantaba una voz familiar me hizo dar un pequeño salto que me
sacó de mis pensamientos:
- ¡Hija!, ven a saludar a Marisol.
Guardé la pluma en el bolsillo de mi chamarra y fui a la sala para
encontrarme con mi madre y Marisol, recientemente convertidas en mejores
amigas.
-Buenos tardes, ¿Cómo se encuentra? . Mencioné mientras me sentaba al lado
de Marisol.
-Bien, gracias por preguntar, ¿Cómo estuvo la escuela? .Preguntó Marisol
Por un corto tiempo le platiqué a la mejor amiga de mi madre un poco de mi
vida escolar para después cambiar de tema y contarle sobre la pluma que
encontré en el quiosco.
-Ay, no deberías recoger cosas del suelo y menos de ese lugar, no quieres que
el dueño se enoje, ¿o sí?
Su pregunta me desconcertó un poco así que le pregunté si ella conocía al
dueño del objeto
-No no, probablemente sea de uno de los tantos que se quedó aquí atrapado
en su camino al más allá.
Analicé por un instante su cara buscando indicios de una expresión bromista,
pero ella lo decía en serio.
Pasó los siguientes 15 minutos platicándonos a mi madre y a mí sobre la
historia de la casa, mencionó que por los alrededores se decía que quienes
tuvieran la mala suerte de morir dentro de los límites del lugar tendrían que
soportar seguir en este mundo sin poder abandonar aquel terreno.
-Marisol no intentes asustar a la niña, de por sí no quiere estar aquí y tu le
das más razones
La mujer soltó una pequeña risa, me miró a mí, miró a mi mamá y comenzó
a hablar:
-No te espantes es solo un rumor, además no se sabe de nadie que realmente
se haya ido aquí, solo comenzamos a decir eso por la tenebrosa apariencia de
su casa.
Me reí junto con ellas para después subir a mi habitación y recostarme por un
rato, la historia no salía de mi cabeza, ¿será verdad?, ¿Esa niña que vi
realmente era un fantasma?, pensar en eso me hacía burlarme de mi misma,
nunca creí en cosas paranormales ¿Por qué estaba dudando tanto?, salí del
cuarto y una conversación me hizo acercarme al consultorio de mi papá, nunca
lo había escuchado trabajando, bueno solo una vez cuando fingió darle terapia
a mi peluche que estaba triste porque había perdido su sombrero, acerqué mi
oreja a la puerta de madera, comencé a escuchar algo que no sonaba como
terapia, “Quizás lo que crees es cierto, no pareces el tipo de persona que
alguien quisiera tener a su lado, si lo piensas bien es probable que nadie te
quiera” esas fueron sus palabras exactas, me alejé lentamente, mi mirada se
dirigió a la puerta mientras mi corazón latía más rápido de lo normal, estaba
bastante segura de que eso no es lo que un psicólogo debería decirle a sus
pacientes, me acerqué una vez más, no había respuesta del Sr. Flores, mi
padre soltó un pequeño suspiro,
-¿Dónde habré dejado mi pluma?, estoy seguro que debería estar aquí.
Pausó por un momento
-Bueno, aún te quedan 7 minutos de sesión, ¿Hay algo más que me quieras
contar?.
El Sr. Flores le dijo que no y se despidió, corrí al baño pues era la habitación
más cercana y esperé a que ambos salieran del lugar.
Unos 3 minutos después salí y entré al consultorio de papá, su comentario me
pareció muy extraño y comencé a imaginarme que podría ser como esos
villanos de películas que manipulaban a las personas y tenían anotaciones en
algún cuaderno siniestro que guardaban en algún lado, mientras me reía por
mi propia imaginación dejé la pluma en el escritorio y comencé a revisar el
lugar, encontré un cajón con cuadernos y comencé a leer uno, de repente todos
mis pensamientos se detuvieron y mis manos comenzaron a temblar, las
anotaciones del cuaderno comenzaban en la primera consulta que tuvo
después de la pérdida del bebé, cada página contaba como los pacientes iban
empeorando, el escribía que era lo que afectaba más a cada uno, algunos
páginas tenían una pequeña marca en la esquina superior, esos eran los
pacientes que no volví a ver por aquí, intenté convencerme de que estaba
malinterpretando las cosas, intenté negarme el hecho de que mi padre le
provocaba mayor sufrimiento a estas personas e intenté abandonar la idea de
que a aquellos que deje de ver ya no estaban con nosotros, mientras revisaba
el cuaderno me topé con una página en la que solo había escrito hasta la
mitad, Oscar, el no tenía una marca, pero lo había dejado de ver después de
una semana, anoté su teléfono, devolví la libreta a su lugar y regresé a mi
habitación.
No me sentía con el suficiente valor de mirar a mi papá así que salí mientras
él estaba ocupado con otras cosas y solo me despedí de mi mamá, cuando
llegué a un parque cercano saqué mi teléfono y llamé a Oscar, fue una
conversación corta y perturbadora, me dijo que dejó de acudir a mi padre
cuando el primer comentario de ese estilo apareció, aunque él había dicho que
era por falta de dinero, dijo que lo habló con otros pacientes y todos le decían
que estaba imaginando cosas, al final de cuentas mi padre era un profesional
¿no?, por último me comentó que al investigar a los primeros pacientes que
obtuvo al llegar a España se enteró que todos se habían suicidado.

Me alegra que mi madre y yo hayamos vuelto a México, mi padre… ¿Qué pasó


con él?, Oscar dijo que se había contactado con la policía e iban a comenzar a
investigarlo, un día se lo llevaron y nos dijeron que regresáramos a nuestro
antiguo hogar, sinceramente espero que él este pagando por lo que hizo.
Por último, me enteré que la leyenda de aquella casa era cierta, Marisol me
mostró una foto de Lily y estoy segura que esa adorable niña fue la que me
dirigió al quiosco esos tres días, no se lo dije a Marisol pues me enteré justo
cuando nos íbamos y preferí la idea de que si algún día se encontraba a Lily
fuera cuando el destino así lo quisiera.

Escrito Por:
Ocampo García Andrea Yamile
Pacheco Elías Manuel de Jesús
Padilla Villa Tania Victoria
Palacios Miranda Verónica

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