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Los pasos altos de Carlos Zárate Sandoval

14 de Febrero de 2016

Por: Lino Mamani A.

La altura no fue impedimento para este hombre de 1.52 metros desde que decidió ascender las montañas. Su
pequeña estatura, no lo detuvo a seguir su rumbo para desafiar por primera vez al volcán Misti. “Si otros
pudieron, yo también”, pensó cuando escaló.

Era 1955, y hace 55 años pocos se atrevieron a pisar la cúspide del volcán más imponente y hermoso de
Arequipa. Carlos Zárate Sandoval y otros expedicionarios aceptaron el reto. No tenían implementos de
andinismo, solo casacas de abrigo, palos y zapatos caña alta para que la tierra no se cuele en los pies. Tampoco
conocían una ruta. Pero como dijo el poeta Antonio Machado, “Caminante, no hay camino, se hace camino al
andar”, siguieron su instinto.

–Arriba uno siente orgullo de estar en la cumbre, es una sensación de estar en lo alto de todo y que todo esté
debajo de ti –afirma el andinista. El viaje pudo durar dos días, pero para Zárate fue el inicio de su carrera como
guía de alta montaña, su modo de vida y el contacto cercano con el cielo.

A sus 92 años, don Carlos ascendió 514 veces al Misti. Es el hombre que en más oportunidades recorrió este
volcán de 5 mil 825 m.s.n.m., aunque él considera que se le debe adicionar ocho metros más.

–La Cruz del Misti también cuenta. Tiene 10 metros de alto (dos de las cuales están enterradas). Fue monseñor
Manuel Segundo Ballón el que ordenó llevar esta cruz de rieles en 1900 para evitar los terremotos. Pesa tres mil
500 kilos y con tal peso a cuestas, la cargaron 14 expedicionarios. Desde entonces nadie más había subido –
relata el excursionista.

Su pasión por trepar montañas le nació en Cerro de Pasco a los 18 años, cuando sus jefes le pedían que los
acompañara en sus aventuras de escaladas. Y entonces no paró hasta ascender una vez al nevado Huascarán, 18
al Pichu Pichu, 12 al Ampato, cuatro al Coropuna, dos al Hualca Hualca y más de una veintena de veces el
Chachani.

Nació en Lima en 1923 y llegó a la Ciudad Blanca como turista a los 32 años. Lamentablemente, como suele
ocurrir con los visitantes que arriban al Perú, le robaron su dinero de la habitación de hotel. No tenía cómo
regresar para continuar su labor como ensayador metalúrgico en la mina La Oroya.

–Tenía que trabajar de lo que sea para mantener mi estadía y la de mi esposa Victoria Flores. Pero también
Arequipa tuvo algo que me hizo sentir que debía quedarme –refiere el hombre quien laboró, entre otros oficios,
también de reportero gráfico.

EL “GRAN” GUÍA
La fama de don Carlos Zárate se difundió rápidamente, siendo el fundador de los guías de montaña de la región
en 1957. Los norteamericanos, canadienses, polacos y austriacos eran sus principales clientes, quienes
confiaban en él para ascender las montañas. “Llevé a casi medio mundo al Misti”, dice sonriendo rememorando
a los turistas de diferentes naciones.

–Eran tan altos que tenían que arrodillarse para saludarme –afirma el menudo hombre de pasos firmes-. Como
no tenía equipos me regalaban sus casacas, zapatos y varias cosas en agradecimiento.
A uno de los que guio a la cúspide del volcán arequipeño, fue al nieto de Edmund Percival Hillary, el primer
hombre en pisar la cima del monte Everest, el más alto del mundo con sus 8 mil 848 m.s.n.m. y al que muchos
pretendieron subir, pero murieron en el empeño.

Para ascender al volcán se requiere estar en buena condición física. Aunque otros sostienen que no es tan
dificultoso. Existieron personas que en su intento se perdieron, sufrieron accidentes o murieron. Los casos más
emblemáticos son las coincidencias en las desapariciones de Teresa Yaqueto y Teresa Romero, que dieron paso
a la leyenda de “Las Teresas”.

En 1977, Yaqueto quedó inubicable cuando decidió desistir de sus propósitos de seguir escalando el volcán y
dio media vuelta para retornar a casa. Pero no fue así. Pasó un año y justo cuando el caso iba a prescribir,
Romero se esfumó del mismo modo. No se supo de ellas, aunque luego se halló uno de los cuerpos.

“¿Dónde escondiste a Las Teresas?”, le decían a don Carlos sus amigos montañistas a modo de broma, porque
era quien más conocía el lugar, incluso el mismo cráter.

Fue el primer hombre que pisó dos veces el cráter del Misti. El boquete que emitía gases asfixiantes, provocó
algo de temor al alpinista, quien amarrado de una soga emprendió esta labor junto a los investigadores del
Instituto Geofísico del Perú (IGP) para medir la dimensión del domo. Si se hundía, adentro le esperaban 500
grados de calor.

BODAS
El señor del Misti estuvo presente en las dos ocasiones en que parejas se casaron allí arriba. Recuerda que en
1973 dos amantes decidieron cerrar su amor, nada menos que ante la cruz de rieles. Años después también lo
hicieron 33 parejas en un matrimonio masivo.

Todo estaba al detalle. Las damas con vestidos blancos llevando su bouquet, los varones con terno oscuro y
corbata michi. Hubo algunos invitados. También estaba el secretario del registro civil. Tras dar el sí, les cayó
arroz, tuvieron torta y sobre la pasarela de nieve, los casados bailaron el Danubio Azul interpretado por una
banda “de altura”.

LOS ZÁRATE
Cuando intentó por primera vez subir al Chachani, prometió a Dios que si lo lograba le pondría a sus tres
primeros hijos nombres de volcanes. Y así fue. Blanca Chachani, Carlos Misti y Miguel Coronado, fueron los
primeros.

Carlos y Miguel siguieron el legado de su padre y se convirtieron en guías de alta montaña. Incluso, el segundo
fue quien descubrió en el nevado de Ampato a la momia Juanita.

El nombre de Carlos Zárate es otro de los legados de la familia. Los hijos de sus hijos no quieren que este
nombre se pierda por el bien del reconocimiento.

Don Carlos tiene la vista disminuida por una mala operación de cataratas, padece de Parkinson en la mano
izquierda y su paso ahora es más lento que cuando era joven. Sin embargo, el nonagenario no se limita para
escalar.

A lo largo de su trayectoria casi siempre lo hizo cerca al 21 de octubre, día en que se instaló la cruz de rieles y a
dos días de su cumpleaños.
El 2014, fue la última vez que trepó al Misti. El año pasado no pudo porque estuvo de luto por el fallecimiento
de su amada Victoria Flores, la mujer con la que alguna vez subió cuando esta gestaba de siete meses a uno de
sus siete hijos.

El mítico alpinista de la Ciudad Blanca dice que este año volverá a ponerse sus zapatos de escalar, llevará sus
palos, su bolsa de dormir y mochila con todos sus equipos, para nuevamente ascender al volcán que siempre que
se levanta mira orgulloso desde su casa. El hombre de los pasos altos lo seguirá haciendo hasta que las fuerzas
le alcancen.

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