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“Dijo David: ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de
Jonatán? Y había un siervo de la casa de Saúl, que se llamaba Siba, al cual llamaron para que viniese a
David. Y el rey le dijo: ¿Eres tú Siba? Y él respondió: tu siervo. El rey le dijo: ¿No ha quedado nadie de la
casa de Saúl, a quien haga yo misericordia de Dios? Y Siba respondió al rey: aún ha quedado un hijo de
Jonatán, lisiado de los pies. Entonces el rey le preguntó: ¿Dónde está? Y Siba respondió al rey: He aquí,
está en casa de Maquir hijo de Amiel, en Lodebar. Entonces envió el rey David, y le trajo de la casa de
Maquir hijo de Amiel, de Lodebar. Y vino Mefi-Boset, hijo de Jonatán hijo de Saúl, a David, y se postró
sobre su rostro e hizo reverencia. Y dijo David: Mefi-Boset. Y él respondió: He aquí tu siervo. Y le dijo
David: No tengas temor, porque yo a la verdad haré contigo misericordia por amor de Jonatán tu
padre, y te devolveré todas las tierras de Saúl tu padre; y tú comerás siempre a mi mesa”
(2 Samuel 9:1-7)
¡Que valioso es recordar que hay una mesa dispuesta para nosotros! Dios nos ama tanto, que nos
invita al banquete de la misericordia. Así mismo, lo vemos en esta historia, cuando el rey David,
recordó el pacto que había hecho con su amigo Jonatán (1 Samuel 20:14-17, 42). Este es un gran
ejemplo del corazón de misericordia que tuvo el monarca y de lo que el Señor hoy desea que
recordemos para nuestra propia vida.
Descubramos juntos entonces, cuales son las bendiciones de lo que nos está esperando, el banquete
de la misericordia:
“Pero Dios es tan rico en misericordia y nos amó tanto que, a pesar de que estábamos muertos por
causa de nuestros pecados, nos dio vida cuando levantó a Cristo de los muertos. (¡Es solo por la gracia
de Dios que ustedes han sido salvados!). Pues nos levantó de los muertos junto con Cristo y nos sentó
con él en los lugares celestiales, porque estamos unidos a Cristo Jesús. De modo que, en los tiempos
futuros, Dios puede ponernos como ejemplos de la increíble riqueza de la gracia y la bondad que nos
tuvo, como se ve en todo lo que ha hecho por nosotros, que estamos unidos a Cristo Jesús”
(Efesios 2:4-7, NTV).
Conclusión
Hemos sido posicionados en el Señor; ya no somos personas sin rumbo. Dios nos amó tanto que nos
levantó del lugar en donde estábamos muertos y nos sentó a Su mesa, nos hizo parte de Su familia. Su
gracia es tan inexplicable que no solo hizo eso por nosotros, sino que nos puso como ejemplos de la
bondad de Dios. Hay Mefi-Bosets que nos rodean todos los días, y como lo fue antiguamente el rey
David, hoy seremos nosotros esos portadores de la gracia para ellos. Por eso, recuerda que estás
invitado al banquete de la misericordia, donde encontrarás perdón, aceptación y transformación.
¡Anímate a correr a los brazos de tu Padre Celestial!