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Novena al Santo Cura Brochero

Acto de Contrición:

Pésame Señor y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido. Pésame por


el infierno que merecí y por el cielo que perdí; pero mucho más me pesa porque
pecando ofendí un Dios tan bueno y tan grande como Vos; antes querría haber
muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente nunca más pecar y apartarme
de las ocasiones próximas de pecado. Amén

Oración para cada día:

Padre de todos los hombres, compadécete de nosotros, los desterrados hijos de


Eva, y dígnate escuchar las súplicas que te dirigimos por los méritos e intercesión
de san José Gabriel del Rosario Brochero, sacerdote según tu Corazón y fiel pastor
de una porción de tu rebaño. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Primer día: “El padre Brochero, la Eucaristía y los que sufren”

“La Hostia consagrada es un milagro de amor, un prodigio, una maravilla (…); es la


prueba más acabada del amor infinito de Dios hacia mí, hacia ustedes, hacia el
hombre” (Cf. Plática del padre Brochero sobre la Última Cena de Jesús).

Reflexión:
El amado Cura Brochero jamás dudó sobre cuál era el centro de su vida: Cristo.
Más concretamente: ¡Cristo Eucaristía! Fue el mismo Redentor quien alimentaba la
fe de este gran sacerdote en tiempos difíciles y le concedía la gracia de saber que
Él mismo, vivo en la Eucaristía, también se hace presente en la persona de los que
son más débiles a los ojos del mundo.
Pidamos al Cura Gaucho la gracia de ver en cada pobre, enfermo o necesitado, al
mismo Cristo, al que confesamos sentado a la derecha del Padre, a la vez que lo
recibimos y adoramos en la Santísima Eucaristía.

Oración:
Padre amoroso, te pedimos que, como al Cura Brochero, nos hagas experimentar el
abrazo redentor de tu Hijo, vivo y presente en la Eucaristía, pues solamente así
podremos acercarnos con auténtico espíritu de servicio a los más necesitados y
llevarles el Evangelio de Jesucristo, el único que puede hacerlos verdaderamente
libres. Que la gloriosa intercesión de este santo nos alcance de Ti esta gracia junto
a la que te pedimos de modo especial en la novena (se menciona la gracia).

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te
dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue
la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión
acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios
verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio
eterno de los bienaventurados. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Segundo día: “El padre Brochero y el sacerdocio”

“(…) habiéndome sentido desde mis más tiernos años inclinado al estado
sacerdotal, he practicado medios conducentes a examinar mi vocación y adquirir –
en cuanto lo permitan mis fuerzas- la idoneidad que para tan santo estado se
requiere”. (Solicitud de la Tonsura y Órdenes Menores, 1°/7/1862).

Reflexión:
El Cura Brochero, fiel hijo de la Iglesia, estaba identificado con el sacerdocio de
Cristo, y lo vivía en plenitud. Para él el ejercicio del ministerio sagrado no era el
mero cumplimiento de los deberes de una simple profesión, sino el imperativo de
una permanente y total identificación con Cristo, el Buen Pastor, quien vino al
mundo para servir, no para ser servido.
La figura del padre Brochero se convierte por ello en grandioso faro que ilumina el
camino de todos aquellos que han sido llamados por Dios a seguirlo más de cerca.

Oración:
Padre Misericordioso, que quieres perpetuar el Sacerdocio ministerial de tu Hijo en
la persona de hombres que eliges entre otros, para que sean mediadores entre Ti y
sus hermanos. Hoy queremos pedirte por nuestros sacerdotes. Que a ejemplo del
santo Cura Brochero sean conscientes de que los frutos de todo apostolado
dependen ante todo de su relación personal con Cristo, la que deben alimentar cada
día con una profunda vida sacramental y de oración. Guía, Señor, por medio de tu
Espíritu, a todos los sacerdotes del mundo, a fin de que, fieles al Magisterio de la
Iglesia, siempre en comunión con los obispos y con el Papa, conduzcan tu rebaño
hasta las praderas de la eternidad.
Que la intercesión del santo Cura Brochero nos obtenga esta gracia y la que
pedimos en la novena (se menciona la gracia).

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te
dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue
la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión
acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios
verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio
eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén


Tercer día: “El padre Brochero y el misterio de la Cruz”

“La señal de Dios es la Santa Cruz y la marca de Él es la fe” (A propósito de una


prédica en Tucumán).

Reflexión:
El misterio de la Cruz del Señor resplandeció de un modo singularísimo en la vida y
en la misión del padre Brochero. En una de sus cartas al Obispo de Santiago del
Estero escribía:

“(…) estoy ciego casi por completo, apenas distingo la luz del día y no distingo ni
mis manos (…)”.

A estos dolores físicos se sumarían otros espirituales mucho más profundos. En


efecto, el mayor de los padecimientos del padre Brochero era ver cómo Cristo sufría
en la persona de sus hermanos. Ante tanta injusticia y tanto dolor la actitud de los
justos como este sacerdote íntegro, no podía ser sino la que surge de una fe
genuina, “marca de Dios”, de un abrazarse a la Cruz de Cristo, confiando en la
Providencia, y ofreciéndole de corazón las pruebas.

Oración:
Padre de nuestro Salvador Crucificado y Resucitado, vuelve tus ojos de ternura
hacia aquellos hermanos que sufren en el cuerpo o en el espíritu. Mira
especialmente a los que no encuentran consuelo porque son probados por la
enfermedad, la tristeza, la soledad o el miedo.
Que por el misterio de la Cruz de tu Hijo y por la intercesión de tu santo sacerdote
Brochero, se reavive en ellos la llama de la esperanza y recuperen la paz de
espíritu.
Escucha nuestros ruegos, amado Padre, y concédenos la gracia que te suplicamos
en esta novena (se menciona la gracia).

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te
dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue
la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión
acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios
verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio
eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Cuarto día: “El padre Brochero, el perdón y la prédica”

“Yo me felicitaría si Dios me saca de este mundo confesando y predicando” (Carta


al Secretario del Obispo, presbítero Eduardo Ferreira, 2/7/1907).

Reflexión:
Todos los santos sacerdotes de la Iglesia se han caracterizado por una admirable
dedicación al sacramento de la Reconciliación. San José Gabriel no ha sido la
excepción. Él sabía bien que el Confesionario es el Trono de la Misericordia, erigido
en la Tierra por el mismo Dios. ¡Cuántas almas se habrán reconciliado con Dios
gracias al ministerio de este incansable Cura! ¡Cuántos hermanos habrán hallado en
él, paz y fortaleza para perseverar en la fe!
Pero la prédica del Cura Gaucho no se limitaba al momento en que administraba los
sacramentos. Él evangelizaba en cada instante de su vida. No es exagerado decir
que cada latido de su corazón era un acto de oración y evangelización.

Oración:
Padre compasivo, te rogamos por todos los pecadores, en especial por aquellos
cuyo corazón está más endurecido. Ilumínalos con tu Espíritu, y por la prédica y el
testimonio de intrépidos y santos sacerdotes como el Cura Brochero, haz que
descubran el tesoro de tu Misericordia, que resplandece de modo incomparable en
el sacramento de la Confesión.
Que experimenten la alegría de la comunión contigo, la misma que alentó la vida del
santo padre Brochero, por cuya intercesión, reiteramos el pedido de la gracia que te
confiamos en esta novena (se menciona la gracia).

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te
dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue
la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión
acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios
verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio
eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Quinto día: “El padre Brochero y la oración”

“No dejo ni dejaré aquellas cortitas oraciones que he hecho a Dios, a fin de que nos
veamos juntos en el grupo de los Apóstoles de la Metrópolis celestial” (Carta al
Obispo de Santiago del Estero).

Reflexión:
La vida de oración del Cura Brochero es escuela de amor y confianza para los fieles
de todos los tiempos. Es común pensar que cuantas más obligaciones tiene un
sacerdote, gozará de menos tiempo para orar, y que por lo tanto, se vería obligado a
descuidar su relación personal con Dios. Es cierto que esto desafortunadamente
suele ocurrir en muchas ocasiones. Pero no es el caso de aquellos que viven en
plenitud su sacerdocio. En efecto, estos últimos saben que de su íntima relación con
Dios, de su constante y perseverante oración, reciben la fuerza necesaria para
cumplir mejor la Divina Voluntad.
El padre Brochero vivía en continua sintonía con el Señor. No porque dedicara una
parte de su jornada a la oración, y el resto, a la prédica y a la práctica de la caridad.
Cada acto de su vida él lo convertía en oración, ofreciéndoselo al Señor con todo el
corazón. Su existencia era de por sí un incesante cántico de súplica, acción de
gracias y alabanza al Creador. Y esta plena comunión con Dios hacía fructuosas
todas sus obras, aun las que pudieran haber parecido insignificantes a los ojos del
mundo.

Oración:
Padre clemente, te pedimos por todos aquellos que se encuentran alejados de Ti,
por los que han perdido, o nunca conocieron el hábito saludable de vivir en
comunión contigo. Sal nuevamente a su encuentro, Señor. Que te reconozcan en tu
Iglesia, en los Sacramentos, en tu Palabra y en el fiel testimonio de sus hermanos.
Señor del Cielo y de la Tierra, enséñanos a orar por quienes no oran. Que nuestra
voz llegue a Ti en nombre de aquellos que en el pasado no te conocieron. Que se
haga intérprete de los que hoy, consciente o inconscientemente, te cierran las
puertas de su corazón.
Que nuestra oración, Señor, a ejemplo de la del Cura Brochero, sea también
plegaria de intercesión por las generaciones futuras, para que puedan experimentar
la grandeza de tu amor que sana y salva, y del que esperamos obtener, por
intercesión del santo Cura Brochero, la gracia por la que realizamos este acto de
devoción (se menciona la gracia pedida).

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te
dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue
la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión
acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios
verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio
eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Sexto día: “El padre Brochero y la Iglesia”

“Creyendo y esperando cuanto cree y espera nuestra Santa Madre Iglesia en cuya
fe nací, he vivido y protesto morir, defendiéndola y enseñándola con mi palabra y
ejemplo…” (Testamento del padre Brochero).

Reflexión:
Cuando hay sacerdotes tan comprometidos socialmente como el Cura Gaucho, los
sectores particularmente hostiles a la auténtica fe católica son reticentes a
especificar que se trató de un fiel hijo de la Iglesia, que vivió en absoluta fidelidad al
Magisterio y que practicó las virtudes cristianas en grado heroico.
El santo Cura Brochero amaba y reverenciaba a la Iglesia con filial devoción. Esto
se puede percibir en sus escritos y en sus obras. La fidelidad incondicional al
Magisterio, el trato respetuoso y humilde para con su obispo, la prédica constante
de la más pura doctrina católica, y la conciencia de que cuando desempeñaba su
ministerio lo hacía, no por sí mismo y en un acto individual, sino en nombre de la
misma Iglesia, a la que el mismo Jesucristo lo llamó como ministro sagrado… Todas
ellas son virtudes que resplandecieron de un modo particular en el padre Brochero.
Este dejar de lado los anhelos personales por legítimos que fueran, y hacerlo en
nombre de Cristo y bajo la guía de la Iglesia, es una virtud indispensable requerida
para que un hijo de Dios sea propuesto oficialmente como modelo a imitar. Es que
quien ama a Cristo de verdad, con un corazón humilde como el padre Brochero, no
puede sino acoger agradecido todos los dones que el Señor ofrece para la
salvación.
¿Cuáles son estos dones? Ante todo, el Don de Sí mismo, en la Eucaristía. También
el don de su Madre, modelo acabado de virtudes, lo más sagrado que Dios pueda
ofrecernos que no sea Él mismo; también el don de la Iglesia, sin la cual no habría
Eucaristía ni ninguno de los otros sacramentos ni sacramentales; y el don de su
Palabra viva y eficaz que ilumina nuestro peregrinar hacia el Cielo.

Oración:
Padre Celestial, Tú aceptaste el Sacrificio de tu Hijo para que todos nosotros
fuéramos salvos. Él instituyó la Iglesia para perpetuar ese Sacrificio, a fin de que la
salvación estuviera al alcance de los hombres y mujeres de todos los tiempos. El
Espíritu Santo, Dios verdadero que procede de Ti y de tu Hijo, vive en la Iglesia, y
por medio de ella santifica la creación entera y pone a nuestra disposición todos los
medios de la salvación.
Concédenos, Padre amantísimo, la gracia de vivir y morir en plena comunión con la
Iglesia Católica, Mística Esposa del Cordero inmolado, y la de profesar una filial
devoción al Papa, Vicario de tu Hijo y Sucesor del primero de los Apóstoles.
Te lo pedimos junto a la gracia que solicitamos en esta novena (se menciona la
gracia).
Que todos los pueblos de la Tierra se congreguen en la unidad para confesarte a Ti,
Padre Eterno, que con tu Hijo y el Espíritu Santo, vives y reinas, Dios
Misericordioso, por los siglos eternos. Amén.

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te
dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue
la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión
acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios
verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio
eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Séptimo día: “El padre Brochero y la verdadera riqueza”

“Yo me he considerado siempre muy rico porque la riqueza de una persona no


consiste en la multitud de miles de pesos que posee, sino en la falta de
necesidades…” (Carta a Nicolás Castellano).

Reflexión:
El Cura Brochero fue materialmente pobre y vivió entre los pobres. Pero se
consideraba rico. Rico porque jamás quiso nada para sí sino para los demás. Rico
porque nunca tuvo necesidad de más que de aquello que Dios quiso darle. Pero rico
ante todo, porque nunca dudó en qué consistía la verdadera riqueza: En servir a
Cristo en la persona de los hermanos; en alimentarlos con el pan material y con el
Pan espiritual; en procurarles la medicina contra las enfermedades del cuerpo, y
sobre todo, contra las del alma; en proveer el techo de una vivienda a los que
carecían de él, pero consciente de que era más importante invitarlos al gran Hogar
de la Iglesia Madre, la Casa que el mismo Dios ha construido para sus hijos.
Mientras el padre Brochero proyectaba la construcción de caminos terrenales,
trazaba con su vida ejemplar senderos de luz que conducían hacia la Patria celestial
(y más ahora, que ha sido elevado a los altares).
¡Cuán rico era este Cura pobre! Rico, porque siendo pobre y humilde enriqueció a
todos los que conoció ofreciéndoles el Tesoro más grande que es Jesucristo. El que
Lo tiene a Él lo tiene todo.
La riqueza del Cura Brochero, evidentemente no era material puesto que dándola no
se empobrecía; tan abundante es ella que sigue y seguirá enriqueciendo a todos
aquellos que dirijan su mirada a la grandiosa figura de quien supo imitar a Cristo
dándose a los demás.

Oración:
Padre de toda riqueza, en nombre y por la intercesión del santo Cura Brochero, rico
en virtudes y en méritos, acuérdate de los que vivimos sumidos en la pobreza de
nuestras propias miserias. Recuérdanos nuestra dignidad, Señor. Que no olvidemos
que el Precio de nuestra redención es el Sacrificio de tu amado Hijo, el Fruto selecto
formado en el seno de María, que por nosotros fue exprimido en el noble Árbol de la
Cruz.
Que nunca cerremos las puertas del corazón a la salvación que Él nos ofrece.
Te pedimos todo esto junto a la gracia por la que rezamos esta novena al padre
Brochero (se menciona la gracia).

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te
dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue
la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión
acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios
verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio
eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Octavo día: “El padre Brochero y la Santísima Virgen”

“Mi Purísima”.

Reflexión:
Con esta tierna expresión el Cura Brochero acostumbraba a dirigirse a la gran
Madre de Dios. Más que una jaculatoria, es toda una profesión de fe y de confianza
en la revelación bíblica, que da cuenta de la incomparable dignidad de aquella que
mereció llevar en su seno al Autor de la Vida, y de su poderosa intercesión en
nuestro favor.
“Mi Purísima”: El adjetivo posesivo “Mi” se hace eco de la entrega que Cristo nos
hizo de su Madre en la persona de Juan cuando ella, Virgen fiel, permanecía
sufriente pero serena al pie de la Cruz.
El adjetivo superlativo “Purísima” confiesa la fe del padre Brochero en el misterio de
la Inmaculada Concepción de María y su confianza en la gloriosa intercesión de tan
dulce Madre por todos y cada uno de sus hijos hasta el final de los tiempos.
Imitemos al Cura Brochero, que en medio de los desiertos del mundo, acudía a
María como remanso de amor y ternura, como a oasis de paz y torre de fortaleza.

Oración:
Dios de los portentos, desde los orígenes de la Creación ya pensabas en aquella
que concebiría en su seno a tu Hijo único, Señor y Salvador de los hombres.
Te pedimos que a ejemplo del santo Cura Brochero, y como tú mismo Hijo nos
enseñara, aprendamos a acudir con confianza a María en cada momento de nuestra
vida. Nadie mejor que ella para mostrarnos a Jesús, Camino, Verdad y Vida.
Nadie, fuera de Ti, más grande que ella.
Que esta Madre bendita nos lleve siempre de su mano, Señor, para que nuestros
pies no vuelvan a tropezar.
Acoge esta súplica confiada, junto a la que reiteramos también el pedido que te
hemos presentado en esta novena (se menciona la gracia).

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te
dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue
la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión
acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios
verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio
eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Noveno día: “El padre Brochero, nuestro intercesor”

“Dios me da la ocupación de buscar mi último fin, y de orar por los hombres


pasados, por los presentes y por los que han de venir, hasta el fin del mundo” (Carta
al Obispo de Santiago del Estero).

Reflexión:
Este anhelo del humilde Cura Gaucho, anhelo que fue una promesa, llega a su
pleno cumplimiento precisamente ahora, en que la Madre Iglesia ha glorificado a
este preclaro hijo suyo con la corona inmarcesible de los bienaventurados.
Cuando la historia nos relata la labor de grandes hombres y mujeres, destaca todo
lo bueno que ellos hicieron en vida y el legado que pudieron habernos dejado. Lo
que no puede constar históricamente es que, más allá de este legado, luego de su
muerte terrena, dichos hombres y mujeres, puedan seguir ayudándonos
personalmente. No pasa así con los cristianos que la Madre Iglesia eleva a los
altares y propone como modelo a imitar. Por fe nos consta que su intercesión ante
Dios en favor nuestro es personal, concreta y eficaz. La principal prueba
documentada e irrefutable de ello son los al menos dos milagros exigidos por la
Iglesia, uno para la beatificación, y otro para la canonización de sus hijos
ejemplares.

Oración:
Padre nuestro, Dios Viviente y Misericordioso, te damos gracias por habernos dado,
a lo largo de los siglos, a tantos hijos tuyos, que han ido revelándonos los rasgos
paternales de tu Rostro amoroso.
Pensamos en Abraham, nuestro padre en la fe, y en los demás patriarcas y
profetas.
Pensamos en el grandioso Patriarca San José, Esposo de la Virgen e icono perfecto
de tu gloriosa Paternidad, el hombre más semejante a tu Hijo, ante quien “hizo las
veces de padre”, según tus designios.
Pensamos en la multitud de santos y santas que interceden por nosotros.
De modo especial, te damos gracias, Padre Bueno, por la vida y el ministerio, por la
glorificación y la intercesión de san José Gabriel del Rosario Brochero. Que él nos
dé fuerzas para no sucumbir a causa de nuestras debilidades, que no permita que
los vientos de las modas pasajeras, apaguen la llama de nuestra esperanza, que
nos alerte para no rendir culto a los nuevos y antiguos ídolos, y que ilumine nuestro
caminar hacia el encuentro definitivo con Cristo en la paz eterna del Reino
prometido.
En nombre de este bienaventurado sacerdote, hemos rezado la novena, pidiéndote
la gracia que ahora reiteramos, con la esperanza de que, por intercesión suya, te
dignes escuchar nuestro humilde ruego (se menciona la gracia).

Padre Nuestro, Ave y Gloria.

Oración final:

Trinidad Santa, Dios Vivo y Creador, acoge benignamente las súplicas que te
dirigimos en esta novena. Que nuestra oración te sea agradable, Señor, como lo fue
la vida y la muerte de san José Gabriel del Rosario Brochero, por cuya intercesión
acudimos confiados a tu Misericordia. Sea la gloria y la alabanza para Ti, único Dios
verdadero, Fuente y Principio de toda Vida, Hoguera inextinguible de Amor y Premio
eterno de los bienaventurados. Amén.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

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