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De smugmanta a sapallan

Había una vez, una escuela hermosa que estaba rodeada de


inmensos Andes, en ella se encontraba una maestra vicuña designando
equipos. En un equipo tocaron 3 animales no muy queridos entre sí, uno de
ellos era el cóndor que desplumaba sus alas cada vez que podía, también era
muy arrogante y se creía mejor que todos, después, estaba el gallito de las
rocas que era gentil, amable y muy querido por sus compañeros; por último, el
otorongo que era tímido y no se juntaba con nadie.

Tenían que hacer una exposición de la igualdad entre todos ellos, el cóndor al
escuchar aquello se quejó ya que decía que su familia era superior a todos.

Pasó el tiempo, y el otorongo siempre daba ideas buenas, pero el cóndor


nunca lo escuchaba, así que un día el cóndor le grito al otorongo diciéndole:

- Llenas de deshonra a tu familia ya que no te compartas a la altura, además


eres muy extraño.

El otorongo se fue triste y llorando.

El gallito de las rocas al escuchar eso se molestó y le dijo:

- No trates a los demás como no quieres que te traten a ti.

Así el gallito de las rocas se fue volando para consolarlo.

El cóndor se quedó reflexionando por un largo tiempo, pasaron algunos días y


el cóndor, dejando su orgullo de lado, se disculpó.

El otorongo aceptó las disculpas, pero pidió que le diera un tiempo para
hacerse amigos.

Después de aquel acontecimiento, el cóndor se quedó solo y nadie se


acercaba a él.

Fin.

Moraleja: Hay que tratar a la gente como queremos que nos traten a nosotros.

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