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EL ELEFANTE MATEMÁTICO

Erase una vez un circo que había llegado a un pueblo llamado Curacautin, un lugar donde
vivían personas muy peculiares. Aquella tarde de primavera, se oía por las calles de los
barrios una voz que anunciaba el espectáculo.
- ¡Señores y señoras, niños y niñas! ¡ha llegado a Curacautin el circo Solei, el más
reconocido del mundo! ¡tenemos deslumbrantes números acrobáticos y los más
graciosos payasos! ¡y el número que ha dado fama mundial! ¡el graaan MATEO, el
Elefante Matemático! ¡vengan, los esperamos hoy a las 17°°h en la Media Luna! -
Emilia, una niña de cabello largo y claro como el color del trigo, había escuchado aquel anuncio y
tuvo deseos de ir, y es que siempre había soñado con conocer un elefante.

- Mamá, papá ¿podemos ir al circo hoy por favor?


- No sé Emilia, ¿cuánto cuesta la entrada? – preguntó su mamá
- ¡vamos!, yo igual quiero ir y ya compré entradas para los tres – Dijo el papá que siempre
consentía a Emilia.

Aquella tarde, al llegar al circo Solei, vieron un gran afiche en la entrada, en él se mostraba a
Mateo con un sombrero y su gran trompa que sostenía un lápiz gigante. Su cuerpo descomunal
estaba en el centro del afiche y en torno a él números y operaciones matemáticas que Emilia ni
siquiera había aprendido en la escuela.

- Debe ser un elefante muy inteligente mamá – supuso Emilia sosteniendo la mano de sus
padres
- Claro que sí Emilia, de hecho tienen un cerebro más grande que las personas y tienen un
de las mejores memorias del reino animal – contestó su mamá que mucho sabia de esto
porque era profesora de ciencias naturales en la escuela del pueblo.
- Yo quisiera tener esa memoria, así no me olvidaría de dónde dejo las llaves del auto –
agregó su papá con una sonrisa de entusiasmo.

Una mujer muy maquillada detrás de una ventanilla cortó los tres boletos y papá compró tres
cajas de palomitas de maíz para disfrutar el espectáculo que se aprontaba a comenzar.

- ¿Señoooras y señores, niños y niñas¡ – Emilia reconoció la voz, era la misma que
anunciaba el circo por los barrios, pero esta vez pudo conocer su dueño; un hombre bajito
con bigote gracioso, vestía un traje negro con lentejuelas que reflejaban la luz de los focos
coloridos. – ¡Sean bienvenidos a circo Solei, con ustedes los payasos!...

Emilia y sus padres disfrutaron a carcajadas las locas humoradas de los payasos y quedaron
estupefactos con las increíbles acrobacias de los acróbatas que saltaban de un columpio a otro a
más de 20 mtrs de altitud.

- ¡Señores y señoras, niños y niñas! El número circense que todas y todos han esperado esta
noche. Directamente traído de India el elefante más inteligente del mundo… con ustedes
¡Mateo! - la muchedumbre dio un gran aplauso y quedó expectante de ver la aparición del
gran elefante.

El telón de abrió y todos vieron entrar un hombre grande con traje lentejuelas amarillas y verdes,
traía en su mano un látigo colorido y un silbato en la otra, tras de él apareció Mateo, un elefante
enorme que traía un sobrero redondo y un ramo de flores en la trompa.

En el escenario estaban dispuestas una plataforma donde Mateo subió al primer silbato del
hombre y del otro lado 10 pelotas grandes, cada una con un número del 0 al 9. Mateo tenia la
mirada fija en el látigo y una manta en su lomo dejaba entre ver las marcas de sus caricias
dolorosas.

- A continuación, Vigostky – dijo el locutor principal – pasará el micrófono a cualquier


espectador, quien debe decir una ecuación matemática, entonces Mateo escogerá los
balones y conformará el resultado.

Vigostky, con su maquillaje colorido que intentaba toscamente ocultar sus pómulos sombríos que
enmarcaban sus ojos azul oscuro, y su nariz pintada de blanco disimulaba la cirrosis causada por
consumir vodka desde que tenía memoria. Caminó hasta un joven de la tribuna y le entregó el
micrófono.

- ¿Cuál es su nombre? – Preguntó la voz del locutor principal – Me llamo Oscar – respondió
el joven entre las risas de sus amigos que lo acompañaban y se burlaban de él – Díganos
joven Oscar ¿Cuál es el problema matemático que le da a Mateo? - El joven pensaba
mientras se mordía el dedo pulgar y luego dijo - ¿Cuánto es 20 + (3x9)? -

Mateo, que no dejaba de mirar el látigo, apunto con su trompa el balón número 4 y luego el balón
número 7.

- Mateo ha respondido… ¡47! – y el público lo ovacionó. Mientras tanto Emilia se llenaba la


boca con palomitas de maíz de su papá, porque las suyas se las había acabado
anteriormente con los acróbatas.

Vigostky entregó el micrófono a una mujer voluptuosa, que vestía una chaqueta roja muy
preocupada de combinarla con sus tacones y labial rojo escarlata.

- ¿Cuánto es… (30:2) + (24:3)?- pregunto con su voz chichona, pero fuerte.

Mateo, con su trompa apunto el balón 2 y luego el 4

- ¿Veinticuatro? – preguntó el locutor mirando con su ceja desafiante a Vigostky, sabiendo


que el elefante se había equivocado por una cifra. Vigostky clavó su mirada en los ojos de
Mateo y con un sonar del látigo que sobresaltó también a Emilia, le dio a entender que
corrigiera su resultado; alzando su pesada trompa apunto el número 2 y luego el número
3.
- ¡Veintitrés! Ahora sí: un aplauso para Mateo – El público dio un estruendoso aplauso y
silbidos para celebrar al prodigioso animal.
De este modo prosiguió el show, Vigostky daba el micrófono a los espectadores y estos
daban ecuaciones y problemas matemáticos para que Mateo resolviera de forma
extraordinaria cada uno de ellos.

- (3x4) – 9
- 5 + 7 - (12:3)
- ¿Cuánto centímetros tiene un metro?
- Si un auto viaja a 100 KM/H ¿Cuánto demora en recorrer 200KM?

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