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Fuente: https://www.ejemplos.co/cuentos-cortos-con-inicio-nudo-y-desenlace/#ixzz7sVzzotxN
Los cuentos cortos son relatos breves de ficción que se estructuran en tres
partes: inicio, nudo y desenlace. Por ejemplo: Los tres cerditos, Caperucita Roja o La
Bella y la Bestia.
Este género literario se caracteriza por tener un argumento sencillo y un número
acotado de personajes. Estos personajes se ubican desde el comienzo de la historia en
un lugar y tiempo específico y son los que llevan adelante la acción.
La narración se centra en el protagonista, que debe superar pruebas, sortear
obstáculos o resolver problemas para alcanzar una meta. Para lograrlo, cuenta con la
ayuda de uno o varios personajes secundarios.
Las partes del cuento
a. Inicio. Se presentan los personajes de la historia y la “normalidad” en la que viven.
En esta parte, el lector conoce las particularidades de cada personaje, sus propósitos y
los detalles del entorno en el que viven. El autor dedica esta primera parte a describir
la época en la que se lleva adelante la historia y brinda detalles sobre el lugar. El inicio
de la historia culmina con la aparición de una acción que altera esa normalidad. En
esta parte de la obra se responden los siguientes interrogantes: ¿Quiénes son los
personajes? ¿Dónde se desarrolla la historia? ¿Cuándo ocurre la acción?
Inicio :
Como cada año, la Señora Pata dedicaba sus veranos en la granja a empollar.
Durante toda la estación, sus compañeras de corral, además de agasajarla
para que no se estrese, esperaban ansiosas a que los patitos salgan de esos
brillosos cascarones. ¿Por qué tanta expectativa? La Señora Pata siempre
tenía los patitos más bellos de la zona. Daban por descontado que este verano
no sería la excepción.
Finalmente, el día tan ansiado llegó: los huevos empezaron a quebrarse uno
por uno y de ellos se asomaron unas pequeñas cabecitas color amarillo. Las
patas, emocionadas, empezaron a llegar al corral de la Señora Pata. Ninguna
quería perderse ese momento.
En total, la Señora Pata había empollado siete huevitos. Uno de ellos tardó
más que el resto en resquebrajarse, aunque nadie lo notó. Todas las patas
estaban hipnotizadas con esas pequeñas aves de corral que con paciencia se
desprendían de los cascarones que las cubrían.
Nudo:
Una mañana, cansado del maltrato, el Patito Feo agarró sus cosas y, en
silencio, para no despertar a nadie, se marchó de la granja.
Caminó, caminó y caminó. Se propuso encontrar amigos que no se fijaran en
su apariencia sino en su corazón. Tras caminar varios días, finalmente llegó a
otra granja, donde un anciano con boina roja y una sonrisa de oreja a oreja lo
alzó y lo llevó hasta la cocina de la casa que se ubicaba hacia el final del lugar.
El Patito Feo saltaba de alegría: al fin alguien lo quería.
Pasaron apenas unos minutos hasta que el Patito Feo descubrió que el señor
tenía en mente hacer un guisado y que ¡él era el ingrediente principal! Apenas
se distrajo en busca de una olla, el Patito Feo huyó por la ventana y emprendió
una nueva caminata. Los meses pasaron y el pequeño aprendió a valerse por
sí mismo en soledad.
Desenlace:
Tanto caminó el Patito Feo, que volvió a ser primavera. Una calurosa mañana
de esa estación que lo había visto nacer, escuchó cómo unos cisnes se
divertían en un lago cristalino. La temperatura era tal que se valió de coraje,
aceleró el paso para acercarse y les preguntó, con timidez, si podía bañarse
con ellos.
Siguiendo el consejo del bello cisne, el Patito Feo se asomó al lago. Al ver su
reflejo en la superficie, no podía creer la imagen que el agua le devolvía.
Ya no era más ese horrible patito que había tenido que abandonar a su familia,
sino un bello y elegante cisne.
Quizás, el más bello que jamás había visto.
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desenlace/#ixzz7sW2ZFhMm
2. RICITOS DE ORO
Inicio:
Había una vez una hermosa niña de cabellos dorados, a la que todos conocían
como Ricitos de oro. La pequeña tenía la costumbre de levantarse temprano,
desayunar y aprovechar las primeras horas de sol para recoger las flores más
bellas del bosque.
Nudo:
Apenas puso un pie dentro de la cabaña, vio que había tres tazones servidos
sobre la mesa: uno grande, uno mediano y uno pequeño. Ricitos de Oro tenía
tanta hambre que no lo dudó, se sentó y bebió el contenido del tazón más
grande. Como estaba demasiado caliente para su paladar, lo dejó y probó el
tazón mediano, que le pareció muy frío. El tercer tazón, que era el más
pequeño, tenía la temperatura ideal. En apenas unos segundos, vació el tazón.
Ricitos de Oro, enfadada pero cansada, se levantó del suelo y se acercó a una
habitación, donde encontró tres camas, de tres tamaños diferentes. Se vio
tentada por la más grande, pero apenas se recostó, desistió: el colchón era
muy duro para su gusto. La segunda cama, de tamaño mediano, tenía el
problema opuesto: era demasiado blanda.
“¡Alguien ha probado mi sopa!”, dijo Papá Oso apenas vio la cuchara sucia al
costado del tazón. La madre respondió: “¡Alguien ha probado mi sopa
también!”. Mientras que el Oso Bebé respondió: “Alguien se ha tomado toda mi
sopa!”. Perpleja, la familia decidió sentarse en sus sillas a descansar. Apenas
vio la suya, Papá Oso vio que el almohadón estaba algo torcido, por lo que
gritó: ¡Alguien se ha sentado en mi silla!”, a lo que la madre, tras ver su
almohadón en el piso, respondió: “¡Alguien se ha sentado en mi silla también!”.
El Oso Bebé, que ya estaba triste por el incidente de la sopa, entre lágrimas
dijo: “¡Alguien ha roto mi silla!”.
Indignados, los tres osos decidieron tomar una siesta y dejar atrás lo sucedido.
Pero cuando llegaron al cuarto, una vez más, el padre notó que algo no estaba
en su lugar. “¡Alguien ha dormido en mi cama!”, dijo furioso. En seguida, Mamá
Oso observó su cama para responderle: “¡Alguien ha dormido en mi cama
también!”. El Oso Bebé se acercó hasta su cama y, con los ojos más abiertos
que de costumbre, gritó: “¡Alguien está durmiendo en mi cama!”.
Desenlace:
En medio del griterío, Ricitos de Oro se despertó sobresaltada y vio que tres
osos la miraban extrañados. La pequeña niña se asustó tanto pero tanto que se
arrojó por la ventana que estaba justo arriba de la cama en la que dormía y
comenzó a correr. Cuando quiso darse cuenta, se encontraba en el camino que
la llevaba rumbo a su casa.