El saber como actividad connatural del hombre Una característica fundamental del ser humano es su deseo de saber. Aristóteles, en la oración inicial del primer libro de la metafísica, indica que “Todos los hombres tienen por naturaleza el deseo de saber”. Cuando en nuestra juventud conocemos a una chica o a un chico que nos atrae, rápidamente comenzamos a indagar (a investigar) quién es esa persona, en dónde vive, en dónde estudia, si tiene novio o novia, etc. Las diferentes áreas en las que el ser humano se ha involucrado con la finalidad de investigar para conocerlas mejor son tantas, que sería muy difícil poder enumerarlas y más difícil aún poder conocerlas. Aquí se incluyen algunos tipos de investigación: De acuerdo con su finalidad: investigación básica (producir conocimiento y teorías) e investigación aplicada (resolver problemas prácticos). De acuerdo con los medios utilizados: investigación documental o investigación de campo. De acuerdo con el nivel de conocimientos adquiridos: investigación exploratoria o investigación descriptiva. De acuerdo con la temporalidad: investigación histórica, descriptiva y experimental. De acuerdo con su enfoque: investigación cuantitativa o cualitativa Legalidad Si revisamos lo que la historia nos presenta con respecto a lo sucedido en el mundo de la investigación científica, podremos constatar que en innumerables ocasiones la investigación científica se ha alejado del cumplimiento de los valores aquí mencionados. Los legisladores de los diferentes países, las organizaciones internacionales y los mismos grupos de científicos de las diferentes áreas se han preocupado por generar leyes, reglamentos, normas, códigos, etc., que ayuden a evitar que se presenten violaciones a los estándares que los mismos científicos han propuesto. Cuando se habla de legalidad se hace referencia a la presencia de un sistema de reglamentos o de leyes que debe ser cumplido y que otorga la aprobación a determinadas acciones, actos o circunstancias. El principio de legalidad surgió en las sociedades más antiguas, que comenzaron a poner por escrito las leyes que antes se mantenían oralmente y que eran resultado de las costumbres o tradiciones (leyes consuetudinarias). Las leyes de una sociedad han sido establecidas para solucionar conflictos o disputas, y también con el objetivo de organizar y ordenar la vida cotidiana en innumerables aspectos, que pueden ir desde lo comercial y lo civil hasta lo académico, lo religioso, lo familiar o lo individual. ¿Qué hace el ser humano con todo lo anterior? Una vez adquirido el conocimiento de la verdad objetiva, el ser humano, gracias a su libertad, se mueve hacia el bien por medio de la voluntad. Es en esta dimensión en la que se genera la conducta humana. La jerarquización de los valores, la decisión de optar por un valor mayor, siempre supone la renuncia a un valor menos importante en ese momento. La actitud ética depende de la capacidad de integrar los diversos valores en la vida y de coordinar actitudes y actos que busquen siempre el bien. El ser humano puede actuar o reaccionar ante una concreta situación de muy variadas maneras; entre ellas, la ética pretende dilucidar cuál es la mejor, la más correcta o conveniente de cara al sentido último de la existencia humana. CONCLUSIÓN Los límites que propone la ética no son límites en cuanto al conocimiento; son límites en cuanto a la acción (a la conducta humana), que indirectamente fijan límites al deseo de seguir adelante con el conocimiento. Podríamos decir que los límites que marcan las normas éticas deberían ser límites que siempre van de acuerdo con el bien y con la dignidad de la persona humana. Esos límites no los propone el mismo ser humano, sino que el ser humano los conoce cuando busca la verdad y el bien en su trabajo como investigador y en su vida como persona