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( ue6Íiones Rcon6miCas n. 2d
Quito, marzo 1995
La «enfermedad holandesa»
y el caso ecuatoriano
Marco Naranjo Ch.‘
1. Introducción
A pesar de que los modelos llamados dc «cnfcrmedad holandesa» aparecieron en los
inicios de la dócadn de los ochcnta y quc la bonanza petrolera en cl Ecuador corresponde
al primer quinqucnio de los sctcnta, solo puntu:ilcs trabajos explican lo succdido con
dicha bonanzu tcnicndo como rcfcrencia cl csqucma tcórico propucsto por Cordcn y
Neary.
Obviamente, tus características dcl Ecuador son cscncialmcntc distintas a las de paíscs
como Holanda o la Gran Brcüiña, a quienes hace referencia las primeras propucstns
tc‹5ricas; sin embargo, al ser la teoría solamcnte una abstracción de la rcalidail,
pucdc tcncr aplicacioncs generales.
JJcunomista de ls Subdirección de Estadísticas dcl Sector Externo dcl manco Central dcl f•cuatlur.
UI presente documento, es una versi6n resumida de la invcstigación preparada como requisito para optar
por cl título de Maestro en Economía del Instituto T. Di ’l’c11a y cl HID en Buenos Aires, A rgcntina.
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Como prevé la tenría, se determina que el efecto gasto lleva a un anaso cambiario que
favorece a los no transables y disminuye o estanca la producció n de transables. Quizás
esta evidencia sea la parte más interesante de este estudio.
2. La teoría
El término «enfermedad holandesa» fue inventado por la rcvista The Economist en
1977, al describir los fendmenos de dosindustrializació n ocurridos en Holanda.' En
efecto, Holanda, un país dotado de grandes depdsitos de gas natural, experimentó
importantes desplazamientos en su producció n interna despues del descubrimiento de
depó sitos sustanciales de gas en los aílos 60. Con cl «boom» de exportaciones de este
recurso natural, el Florín se aprcció en términos renles, reduciendo de este modo la
rentabilidad de otras exportaciones, especialmente las manufactureras.2
En los modelos de la enfermeóid holandesa se analiza una paradoja que hace referencia
al «choque posiüvo», que constituye el flujo de divisas de una bonanza, como la
pctrolera por ejemplo, la cual puede causar problemas de ajustc y desestructuración en
HnE TCOftOm11.
Los bienes T, al tener una ofcrta ilimitada y sustitutos perfectos en cl mercado exlemo,
poseen un precio exó genamente dado. Por su parte, los bienes NT encuentran su precio
por las fuerzas de la oferta y la demanda doméstica, pues, no se comercian en el exterior;
por tanto, una mayor demanda doméstica aumenta sus precios. El cambio de los precios
relativos a favor de los no comercializablcs crea una remuneració n más alta en este
sector e induce a los factores de la producció n, que son mó viles en este esquema, a
trasladarse del sector T al sector NT. Por consiguicnte, no solo habrá un cambio en los
precios relativos, sino también una producció n más aítn de biencs NT, a costa de los
bienes T.
ció n agropecuaria tradicionales (banano, café, cacao) y de los bienes potenciales como
los ictioló gicos (camaró n, atiin y harina de pescado) en el caso que se estudia.
Los comercializables (T) son el petró leo (B), y los agrícolas tradicionales (A); y, los
no comercializables, básicamente los servicios y la constniccidn (NT).
Se establecen las mismas simplificaciones previstas por los autores mencionados, esto
es, el modelo es puramente real y se ignoran consideraciones monetarias; solo tenemos
precios relativos (ezpresadosen términos de precios de los bienescomercializables)que
está n determinados, y el producto nacional y la demanda son siempre iguales, así que
el comercio siempre está balanceado. Igualmente, se estima que existe dptimo empleo
de los factores todo el tiempo.
Asimismo, se considera que los precios relativos de los dos bienes iransables están
dados y nocambian. Sin embargo,latasarealdecambio, la cual sedefine como el
precio relativo de los bienes nocomercializables sobre los comercializables(PNT/PT),
puede cambiar. Un aumento en el precio relativo de los NT generaría una aprecitición
mal.
3 W.M. Cmden y J.P. Neuiy. •B‹xming srtor and Ik-In‹hntria1izntion in small open ecotimny». en:
Economic J’owno/, Vol. 92, diciembre t982, pp. 826-827.
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La bonanza produciría dos efectos, a saben el efecto gasto (spending effect) y el efecto
movimiento de recursos (resource movement effecl).
Para tener una visiÕ n más clara de lo sefíalado, se puede utilizar el diagrama de Salter
(1959) ’ que presenta tas posibilidades de producciÓ n de bienes NT y T, lascuales es’tá n
dadas por la curva NT-T del grãfico que se prescrita a continuació n:
4 W.E. Salter, Intemal and extemal balann: the rote of price und espenditure effects». en: Wanornic
Mccord, Vol. 35, agosto de 1959.
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Sin embargo, el mayor ingreso lleva a los consumidores a demandar una cantidad más
alta de ambos bienes que, con el precio relativo E 1, sería una canasta situada en el punto
3. Resulta entonces un exceso de demanda por bienes NT que só lo se puede eliminar
con un cambio de precios a favor de los no comcrcializables. como por ejemplo E2, con
un nuevo equilibrio en el punto 4. Allí, la producció n y el consumo de bienes NT ha
aumentado de Xnt a Xnt’ y la producció n de T disminuye a XI». (En realidad la
producció n de transables que disminuye se refiere a los agrícolas tradicionales, A).
Esto debido al supuesto neoclásico de que en el equilibrio inicial (punto 1) todos los
factores se emplean productivamente, y la mayor producción de NT sólo se puede
conseguir con un movimiento de mano de obra del sector T al sector NT, lo cual genera
una caída en la producción doméstica de bienes T.
Como se señaló, suponemos aquí que el scctor bonanza (petróleo) emplea sólo sus
propios factores de produccidn, y no compite con los demás sectores. Esto significa
5 Sven Wunder, «La enfermedad holandesa y el caso colombianos en: Coyuntura Económica. Vol. XXII
No. 1, Bogotá, Fedeserrollo, abril de 1992, p. 168.
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De todas formas, una vez producido el efecto gasto, habría un traslado de recursos dcl
sector comercializable tradicional al no comercializable.
Se usa entonces un diagrama tipo Jones (1971), ‘ conocido como «Modelo de Factor
Específico» en la teoría del comercio internacional.
Gráfico No. 2
LT
W1
WO
ONT f4TNT‘
Esta figura ilustra el mercado de trabajo, con la tasa de salario (idéntico a la producti-
vidad marginal dcl trabajo, toda vez que no hay distorsiones en los mercados) medido
por el eje vertical y, la economía laboral total suministrada por el eje horizontal ONT
6 R. Jones, «A three-factor mc›del theory, tmde and history», en: Tr‹zdr, balance of paymr›us and growth,
licsa ys in honor of CA. Kinzfleberger, Amsterdan. ed. J.N. Bhagwati, 1971.
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OT. El insumo trabajo en los no comercializables estd medido por la distancia ONT de
izquierda a derecha; mientras que la distancia OT mide el insumo trabajo para el sector
de bienes comercializables, de derecha a izquierda.
Se asume que en cada sector la demanda de trabajo es una función decreciente de la tasa
relativa de salario. Así, LT es al demanda de trabajo programada por el sector
comercializable, esto es por el sector agrícola tradicional y la demanda programada por
el sector petrolero; LA es la demanda programada por el sector agrícola tradicional. De
igual manera, LNT es la demanda programada por el sector no comercializable.
Se tiene entonces un cambio del trabajo del sector agrícola nadicional al no transable.
Esto se observa en la caída del empleo agrícola desde OA a OA’ y cl aumento en cl
empleo en los NT desde ONT hasta ONT'.
Por otra parte, se supone también que las importaciones de T constituyen susútutos
perfectos, por lo cual el precio de los bienes T domésticos (PT) es determinado por la
«ley de precio único», PT= e x P*T, donde P•T es el precio de T en el mercado mundial
y e es la tasa de cambio nominal.
Las conclusiones del modelo básico que posiblemente se podrían extraer de un estudio
empírico son:
Pero, ¿cuáles son entonces los factores que introducen un elemento de «enfermedad»
en el proceso?
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En este caso, la contracción relativa del sector T tendría como costo una reducción en
ci potencial productivo del país. Además, la pérdida de compeúúvidad del sector T
puede ser difícil de revertir una vez que haya terminado la bonanza, en tanto que existen
asimetríás y costos de reajuste.
Empíricamente, parece que han sido dos factores los que explican por qué unas
bonanzas muchas veces contienen elementos que justifican el concepto de «enferme-
dad».
Por otro lado, la mayoría de las bonanzas son acompañ adas de una expansió n excesiva
del gastopú blico. La presencia inesperada de recursos fiscalesadicionalesprovenientes
de la bonanza crea presiones politicas para un aumento en el empleo y en los salarios
pú blicos, para la iniciación decostosos proyectos de inversiÓ n pú blica, para lareducció n
de impuestos, etc. Políticamente, estas presiones se hacen cada vez más difíciles de
resisú r. Ademá s, una vez aumentado el nivel de gasto pú blico, hay varios de sus
elementos (empleo y algunas inversiones) que no son reversibles en el cono plazo,
cuando la bonanza es seguida de una crisis.
Como resultado de lo expuesto se tiene los efectos gasto y movimiento de recursos que
generan una apreciación real del tipo de cambio, o lo que es lo mismo, una variación de
precios relativos expresada por un alza del precio de los NT.
4. El modelo en el caso ecuatoriano
Adicionalmente hay que establecer un periodo adecuado para el análisis, que en este
caso va de 1970, esto es dos afios antes del «hmm», hasta 1983, ano que comienza la
depresión y la economía ecuatoriana hace crisis con motivo dcl cierre de las corrientes
financieras internacionales y se decretan las primeras devaluaciones cambiarias.
Con respecto al sector de bonanza (B), este modelo plantea dos precondiciones obvias
y no excluyentes, más bien complementarias, para que un sector sea considerado como
7 Los valores negativos del PIB petrolero de 1970 y 1971 se deben a que los gasios de exploració n y de
prc<1ucci6n de petró leo eran mayores al valor dgl producto mismo.
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Cuadro No. 1
Incidencia del petróleo en el PIB y las exportaciones totales
En cuanto a las cantidades y a los precios; si se observa el Cuadro No. 2 y los grá ficos
3 y 4. En primer lugar se ve que, hasta antes de 1972, las exportaciones de petró leo eran
insignificantes y, repentinamente en ese alto, adquieren una importancia sustantiva e
implican una fuente de recursos notable para una economía como la ecuatoriana.
En efecto, en 1972 se llega aexportar 60 millones de ddlares por petró leo, en 1973 estas
exportaciones suhen a 2il3 millones y en 1974 se alcanza la cifra de 795 millones de
dó lares por ventas externas del hidrocarburo. Ciertamente, la bonanza petrolera
comenzó en 1972 y llegó a su clímax en 1973 y 1974".'
11 €íermfinico Salgado, El Estado ecm/oriono.’ ernie ¢cond» ra y frf do ‹2csorroííirin, Quito, Cordes,
Cuadro No. 2
Evolución de la producción y los precios del petróleo ecuatoriano
2‘aan de Pr‹n1uccf6n
bnrrll US$ FOB
15
Sin duda, lo realmente notable fue la evoIu¢idn de los precios internacionales del crudo.
Estos se incrementaron de US$ 2,50 el bart il en 1972 a 4,20 en 1973 y a 13,70 en 1974.
Loque signirca un crecimiento acumulado para los dos añ os decerca del 300 por ciento.
El barril de petró leo ecuatoriano llegó a v‹ ler en 1980 US$ 35J6, lo que significa que
en 8 añ os creció en casi 30 veces.
Esta movilidad en los preciosdel pctró l •oprovocaron sin dudo que secumpla la segunda
precondició n. esto es, existieron flu.'uaciones importantes en el flujo de divisas
provenientes dcl sector de bonanza. mos ingresos por exporiaciones del hidrocarburo,
que llegaban o los 283 millones de dó lares en 1973, para 1980 alcanzan los 1.563
millones, o sea, se multiplican en mus de cinco veces.
Claramente entonces el petróleo en cl Ecuador, a partir de 1972, cumple con todas las
condininnes para ser considerado como el bien de bonanza (B) establecido en los
modelos de la enfermedad holandesa.
Por otra Jiarte, si bien es cierto otras exportaciones han tenido fluctuaciones parecidas
a las del pelró leo, por ejemplo el cacao, el banano, el café o los camarones, sin embargo
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Ese sería el caso de los bienes industrializados cuya producción interna desde antes de
la bonanza petrolera venía siendo fomentada mediante leyes especiales, prohibiciones
expresas a la importación de productos similares, listas especiales con mínimo arancel
para el ingreso de maquinarias, equipos, herramientas, materias primas, etc.
9 CEPAL, Ecuador: Demfíos y logroy ‹tr la político ycondmica ynlo f‹yse ‹tr expamidn petrolera. Santiago
de Chile. CEPAL/ILPES. 1979, p. 82.
El cuadro No. 3 y cl gráfico No. 5 presentan la evolució n del sector industrial para c1
pen“odo de estudio.
Cuadro No. 3
Evolució n de la industria manufacturera
Excluye refinació n de petró leo
millones de sucres de 1975
Ano Induetrta
manufaeturera
en el PIB '
Pero el fomento industrial fue realizado desde cl propio Estado mediante la intervención
directa, lo que volvió al sector altamente dependiente de la política gubernamental. El
siguiente análisis ilustra lo señalado:
1 0 Osvaldo 14 uriado, El po‹tr.r polít ico en el Ecuador, l3arcel‹xi a: Ariel, 199 1, p. 190.
t 1 René B$ez. «Panorama general de la econmnía ecuatoriana 194C- l988•. en: Cc onomíó y Desorroll o,
No. 14, Quito: PUCE, 1990, p.3(l3.
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Sin embargo, como se pucdc concluir dc los ú ltimos datos, la expansió n industrial
caminó de la mano de los recursos extci nos generados por el petróleo y el endeudamien-
to externo. Una vez que éstos empe› aron a dcclinar, dada la dcpendcn‹:ia de importa-
ciones específicas para su crccini iento, cl sector industrial sc vio abonado a un
estrangulamicnto extcmo que b' o que su tasa de crecimiento fuera negativa en la
década de los 80, como ya lo a. vierte el añ o 1983.
La señ alado da la pauta de lo t'il’ícil que se hace clasificar al sector industrial dentro del
grupodc transables ono transables; sin embargo, su comportamientodurante la bonanza
habría sido el de un sector cuasi-no comercializable, pues, l‹›s precios de los productos
generados por esta acÚ vi‹lad no respondían a los del mer.-‹lo mundi‹il, debido a la
protecció n, e inclusive al interior no estaban determinados ¡Por la ofcrta y la dcmanda
domü sü ca pues tenían control estatal, a lravés de los llamafi‹is precios de sustentació n.
En un análisis realizado por Julio Bcrlinsky, consultor de la› Naciones Unidas, en 1990,
sobre la proteccidn. efectiva y nominal de la industri i manufacturera ecuatoriana,
scñ alaba que las pautas correspondientes a las tasas i'c protccció n nominal estaban
asociadas con el m‹x1clo sustitutivo de importaciones udopt:ido. Los aranceles fueron
escalonados de acucrdo al tipo del bien y el grado de: bastccimicnto interno, es decir,
el nivel era mayor .si había oferta nacional.
Corden (1964) prevé este comportamiento para las bonanzas en países en desarrollo.
Sellada que el nivel de protecció n del sector manufacturero cs tan alto que se lo
convierte en un scc‹.›r no comercializable, beneficiario del incremento de la
demanda inlema
ti = (X + M) J (M + Q)
El supuesto es que son los subsectores con participación másalta en el comercio exterior
los que ñenen el mayor grado de «comerciabilidad efecúva». El método «selectivo»
será entonces calcular pan cada ano y subsector la relación ú y después elegir sólo los
subsectores representativns de los no comercializables(NT) y comercializables (T)
con los siguientes criterios:
13 W.M. Corda, «B ming ee¢tor tnd Dutch Discsse ec‹xiomice: aurvcy and consotidaúon», en: O@ord
leoa xnic Paperc, No. 36.
14 Linda Kamns, •Dutch miecse and the Goloinbinn mport Benn», en: world ficwlopwnf, nq›tiwbte
de 1986, p. 1177. Op. CiL Sven Wonder, p. 171
87
Los sectores comercializables (T) mantienen un amo nivel de ti durante todo el período
y son representados por los siguientes subsectores: agricultura, caza, silvicultura y pesca
(30.9&n): en especial el subsector banano, café y cacao con una ponderación del 959c.
Transporte, almacenamiento y comunicaciones (30,4d).
Es importantedejaranotadoqueesteúltimosubsector,generalmenteconsideradocomo
no comercializable, tiene un importante índice de comerciabilidad debido especialmen-
te a la flota naviera petrolera que precisamente en los anos setenta se constituye y tiene
un crecimiento vertiginoso.
Han quedado fuera varios subsectores que tienen un ti superior al llo y menor at 25a,
estos son; establecimientos nancieros, seguros y servicios prestados a las empresas,
que constituyen en promedio el 1 l por eientn del PIB; y el sector manufacturero que
representa el 18 por ciento del producto.
Como se observa, en los picos de la bonanza, esto es, 1972 y 1973, el producto por
habitante, medido en términos reales (sucres de 1975), alcanza sus mayores tasas de
crecimiento y, durante toda la d&ada de los setenta, crece a un promedio superior ar 6'»
para empezar a decrecer cn los años ochenta.
Por otro lado, cuando las exportaciones aflojan en precios y/o cantidades, a fin de
sostener el modelo de crecimiento adoptado de industrializació n sustitutiva de imjxir-
89
El ampi io flujo de divims vía deuda prolonga artificialmente la bonanza e impide que
sr tom n. medidas oportunas para corregir los importantes desequilibrios que ya
empezal›an a evidenciarse, pues, desde aquellos añ os la cuenta corriente de la balanza
de pagos muestra déficit importantes, el descquilibrio fiscal supera el S por ciento del
Pi B,› ' experimentan tasas de inflació n de dos dígitos y un atraso cambiario importante.
El sid uicnte cuadro cont alida lo seilalado.
Cuadro No. 5
Evolución de la deuda externa y la cuenta corriente
millones de dólares
I“UENTE: Memoria del Gerente del Banco Central del E naylor. 1984
Como se observa, la deuda externa del Ecuador crece notablemente y entre 1977 y 1978
llega a duplicarse.
7. El efecto «gasto»
Como se sefialó en el primer capítulo, una bonanza genera un incremento sustancial del
ingreso nacional que se traduce en un similar crecimiento del gasto, tnnto de transables
como de no transables.
Los comercializables tienen un precio dado por el mercado internacional y los pafses
«víctimas» de la enfermedad holandesa tienen la condicidn de ser pequeños, de manera
que su mayor demanda no inci& sobre dichos precios: por su parte, los precios de los
no comercializablesresponden a la oferta y demanda internas, de manera que una mayor
demanda, producto de los ingresos del boom, genera un crecimiento de los precios de
este tipo de bienes que a su vez incide sobre el tipri de cambio. el cual se revalúa, pues.
PTN, el numerador, sube manteniéndose constante PT, lo que hace que E, el tipo &
cambio real, como precio relativo, aumente.
AGo Retscl&t ”
petroleros getrolezoa/corriente
del pzesupuato
II I 4.446 0 0
1972 5.495 505,0 9,t9
1973 8.152 L78d,5 21,92
1974 I I.fb7 3.303,á 29,85
1975 12.01 I 2.586,5 21,53
1976 14.108 3.036,3 2t,52
1977 1'7.44t 2.654,1
1P78 J9.659 2.t6ó.0 11,02
1979 23.044 3.675,0 15.95
1980 37.388 14.331,0 38,33
1981 40.510 IS. l3t,0 37,83
1982 47.78’7 20.495,0 43,83
1983 ó0.&1l 27.828,0 45,73
Gráfico No. 6
El petróleo en el Presupuesto del Estndo
Miles de sucres de 1975
92
Como se obscrva, del 0 por ciento en 1971, cl petró leo pasa a financiar el 45 por ciento
dc los ingresos pú blicos de 1983. Esto implica una dependencia extraordinaria de un
recurso que se ha ido constituyendo en cl motor de todo tipo de actividades en el
Y.c iiar!or.
Asimismo son los anos cn que por primera vez en el país surge la posibilidad del Estado
cmprcsario, sobre todocon la creació n de la Corporació n Estatal Petrolera Ecuatoriana,
CEPE, quicn toma a su cargo todos los procesos de la industria petrolcra, una vez que
es nacionalizado el hidr‹xarburo y se concluye la construcció n de las rcfinerías.
Pcri: .:l acelerado e inflexible gasto pú blico no solo demandó recursos de la riqueza
p. . i , ‘era, sino que se constituyó en la fuente primaria dcl posterior cndcudamicnto
cx‹. ›. En cíécto, el financiamicnto externo del Prc>u¡›ucsto del Estado, que en 1974
era de 326 millones de sucres, pasa a ser de 10.038 millones en 1981; o sea, en 7 años
se incrementó en casi un 300 por ciento.
Se tiene entonces que uno de los primeros síntomas, de lo que después será una
enfermedad difícil de sanar, es el increMefito del gasto público, como fruto de la
hnnanzo. En!os anos de larecesi6n y la crisis se buscaráequilibrar las
finanzaspúblicas, sin embargo el proceso serl largo y con altos costos sociales, pues,
se acentuará el desempleo y se dcberá disminuir especialmente el gasto social.
El hecho de que no existan datos individualizados & los precios de los no transables
hace que no se pueda calcular el tipo de cambio real como relación entre los valores de
los no comercializables y los comercializables; no obstante, existe el cálculo del tipo
de cambio real en base a la ley del precio único, esto es, la paridad del poder adquisitivo
del sucre.
Se vive entonces un régimen de tijx› de cambio fijo, sustentado por las importantes
reservas que posee el país gracias a la bonanza petrolera y al fácil acceso a los créditos
intemacionales.
Sin embargo, este tipo & cambio fijo es exacerbado por una inflación interna de dos
dígitos, mayor a la inflación internacional. En efecto, entre 1970 y 1981 los precios
internos crecen a una tasa promedio anual del 16,2&o, con afios picos como 1974 en que
se incrementan al 22,8' o.
Esta alta inflación revela que esencialmente los precios de los no transables çstán
subiendo, lo que significa que, dado un tipo de cambio fijo, existia un importante atraso
cambiario.
con los de los parses vinculados comercialmente, considerando ademds las variaciones
ocurridas en los tipos oficiales de cambio del Ecuador y los demã s países, nos ofrece la
siguiente serie y grä fico al respecto:
Cuadro No. 8
Tipo de cambio rea, oficial y taxa de inflacińn
(sucres por dólar)
Año
Este atraso cambiario sumado a la alta inflacidn interna, llega al 146,2 por ciento para
la década de los 70 y provocó un deterioro en la competiú vidad de los transables,
especialmente de las exportaciones nadicionales, pues, mientras obtenían la misma
canú dad de sucres por sus divisas, sus costos internos se incrementaban permanente-
mente.
Sobre los perjuicios ocasionados por el atraso cambiario es ilustrativo lo que señ alaba
el gerente del Banco Central en 1983:
Pero en realidad, el atraso cambiario que vivid el Ecuador no es sino otrode los sfntomas
ya previstos por la teoría de la enfemedad holandesa, tat vez el más evidente, para los
países que viven hnnanzas, pues, son las amplias reservas internacionales las que
permiten tener una cotización sobrevaluada que estimula las imjxlrtaciones y contrae las
exportaciones.
17 Banco Centnl del Ecuador, ñf emoria del Gerente ff B‹znco Central del Ecuador 1983, Quito, 19$3,
p. 23.
98
Dentro del primer sector existe un subsector especialmente importante para la economía
nacional, éste es el de banano, cacao y café. Estos productos han servido para que el
Ecuador se vincule a los circuitos internacionales de comercio y las divisas que han
generado sustentaron el de.sarrollo económico del país anterior al petróleo. Además,
durante los aflos de los 80, y gracias a una tipo de cambio de equilibrio, productos como
el banano vivieron nuevos auges y dotaron de recursos a una economía sumergida
en el pantano de la deuda.
Por otra parte, mientras sectores como el manufacturero y minero crecen en determina-
dos afios, a tasas de dos y tres dígitos respectivamente, la agricultura crece apenas al
2,35 por ciento de promedio anual, o sea a una tasa menor al crecimiento de lapoblació n
que es del 2,99 por ciento promedio. Esto provocó que, de ser un sector excedentario,
la agricultura pase a ser un sector deficitario y el país deba importar alimentos.
CACAO
Estos buenos té rminos de intercambio hicieron que, medidas en ddlares. las exporta-
ciones de cacao crecieran a un promedio anual del 18 por ciento.
Finalmente el café. Este producto vivifí unahnnanzade precios en el período de aná lisis
e incluso causd síntomas de enfermedad holandesa en países como Colombia. En
efecto, su precio, que en 1970 era de US$ 1,114 el kilo, llegó a cotizarse en 1977 a
US$ 5,046 el kilo en el mercado de Nueva York; o sea, se multiplicó por 4,5 veces.
Estos excelentes precios internacionales hicieron que el atraso cambiario que vivía el
país sea
ampliamente compensado, y es así que las exportaciones de café ecuatoriano tuvieron
un crecimiento promedio anual del 24,42 por ciento en términos de dó lares y del 9,9 por
ciento en términos de volú menes.
En general, se puede afirmar que los favorables términos de intercambio para el banano
y el cacao hicieron o.ue su estancamiento y caída no tenga la contundencia esperada,
mientras que, gracias a la bonanza de precios, el café vivió un auge en el período de
estudio.
Sin embargo, una vez generado el efecto «gasto» de la bonanza, se produce lo previsto
por el modelo de la enfermedad holandesa, esto es, existe un traslado de mano de obra
desde los sectores comercializables hacia los no comercializables. La siguiente serie
sobre la distribución de la PEA por rama de actividad, tomada de los censos de 1974 y
1982, evidencian lo señalado.
CuadroNo.10
Población económicamente activa por rama de actividad
2278.346 2’38†.250
8
Por su parte, los no transables clásicos como la construcción, el comercio, los servicios
de electricidad, gas y agua, y los servicios comunales, sociales y personales, ven
incrementada su participación en la PEA en un total del 16,55 por ciento.
Por otro lado, la teon’a prevé un incremento en los salarios debido a la bonanza y a la
mayor demanda del factor trabajo por parte del sector de no transables. Lamentable-
mente no se han encontrado indicadores sectoriales que evidencien aquella propuesta;
no obstante el nivel de vida de los sectores urbanos en el período de estudio mejord, no
solo por incremento en los ingresos, sino sobre todo por una mayor dotación de
servicios. De todas formas se puede seflalar que el salario mínimo vital pasó de 600
sucres en 1970, a 5.6tXl sucres en 1983, o sea, crecid a una tasa promedio anual del 28,7
por ciento, lo que implica una tasa mayor a la tasa promedio de inflación anual que fue
del lñ,4 por ciento.
9. Conclusiones
Los modelos de enfermedad holandesa sostienen que los flujos de divisas de una
bonanza están asociados con un cambio de precios y de cantidades relativos a favor de
los bienes no comercializables, a costa de los bienes comercializables.
Precisamente fue el sector industrial el más protegido y quien captó gran parte de los
recursos de la bonanza vía créditos baratos, dotación de infraestnictura básica, libre
importación de maquinarias, equipos, materias primas e insumos a una tasa de cambio
fija y atrasada, aranceles prohibitivos a la produccidn de competencia forfinea, etc.
Esencialmente fue importante el efecto gasto del boom previsto por la teoria, porque al
ser el petróleo propiedad del gobierno, el gasto público creció a tasas superiores al
producto, lo que gener6 fuertes déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos y
tasas de inflación de dos dígitos, muy superiores a las internacionales y a las históricas
nacionales.
Este efecto gasto estimuló el crecimiento tanto de las importaciones como de los precios
y canüdades de los no transables, lo que sumado a una ¡olítica de tipo de cambio fijo,
provocó una fuerte apreciación cambiaria que ya pan 1974 se ubicaba en el orden del
16,3 por ciento.
Pero el atraso cambiario afectó especialmente a las exporiaciones menores, sobre todo
a aquellas que venían con un gran perfil, como los camarones y los productos
ictiológicos en general, las cunles debieron esperar un tipo de cambio realista para
demostrar su potencialidad. En efecto, una vez que el Ecuador corrigid totalmente su
anaso cambiario, a mediados de los ochenta, se convirtió en uno de los primeros
exportadores de camarón del mundo y recuperó su primer lugar como máximo
proveedor de banano.
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Un element› promovido por el efecto gasto, y que alargd artificialmente la bonanza, fue
el endeudamiento externo que, en el segundo lustro de los setenta, mantuvo los altos
niveles de consumo promovidos por el boom y no permitió arreglar a tiempo los
desequilibrios. Con el pasar de los altos, sobre todo en la década de los cherita, dicho
endeudamiento se convirtió en el elemento más pemicioso de la economía nacioiul y,
con la dinámica de una bola de nieve, provocó que el país viva una suerie de angustia
permanente por los altos déficit en la balanza de pagos y las consiguientes reservas
internacionales negativas, elevadas inflaciones, desequilibrios fiscales y monetarios y
la concurrencia permanente de las autoridades a los organismos crediú cios internacio-
nales en busca de préstamos contingentes.
Por otra parte, a m6s de la afecci6n a los transables nadicionales,1a bonanza generó un
proceso de desagriculturización acelerado que hizo que, en pocos afios, el Ecuador se
convierta en un país importador de alimentos y esencialmente urbano.
De todas formas, una vez que se produjo el efecto gasto y la mayor demanda de no
transables, se generó el segundo efecto previsto por In teoría, esto es, cl traslado del
factor trabajo desde el sector transable hacia al sector no transable.
Pero la bonanza no tuvo solo efectos adversos,engmn medida los recursos provenientes
del petróleo fueron «sembrados». Asf es como se consuuyeron las centrales hidroeléc-
micas que permitieron al país gozar de excedentes de energía durante varios altos. Se
terminaron la construcción de puertos, sobre todo el puerto petrolero de Balao.
Se adquirió la flota penolera que, por su capacidad e importancia, hizo que el sector
transporte, generalmente considerado como no comercializable, se convierta en
comercializable y camine de la mano del sector de lxinanza.
Pero como ya se senaló, el sector mets favorecido por el boom fue sin duda el industrial,
el cual recibió un apoyo amplio e irrestricto del Estado. Aparecieron en el Ecuador por
primera vez industrias como la automoziz y la siderurgia jamás antes soñadas. Este
desarrollo industrial permaneció, aunque estancado, en la crisis dc los mhenta y
respondid con algunas posibilidades.
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