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El

mensaje
está en
el tejido
Annuska Angulo
Miriam Mabel Martínez
El
mensaje
está en
el tejido
Annuska Angulo
Miriam Mabel Martínez
serie WMW
Foto de portada: Caperucita Roja, 2015
Foto: Manuel Sol Mateo Rivas Álvarez
Modelo: Simone Bucio Dovalí
Capa y gorro: Genoveva Álvarez
Vestido: Manuel Sol Mateo Rivas Álvarez

El mensaje está en el tejido

© Anna Angulo y Miriam Mabel Martínez


© Futura Textos, S.A. de C.V.

Primera edición / Futura Textos, S.A. de C.V., 2016

D.R. © Futura Textos, S.A. de C.V., 2016


Ámsterdam 154-4, Colonia Hipódromo,
06170, Ciudad de México
mirelesdiseno@gmail.com
http://rociomireles.blogspot.com
futuratextos@gmail.com

ISBN: 978-607-95284-2-3

Este libro se realizó con apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes a través
del Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales, 2014.

Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra
por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático,
la fotocopia o la grabación, sin la previa autorización por escrito de Futura Textos o de las autoras.

Impreso en México
Índice:

6 Prólogo: Tejer las redes del cuidado, por Mónica Nepote

8 La rebeldía de tejer

14 Pasear sin salir de casa

20 Sociología del punto

36 Efectos secundarios. Comercio y gestación de una geografía del tejido

42 Marxismo, cine y crochet

52 La evolución del nudo (un poco de historia)

72 La química del estambre

82 Intertextualidades al derecho y al revés. Arte, diseño y activismo

116 Mustang Jane: tejer para entender


126 Genoveva Álvarez, la tejedora máxima
138 Una mente que se mira a sí misma
152 Entre el tejido y la muerte
158 Bibliografía
159 Créditos fotográficos
159 Agradecimientos
Tejer las
redes del
cuidado
Mónica Nepote

Nací en una familia de tejedoras. Genera­ fancia y adolescencia quedaron registra­


ción tras generación se compartía este dos detalles que me remiten al tejido:
lenguaje que entrevera diversos discur­ cojines, manteles, colchas, suéteres, za­
sos. Largas horas de las tardes de las patos para dormir, bufandas… Todavía
mujeres de mi familia eran dedicadas a conservo un cojín con la figura de un zo­
tejer y a conversar. Mi madre llegó a te­ rro tejido por mi hermana, un chal hecho
ner dos máquinas de tejer, una de dimen­ por mi querida tía Luz que estuve a pun­
sión considerable y la otra un poco más to de perder en el campo de Colombia,
discreta. En algún momento ambas estu­ pero que no perdí gracias a la solidari­
vieron ubicadas en una de las recámaras dad y a la carrera veloz de un hombre
de la casa de mi infancia, y junto con la habitante de uno de los pueblos más her­
de coser integraban una especie de cuar­ mosos que he co­ nocido en mi vida: Ba­
to de máquinas en donde se fabricaban richara. Tengo varios suéteres tejidos
ropas tanto de tela como tejidas, de ma­ por mi madre, quien aho­ra está imposibi­
nera que los campos semánti­cos relacio­ litada para continuar ese ejercicio, y en
nados con el tejido, las herramientas, los mi cortinero cuelga una tira de corazo­
colores de las lanas, ciertas combinacio­ nes tejidos por mi sobrina Magdalena;
nes, los movimientos de las manos según una de mis dos pulseras favoritas es una
se decidiera usar agujas o gancho, el con­ cadena de gancho tejida que me regaló
teo, la planeación eran tan vitales a una Yoko, una antigua compañera de trabajo
gramática de vida tanto como la respira­ en un intercambio de regalos, y Miriam,
ción. En decenas de fotografías de mi in­ una de las autoras de este libro, me tejió

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un chalequito que he usado varias veces de una acción de cuidado que va más allá
cuando hago un performance en el que en­ de su contexto: el tejido prolonga el cuer­
tretejo (simbólicamente) la relación en­ po y también el cuidado, el vínculo y el
tre cuerpo y escritura; para ensayar he nexo. “Tejer es punk”: pienso en la frase
usado los zapatos que me tejió Annuska, y la entiendo. Autoras como Silvia Fede­
otra de mis amigas-autoras marcada por rici o Silvia Rivera Cusicanqui, subrayan
el síndrome de Aracne. la importancia de los movimientos prota­
Tengo mucha claridad mientras escri­ gonizados por las textileras de diversas
bo este prólogo de que me resulta impo­ épocas históricas en los procesos de in­
sible encontrar sinónimos de la palabra conformidad y sublevación. No me pare­
tejido. Y sé también hacia dónde quiero ce gratuito que desde los sectores de mu­
expandir la metáfora de lo que se teje, y jeres oprimidas surjan movimientos que
de qué se teje mientras se teje. Ramón planteen verdaderamente nuevas organi­
Vera, un gran editor y hombre de amplia zaciones. Los nudos de las asambleas wi­
experiencia en trabajo comunitario, me rrárikas son los mismos que se entrela­
contó que en las asambleas de los pue­ zan en las conversaciones de mujeres
blos wirrárikas la gente, tanto hombres tejedoras que buscan en este vínculo de
como mujeres, tejen: sombreros o cuer­ cuidado otra perspectiva del mundo,
da; hacen redes mientras se discuten te­ pues como dice Silvia Federici en Revolu­
mas y se toman decisiones para la co­ ción en punto cero: “es a través de nues­
munidad. Ramón les preguntó el porqué tra existencia que podemos desarrollar
de su ejercicio y uno de ellos le respon­ nuestra capacidad de cooperar, y no sólo
dió: “porque estamos tejiendo”… Cuando de resistir a la deshumanización, sino
le consulté esta historia, Ramón me acla­ aprender a reconstruir el mundo como
ró: “es una manera de propiciar que se un espacio de crianza, creatividad y cui­
teje la palabra”. El énfasis en el verbo dado”. Esta escena me hace pensar en la
tejer me parece esencial, tanto en el con­ sala de mi abuela, en donde ella se dedi­
texto de la asamblea como en este espa­ caba a su tejido mientras mi tía y mi
cio en el que mis propios hilos jaspean madre hacían el suyo, pero me hace pen­
un te­jido, el tejido de lo común. Mientras sar también en lo que sucede cuanto mis
hombres y mujeres hablan, necesitan amigas se juntan a tejer o lo que surge
construir una metáfora de su acción: la en las conversacio­ nes de un grupo de
comunidad encontraba en esa acción a hombres quienes al te­ jer con agujas y
escala (el tejer) su proyección: se teje lo estambre hablan de nuevas masculini­
social. dades; en este espacio de calor y de cui­
Generaciones enteras de las mujeres dado palpita el germen, el punto que
de mi familia han tejido, mis amigas lo hace surgir algo nuevo, una posibilidad
hacen. Creo que en ese tejido tiene lugar que se entrevé y que se potencia vuelta
la conversación no como ornato o acto de tras vuelta y eso, siempre es digno de
acompañamiento, sino como construcción ser celebrado.

7
La rebeldía
de tejer
Miriam Mabel Martínez

En 2013, Annuska Angulo y yo nos sumamos a un


día colectivo de acciones artísticas públicas convoca-
do por Pinto Mi Raya. Era un buen momento para,
por fin, hacer nuestro primer grafiti tejido y unirnos,
así, a una comunidad internacional de tejedoras que
poco a poco ha expandido anónimamente el ya muy
popular e internacional yarn bombing. Nuestro pro-
yecto era simple: forrar el poste ubicado en la esqui-
na de la entrada de la librería Rosario Castellanos, del
Fondo de Cultura Económica. Documentamos la in-
tervención, respondimos las preguntas de los curio-
sos y aceptamos las felicitaciones. Según nosotras,
nuestro acto era un éxito. Según las autoridades, van-
dalismo puro.

Yarn bombing. Librería Rosario Castellanos, FCE, Ciudad de México, 2013

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Ninguna de nosotras sabía que había­ puntos y hago esquemas. Trazo narrati­
mos cometido un delito hasta que un vas con palabras y con texturas. Cons­
correo electrónico del subgerente de truyo personajes, creo genealogías de de­
Mantenimiento del Fondo de Cultura recho y revés. Ambos quehaceres los
Económica lo confirmó: “Estimada Mi­ practico orgullosamente. Se entrelazan y
riam, al respecto, le informo que dicha me entrelazan. Son mis oficios.
Obra fue retirada (de acuerdo al reporte Tejo desde los siete años, aprendí el
recibido de Mantenimiento) por personal arte de los nudos paralelamente al po­
de Vigilancia del Módulo de la SSP insta­ ner acentos y sumar y restar quebra­dos.
lado frente al CCBE, además recibieron No sé qué me fascinó entonces más, si el
comentarios de los propios vigilantes de ritmo de las esdrújulas o que la base del
que ‘en caso de que se sorprenda en la tejido es el nudo. Lo que si sé es que
colocación de cualquier objeto a alguna aprendí a combinar colores, a descifrar
persona, será acreedor de las sanciones puntadas a la par de la lectura de Edgar
correspondientes’…”. Nuestra interven­ Allan Poe, Horacio Quiroga y Julio Ver­
ción duró quince días, por lo menos más ne. Tejer me ayudó a concentrarme y a
que las realizadas por Deadly Knitsha­ explorar las combinaciones del derecho
de, una conocida grafiknitter lon­dinense y el revés, los aumentos y las disminu­
(creadora de las Stitched Stories); poco ciones me reconciliaron con las matemá­
después sucedería lo mismo en la plaza ticas y descubrí el piano. Do, re, mi, fa,
Río de Janeiro, en un yarn bombing con­ sol, la, si, do. Los sostenidos y los bemo­
vocado por Letras Voladoras. Ahora re­ les. Otra escritura traducida en sonido
sulta que “las viejitas tejedoras” son tal como mis tejidos se traducían en
una plaga internacional que hay que prendas. Las partituras con sus notas
combatir. Supongo que lo que incomoda negritas y blancas se me confundían con
es la feminización del espacio público, y los puntos, pero mis manos eran más ve­
que al igual que los punks “agredían” loces al tejer que al repasar mis ejerci­
con su look, las tejedoras lo hacemos al cios de los libros Hanon y Duvernoy.
tejer. Pero, ¡qué se le va a hacer!, lo mis­ ¿Me ayudó el piano a fortalecer la ten­
mo pasó con Banksy y hoy sus grafitis sión de mis tejidos o el tejer me dio la
son protegidos como parte de la cultura fuerza necesaria para tocar el piano? No
popular inglesa. Al igual que el italiano lo sé, pero la delicadeza de mi maestra
Blu, La Piztola oaxaqueña, el francés Si­ de piano me provocó una relación distin­
xie Art o el japonés Sasu han dejado sus ta con el arte del crochet, al igual que la
huellas –muchas de ellas borradas–, las frescura de mi prima adolescente, quien
tejedoras sabemos empezar una y otra. me enseñó a tricotear, me dio confianza
Pero el mensaje, lo hemos comprobado, para saber que deshacer o repetir eran
sí está en el tejido. parte del proceso. Dejé el piano, pero no
Soy escritora y tejedora. Tejo historias el tejido, que me llevó a experimentar
y estambres. Desbarato y borro. Monto también el dibujo.

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Yarn bombing, por Tejer es punk. Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, Ciudad de México, 2012
11
La Tallera,
Cuernavaca, Morelos, 2013

En mi infancia dibujé tanto como tejí. llar bolas con Jethro Tull, descubrí el “do
Y hasta ese momento a nadie le parecía it yourself” del punk al ritmo de los Dead
extraño, aun cuando nadie en mi familia Kennedys. Comprendí, entonces, que te­
–a excepción de mi prima– tejía ni agujas jer es punk.
ni a gancho. Tampoco les parecía una ex­ Conocí la ciudad buscando estam­bres:
centricidad ni un hobby, mis padres lo Correo Mayor, República de Uruguay, Pi­
asumían como parte de mi formación. lares, avenida Patriotismo y Holbein,
Hoy lo agradezco. Revolución y Altamirano. Mariano Esco­
Llegué a la secundaria con una colec­ bedo, 20 de Noviembre, Masaryk… Y
ción de agujas que crecía a la par que tejiendo no sólo me hice grande, me afi­
mis álbumes de rock. Tejiendo y deste­ cioné a Rock 101 y a Laurie Anderson,
jiendo escuché Tommy; uní mangas, con me hice asidua a las muestras de cine,
el Dark side of the Moon; aprendí a des­ de los talleres del Museo Carrillo Gil y
hacer nudos con Led Zeppelin y a enro­ del Museo Universitario del Chopo, me

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emborraché en el Rock Stock, bailé slam de mi trabajo y una expresión de mi per­
en el LUCC, fajé en el cine Manacar, es­ sonalidad. Es, también, una manera de
tudié periodismo..., sobre todo, aprendí a narrar y de comunicarse, una forma de
recomenzar cuantas veces fuera necesa­ sumarse a la tendencia orgánica de reco­
rio y a luchar sólo las batallas que pu­ nexión con la naturaleza, de recuperar
dieran definirme y no cualquier trifulca. lo hecho a mano, del hazlo tú mismo.
Practiqué la yogaknit sin saberlo. Tam­ Usar las manos y el cerebro no ha pasa­
bién empecé a tejer en solitario hasta do de moda. ¿O sí?
que en una estancia en Nueva York me Extrañamente, tejer incomoda a los
topé con hombres y mujeres que tejían conservadores y también a los liberales
en el metro, en los cafés, en los bares, y progresistas. Supongo que las perso­
en el parque; entusiasmada por esa eu­ nas de avanzada creen que es un acto
foria, retomé el tejido como forma de retrógrado para una mujer profesional,
vida. Llena de bríos decidí salir del cló­ urbana y liberada del siglo XXI. Y preci­
set cobijada por esta oleada post-género, samente porque estoy liberada de los “de­
que en el siglo XXI retomaba la práctica beres” de género, practico la flexibilidad
sin tabúes, ¿qué me podía pasar? En teo­ creativa y cotidiana: tejo y sé cambiar
ría, nada; en la práctica, me enfrenté al llantas. ¿Quién es el retrógrado?
prejuicio. “¡Qué cool!, pero no saques tus Soy tejedora orgullosa, no sólo porque
agujas ahorita”. ¿O sea? lo disfruto o porque me da la posibilidad
Supongo que pocos saben que en la de inventar, de crear prendas únicas
antigüedad tejían los varones, que duran­ para mí y para otros, sino porque tejer
te las guerras mujeres y hombres se me ha enseñado a compartir, me ha ayu­
unieron para tejer calcetines a los solda­ dado a practicar las matemáticas y, sin
dos, que en las cárceles el tejido se prac­ saberlo, se ha convertido en mi mayor
tica y es utilizado con fines pedagógicos. acto de rebeldía. Sí. En un mundo libera­
Han olvidado que los tapetes islámicos do, global y unisex, tejer –pese a sus de­
son textos y que en Mesoamérica y Áfri­ tractores– sigue siendo una forma de
ca se cuentan historias en sus textiles. mandar un mensaje al mundo, una ex­
¿Analfabetismo o intolerancia? presión guerrillera explorada por quie­
Lo que para muchos es un acto de su­ nes tejemos –sin importar sexo, edad,
misión, o un entretenimiento para quie­ clase social ni religión–. Poco a poco los
nes no tienen nada que hacer, para otros tejedores nos extendemos al igual que la
es una expresión artística, una herra­ huella que poco a poco vamos dejando
mienta del arte, una tendencia de la anónimamente por el mundo. Pequeñas
moda, la prolongación de una tradición… intervenciones tejidas que ya son una re­
O placer a secas. Todos y todas tenemos lectura del esténcil, del grafiti… La pro­
el derecho de tejer. ¿Qué no? longación de un rizoma artístico con un
Tejer ocupa un sitio importante en mi derecho y un revés.
vida, tanto como leer y escribir. Es parte Y este libro es prueba de ello.

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Pasear sin
salir de casa

Annuska Angulo

Cuando me preguntan quién me enseñó, suelo contar


una versión de la verdad que es la que más me gusta
porque levanta cejas: “no, no me enseñó mi abuela.
Aprendí en el Fashion Institute of Technology (el FIT),
de Nueva York, en 1999. Tomé un semestre con una
gran maestra, Arnetta Kenney”, y de ahí ya me sigo
enrollando hacia un lado o hacia otro, dependiendo de
quién sea el interlocutor. Lo cierto es que sí me ense-
ñó mi madre, como yo a mis hijos, pero como ellos,
perdí el interés en poco tiempo. Hay algo del tejido
que atrae a los niños pequeños, y supongo que será su
aparente complejidad combinada con su sencilla reso-
lución. Es como cuando te develan un truco de magia:
lo inexplicable tiene una explicación, y por lo general,
es tan fácil que da risa.
La Tallera. Cuernavaca, Morelos, 2013

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Ahora bien, si no superas la fase de pir y retomar sin problemas, ideal si tie­
aprendizaje, si no tienes la paciencia nes que cuidar de un bebé en una ciudad
para que tejer se vuelva casi un gesto con un invierno largo y duro. Mi mente
automático, lo más probable es que lo de­ divagaba del pasado al presente y al fu­
jes y no lo vuelvas a retomar. Tejer no es turo. De alguna manera, era como pa­
mandatorio, y se requiere voluntad para sear sin salir de casa. Empecé a escribir
atravesar la frustrante fase del suéter al mismo tiempo que empecé a tejer.
con una manga más larga que la otra o Después llegaron la mudanza a otro
del bikini de cashmere. Una vez que se país, otro hijo y otras universidades, y
supera, las recompensas son grandes, y aunque he pasado periodos de tiempo
al menos para mí, inesperadas. casi sin hacer punto, desde aquel semes­
Aquel invierno del 99 yo era una estu­ tre de 1999 siempre ha habido uno o dos
diante de danza y de artes plásticas en proyectos en alguna bolsa, he seguido
Nueva York, me estaba quedando sin di­ recolectando estambres, he seguido es­
nero, y estaba embarazada (es decir, es­ cribiendo, y he encontrado a una de mis
taba a punto del ataque de nervios); una mejores amigas, porque ella, como yo,
amiga me habló sobre esta clase de tejido también teje y escribe. Juntas, hemos
y me convenció de que asistiéramos jun­ llevado a cabo una investigación cons­
tas: era sólo un día a la semana y sería tante y no académica sobre los efectos
una ocasión para pasar un rato con ella. del tejido en la sociedad (mexicana y
Como las universidades en Estados Uni­ otras), sus orígenes y sus aplicaciones
dos tienen convenios, podía transferir los históricas y actuales. Hemos escrito en
créditos del FIT a Hunter (mi universi­ revistas, hemos hecho grafittis tejido,
dad). Y eso fue todo. Con Arnetta atrave­ nos hemos regalado estambres y libros,
sé ágilmente el learning curve y desde hemos conocido a muchas y muchos
entonces tejer se convirtió en una com­ otros tejedores, y por fin, gracias al apo­
pulsión, una terapia, una forma de escu­ yo del Fonca y de Rocío Mireles, publica­
char mis propios pensamientos, y un ve­ mos este libro con algunos de nuestros
hículo de expresión y comunicación. hallazgos.
Tejer por largos periodos me ayudó a
mantener la calma ante la perspectiva * * *
de tener un hijo en Nueva York, siendo
yo una estudiante extranjera que traba­ Con el cambio de milenio, tejer se puso
jaba por las tardes y los fines de semana de moda en las calles de todo el mundo,
en una librería. Mientras tejía escuchaba pero México, estacionado en una eterna
la radio. Veía películas que llevaba años década de los ochenta, no parece ente­
intentando ver. La ansiedad se diluía. Y rarse aún. Ya no debería dar pena sacar
yo pensaba. las agujas en la cantina o en el bar.
Cuando nació mi hijo seguí tejiendo. Como hacer yoga, poner una huertita
Es una actividad que se puede interrum­ en tu balcón o moverte en bici por la

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ciudad, tejer forma parte de un
régimen de vida sana. O no.
Puede también formar parte de
una vida insana.
El tejido es un idioma fácil
de aprender. Su sencillez es
parte de su belleza. Sólo hay
dos puntos básicos: el derecho
y el revés. Pero esta sencillez
no impide que se pueda vol­ver
inmensamente complejo y so­
fisticado. Las innumerables
combinaciones de estos dos
puntos permiten comparar el
tejido con el ser humano y sus
dos cromosomas básicos, o con el len­ mente entra en un estado que puede des­
guaje digital (cero + uno). cribirse como “receptivo”. Uno escucha
Es uno más de los muchos lenguajes mucho mejor cuando teje. No cuestionas,
que hemos ideado para expresarnos, no peleas, no impides. Nada como escu­
como la pintura, el bordado, el video ex­ char música y tejer, o conversar y tejer,
perimental, la música o las matemáticas. o ver una película y tejer.
Pero al contrario de esos lenguajes, es Es un virus altamente contagioso,
muy sencillo de aprender. Es casi como con una increíble capacidad para multi­
aprender a hablar. Creo que de la misma plicarse sin fin. Internet ha sido decisi­
forma que existe un “instinto gramati­ vo en esta última expansión del tejido a
cal”, tenemos un instinto tejedor. A pe­ mano. Ravelry.com, la red social de los
sar de que la máquina para tejer se in­ tejedores, alcanzó los tres millones de
ventó hace ya quinientos años, a pesar usuarios hace ya varios años. Aquí se
de la industrialización del tejido y de ser encuentran tejedores de todo el mundo
una actividad estigmatizada que se iden­ que comparten patrones, técnicas y tru­
tifica con la subyugación de las mujeres, cos. Ya se puede aprender a tejer en
la gente no ha dejado de tejer (ni las mu­ YouTube.
jeres ni los hombres). Construir un cal­ Otra manifestación más de la expan­
cetín o un suéter a partir de un ovillo y sión y rebelión tejedora: el grafiti tejido,
unas agujas sigue resultando un evento mejor conocido como yarn bombing: ár­
casi mágico. boles con suéter, mobiliario urbano fo­
Tejer es un acto meditativo como co­ rrado de lana de colores, anillos de cro­
rrer o cantar un mantra. Las manos re­ chet que adornan las ciudades y los
piten una oración, los ojos siguen a los pueblos de todo el mundo. ¿Por qué lo
dedos (o se pierden en el paisaje), y la hacen?, nos preguntan cuando nos ven

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coser un pedazo de tejido en un poste de la vida con el tejido; en todas las cultu­
luz. Las razones son múltiples y comple­ ras antiguas hubo deidades tejedoras. En
jas, y van de la mano con el feminismo muchas culturas orales, cuando un poeta
del siglo XXI, pero una de las ideas prin­ relata una historia, lo hace tejiendo. En
cipales es dar visibilidad y salvajismo a una cobija, en un suéter, en cualquier
una forma de expresión asociada a la do­ prenda, el tejedor relata técnica, psicolo­
mesticidad de las mujeres. gía y anécdotas. Quedan impresos en la
Tejer es por supuesto escribir, o ha­ tela todos los lugares y momentos que
blar: contar una historia. La etimología vivió mientras la construía. Como dice
de las palabras es elocuente en este as­ Sadie Plant en su libro Zeros + Ones:
pecto. Rapsoda (palabra griega) quiere “Los textiles persisten como documentos
decir literalmente “el que cose cancio­ de los procesos con los que se alimentó
nes”; texto viene de “textere”, una pala­ su hechura porque no hay diferencia en­
bra de origen latino que no quiere decir tre el proceso de tejer y el diseño del te­
otra cosa más que “tejer”. En inglés, jido. El patrón visible es integral al pro­
spinning yarns quiere decir “contar his­ ceso que lo produjo; el programa y el
torias”. En todos los idiomas se usan me­ patrón son continuos”. Es decir: el men­
táforas que identifican algún aspecto de saje está en el tejido.

18
Primera lección

La prosa te permite construir un texto elástico, que se


puede amoldar a los codos, a los talones, a las rodillas.
Puedes escribir una estructura tridimensional sin costuras.
Para eso se inventó.

El texto tejido se escribe empezando desde abajo a la


derecha de la página, y sube, yendo de derecha a izquierda.
Esto puede causar perplejidad a quien esté acostumbrado a
la escritura de arriba abajo y de izquierda a derecha, pero
enseguida cualquier ser humano se familiariza. Ni siquiera
es necesario ser demasiado inteligente.

Por lo general, el primer texto de alumno suele ser una


bufanda, pero los buenos maestros prefieren empezar con
una gorra, para que de una vez el estudiante aprenda a
editar sobre la marcha. La gorra es un texto-espiral y por
lo general da resultados muy satisfactorios: autocontenido
y semiesférico, es funcional, coqueto.

La primera clase es puramente teórica. El maestro insiste:


“Están escribiendo una tela, nunca lo olviden. No vayan a
la tienda y compren un cashmere para narrar un bikini
nada más porque les fascinó el color. Piensen en qué
quieren escribir, y en función de ello, escojan los signos,
las herramientas, los materiales, las puntadas. Midan”.

19
Sociología
del punto

Un punto basta para expandir un tejido. Las combina­


ciones pueden ser infinitas. Lo sabían ya los tejedores
de los primeros textos del islam y lo sabemos hoy los
tejenautas que escribimos historias en ese suéter que
la abuela le hizo al nieto; en la chambrita para el re-
cién nacido; en esos regalos para los hijos, la pareja,
los amigos; en los manteles, fundas, lámparas o cubre-
camas que decoran nuestros espacios; en esa pieza
que se deja como un grafiti en algún rincón del orbe…
o quizá simplemente en el tag que las guerrilleras del
tejido decidimos hacer para combatir el frío –del alma–
al dejar una nota en un árbol, poste, monumento o
mobiliario urbano. Tal vez lo único que buscamos es
mandar un mensaje: estoy aquí. Yo lo hice.

20
Este minimalista y funcional “yo lo
hice” abraza la historia de la escritura y
de la humanidad. Acción que activa el ri­
zoma. Un árbol ramificado en infinitos
puntos de derecho y revés (o medios
puntos y cadenas) que parecieran un có­
digo indescifrable, sólo apto para tejedo­
res, pero que es más bien un idioma, una
escritura –como la música– en la que la
sonoridad está presente a través de tex­
turas y de ritmos, yarn poems que son
ramificaciones de poesía concreta, ese
movimiento impulsado por los brasileños
en la década de 1950 (que a su vez fue
consecuencia artística del concretismo
en la pintura de los años veinte). Estos
poemas, con métricas texturizadas, for­
man parte de un texto que se prolonga a
la historia de todos los textos, no por
nada tejer y texto comparten la misma tan valiosa como los metales y las pie­
raíz etimológica latina: textere. Al tejer dras preciosas. Este valor económico,
se escribe. además, era casero. La posibilidad de te­
Y también se hace comunidad. La pa­ jer en casa fue –quizá– la primera gran
labra tejido se usa como metáfora de co­ industria del algodón egipcio, la cual
hesión, de integración; es un tramado –por cierto– le dio independencia a la
que sostiene no sólo una urdimbre; tam­ mujer. En Egipto, al igual que en Oriente
bién, una sociedad. Entre el tejido mus­ y en la Grecia clásica, tejer significó co­
cular y el tejido social está una narrati­ municar. Así como los hombres islámicos
va paralela que tejedores y tejedoras escribieron complejos textos en sus be­
creamos desde el anonimato como conti­ llas alfombras, las egipcias encontraron
nuidad de una tradición manual y oral en el acto de tejer una expresión inde­
que empezara con la invención de la pendentista y feminista. Ellas son las
cuerda en el Paleolítico superior. pioneras, quienes nos enseñaron, ade­
Se sabe que las mujeres egipcias te­ más de pensamiento y técnica, a estar en
jían en telares horizontales y urdimbres el tiempo, para tejer, literalmente, el teji­
circulares por lo menos cuatro milenios do social.
antes de Cristo; no sólo producían tape­ Con estambres, agujas, ganchos y mu­
tes y alfombras, sobre todo hacían ropa cha imaginación creamos redes que cons­
que –como una necesidad básica– se llegó tituyen un activo tanto para los indivi­
a utilizar como una moneda de cambio duos como para la sociedad. Al tejer –lo

21
The Baillet-Latour. Artesanos del sultanato de Mamluk. Principios del siglo XVI

que sea, por el motivo que sea– ampliamos presión. Ante todo, tomamos las agujas y
nuestras opciones (filosóficas, lingüísticas, los ganchos para afiliarnos a la vida de los
culturales, económicas y sí, también, polí­ otros, para asumirnos verdaderamente
ticas) y oportunidades de vida. Se teje por parte de una comunidad. En cada tejedor
necesidad (vestido), por identidad (histo­ hay un ciudadano.
ria y tradición), por entretenimiento (cul­ El tejido es un sistema. Un sistema de
tura), por obsesión, por gozo… Tejemos puntos que crea puntadas, figuras, geo­
como acción artística, como protesta, por metrías expandibles en complejas ecua­
dinero, como terapia, como forma de ex­ ciones que, a su vez, se convierten en

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una unidad semántica, la cual puede ser zadas hacemos positivo un negativo y
interpretada desde la artesanía, el acti­ nos aventuramos a cruzar el universo
vismo, el arte o la historiografía, la so­ en sus distintas dimensiones.
ciología y la antropología. Es un texto y ¿Por qué tejemos? Tal vez sólo para
también un ritmo. Un vestido y una ex­ pensar mejor, por necesidad. Sin impor­
presión. Oficio y artificio. Una sucesión tar el porqué, en el acto de tejer nos
de nudos que se convierten en signos construimos. Al aprehender el oficio nos
que plantean, además, un discurso, el liberamos, sin negar quiénes somos, vivi­
cual –en un juego hermenéutico– genera mos la paradoja.
un rizoma de interpretaciones mutantes Casi fantasmalmente, los tejedores
de acuerdo con su aquí y ahora. Al tejer a­pa­­recen a lo largo de la historia del arte
se expande la escritura de un relato so­ y de la literatura para contarnos el gran
bre el quehacer humano: nos abre otra relato de la humanidad, en el que Penélo­
línea de investigación para asumirnos pe teje y desteje (escribe y borra) mien­
en el mundo. Por poco más de ocho mile­ tras espera a Ulises, la virgen del Reta­
nios hemos acumulado, reinterpretado, blo de Buxtehude (del maestro Bertram,
desbaratado y decodificado en el acto del 1390) crea trajes no muy distintos a los
tejer una forma de vida, asumiéndolo sonoros del artista Nick Cave. Imagina­
como una acción hermenéutica pura, rios y reales, estos personajes no sólo
una traducción del mundo que plantea retratan su presente, sino que se con­
preguntas. vierten en articulación: en un tejido
¿Por qué tejemos? muscular que da fuerza a la humanidad.
Así como George Steiner nos recuer­ Al entender el tejido como un pro­
da que de “manera casi imperceptible, ducto de la sociedad humana, se abre la
llegamos a advertir que el encuentro con puerta a una “sociología del tejido”, que
el texto ha modificado nuestra experien­ al servir de método para analizar los
cia de textos anteriores; que ya no mira­ distintos componentes que concurren
mos los objetos o los cuadros familiares en la génesis y difusión de cada pieza
del mismo modo; que la música no suena –desde su conceptualización, estructura
igual”,1 una vez aprendido el lenguaje sociocultural de los hacedores y recep­
del punto, ningún nudo vuelve a ser el tores hasta su diseño, comercialización
mismo. Como tampoco lo vuelve a ser y difusión– nos ofrece otras veredas
una lazada o un “hoyo”. Al tejer, estos para entendernos como hacedores e ima­
“hoyos” nos llevan al infinito, porque, ginadores. Para ello, es primordial com­
como escriben Félix Guattari y Gilles De­ prender que tejer no es un pasatiempo,
leuze en el libro A Thousand Plateaus, es –sobre todo– un proceso de pensa­
esos orificios no son ausencias, a través miento, una herramienta para desarro­
de ellos transita el tiempo. Al hacer la­ llar habilidades no sólo “manuales”,
como dicen con condescendencia por ahí,
George Steiner, Errata. Examen de una vida, 2009, p. 40
1 sino intelectuales.

23
Aquellos textos islámicos, guardados nero femenino lograría superar, precisa­
en los museos, nos muestran cosmogo­ mente tejiendo, la limitación que supo­
nías de las mil y una noches contadas, nía poseer un cuerpo silencioso que, sin
entonces, por hombres cultos, poseedo­ embargo, no podía por menos que ser
res del sofisticado lenguaje tejido, el cual simultáneamente expresivo desde el mo­
se democratizaría con el uso de objetos mento en que éste era considerado, a su
portátiles, tal como sucedió con el libro vez, un tejido”.2
y la imprenta, acercando el conocimien­ Esta feminización del tejido ha some­
to a otras clases sin jerarquías ni géne­ tido su práctica y conceptualización por
ro, como ya lo hacían milenios atrás los los siglos de los siglos a una especie de
egipcios y después los griegos y roma­ clandestinidad. Un acto secreto que en
nos, para luego conquistar Europa y el siglo XX, con la liberación femeni­­
darle voz a otros. A dos agujas o a gan­ na, fue confundido con una forma de
cho seguimos descubriendo universos. sometimiento y de autocensura. Más
En la cultura griega, tejer era tan fe­ allá de prejuicios, de tapujos y de cues­
menino como la guerra masculina. En tionamientos descalificatorios de una
silencio, la mujer esperaba y narraba. acti­vidad que más que callar, clama –y
Su vida era en sí un tejido, desde su na­ reclama– clandestinamente, las mujeres
cimiento hasta la muerte. Las Moiras hemos continuado esta forma de escri­
hilaban el destino de la recién nacida. tura engañando al enemigo y haciéndo­
Tejer era parte de la iniciación en el nos a cada punto y lazada, contraria­
mundo adulto, una tarea aprendida como mente a lo pensado, más inteligentes.
doncellas y explotada durante el ma­ Tejer es rebeldía.
trimonio. Un ajuar completo contenía En “silencio” hemos ejercitado la
huso y telar. mente con ejercicios eruditos de abstrac­
No sólo Aristófanes en su Lisístrata ción y técnica que son casi una vertiente
se refiere a esta actividad, también Filo­ filosófica. Porque inventar el punto al re­
mena expresa su tragedia al tejer, como vés es una forma de hacer física y mate­
Helena de Troya se convierte en cronista mática en tiempo real; porque tejer en
en su telar; la crónica sería después in­ dos agujas implica una peripecia intelec­
tegrada a la Ilíada. Ifigenia también na­ tual efecto de una aguda capacidad de
rra al tejer y Clitemnestra asesina a su observación científica. Estos avances es­
marido con una trampa textil. Tejer, en tán representados en pinturas como el
el mundo griego, es el idioma de las mu­ retrato de Ivan Argunov, de 1768, en el
jeres; dice Diana Segarra Crespo en su que se ve a una mujer tejer en redondo,
ensayo El tejido y la palabra en la cultu­
ra clásica: “con esa atribución de la ta­
En la antología Tejer y vestir: de la antigüedad al
2
rea textil a la mujer, la cultura clásica le
Islam, editado por Manuela Marín, Estudios Árabes e
proporcionaba al mismo tiempo la voz Islámicos. Monografías. Consejo Superior de
que culturalmente le negaba y así el gé­ Investigaciones Científicas, p. 207.

24
relato social”: “La adaptabilidad que tie­
ne el tejido en un cuerpo o en una estruc­
tura es el equivalente del hombre dentro
de la sociedad y su versatilidad para es­
tar inmerso en las manifestaciones socia­
les, culturales y en los continuos hechos
políticos”. De esta forma, en América el
acto de tejer evidenciará “el proceso de
desestructuración y aculturación, pero
también será testigo de una actitud de
resistencia indirecta y clandestina”.3 Te­
jer nos enseña a negociar. Es un proceso
de adaptabilidad. Durante milenios su ha­
cer –como oficio, objeto, tradición, histo­
ria y escritura– se ha adaptado al tiempo,
materiales, formas y sociedades.
De este lado del Atlántico, relegado a
una simple actividad femenina o artesa­
The Triumph of Death o The Three Fates, 1510-1520
nal, el tejido fue drásticamente desvincu­
lado de sus orígenes narrativos y limita­
al igual que en Lección del tejido, de Jean do a ser una sumisa tarea doméstica, un
François, de 1854. No es sino hasta los hobby de “viejitas”, que si acaso lograba
albores del siglo XX que se populariza el salir de casa era como una terapia ocu­
tejido en dos agujas, o sea con frente y pacional en las cárceles o como rehabili­
reverso. Sin duda, esta portabilidad con­ tación, y silenciosamente en una forma
tribuyó a la socialización y difusión del de ganarse la vida para algunas mujeres.
quehacer. El pasado masculino se quedó Por otra parte, con las guerras el acto de
en Oriente, mientras que el presente fe­ tejer se convirtió en un acto de solidari­
menino se extendió hacia el futuro. dad. Hombres y mujeres de todas las
El vínculo etimológico entre tejer y edades se armaron de agujas y ganchos
texto se “olvidó”, marginando su prácti­ para dar apoyo económico –y moral– a
ca. La visión eurocéntrica y homocéntri­ sus ejércitos. ¿Qué más acogedor que te­
ca del Viejo Mundo trasladó en barco sus jer para los soldados?
prejuicios hacia el Nuevo Mundo, aplas­ Durante la primera parte del siglo XX
tando a otras culturas antiquísimas que había pocas opciones y ofertas para la
también narraban sus genealogías en mujer, por lo que el tejido se convirtió en
textiles. Pronto, en América el acto noble posibilidad –como en el antiguo Egipto–
del tejido se serializó y se relegó a las
minorías. Sin embargo, como apunta An­ Annabella Ponce, tesis “El tejido como relato social”,
3

nabella Ponce en su tesis “El tejido como Universidad de Palermo.

25
de establecer una empresa. No son pocos mujeres griegas resguardaban su sexua­
los ejemplos, sobre todo después de los lidad. Las tejedoras posmodernas hemos
años cincuenta, de viudas y esposas que roto las barreras entre el gineceo y el
convertirían ese “entretenimiento” en di­ mundo exterior que las protagonistas
nero, lo que las transformó en entrepre­ griegas debían sortear o aceptar. Aque­
neurs. Pero aun así, la visión sobre la lla concepción del tejido como una metá­
acción misma de tejer no logró desvincu­ fora de la feminidad encerrada en sí
larse del prejuicio machista. Estas muje­ misma, se ha liberado; y más en la línea
res mantenían familias “tejiendo” por­ del historiador Jenofonte; hoy, más que
que “no sabían hacer otra cosa”; a la abandonar el oikos, nos apropiamos de
sociedad conservadora le resultaba –y le las calles para convertirlas también en
resulta aún hoy día– impensable asumir nuestra casa como la concretización de
que tejer es un oficio, un trabajo y un la búsqueda de una igualdad adentro y
gusto. Era más fácil creer que lo hacían afuera, resaltando “el arte del tejer”,
por “limitadas”, porque no estudiaron como lo señala Ioanna Papadopoulou-
(ignorantes), que por aventuradas y lis­ Belmehdi en el texto Tejidos griegos o lo
tas. Nadie concebía a las tejedoras al ni­ femenino en antítesis: “terreno metafó­
vel de un sastre o de un ebanista. Tejer rico privilegiado en el que se construye
y cocinar, cuando son verbos conjugados la presencia y la esencia de un femenino
en masculino, tienen valor, si son practi­ imaginario”. Tejer como símbolo de la
cados por mujeres lo pierden. sabiduría y la acción femenina. Tejemos
¿Qué mejor forma de retar a un mun­ como Atenea, retamos como Aracne, na­
do que insiste en solamente ver a través rramos como Helena, destejemos como
de la perspectiva masculina? Tejo, luego Penélope, nos organizamos como Lisís­
existo. trata, tramamos como Deyanira y desea­
Desde la inequidad, las mujeres se­ mos como Afrodita.
guimos tejiendo y perpetuando el senti­ Hoy recuperamos el tejido como es­
do narrativo, recuperando su sentido se­ critura y queremos que otros aprendan
mántico conscientemente a través del este lenguaje que la Grecia clásica consi­
yarn bombing. Sin avergonzarnos de te­ deró paralelo a la feminidad, y que sí
jer, sin pretensiones conceptuales –aun­ fue explorado por los hombres árabes,
que las tengan– el también llamado yarn los artesanos medievales, los marineros
storming es la manera “femenina” de escoceses y los tejedores peruanos, por
hacer grafiti, de dejar un comentario y, mencionar algunos. Narrar no es de
simultáneamente, abrazar el exterior, ellos o ellas, es de todos, a pesar del pre­
saliendo del oikos,4 ese lugar donde las juicio machista de hombres y mujeres,
como Harold Bloom, quien despectiva­
Oikos, “casa” en griego. Aristóteles lo define como
4
mente recomienda a las escritoras que
una “comunidad constituida naturalmente para la
satisfacción de las necesidades cotidianas”. El oikos mejor se pongan a tejer, sin darse cuen­
era la piedra angular de la sociedad griega antigua. ta de que eso es lo que él, como el resto

26
Tapete turco con diseño de animales. Siglos XI-XIII
Actualmente se exhibe en el Museo de Arte Islámico de Qatar.

27
Australia, puso a girar las redes sociales
por su yarn activism, al participar en
una convocatoria de la Penguin Founda­
tion de Phillip Island, la cual había soli­
citado suéteres para cubrir a los pingüi­
nos afectados por un derrame de petróleo
(método ya probado en 2001). Alfie deci­
dió participar, recuperando de paso un
oficio que aprendió a practicar desde
1932, y ayudando a la salvación del 96
por ciento de la aves marinas afectadas.
Pero como ya lo indica el dicho “saber
tejer no significa hacer jerseys”, el uni­
verso del tejido es mucho más complejo,
como lo demuestra la matemática Daina
Taimioa, catedrática de la Universidad
Cornell, quien en 1997 tejió, en crochet,
modelos de planos hiperbólicos que has­
El altar de Buxtehude.
ta ese momento, y desde su descubri­
Maestro Bertram von Minden, c. 1400-1410
miento en la década de los veinte del si­
de los escritores, hace con las palabras. glo XIX por los matemáticos János
Augusto Monterroso, en su minicuento Bolyai y Nikolái Lobachevski, habían
“La tela de Penélope o quién engaña a lanzado infinidad de preguntas e imagi­
quién”, habla del “defecto” de Penélope: nerías. ¿Cómo trazar en 3D la compleji­
tejer. Pero estos hombres, como muchos dad de la geometría hiperbólica? ¿Cómo
otros (y otras), ignoran que el inventor “dibujar”, sin construir en piezas, una
de la “lanzadera volante” (aparato para entidad volumétrica que concretara es­
tejer más rápido y en mayores dimen­ tos planos hiperbólicos que buscaban ya
siones) fue un hombre: John Kay; al su independencia del papel? La respues­
igual que James Hargreaves, quien revo­ ta la encontró Daina –apoyada por su es­
lucionó la industria del tejido con su poso, el también matemático David Hen­
Spinning Jenny. derson–: tejiéndola. El crochet ha sido la
Para los tejedores no existen barre­ herramienta para experimentar las geo­
ras geográficas ni de género ni sociales. metrías euclidiana y no euclidiana, com­
Nos asumimos demócratas, liberales y probando que el espacio se expande con
progresistas amantes de lo hecho a medios puntos y macizos.
mano, y conscientes de su valor moneta­ Al ver estos teoremas tejidos, que
rio, artístico e identitario. Alfred Date, a plantean axiomas y ecuaciones, las pre­
sus 109 años, es ejemplo de ello. En guntas se expanden al igual que la imagi­
2013, Alfred, el hombre más viejo de nación: quizá alguien esté hoy tejiendo

28
Detalle de tapete sirio. Siglo XVI tardío, colección del Museo de Arte Islámico de Qatar

29
para ser recordadas y leídas por otras
generaciones. ¿Trazaban estas cuadrícu­
las después de resolver problemas mate­
máticos? ¿Están estos patrones ordena­
dos como una serie? La pregunta es
ontológica. Más que cuestionarnos cuál
fue el primer nudo, la incógnita es ¿cómo
el pensamiento matemático resolvió la
narrativa de una vivencia escrita con hi­
los? Tejer no se limita a ser matemáti­
cas aplicadas, también se concibe como
una gramática que relata entre líneas y
puntos el comportamiento humano. Los
tejedores somos antropólogos físicos que
en los hilos, fibras, teñidos, procesos, he­
rramientas y puntadas podemos leer
economías, biologías, sociologías, ideolo­
gías. Cada pieza es un apunte historio­
gráfico y etnográfico. El tejido es y ha
sido tecnología.
Sin título. Huib van Hove. Obra holandesa del siglo XIX
Cualquier prenda –suéter, chambrita,
fulerenos con cinco agujas (como se tejen chal, bufanda o chaleco– es un comenta­
los calcetines). Tal vez Buckminster Fu­ rio cultural, una referencia a la estructu­
ller (ese maravilloso inventor estadouni­ ra sociopolítica y económica de una época
dense creador de los espacios geodési­ determinada. La evolución del tejido es
cos) fue un tejedor. ¿Por qué no? una lectura tanto del “progreso capitalis­
Lo cierto es que los fractales tienen ta industrial” como de la equidad y de las
una correspondencia en el tejido –o vice­ identidades culturales. ¿Quién teje, en
versa–, y éstos, a su vez, son un puente qué condiciones, para quién, con qué ma­
entre pixeles y nudos informáticos de teriales, qué modelos, cuáles técnicas,
las nuevas tecnologías. El rizoma del de­ dónde, a qué costo…? Si intentáramos
recho y el revés se replica en la progra­ responder estas cuestiones, podríamos
mación de la red. Al fin y al cabo las conocer algo más –otra perspectiva– de
redes –literal y metafóricamente– siem­ marginación, aristocracias, solidarida­
pre se tejen. des, cosmogonías, colonialismos, empode­
Existen tesis sobre el vínculo entre la ramientos… Annabella Ponce lo enfatiza
geometría fractal y ciertos patrones tex­ en su tesis “El te­jido como relato social”:
tiles antiguos que en su diseño, además “Pese al a­porte que puede generar el teji­
de plantear una estética, subrayan te­ do para reconstruir datos históricos en el
mas. Estos escritos son crónicas tejidas mundo occidental, ha sido discriminado,

30
otorgándole una clasificación de arte me­
nor; en contradicción con los países de
Oriente Medio, donde consideran sus ta­
pices y alfombras como las expresiones
más logradas de su cultura”.
El tejido es una práctica humana que
además de satisfacer necesidades bási­
cas (vestido y vivienda), ha sido un or­
namento; y añade Ponce: “así como la
pintura, la escultura, ha sido también
una manifestación cultural a través de la
cual se han ido relatando los diferentes
acontecimientos sociales; si bien este re­
lato no ha sido de fácil interpretación, a
través del resultado del entrecruzado de
tramas y urdimbres, un acto sencillo que
se convierte en una cadena de pasos y
decisiones técnicas cargadas de intencio­
nes culturales y sociales específicas, ha
ido aportando en los diferentes periodos
para el desarrollo social”.
Al entrelazar fibras, al hacer un dere­ nos plantea un paradigma distinto es
cho o un revés, o medio punto y una ca­ proporcional al nuevo auge del tejido (o
dena, se integran distintas acciones so­ viceversa).
ciales, transformándose en notas al pie En 2006 el periódico The New York
de vida, que nos hablan de discrimina­ Times giró su vista a un fenómeno que
ción y desigualdad, pero también de de­ empezaba a suscitarse en la Gran Man­
seos, estéticas, dilemas químicos, sonori­ zana: en lugares como Bowery Poetry
dades y, en este siglo XXI, nos invitan a Club & Café se comenzaron a congregar
experimentar la web. Sadie Plant así lo grupos de tejedores de todas las edades.
confirma: “Tejer, desde su origen, fue Hombres y mujeres de estilos eclécticos
multimedia: con sus canciones, chismes, (punks, yuppies, profesionistas, estu­
relatos, danzas, juegos, las tejedoras diantes) descubrían en el tejido no sólo
eran literalmente networkers [en el sen­ la posibilidad de crear un modelo origi­
tido más contemporáneo de la pala­ nal y único, sino de hacer de su forma de
bra]”.5 ¿Qué no una prenda tejida es una vestir una expresión verdaderamente
matriz? Quizá el boom del internet que personal, continuando con una labor
practicada desde la prehistoria, pero re­
Sadie Plant, Zero + Ones. Digital Women + The New
5 configurándola al siglo XXI y sus redes
Technoculture, 1998, p. 65. sociales. El mundo volvió a tejer. En los

31
Dueto de comediantes, el señor y la señora Sidney Drew, 1917.
Biblioteca del Congreso en Washington, D.C.

estantes de las librerías pronto aparecie­ bían las primeras tejedoras, y no única­
ron libros como Stitch ‘N Bitch: The mente en los tapetes-libro, sino en las
Knitter’s Handbook de Debbie Stoller; prendas que vestimos informando. Las
tiendas y cafés, páginas web, blogs y re­ formas y los patrones de cualquier teji­
vistas en todos los idiomas que les habla­ do, por simples que parezcan, encierran
ban a las nuevas generaciones de tú a tú, música, matemáticas, informática, trans­
recuperando –o mejor dicho: exaltando– formando esa matriz, similar a la que
el tejido y entendiendo que su hacer re­ está en la red, en un nuevo oikos.
quiere, como lo subraya Plant, mucho Transitamos con agujas y ganchos en
más que dos manos: “Los hilos entrela­ mano por arterias comunicantes (sin di­
zados del telar representan el proceso ferencias, géneros, religiones ni nada)
más abstracto de fabricación. Los texti­ compartiendo –además de patrones, ins­
les son, literalmente, el forro y el soft­ trucciones, modelos, consejos– experien­
ware de toda la tecnología”. Así, tejemos cias culturales, pensamientos, teorías…
rizomas en el ciberespacio. Haciendo comunidad y reconectándonos
En el siglo XXI, el arte de tejer, más en un rizoma al pasado de la humani­
que reconfigurarse, se ha descubierto en dad. Tejer sigue siendo un punto de refe­
su tiempo: en uno donde la información rencia y de conexión. Cada punto es un
está en todas partes, tal como ya lo sa­ análisis comparativo que cruza lecturas,

32
Intervención en un vagón del metro de la Ciudad de México, Lana Desastre, 2015

tiempos, géneros, disciplinas, sin impor­


tar nacionalidades.
El porcentaje de tejedores crece, mu­
chos siguen en el clóset. Pero todos, sin
hacerse demasiadas preguntas, nos aban­
donamos al tejido. Así continuamos escri­
biendo y narrando historias. Somos la
actualización de la Book-people de Ray
Bradbury en Farenheit 451, que por mo­
tivos distintos nos encontramos como
Guy Montag y Clarisse en el bosque con
Granger. Así, los tejedores del siglo XXI
vagamos por el mundo resguardando los
mensajes del tejido y contándolos a otros,
que a su vez tejerán estos relatos una y
otra vez, transmitiéndolos a las genera­
ciones futuras para seguir tejiendo nues­
tra biblioteca global.

33
Tejer es un estilo de vida, un detonador social. El textil en general
es una herramienta para transmitir el conocimiento y la historia
de manera manual, sin palabras, algo que ha permanecido
durante siglos en la vida del hombre. El tejido es un crítica
constante, un análisis antropológico.
Yo Landi
Arquitecta

34
Lo que ha representado en mi trabajo ha sido muy satisfactorio,
ya que a través de estas actividades de intervención urbana se ha
logrado que las personas se apropien de los espacios públicos, se
fomente la creatividad y el gusto por la elaboración de objetos en
un sentido creativo y artístico, se ha logrado la convivencia entre
las personas que nuevamente se reúnen en las plazas públicas;
esta convivencia en muchas ocasiones se ha visto mermada por la
violencia y la falta de proyectos pensados para el bien de una
comunidad específica.
Margarita Vega
Artista y promotora cultural

35
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, Knitting Without Tears, Nueva York, Fireside, 1995.

158
Créditos fotográficos
La mayoría de las imágenes de este libro fueron generosamente prestadas por los ar­
tistas y fotógrafos; el resto las sacamos de archivos públicos como Wikicommons y la
Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. El copyright de las fotos es de los autores.

Annuska Angulo: 156, 157


Biblioteca del Congreso: 32, 68, 69, 70, 80-81, 140, 143, 147
Biblioteca Pública de Nueva York. Colecciones digitales: 34-35
Michal Gnilka: 129
Liisa Hietanen: 100, 101
Lanadesastre: 87, 94, 95
Marta López de Argumedo: 65
Miriam Mabel Martínez: 9, 11, 109
Aurélie Mathigot: 115
Marie-Lan Nguyen: 56
Mia van der Burg, 107
Modopactua: 86
Mustang Jane: 88, 117, 118, 119, 120, 121, 122, 123, 124, 125
Manuel Sol Mateo Rivas Álvarez: 130, 131, 132, 134, 135, 136
Kari Steihaug: 110, 111
Tejército: 92
Brian Urrutia: 31, 33
Margarita Vega: 90, 91
Victoria & Albert Museum: 53, 54, 58, 64
Wikicommons: 21, 25, 27, 28, 29,30, 33,55, 56, 57, 60, 61, 62, 63, 66, 67, 69, 141, 146
Adam Wiseman: 12, 15, 17, 18, 36, 37, 42, 43, 45, 47, 71, 72-73, 98, 99, 127, 133, 142, 147, 151, 153
Gil Yefman: 97
Magdalena Yáñez: 150
Nora Gómez: 154
Gilma Suárez: 155

Agradecimientos
Gracias a las mamás y abuelas que se empecinan en tejer y enseñar a sus hijos y
nietos.

A Arnetta Kenney (maestra de tejido de Annuska)


A Argelia Bravo (prima que enseñó a tejer a Miriam)

Adam Wiseman, Mónica Nepote, Brian Urrutia, Sally Salazar, Cuca Castro, Claudia
Díaz, Lana Desastre, Ángeles Almeira, Margarita Vega, Gil Yefman, Olek, Aurélie
Mathigot, Kari Steihaug, Liisa Hietanen, Mia van der Burg, Margarita Vega, Bente
Lindum, Tejército, Gabriela y Angélica Sánchez, Mónica Serrano, Patricia Mendoza,
Genoveva Álvarez, Jane Terrazas, Lynn Zwerling, Sheila Rovestand, Maurycy Gomu­
licky, Adriana Olivera, Manuel Sol Mateo Rivas Álvarez, Alejandro Murillo y Victoria
& Albert Museum.

159
El mensaje está en el tejido se terminó de imprimir en febrero de 2016 en los talleres de Offset
Rebosán, S.A. de C.V., Acueducto 115, Col. San Lorenzo Huipulco, Tlalpan, Ciudad de México. Para su
composición se usaron tipos ITC American Typewriter LT y Berthold Akzidenz Grotesk. El tiro fue de 500
ejemplares, impresos en offset en papel bond blanco de 90 g. El diseño y la formación estuvieron a cargo
de Rocío Mireles y Fernando Villafán. La corrección de textos fue hecha por Eduardo Méndez Olmedo.

Distribución: Tabaquería Libros. 55 5579 0411. tabaquerialibros@gmail.com


Este libro explora el acto de tejer como un fenómeno de comunicación,
de expresión, de identidad, pero también como una forma de
relacionarse, de dar abrigo, de entretenerse, de hacer comunidad,
de poner en acción las neuronas. Las autoras, escritoras y tejedoras,
examinan las posibilidades del nudo hasta que se convierte ya sea
en una pieza de arte, en un tag grafitero, en una prenda, un regalo,
una escritura, un oficio, una figura del yoga,
un acto de sobrevivencia o una necesidad de arroparse. Tejer como
una acción individual, solitaria, que se convierte en una forma de
entender el mundo. Así, hay hombres y mujeres que tejen o narran
historias sin saberlo, y otros que conscientemente quieren contar
esos relatos haciendo grafiti, tejiendo en colectivo y produciendo
arte. Este libro muestra la complejidad del tejido, su tradición
y sus aportaciones a la cultura, y reivindica el hecho de que tejer no
es un acto femenino anticuado, sino más bien un medio,
un soporte y un mensaje.

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