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Introducción: mis hermanos, la paz del señor. Hoy es un día diferenciado pues,
estaremos tratando temas de suma importancia para todos nosotros.
Comenzaremos hablando del libro de Cantares de salomón. Así dice los
versículos que siguen:
Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo;
Porque fuerte es como la muerte el amor;
Duros como el Seol los celos;
Sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama.
Las muchas aguas no podrán apagar el amor,
Ni lo ahogarán los ríos.
Si diese el hombre todos los bienes de su casa por este amor,
De cierto lo menospreciarían. Cant. 8:6-7
En primer lugar- nuestro conyugue debe ser nuestra fuente de placer (5.15).
Los sustantivos “cisterna” y “pozo” son usados aquí símbolos de la esposa.
Ambos son fuentes de agua potable, además de profunda satisfacción y alivio.
El placer aquí mencionado nos es apenas espiritual, mas sensual, sin ningún
intento de hacer comparaciones con la forma o anatomía femenina. La imagen
es de placer y conexión. Es nuestro propio pozo y nuestra propia cisterna que
propician alivio. De esta forma, la metáfora nos ordena que seamos fieles a
nuestros conyugues. Cada relacionamiento clandestino o atracción anormal
viola la ley mas clara de Dios. El designio permanente e original de Dios es
que cada uno de nosotros tengamos una fuente. Como dice cantares 4.12:
“Huerto cerrado eres, hermana mía, esposa mía; Fuente cerrada, fuente sellada”. De
la misma manera, en el capítulo 4.15: “Fuente de huertos, Pozo de aguas vivas…”
En tercer lugar- nuestro deleite debe estar en nuestro conyugue (vv. 18-20).
La fuente es bendecida cuando es aprovechada como Dios pretendía- esto es,
dentro de los lazos del matrimonio. En la Septuaginta en griego, el versículo
18 dice: “que su fuente sea solamente para ti”. La palabra de Dios recomienda
que cada uno entienda la pasión y el placer entusiasta del propio conyugue
como dadiva e designio de Él para las parejas. Hay una atracción divinamente
ordenada por el sexo opuesto, pero se mal utilizada, llevara a la destrucción
(Pv 7). Mas en el estilo monogamico es mejor que el vino (Ct 1.2). Es una llama
del Señor (Ct 8.6). Por tanto, debemos “nos alegrar con la mujer de nuestra
juventud” (Pv 5.18), pues nuestro texto le asocia a “una cierva amada y graciosa
gacela”. Estos animales son usados aquí como comparación, pues nos dan la
idea de gracia, forma y agilidad de movimiento, exactamente como en cantares
4.5 y 7.3. Existe una satisfacción que se deriva del aspecto sensual y físico del
acto sexual conyugal. Más que eso, el es considerado como una intoxicación
en Proverbios 5.19, 20. El verbo traducido como “atraído” también significaba,
de manera más literal, “embriagado”. Cuan satisfactorios y placenteros son los
placeres del sexo físico para aquellos que usan sus dadivas sexuales como
fueron designadas divinamente en el matrimonio.
Finalmente, nuestro relacionamiento esta ante los ojos de Dios (vv 21-23). A
los argumentos anteriores a favor de la fidelidad conyugal, son acrecentadas
dos nuevas razones para ser fiel al propio conyugue. Primero, Dios observa
todo lo que sucede en el planeta tierra. Jamás hubo un encuentro amoroso
secreto que huyera a la observación de Dios (v.21). Todos los caminos son
examinados, ponderados y verificados, para que podamos ser juzgados con
justicia (v.21b). Asi, vemos el primer motivo para la pregunta retorica del
versículo 20: ¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la mujer ajena…? Lo que Dios
nos dio a la sexualidad humana tiene el derecho de esperar el uso adecuado y justo de
esa dadiva. En pocas palabras: ¡no hay un motel o beco donde Dios no pueda
ver y saber lo que está aconteciendo! El segundo motivo para ser fiel al
propio conyugue es encontrado en los versículos 22,23. El conyugue que
decide vivir de modo promiscuo acabara percibiendo que está preso en las
cuerdas de sus propios pecados. No solamente esa falta de disciplina resultara
en esclavitud de su propio ser corrupto, como también destruirá su
matrimonio y provocara su propia muerte. Esa es la dimensión de la locura
(v.23). El placer que él buscaba ira evaporar, y burlarse de él, y así la ironía
será el final de todo. Cualquier conclusión que no vea el terrible impacto que
ese texto tiene muestra que nuestra cultura contemporánea esta ciega. Está
claro que los casamientos muertos son casamientos no bíblicos; ellos no honran a Dios.
Las parejas deben luchar ferozmente por una renovación y un crecimiento diario en su
casamiento. Dios decreto que debe haber alegría, satisfacción, exclusividad, atención,
misterio, belleza, poder y consciencia en la presencia de Dios. Su mirada se extiende
hasta misma en los lechos donde el acto conyugal acontece. El sexo en el casamiento no
es sórdido, mundano y ni pecaminoso por causa de Él. Esa es una de las más bellas
dadivas dadas a los mortales que siguen al Señor. En verdad, es un “cantico de los
canticos”, o mejor de todos los canticos! Que por su gracia, podamos resistir al flujo de
la cultura de nuestros días y renovar nuestros votos del sagrado matrimonio para la
gloria de Dios.