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Tema: MANTENIENDO LA LÁMPARA PRENDIDA (sermon para el dia 14 de julio- vigilia del Señor)

No hay como hablar de la vida en el Espíritu sin hacer mención de la ordenanza que hemos
recibido de parte de Dios, mediante Pablo, su siervo, cuando escribe a los tesalonicenses:

“No apaguéis el fuego del Espíritu.” (contextualizar ¿Cómo?)

1 Tesalonicenses 5.19

Intro: tenemos la responsabilidad de no apagar, extinguir el fuego del Espíritu. Sabemos que la
biblia está hablando del fuego porque en aquellos días no había esa comodidad de lámpara
eléctrica. Y al mencionar el Espíritu Santo como debiendo permanecer encendido y apagarse
nunca, las escrituras están haciendo mención de la figura del candelabro que, en el
tabernáculo construido por Moisés, jamás debería apagarse. Podemos un impresionante
paralelo entre el pedido hecho a Moisés y la “manutención de la vida en el Espíritu.
Comenzamos con el orden dado a Moisés para construir la lámpara:

“Haz también un candelabro de oro puro, labrado a martillo. Su base, tronco,


copas, cálices y pétalos formarán una sola pieza, y de los costados le saldrán seis
brazos, tres de un lado y tres del otro.
Los cálices y los brazos formarán una sola pieza con el candelabro, el cual ha de
ser de oro puro labrado a martillo. Hazle también siete lámparas, y colócalas de
tal modo que alumbren hacia el frente; y que sus tenazas y platillos sean también
de oro puro. Usa treinta y tres kilos de oro puro para hacer el candelabro y todos
sus utensilios, y presta atención para hacerlos iguales a los modelos que se te
mostraron en el monte”.
Éxodo 25.31-32,36-40

Era plano divino que las siete lámparas permaneciesen prendidas continuamente; esta
instrución también fue dada a Moisés:

“Ordena a los israelitas que te traigan aceite puro de oliva para mantener las
lámparas siempre encendidas.
Aarón y sus hijos se encargarán de preparar las lámparas, para que ardan
delante del Señor toda la noche en la tienda del encuentro con Dios, fuera del velo
que está junto al arca del pacto. Esta es una ley permanente para los israelitas y
sus descendientes”.
Éxodo 27.20,21

Dios estableció la conservación del candelabro encendido como un estatuto perpetuo. O sea,
ese mandamiento no sería jamás olvidado. Pero la historia nos muestra que esa práctica fue
interrumpida después que Tito, el general romano destruyo Jerusalén y el templo en el año 70
d.C., impidiendo que los judíos continuasen a obedecer a ese mandamiento a partir de
entonces. Y después, en el nuevo testamento, no más si hablo respeto a ese mandamiento.
¿Entonces, tendría el dejado de ser un mandamiento perpetuo? No. Esa orden continua a
cumplirse en los días de hoy, en cumplimiento del AT era apenas una figura. Para entender
mejor, las figuras del AT son como la maquete de un ingeniero: no se trata del edificio en sí,
pero muestra como él será. Ej: la circuncisión y el bautismo. De igual modo, la ofrenda del
incienso, que había sido establecida como estatuto perpetuo (Ex. 30.8), no fue anulada, pero
se cumple hoy en las oraciones de los santos (Ap 5.8; 8.3).
Hay por lo tanto un principio de mantenimiento de las lámparas, que es mantenido en el NT,
como cumplimiento de aquello que el candelabro prefiguraba. Mas, para entendernos el
mantenimiento de las lámparas que el sacerdote era obligado a ejecutar – y que nosotros, hoy,
en la condición de sacerdocio santo (1 Pd 2.9), también somos - , y es importante comprender
la figura del candelabro. El candelabro era de oro puro, batido. Todo lo que contiene figura
humana en el tabernáculo tras la presencia de la madera de acacia, que es la figura bíblica de
la humanidad. Pero el candelabro era de oro puro, que tipifica lo divino, la gloria de Dios; si no
hay madera, no puede haber humanidad, fuego, calor. Si es de oro puro, luego, es totalmente
divino. Y eso nos hace mirar para la Triunidad; por lo tanto, ¿a quién tipifica?

ZACARIAS VIÓ

El Señor dio una visión muy significativa al profeta Zacarías, envolviendo la figura del
candelabro:

Volvió entonces el ángel que hablaba conmigo, y me despertó como se despierta a


uno que está dormido. Me preguntó: “¿Qué ves?” Yo le contesté: “Veo un
candelabro de oro, con un depósito de aceite encima. En lo alto tiene siete
lámparas, a las que llega el aceite por siete tubos.
Junto al candelabro hay dos olivos, uno a su derecha y otro a su izquierda.”

Zacarías 4.1-3

Cuando Dios daba visiones a los profetas, estaba hablando por misterios y enigmas; usaba
figuras para, por medio de su significado, traer el mensaje. Y después de haber mostrado el
candelabro, el Señor mostró lo que figuraba:

Él continuó: “Este es el mensaje del Señor para Zorobabel: ‘No depende del
ejército ni de la fuerza, sino de mi Espíritu, dice el Señor todopoderoso.

Zacarías 4.6

Queda patente que es una figura del Espíritu Santo. Por eso, el orden de mantener siempre
prendida la lámpara en el tabernáculo es aplicada en el NT como refiriéndose al Espíritu de
Dios, ¡a quien jamás debemos extinguir, apagar! Cada uno de nosotros hoy es santuario de
Dios (1 Co 6.19, 20) y también el sacerdote responsable por el mantenimiento del candelabro
en ese santuario.
Tenemos el Espíritu Santo en nosotros y debemos mantenerlo encendido, o sea, SIEMPRE
OPERANTE.

COMPRENDIENDO EL ACEITE
Nuestra responsabilidad es de, día a día, mantener encendidas las siete lámparas, por medio
del mantenimiento del aceite que precisa ser añadido continuamente, a fin de que la lámpara
no se apague.
Tanto el candelabro como el fuego en el encendido hablan claramente de la persona del
Espíritu Santo, pero ¿Qué es el aceite?

Precisamos comprender eso, una vez que la responsabilidad de reponer diariamente el aceite
es toda nuestra. Dios dijo a Moisés: “ordenaras a los hijos de Israel que me traigan aceite”. En
toda la biblia tenemos ilustraciones del Espíritu Santo y su actuar representado en el aceite,
pero aquí no se trata de su persona, una vez que el fuego y el propio candelabro lo tipifican y
que el aceite es algo que LOS HOMBRES deberían presentar delante de Él.
Pero, a pesar de algo de nuestra responsabilidad y del control humanos para le ofrecer, tiene,
de cierta forma, que estar ligado a Él y ser algo espiritual, pues ira intensificar su actuar o no en
nosotros. Ira encenderlo en nuestras vidas si le utilizamos, y apagarlo si no usamos.
Y la única cosa que está totalmente ligada a Él puede aumentar el fuego del Espíritu en
nosotros, y que es nuestra responsabilidad usar o no, ES EL HABLAR EN LENGUAS.

Sí, mi hermano/a, se trata del un lenguaje sobrenatural de oración del Espíritu Santo. ¡Las
lenguas extrañas son el aceite que enciende la lámpara, y que está bajo nuestra
responsabilidad ofrecer!
Esa figura tras aun mas luz sobre la oración en el Espíritu, pues en el AT el mantenimiento del
aceite era un servicio diario de los sacerdotes; Aarón y su hijos deberían cuidar del atardecer
hasta el amanecer delante del Señor.

Es claro que en el NT nos muestra que debemos orar todos los días en lenguas extrañas
cuando habla sobre “orar en todo tiempo en el Espíritu” (Ef 6.18), pero para muchos eso
acaba quedando vago. Más, cuando usted suma lo que Pablo enseñó a lo que tipifica el
mantenimiento de la lámpara, se percibe claramente que el propósito de Dios es que oremos
en lenguas todos los días…

Es como una siembra. No interesa quien planta una semilla, si es un ingeniero agrónomo que
conoce todo sobre germinación o si es alguien ignorante respeto al plantío; la simiente brotara
por el hecho del plantío, y no por cuanto de conocimiento de quien la planto. Fue Jesús quien
nos enseñó este principio, como un paralelo del reino natural:

Jesús dijo también: “Con el reino de Dios sucede como con el hombre que siembra
en la tierra: que lo mismo si duerme que si está despierto, lo mismo de noche que
de día, la semilla nace y crece sin que él sepa cómo.
Y es que la tierra produce por sí misma: primero brota una hierba, luego se forma
la espiga y, por último, el grano que llena la espiga.
Mc 4.26-28

Es, por lo tanto, la práctica del hablar en lenguas, y no su conocimiento, que nos edificara. Es
importante conocer de forma más amplia el valor y la extensión de las de edificación de las
lenguas extrañas, pues así nos estimula a usarlas; pues no interesa lo cuanto sabemos sobre el
hablar en lenguas, y si lo cuanto la usamos.

¡El fuego no puede apagarse!

Y se les aparecieron lenguas como de fuego, repartidas sobre cada uno de ellos.
Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas
según el Espíritu les daba que hablasen. Hc 2.3,4

Finalmente: “El que habla en una lengua extraña se edifica a sí mismo…” 1 Co 14.4., el
hablar en lenguas es un instrumento de edificación. Edificación es CONSTRUIR,
HACER CERCER, LEVANTAR ALGO. Del punto de vista espiritual, edificación
significa crecimiento; habla de construir algo más sobre la base de la fe en Jesús. El
hablar en lenguas añade en nosotros, de forma paulatina, todo lo que necesitamos para
nuestro andar con Dios.

Pr. Edil Son Dias

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