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MONTE, CLIMA Y PAISAJE (Reflexiones)

Juan Antonio de Cara García, SAAH – AEMet 02-08-2017

Algunas reflexiones sobre el clima y la vegetación forestal. Se hará además


una breve descripción de los paisajes vegetales ibéricos en relación a los
climas que los condicionan. Se consideran las principales especies arbóreas
con importante significación ecológica. El estudio del fitoclima debería ser
previo al de la fenología y en general una componente muy importante del
estudio de todo climatólogo. ¿?????

Paisaje es la fisonomía del país, de la tierra, del terruño. El paisaje agrario,


a escala comarcal o regional, se presenta como un mosaico de campos
agrícolas, dehesas, praderíos, eriales, sotos, vegas, manchas de arbustedo
o matorral, y bosques (o monte arbolado denso).

Monte es la vegetación arbórea, pero en un sentido más amplio es la


vegetación leñosa (arbolado y matorral), y en un sentido más amplio aún
toda tierra inculta, terreno no agrícola, con vegetación espontánea o
repoblada, del que se obtiene madera, leñas, pastos y caza, o beneficios
medioambientales como paisaje, regulación hidrológica, conservación de
biodiversidad y usos recreativos.

El clima es una síntesis de condiciones meteorológicas, un compendio de


estados atmosféricos, el elemento fundamental del ambiente físico de los
ecosistemas y un importante factor ambiental de los paisajes.

Si a un terreno, del modo que sea, llega una semilla de una especie
forestal, ésta germinará y originará un brinzal si las condiciones son
adecuadas a su condición genética. Si la humedad del suelo, la
temperatura del aire, la insolación etc. son favorables; y lo siguen siendo
en años sucesivos. Clima y suelo son los factores fundamentales de las
poblaciones y comunidades vegetales. Por ello, la lectura del paisaje
vegetal (su observación, descripción e interpretación) es información
climática.

El cambio climático, entendido en general como una tendencia al


calentamiento acompañada de cambios en el régimen de precipitaciones,
vientos dominantes, insolación, meteoros etc. Implica cambios en el
paisaje forestal. La sucesión de años con amplios periodos de sequía, altas
temperaturas estivales, inviernos con poca acumulación de horas frío y
quizás seguidos de azarosas heladas tardías; afectan a los montes. Así, las
especies forestales, deben colonizar territorios más norteños o subir a
mayores cotas en las montañas; además irán desapareciendo de sus
territorios actuales por perturbaciones como los incendios seguidas de
colonizaciones de otras especies más termófilas y xerófilas.

En la España ibérico-balear, se pueden generalizar unos grandes tipos de


clima: los de la Iberia verde (galaico-cantábricos y pirenaicos) y los de la
Iberia parda (mediterráneos, tipo litorales o continentales). Además, hay
zonas de transición submediterránea o subatlántica, e isleros atlánticos en
zona mediterránea (asociados a montañas) o mediterráneos en zona
atlántica (asociados a fuertes solanas o valles protegidos por grandes
montañas).

La vegetación que en el norte puede aparecer en laderas con frecuentes


lluvias, nieblas y nubes bajas, en el centro puede aparecer en las riberas o
zonas de nivel freático alto (caso de abedules y fresnos por ejemplo en
Montes de Toledo); por el contrario, en el norte puede aparecer
vegetación mediterránea en solanas con terrenos muy lixiviados (por
ejemplo los encinares de Liébana). A su vez, a menor escala geográfica,
habrá que distinguir la vegetación más higrófila y menos termófila de las
umbrías, la más xerófila y termófila de las solanas, e incluso la también
xérica tolerante al mayor viento de collados, portillos y callejones, o la
vegetación más orófila adaptada a la intensa radiación cacuminal y los
vientos desecantes. También la vegetación será más o menos diferente
cerca de ventisqueros-neveros, vallejos favorables a las inversiones
térmicas y heladas tardías etc. En ocasiones la catena altitudinal de la
vegetación está invertida indicando una zona inversión térmica climática
(por ejemplo si el piso de encina está a mayor altitud que el del melojo),
aunque siempre hay que tener cuidado en la interpretación con las
características de suelo y sustrato rocoso.

El haya es la especie típica de climas sin sequía estival dominante en la


media montaña cántabro-pirenaica no continental (magníficos hayedos
los de Saja, Irati, Monasterio de Hermo, Redes). En zonas lluviosas de
terreno ácido, como Galicia, es sustituida por el abedul; éste en la
cordillera Cantábrica, montes Vascos y Pirineos, se sitúa por encima de los
hayedos o coloniza los claros originados por incendios o aludes. Mezclados
con hayas o en lugares de menor cota, aparecen los robledales de Q.
petraea (muy buenos los de Garralda-Olaldea y Ucieda). En algunas zonas
se mezclan robles carballos y albares (Abisedo de Donís en Ancares,
Muniellos-Valdebois-Seroiro etc) o incluso la diversidad de especies que
coexisten incluye muchas especies atlánticas y mediterráneas (caso de la
Devesa da Rogueira en el Caurel, con hayas, robles, encinas, abedules,
fresnos etc.). El hayedo aparece también en el sistema Ibérico Norte y en
algunas zonas de la sierra de Ayllón en microclimas y/o paleopaisajes
relictos a modo de isleros de paisaje norteño en el interior peninsular.

En los bocages de las campiñas atlánticas y en los montes de las colinas y


pequeñas sierras del litoral galaico-cantábrico el bosque dominante
debería ser la carballeda, o las fragas y bosques mixtos de frondosas, en
gran parte sustituidos por castañares.

En las zonas continentales del Pirineo domina el monte de abetal y sobre


todo el pinar de silvestre y a mayor altura el de pino negro, el Pinus
uncinata (en los valles de Ordesa-Añisclo-Pineta se pueden estudiar los
dominios de hayas, abedules, abetos, pinos silvestres y pinos negros,
según cotas, orientaciones y lugares favorables a los aludes). En
Guadarrama y la Tierra de Pinares soriano-burgalesa domina el pino
silvestre (Valsaín, El Espinar, Navafría, Hoyocasero, Covaleda, Vinuesa) y
en las serranías de Cuenca-Alto Tajo-Montes Universales el pinar de
silvestre o el de larico en zonas algo más térmicas (de cota más baja o de
solana). Algunos buenos bosques delatan la transición atlántico-
continental del Pirineo con el hayedo-pinar de la selva de Oza. En las
parameras fuertemente continentales del sistema Ibérico de Soria a
Teruel, dominan los sabinares (muy buenos los de Calatañazor-Abejar-
Arlanza).

Los ambientes de transición más o menos atlántico-mediterránea, los


subatlánticos o submediterráneos, se caracterizan por los robledales de
melojo, quejigares, algunos castañares, algunos pinares de resinero (P.
pinaster) y algunos de laricio (P. nigra); así por ejemplo los melojares de
Sanabria-Carballeda o Miraflores de la Sierra-Rascafría, el quejigar de
Barriopedro-Brihuega, el castañar del Tiemblo o los de la Alberca-
Batuecas-Hervás, los del Real de San Vicente y los de las Villuercas-
Guadalupe. En muchos casos, en la mayoría, para decidir si uno de estos
montes es más o menos atlántico o mediterráneo hay que considerar el
sotobosque o en general plantas indicadoras acompañantes.

El clima mediterráneo, la sequía estival, es el dominio de encinares,


alcornocales (en las zonas más húmedos), coscojares (en la más secas),
muchas veces sustituidos por campos de cereal, viñedos y olivares.
Buenos montes de encina quedan en Andújar-Hornachuelos-Cardeña y
adehesados en Alburquerque o los llanos y ondulados de Plasencia-
Trujillo-Campo Arañuelo. Los pinares mediterráneos, son los de piñonero y
carrasco, muy buenos los piñoneros del entorno de Doñana, o los de la
Tierra de Pinares segoviano-vallisoletana; o los de carrasco de las
montañas de Castellón. Las zonas más secas son las de acebuche,
algarrobos y palmitos.

En una comarca, tierra o territorio, hay que distinguir la vegetación


climatófila de la edafófila. La climatófila es aquella cuyas necesidades de
agua edáfica se satisfacen básicamente con las precipitaciones, o con el
balance hídrico derivado del juego precipitación-evapotranspiración-
infiltración-escorrentía en una pequeña cuenca. Pero dentro de las
grandes o moderadas extensiones de vegetación climatófila aparece en
sotos, riberas y vegas, la vegetación edafóhigrófila (saucedas, choperas,
alisedas, fresnedas y olmedas dentro del ámbito mediterráneo
continental, adelfares en el interior de los montes mediterráneos litorales.
También se puede considerar vegetación edafófila, o mejor dicho
edafoxerófila, la de los altos, continentales y pedregosos páramos, los
sabinares, posiblemente más que por afinidad a la sequía edáfica, por
tolerancia a la misma y por lo tanto una superioridad competitiva frente a
otras especies, las que serían las climatófilas en esa zona.

También muchas veces hay que interpretar como muy importantes


factores, el antrópico o “la mano del hombre” y el elemento histórico,
paleoclimático y humano (guerras, hambrunas, los diferentes hitos de la
agricultura, la Mesta, la Desamortización).
El paisaje vegetal da información sobre el clima pero hay que tener
cuidado en las interpretaciones por estar implicados otros factores
ambientales muy importantes, sobre todo suelo, litología, topografía y uso
antrópico.

Datos climáticos derivados de variables meteorológicas, hay los que hay y


donde hay, pero tiempo y clima hay en todas partes, la atmósfera y su
dinámica, es un continuo; la presencia de las distintas especies vegetales,
conocido su nicho ecológico, sus características de estación (biotopo o
ambiente físico); así como la estructura-arquitectura del monte, su
productividad, producción, calidad de los productos obtenidos en su
explotación forestal, plagas y enfermedades, fenología; permiten en gran
medida (y sobre todo interpretando también los efectos de la orientación,
altitud, pendiente y geoforma) afinar más en el concimiento de los climas
locales.

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