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PROYECTO LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA 1ºBACHILLERATO B

GRUPO 1 - Valentina Acevedo, Ruth Aguilar, Judith Diaz, Celia Sánchez

BIOGRAFÍA DE GALDÓS

Ruth Aguilar, Valentina Acevedo, Judith Diaz, Celia Sánchez 1ºB


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Introducción, obras y estilo.

Benito Pérez Galdós fue un novelista, dramaturgo, cronista y político español. Se le


considera uno de los mejores representantes de la novela realista del siglo xix, no sólo en
España, y un narrador capital en la historia de la literatura en lengua española.

Se publican obras de Galdós desde 1867 hasta 1915 llegando a publicar más de 100
novelas, 30 obras de teatro y una gran colección de cuentos y ensayos. Galdos creó y
aplicó un estilo personal a su teatro y literatura qué cumple con las siguientes
características:

- Estilo directo que logra ocultar su academicismo pero siempre natural, siguiendo los
postulados estéticos realistas (principios de la estética realista que hacen a los
personajes de Galdós seguir un esquema de usar la razón y actuar por sus propios
intereses).
- Uso literario del lenguaje, tanto culto como callejero, siguiendo el modelo de
Cervantes.
- Se inspiró en lo clásico para sus diálogos.
- Formaba los relatos de forma que quedaran abiertos a la ironía o al humor.
- Trataba el texto de forma coloquial recuperando recursos de la narrativa oral.

Algunas de las obras a destacar serían:

● Fortunata y Jacinta (triángulo amoroso entre dos mujeres de distintos niveles


sociales).
● Doña Perfecta (sé enfrentan los conceptos del mundo medieval y moderno
presentados en Doña Perfecta y Pepe rey).
● Misericordia (tenemos a la protagonista, la criada Benina, narra, en medio de un
descarnado de pordioseros, las andanzas mendicantes de Benina y el ciego
Almudena).​

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Infancia y Juventud

Benito Pérez Galdós, bautizado como Benito María de los Dolores, nació en Las Palmas de
Gran Canaria el 10 de mayo de 1843. Era el décimo hijo de Sebastián Pérez Macías, un
coronel del ejército que luchó en la Guerra de la Independencia, y de Dolores Galdós
Medina. También era hermano de Ignacio Pérez Galdós, un militar que fue capitán general
de Canarias entre 1900 y 1905.

De niño le encantaba escuchar los relatos históricos y anécdotas que le contaba su padre
sobre la guerra. En 1852, ingresó en el Colegio de San Agustín, en el barrio de Vegueta de
Las Palmas de Gran Canaria y en 1862 obtuvo el título de bachiller en Artes en el Instituto
de La Laguna (Tenerife). En aquel entonces, Galdós colaboraba en la prensa local con
poesías satíricas, ensayos y algunos cuentos y destacaba por su facilidad para el dibujo y
su buena memoria.

Hay quien dice que tuvo su primer amor adolescente con una prima cubana, María Josefa
Washington Galdós Tate, conocida por Sisita. La madre de Galdós descubrió el romance y
en cuanto Benito terminó el bachillerato, lo envió a Madrid para que estudiara Derecho y se
alejara de Sisita.

Llegó a Madrid en septiembre de 1862 con 19 años y vivió los primeros meses en una casa
de huéspedes en la calle de las Fuentes, número tres, con un amigo suyo. La casa estaba
en un sitio que debió de parecerle muy interesante ya que al estar en el centro de la ciudad
estaba rodeado de lugares como el Palacio Real o el Teatro de la Ópera, lo que era ideal, ya
que le encantaba la música y era un pianista aficionado. Le encantaba Madrid y decía que
era “madrileño de adopción”, y que había nacido a los veinte años, aquí en Madrid.

Se matriculó en la Universidad Central de Madrid, que es precedente de la actual


Complutense. Allí tuvo grandes profesores y conoció al fundador de la Institución Libre de
Enseñanza, Francisco Giner de los Ríos, que le animó a escribir y le hizo sentir curiosidad
por el krausismo, filosofía que aparece en sus primeras obras.

Solía ir a teatros, a la “Tertulia Canaria” donde conversaba con autores similares a él, e iba
a leer al Ateneo de Madrid, un lugar que le fue de gran ayuda para poder entablar una
relación tanto con políticos como con intelectuales. Allí fue donde conoció a Leopoldo Alas
(Clarín), con el que formó una larga amistad.

Él mismo dijo que era un alumno perezoso y que hacía novillos constantemente para
caminar por las calles y las plazas para observar la vida bulliciosa de la ciudad y sacar ideas
para sus novelas. Por las tardes disfrutaba de leer en su tiempo libre. Sus favoritos eran los
clásicos ingleses, castellanos y griegos, como los de Shakespeare o Lope de Vega y cerca
de su madurez empezó a mostrar especial interés en León Tolstói.

En 1865 estuvo en la Noche de San Daniel y ese mismo año empezó a escribir como
redactor meritorio en los periódicos La Nación y El Debate, así como en la Revista del
Movimiento Intelectual de Europa. Al año siguiente acudió como periodista al
pronunciamiento de los sargentos del cuartel de San Gil. En 1867 viajó a París como
corresponsal a la Exposición Universal, de donde volvió con obras de diferentes autores que
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posteriormente tradujo al español, lo que hizo que faltara más a clases y que en 1868 lo
borraran de la matrícula. Ese mismo año se produjo la revolución de 1868, en la que cae la
reina Isabel II, mientras él regresaba de su segundo viaje a París. Al año siguiente, se
dedicó a hacer crónicas periodísticas sobre la elaboración de la nueva Constitución.

En 1869, estuvo viviendo en el barrio de Salamanca, en la calle Serrano número 8, con su


familia, y al año siguiente, gracias a la ayuda económica de su cuñada, publicó su primera
novela, La Fontana de Oro. En los años posteriores redactó La sombra, El Debate y
Biografías de damas célebres españolas, entre otros.

Vida adulta

En 1873, Galdós comenzó a publicar los Episodios Nacionales, que era una crónica del
siglo XIX que recogía la memoria histórica de los españoles a través de su vida íntima y
cotidiana, y de su contacto con los hechos de la historia nacional. Está compuesta por 46
episodios, en cinco series de diez novelas cada una, que empieza con la batalla de
Trafalgar y llega hasta la Restauración borbónica en España.

Sin embargo, Madrid no era el único lugar que captó la atención del escritor. Como bien es
sabido, los veranos en Madrid son muy calurosos, por lo que a partir del año 1872 Galdos
comenzó a pasar todos ellos en Santander (Cantabria), lugar en el que posteriormente
compró una casa llamada “Finca de San Quintín” ubicada en la zona de “El Sardinero”.

También cabe mencionar su amor por Toledo. Sus amigos, el ingeniero Don Sergio Novales
y el pintor Arredondo, y la atmósfera de la ciudad le influyeron en la creación de obras como
Ángel Guerra. Las dos fechas concretas en las que Galdós solía visitar Toledo eran el 1 de
Mayo, el día de la Romería de la Virgen del Valle y el día de la procesión. Otras obras que
tuvieron como lugar de nacimiento Toledo fueron tales como “Las generaciones artísticas de
la ciudad de Toledo”.

En 1881 debido a la influencia del naturalismo en Francia, publicó la novela La


desheredada, que fue considerada “literatura incendiaria" ya que se trataba de la historia de
una prostituta. Después de esto comienza a centrar más su escritura en novelas españolas
contemporáneas, que tratan en su mayoría sobre la sociedad madrileña de la segunda
mitad del siglo XIX

En 1886, su amistad con Sagasta y su interés en el partido liberal llevaron a Galdós a


convertirse en diputado y a ingresar en el Congreso de Guayama (Puerto Rico). Su
asistencia a las cortes era obligatoria, pero debido a que era tímido por naturaleza no llegó
a hacer muchas aportaciones. En cambio, estar de observador le sirvió para escribir «la
sociedad española como materia novelable».

Galdós aún seguía en el ciclo de las Novelas españolas contemporáneas, pero tras publicar
Realidad en 1889 poco a poco abandonó el naturalismo para dirigir sus obras más hacia el
espiritualismo. Algunas de estas son Purgatorio (1894) y El abuelo (1897).

En 1889 se le concedió una silla en la RAE. Sin embargo Galdós no tomó posesión de este
puesto hasta 1897 con el discurso La sociedad presente como materia novelable.
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Vida amorosa

Galdós tenía un carácter reservado, introvertido y tímido, hasta su íntimo amigo Leopoldo
Alas (Clarín) declaró que él, tan dedicado a contar historias, nunca quiso contar la suya. Lo
que está claro, según atestiguaron aquellos le conocieron, ya que de su boca no salió nunca
nada, es que tuvo bastantes amoríos y todos ellos influyeron en sus obras.

El autor confesó que nunca sintió la necesidad de casarse, ni él puso empeño en ello,
aunque, para Manuel Herrera (experto en Galdós) la verdad es que Gladós no se casó por
el amor que tuvo a su madre y a sus hermanas. Sin embargo, no casarse no detuvo al autor
de mantener numerosas aventuras amorosas. Según sabemos Galdos tuvo cuatro grandes
amores, por no hablar de un sin número de coqueteos y conquistas: su prima María Josefa
Washington de Galdós, la escritora Emilia Pardo Bazán, la actriz Carmen Cobeña y Sofía
Casanova, poetisa y narradora.

También tuvo una relación con la asturiana Lorenza Cobián, modelo del pintor Emilio Sala,
es comúnmente reconocida como el retrato de Fortunata. Con ella tuvo Galdós su única
hija, María.

Últimos años

Los últimos años de Galdós estuvieron marcados por su pérdida de visión que le llevó a
quedarse completamente ciego y por sus problemas económicos.

El aplastante analfabetismo que vivía la población de aquella época, hacía que apenas se
compraran obras escritas. Esto, junto a la nula difusión internacional de obras de la época
que causaba que solo se difundieran en territorio español, hizo al escritor imposible vivir de
las ventas de sus novelas, como a tantos otros intelectuales. Hecho por el cual, tuvo que
trabajar en plena vejez, ciego y enfermo. Las obras de Galdós, de haber sido escritas en
Francia, EEUU o Inglaterra, le hubiera permitido vivir acomodadamente.

Fue elegido como representante del partido republicano, específicamente como


representante de las cortes por Madrid en 1907. También presidió en 1909 una coalición
republicano-socialista junto a Pablo Iglesias (fundador del Partido Socialista Obrero
Español, PSOE), aunque al final Galdós no se sentía político, apartándose de las luchas
políticas y empleando sus pocas fuerzas en la novela y el teatro. Sin embargo, en 1914,
incluso estando enfermo y ciego, Galdós ganó su candidatura como diputado republicano
de Las Palmas de Gran Canaria. Esto coincidió con la creación de la Junta Nacional de
Homenaje a Pérez Galdós (osea a él), que tenía como objetivo recaudar fondos para ayudar
económicamente al escritor.

En 1912, 1913 y 1915 Galdós fue nominado al premio Nobel y en todas esas ocasiones se
crearon campañas nacionales e internacionales para evitar que le concedieran el premio. Al
final se deja de tener en cuenta a Galdós entre los nominados del Nobel debido a que el
sector conservador de la sociedad española de aquel tiempo intentaba sabotear a Galdós
por sus pensamientos anticlericales contemporáneos. Por está razón los reyes católicos
tuvieron muy vigilado a Galdós.
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Muerte

El 4 de enero de 1920 fue el día de la muerte de Galdós. La causa de la muerte fue su


salud, que ya llevaba en decadencia desde 1900. En 1905 sufrió una hemiplejía (parálisis
parcial o total de una parte del cuerpo), fue operado de cataratas dos veces (en 1911 y en
1912) y a consecuencia de lo que se cree una sífilis terciaria (una enfermedad que vuelve a
aparecer varios años después de la infección inicial, en el caso de Galdós sífilis ocular y
neurosífilis tabética) perdió la vista, más tarde desarrollando arteriosclerosis (placa
acumulada dentro de las arterias) y hipertensión.

Un año antes de su fallecimiento, el día 19 de enero de 1919, el escritor de 76 años aceptó


que se le hiciera una escultura para reconocer sus éxitos, ya muchos viendo venir el fatal
desenlace. Su estatua, esculpida por Victorio Macho que lo había hecho sin cobrar su
trabajo, se inauguró en el parque del Retiro, Galdós pidió que le alzaran para que pudiera
palpar la obra ya que no podía verla, al comprobar la fidelidad con la que había sido creada
lloró de emoción.

El último paseo de Galdós fue el 22 de agosto de ese año, sentado en un coche abierto de
caballos paseando por La Moncloa. A partir de ese mes no salió de su casa, sufriendo
dolores de cabeza constantes y cambios del carácter, enfermo y solo. El escrito fue
perdiendo poco a poco la cabeza, quedando postrado en cama y enloquecido en sus
últimos días.

Galdos murió en su casa de la calle Hilarión Eslava de Madrid, en la madrugada. Cuatro


años más tarde, en 1924, se puso una placa de mármol en el edificio donde vivo y murió
donde aparece un busto del novelista en bronce y se leía "A Galdos, el pueblo de Madrid".
Cuando el edificio se derribó la volvieron a colocar pero esta vez en el edificio nuevo que se
había puesto en su lugar.

Al siguiente día todo Madrid acudió para despedirse de él. Como curiosidad, en aquella
época las mujeres no se les permitía acudir a los entierros, pero en el de Galdós esa norma
fue rota por la actriz Catalina Bárcena, con ella las mujeres de Madrid se fueron sumando a
la despedida.

Galdós fue un hombre muy querido por el público por su talento y humildad (nunca dejó que
la fama se le subiera a la cabeza, es más tenía un hábito de viajar en tren por España
siempre con asiento en los vagones de tercera clase y siempre se sentía más cómodo entre
gente de la clase baja), así pues no es de extrañar que más de 20.000 personas acudieron
a su funeral.

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