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Reseña de Manuel Leonetti, Los cuantificadores, Madrid, Arco/Libros, 2007, pp.

95, publicada
en Donatella Ferro (ed.): Rassegna Iberistica, volumen 90, Bulzoni editore, Roma, 2010, págs.
105-107. Autora: María Martínez-Atienza.

El libro Los cuantificadores forma parte de la conocida colección de la editorial Arco/Libros


“Cuadernos de Lengua Española”, que dirige Leonardo Gómez Torrego. El autor de la obra que
reseñamos, Manuel Leonetti, es catedrático de Lengua española de la Universidad de Alcalá de
Henares, autor de numerosos libros y artículos, entre otros Los determinantes, publicado también en
Arco/Libros en el año 1999.
La obra de la que nos ocupamos aquí estudia uno de los temas que han suscitado mayor
interés en las últimas décadas dentro del panorama de la Lingüística general y en concreto de la
Lingüística hispánica. Son muchos los estudiosos que se han dedicado a este tema, entre los que
podemos destacar a Ignacio Bosque, Giuliana Giusti, Barbara Partee, Molly Diesing, Cristina
Sánchez López, Anna Cardinaletti, Luis Eguren, Helena López Palma, etc.
En cuanto a la estructura del libro, está dividido en tres partes. En la primera el autor estudia
las características generales de los cuantificadores y justifica la distinción entre cuantificadores
adnominales y adverbiales, a los que dedica, respectivamente, la segunda y tercera parte del libro.
Por último, como es característico en todas las obras de esta colección, incluye una serie de
ejercicios sobre lo estudiado con sus correspondientes soluciones.
En la primera parte plantea el problema, ya tratado en la bibliografía, relativo a la
consideración de los cuantificadores como clase semántica o como clase sintáctica de palabras.
Opta por la primera de las dos opciones, por lo que considera los cuantificadores como una clase
semántica de carácter heterogéneo, en la que se agrupan distintas categorías gramaticales:
adverbios, determinantes, nombres y adjetivos. Dentro de los cuantificadores distingue dos grandes
grupos: los adnominales y los adverbiales. Desde el punto de vista semántico, los cuantificadores se
caracterizan por expresar la cantidad de entidades de un determinado conjunto o la cantidad de una
materia que presenta una propiedad, o bien en qué grado se manifiesta una propiedad. En todas las
lenguas naturales los cuantificadores expresan una operación de cuantificación sobre un dominio
determinado, establecen relaciones de ámbito o alcance con otros elementos lingüísticos y
seleccionan rasgos de la expresión con que se combinan, rasgos que tienen que ver con el carácter
contable o no contable.
La segunda parte del libro está dedicada a los cuantificadores adnominales, entre los que
distingue dos grandes grupos: los universales o fuertes y los existenciales o débiles. Los primeros
indican la totalidad de los miembros del conjunto sobre el que se cuantifica, mientras que los
segundos indican una cantidad de elementos de un conjunto que no coincide con la totalidad. Los
universales forman un paradigma limitado integrado por los siguientes: todo(s), que se caracteriza
por poder ir seguido tanto de sintagmas nominales (SSNN) definidos como no definidos. En el
primer caso puede aparecer tanto en singular, indicando todas las partes que constituyen una
entidad, como en plural, cuantificando sobre entidades, y puede recibir sea una interpretación
colectiva sea una distributiva. Cuando va seguido por un SN no definido, todo recibe una
interpretación distributiva. El segundo cuantificador universal es cada, de carácter distributivo y
morfológicamente invariable. El tercer y último cuantificador universal es ambos, de carácter dual,
esto es, denota un conjunto de dos elementos.
En lo que respecta a los cuantificadores adnominales existenciales, dedica Leonetti especial
atención al caso de un y su correspondiente forma plural unos, argumentando a favor de su
consideración como artículos indefinidos. Entre los argumentos que presenta, destaca la
generalización de que las lenguas que utilizan un en SSNN genéricos y predicativos son lenguas
que han desarrollado un artículo indefinido, mientras que en las lenguas que utilizan nombres
escuetos, un es sólo un numeral.
Otra de las cuestiones interesantes desde el punto de vista teórico que defiende el autor es la
referida a la cercanía entre los cuantificadores indefinidos y los adjetivos. Presenta, entre otros, un
argumento de carácter diacrónico, a saber, el paso a lo largo de la historia de la clase de los
adjetivos cuantitativos a la de los cuantificadores, como ilustran los términos bastante, demasiados
o varios. Otro de los argumentos, de carácter morfológico, es la posibilidad que presentan palabras
como mucho, poco y tanto de llevar sufijos del tipo –ito o ísimo, típicamente adjetivales.
Dedica algunas páginas del libro a los problemas de análisis que presentan algunos
cuantificadores como sendos, diferentes, cierto y cualquier, problemas que el autor deja en casi
todos los casos abiertos a futuras investigaciones.
Cierra la sección dedicada a los cuantificadores adnominales estudiando las construcciones
partitivas y las pseudopartitivas, por un lado, y los cuantificadores flotantes, por otro. Respecto a las
primeras, se refiere principalmente a la distinción entre ambos tipos de construcciones, basada en su
estructura: en el caso de las partitivas (dos terceras partes de la gente) la coda es siempre un SN
definido o al menos referencial, mientras que en las pseudopartitivas (una mayoría de ciudadanos)
es un nombre escueto o un SN indefinido.
En cuanto a los cuantificadores flotantes, esto es, cuantificadores ligados a un SN
(generalmente sujeto y en ocasiones complemento verbal) que aparecen en posición típicamente
adverbial (Mis amigos vinieron todos a la fiesta), destaca que son pocos en español y todos ellos
universales, puesto que son los únicos que pueden establecer una relación anafórica de correferencia
con el SN antecedente. Todos, ambos, cada uno y artículo + numeral (que funciona como
cuantificador aun no siéndolo) integran el grupo.
La tercera parte del libro está dedicada a los cuantificadores adverbiales, entre los que
distingue tres grupos: los cuantificadores de frecuencia, los gradativos y los focales. Principalmente
los de frecuencia (siempre, nunca, a veces, a menudo…) presentan propiedades que los acercan a
los adnominales, como la subclasificación en fuertes y débiles o la capacidad de seleccionar el
carácter contable de los constituyentes a los que se adjuntan. De los cuantificadores de grado
(mucho, poco, bastante, demasiado…) destaca el que permitan ser interpretados también como
cuantificadores de frecuencia dependiendo del aspecto léxico del predicado con que se combinan.
Así, combinados con predicados télicos (caerse mucho) se interpretan como cuantificadores de
frecuencia („caerse muchas veces‟), mientras que combinados con predicados atélicos (querer
mucho a alguien) se interpretan como cuantificadores de grado (no significa „querer muchas veces‟,
sino „querer intensamente‟).
Entre los cuantificadores focales o presuposicionales, figuran sólo, incluso, también o
tampoco, considerados como cuantificadores porque presuponen una proposición cuantificada.
Obsérvese que en una oración como Los precios de las viviendas son altos incluso en crisis, es
equivalente incluso en crisis a una expresión cuantificada como en cualquier situación.
Cierra el recorrido por la cuantificación estableciendo algunas similitudes y diferencias entre
la cuantificación adnominal y la adverbial. La característica fundamental que acerca ambas
unidades es que son sensibles al carácter homogéneo o heterogéneo del constituyente al que se
unen. Así la agramaticalidad de *Pedro siempre sabe ruso se explica de modo similar a la
agramaticalidad de *muy peatonal. Las diferencias entre los cuantificadores adnominales y
adverbiales se refieren, fundamentalmente, al comportamiento sintáctico.
Concluimos nuestra reseña señalando que la presente obra, que ofrece una exposición clara
del tema de los cuantificadores, le permite al lector, por una parte, el acercamiento a estas unidades
y, por otra, la posibilidad de investigar todas aquellas cuestiones que el autor plantea de forma
abierta.
María Martínez-Atienza.

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