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UNIVERSIDAD AUTONOMA DE NUEVO LEON

FACULTAD DE INGENIERIA MECANICA Y ELECTRICA

LABORATORIO DE FISICA IV

PRACTICA #10. EFECTO FOTOELECTRICO Y OPTICA

NOMBRE DEL ALUMNO: RUBEN ANTONIO GUTIERREZ


CISNEROS

MATRICULA: 2009803

BRIGADA: 525 SALON: LBFI4

DOCENTE: ARTURO AMADOR HERNANDEZ

CIUDAD UNIVERSITARIA, PEDRO DE ALBA S/N FECHA DE ENTREGA: 12/MAYO/2023


El efecto fotoeléctrico consiste en la emisión de
electrones por un material al incidir sobre él una
radiación electromagnética (luz visible o
ultravioleta, en general). A veces se incluyen en el
término otros tipos de interacción entre la luz y la
materia:
• Fotoconductividad: Es el aumento de la
conductividad eléctrica de la materia o en diodos provocada por la luz.
Descubierta por Willoughby Smith en el selenio hacia la mitad del siglo XIX.
• Efecto fotovoltaico: Transformación parcial de la energía lumínica en
energía eléctrica. La primera célula solar fue fabricada por Charles Fritts en
1884. Estaba formada por selenio recubierto de una fina capa de oro.
El efecto fotoeléctrico fue descubierto y descrito por Heinrich Hertz, en 1887, al
observar que el arco que salta entre dos electrodos conectados a alta tensión
alcanza distancias mayores cuando se ilumina con luz ultravioleta que cuando se
deja en la oscuridad. La explicación teórica fue hecha por Albert Einstein, quien
publicó en 1905 el revolucionario artículo Heurística de la generación y conversión
de la luz, basando su formulación de la fotoelectricidad en una extensión del
trabajo sobre los cuantos de Max Planck. Más tarde Robert Andrews Millikan pasó
diez años experimentando, en el intento de demostrar que la teoría de Einstein no
era correcta, para finalmente concluir que sí lo era. Eso permitió que Einstein y
Millikan fueran galardonados con Premios Nobel en 1921 y 1923,
respectivamente.
Se podría decir que el efecto fotoeléctrico es lo opuesto a los rayos X, ya que el
efecto fotoeléctrico indica que los fotones pueden transferir energía a los
electrones. Los rayos X (no se sabía la naturaleza de su radiación, de ahí la
incógnita "X") son la transformación en un fotón de toda o parte de la energía
cinética de un electrón en movimiento. Esto se descubrió casualmente antes de
que se dieran a conocer los trabajos de Planck y Einstein (aunque no se
comprendió entonces).
Los fotones tienen una energía característica determinada por la frecuencia de
onda de la luz. Si un átomo absorbe energía de un fotón que tiene más energía
que la necesaria para expulsar un electrón del material y además posee una
trayectoria dirigida hacia la superficie, entonces el electrón puede ser expulsado
del material. Si la energía del fotón es demasiado pequeña, el electrón es incapaz
de escapar de la superficie del material. Los cambios en la intensidad de la luz no
modifican la energía de sus fotones, tan solo el número de electrones que pueden
escapar de la superficie sobre la que incide y por tanto la energía de los electrones
emitidos no depende de la intensidad de la radiación que le llega, sino de su
frecuencia. Si el fotón es absorbido, parte de la energía se utiliza para liberarlo del
átomo y el resto contribuye a dotar de energía cinética a la partícula libre.

En principio, todos los electrones son susceptibles de ser emitidos por efecto
fotoeléctrico. En realidad, los que más salen son los que necesitan menos energía
para ser expulsados y, de ellos, los más numerosos.

En un aislante (dieléctrico), los electrones más energéticos se encuentran en la


banda de valencia. En un metal, los electrones más energéticos están en la banda
de conducción. En un semiconductor de tipo N, son los electrones de la banda de
conducción los que son más energéticos. En un semiconductor de tipo P también,
pero hay muy pocos en la banda de conducción. Así que en ese tipo de
semiconductor hay que tener en cuenta los electrones de la banda de valencia.

A la temperatura ambiente, los electrones más energéticos se encuentran cerca


del nivel de Fermi (salvo en los semiconductores intrínsecos en los cuales no hay
electrones cerca del nivel de Fermi). La energía que hay que dar a un electrón
para llevarlo desde el nivel de Fermi hasta el exterior del material se llama función
de trabajo, y la frecuencia mínima necesaria, de radiación incidente, para sacar un
electrón del metal, recibe el nombre de frecuencia umbral. El valor de esa energía
es muy variable y depende del material, estado cristalino y, sobre todo, de las
últimas capas atómicas que recubren la superficie del material. Los metales
alcalinos (sodio, calcio, cesio, etc.), presentan las más bajas funciones de trabajo.
Aún es necesario que las superficies estén limpias a nivel atómico. Una de las
mayores dificultades en los experimentos de Millikan era que había que fabricar
las superficies de metal en el vacío.
Los fotones del rayo de luz tienen una energía característica determinada por la
frecuencia de la luz. En el proceso de fotoemisión, si un
electrón absorbe la energía de un fotón y este último tiene
más energía que la función de trabajo, el electrón es
arrancado del material. Si la energía del fotón es demasiado
baja, el electrón no puede escapar de la superficie del material.
Al aumentar la intensidad del haz no cambia la energía de los
fotones constituyentes, solo cambia el número de fotones. En
consecuencia, la energía de los electrones emitidos no depende de
la intensidad de la luz, sino de la energía de los fotones.
Los electrones pueden absorber
energía de los fotones cuando son
irradiados, pero siguiendo un principio
de "todo o nada". Toda la energía de
un fotón debe ser absorbida y utilizada
para liberar un electrón de un enlace
atómico, o si no la energía es
reemitida. Si la energía del fotón es
absorbida, una parte libera al electrón
del átomo y el resto contribuye a la
energía cinética del electrón como una
partícula libre.
Einstein no se proponía estudiar las causas del efecto en el que los electrones de
ciertos metales, debido a una radiación luminosa, podían abandonar el metal con
energía cinética. Intentaba explicar el comportamiento de la radiación, que
obedecía a la intensidad de la radiación incidente, al conocerse la cantidad de
electrones que abandonaba el metal, y a la frecuencia de esta, que era
proporcional a la energía que impulsaba a dichas partículas.
Leyes de la emisión fotoeléctrica
1. Para un metal y una frecuencia de radiación incidente dados, la cantidad de
fotoelectrones emitidos es directamente proporcional a la intensidad de luz
incidente.

2. Para cada metal dado, existe una cierta frecuencia mínima de radiación
incidente debajo de la cual ningún fotoelectrón puede ser emitido. Esta
frecuencia se llama frecuencia de corte, también conocida como
"Frecuencia Umbral".

3. Por encima de la frecuencia de corte, la energía cinética máxima del


fotoelectrón emitido es independiente de la intensidad de la luz incidente,
pero depende de la frecuencia de la luz incidente.

4. La emisión del fotoelectrón se realiza instantáneamente,


independientemente de la intensidad de la luz incidente. Este hecho se
contrapone a la teoría Clásica: la Física Clásica esperaría que existiese un
cierto retraso entre la absorción de energía y la emisión del electrón, inferior
a un nanosegundo.
Heinrich Hertz
Las primeras observaciones del efecto fotoeléctrico
fueron llevadas a cabo por Heinrich Hertz, en 1887, en
sus experimentos sobre la producción y recepción de
ondas electromagnéticas. Su receptor consistía en una
bobina en la que se podía producir una chispa como
producto de la recepción de ondas electromagnéticas.
Para observar mejor la chispa Hertz encerró su receptor
en una caja negra. Sin embargo, la longitud máxima de la
chispa se reducía en este caso comparada con las
observaciones de chispas anteriores. En efecto la
absorción de luz ultravioleta facilitaba el salto de los electrones y la intensidad de
la chispa eléctrica producida en el receptor. Hertz publicó un artículo con sus
resultados sin intentar explicar el fenómeno observado.

Joseph John Thomson


En 1897, el físico británico Joseph John Thomson
investigaba los rayos catódicos. Influenciado por los
trabajos de James Clerk Maxwell, Thomson dedujo que
los rayos catódicos consistían en un flujo de partículas
cargadas negativamente a los que llamó corpúsculos y
ahora conocemos como electrones.
Thomson utilizaba una placa metálica encerrada en un
tubo de vacío como cátodo exponiendo este a luz de
diferente longitud de onda. Thomson pensaba que el
campo electromagnético de frecuencia variable producía
resonancias con el campo eléctrico atómico y que si
estas alcanzaban una amplitud suficiente podía
producirse la emisión de un "corpúsculo" subatómico de carga eléctrica y por lo
tanto el paso de la corriente eléctrica.
La intensidad de esta corriente eléctrica variaba con la intensidad de la luz.
Incrementos mayores de la intensidad de la luz producían incrementos mayores
de la corriente. La radiación de mayor frecuencia producía la emisión de partículas
con mayor energía cinética.
Philipp Lenard
En 1902 Philipp Lenard realizó observaciones del efecto
fotoeléctrico en las que se ponía de manifiesto la
variación de energía de los electrones con la frecuencia
de la luz incidente.
La energía cinética de los electrones podía medirse a
partir de la diferencia de potencial necesaria para
frenarlos en un tubo de rayos catódicos. La radiación
ultravioleta requería por ejemplo potenciales de frenado
mayores que la radiación de mayor longitud de onda.
Los experimentos de Lenard arrojaban datos únicamente cualitativos dadas las
dificultades del equipo instrumental con el cual trabajaba.

Cuantos de luz de Einstein


En 1905, el mismo año que formuló su teoría de la relatividad especial, Albert
Einstein propuso una descripción matemática de este fenómeno que parecía
funcionar correctamente y en la que la emisión de electrones era producida por la
absorción de cuantos de luz que más tarde serían llamados fotones. En un artículo
titulado "Un punto de vista heurístico sobre la producción y transformación de la
luz" mostró cómo la idea de que partículas discretas de luz podían generar el
efecto fotoeléctrico y también mostró la presencia de una frecuencia característica
para cada material por debajo de la cual no se producía ningún efecto. Por esta
explicación del efecto fotoeléctrico Einstein recibiría el
Premio Nobel de Física en 1921.
Según las investigaciones de Einstein, la energía con
que los electrones escapaban del cátodo iluminado
aumentaba linealmente con la frecuencia de la luz
incidente, siendo independiente de la intensidad de
iluminación. Sorprendentemente este aspecto no se
había observado en experiencias anteriores sobre el
efecto fotoeléctrico. La demostración experimental de
este aspecto la llevó a cabo en 1915 el físico
estadounidense Robert Andrews Millikan.
Efecto fotoeléctrico en la actualidad
El efecto fotoeléctrico es la base de la producción de energía solar fotovoltaica.
Este principio se utiliza también para la fabricación de células utilizadas en los
detectores de llama de las calderas de las grandes centrales termoeléctricas, así
como para los sensores utilizados en las cámaras digitales. También se utiliza en
diodos fotosensibles tales como los que se utilizan en las células fotovoltaicas y en
electroscopios o electrómetros. En la
actualidad los materiales fotosensibles
más utilizados son, aparte de los
derivados del cobre ahora en menor uso,
el silicio, que produce corrientes eléctricas
mayores.
El efecto fotoeléctrico también se
manifiesta en cuerpos expuestos a la luz
solar de forma prolongada. Por ejemplo, las partículas de polvo de la superficie
lunar adquieren carga positiva debido al impacto de fotones. Las partículas
cargadas se repelen mutuamente elevándose de la superficie y formando una
tenue atmósfera. Los satélites espaciales también adquieren carga eléctrica
positiva en sus superficies iluminadas y negativa en las regiones oscurecidas, por
lo que es necesario tener en cuenta estos efectos de acumulación de carga en su
diseño.
La emisión de electrones por metales iluminados con luz de determinada
frecuencia fue observada a finales del siglo XIX por Hertz y Hallwachs. El proceso
por el cual se liberan electrones de un material por la acción de la radiación se
denomina efecto o emisión fotoeléctricos. Sus características esenciales son:
Para cada sustancia hay una frecuencia mínima o umbral de la radiación
electromagnética por debajo de la cual no se producen fotoelectrones por más
intensa que sea la radiación.
La emisión electrónica aumenta cuando se incrementa la intensidad de la
radiación que incide sobre la superficie del metal, ya que hay más energía
disponible para liberar electrones.
En los metales hay electrones que se mueven más o menos libremente a través
de la red cristalina, estos electrones no escapan del metal a temperaturas
normales porque no tienen energía suficiente. Calentando el metal es una manera
de aumentar su energía. Los electrones "evaporados" se denominan termo
electrones, este es el tipo de emisión que hay en las válvulas electrónicas. Vamos
a ver que también se pueden liberar electrones (fotoelectrones) mediante la
absorción por el metal de la energía de radiación electromagnética.
El objetivo de la práctica simulada es la determinación de la energía de arranque
de los electrones de un metal, y el valor de la constante de Planck. Para ello,
disponemos de un conjunto de lámparas que emiten luz de distintas frecuencias y
placas de distintos metales que van a ser iluminadas por la luz emitida por esas
lámparas especiales.

La óptica (del latín medieval opticus,


«relativo a la visión», proveniente del griego
clásico ὀπτικός, optikós) es la rama de la
física que se encarga del estudio del
comportamiento y las propiedades de la luz,
incluidas sus interacciones con la materia,
así como la construcción de instrumentos
que se sirven de ella o la detectan. La
óptica generalmente describe el comportamiento de la luz visible, de la radiación
ultravioleta y de la radiación infrarroja. Al ser una radiación electromagnética, otras
formas de radiación del mismo tipo como los rayos X, las microondas y las ondas
de radio muestran propiedades similares.
La mayoría de los fenómenos ópticos pueden explicarse utilizando la descripción
electrodinámica clásica de la luz. Sin embargo, la óptica práctica generalmente
utiliza modelos simplificados. El más común de estos modelos, la óptica
geométrica, trata la luz como una colección de rayos que viajan en línea recta y se
desvían cuando atraviesan o se reflejan en las superficies. La óptica física es un
modelo de la luz más completo, que incluye efectos ondulatorios como la
difracción y la interferencia, que no se pueden abordar mediante la óptica
geométrica.
Algunos fenómenos dependen del hecho de que la luz muestra indistintamente
propiedades como onda y partícula. La explicación de estos efectos requiere
acudir a la mecánica cuántica. Al considerar las propiedades de la luz similares a
las de las partículas, se puede modelar como un conjunto de fotones individuales.
La óptica cuántica se ocupa de la aplicación de la mecánica cuántica a los
sistemas ópticos.
La óptica como ciencia es un campo muy relevante, y es estudiada en muchas
disciplinas con las que está íntimamente relacionada, como la astronomía, varios
campos de la ingeniería, la fotografía y la medicina (particularmente la
oftalmología y la optometría). Las aplicaciones prácticas de la óptica se
encuentran en una gran variedad de tecnologías, incluidos espejos, lentes,
telescopios, microscopios, equipos láser y sistemas de fibra óptica.
Las primeras aplicaciones de la óptica muy probablemente comenzaron con el
desarrollo de lentes en el antiguo Egipto y en Mesopotamia. Las primeras lentes
conocidas, hechas de cristal pulido, a menudo cuarzo, datan ya del año 700 a. C.,
como la lente de Nimrud, descubierta en Asiria. También se conocen esferas de
cristal rellenas de agua utilizadas como lentes en la antigua Roma y en la antigua
Grecia. La invención de estos objetos fue seguida por la aparición de teorías sobre
la luz y la visión planteadas por los antiguos filósofos griegos y de la India, y por el
desarrollo de la óptica geométrica en el mundo grecorromano. El vocablo óptico
proviene de la palabra griega ὀπτική (optikē), que significa "aspecto, apariencia".5
La filosofía griega sobre la óptica se dividió en dos ideas opuestas sobre cómo
funcionaba la vista: la "teoría de la visión" y la "teoría de la emisión".
El primer enfoque consideraba que la visión provenía de los propios objetos.
Según la teoría aristotélica de la visión, las sensaciones se realizan a través de un
medio, por ejemplo, el aire o el agua. Estos son transparentes, en cuanto
posibilidad o potencia. La actualización de la transparencia es la luz; ésta es, por
tanto, un estado de lo transparente como tal en vez de un movimiento, y su
aparición es instantánea. Aristóteles creía que la luz era una especie de disturbio
en el aire. Sin embargo, según Aristóteles, la luz no viaja o se mueve, sino es una
presencia que inunda el espacio. Los atomistas como Demócrito, Epicuro y sus
seguidores sostenían que los objetos que emitían imágenes de sí mismos
(llamadas eidola) que eran captadas por el ojo.
Platón fue el primero que articuló la teoría de la
emisión, la idea de que la visión se logra mediante
rayos emitidos por los ojos. También habló sobre la
inversión en los espejos (de la paridad entre un
objeto y su imagen reflejada) en el Timeo. Unos
cien años después, Euclides escribió un tratado
titulado Óptica, donde vinculó la visión a la
geometría, creando la óptica geométrica. En su
trabajo sobre la teoría de la emisión de Platón
describió las reglas matemáticas de la perspectiva y
describió los efectos de la refracción
cualitativamente, aunque cuestionó que un rayo de
luz emitido desde un ojo iluminara
instantáneamente las estrellas cada vez que alguien parpadeaba.
Claudio Ptolomeo, en su tratado sobre Óptica, introdujo una teoría de la visión que
combinaba las dos anteriores: los rayos (o el flujo emitido) del ojo formaban un
cono, el vértice estaba dentro del ojo y la base definía el campo visual. Los rayos
eran sensibles y transmitían información al intelecto del observador sobre la
distancia y la orientación de las superficies. Resumió gran parte del trabajo de
Euclides y describió una forma de medir los efectos de la ley de Snell, aunque no
se dio cuenta de la relación empírica existente entre los ángulos.
Durante la Edad Media, las
ideas griegas sobre la óptica
fueron resucitadas y ampliadas
por varios escritores en el
mundo islámico. Uno de los
primeros fue Al-Kindi (c 801-73),
que escribió sobre los méritos
de las ideas aristotélicas y
euclidianas de la óptica,
favoreciendo la teoría de la
emisión, ya que podía cuantificar mejor los fenómenos ópticos. En 984, el
matemático iraní Ibn Sahl escribió el tratado "Sobre espejos y lentes incendiarios",
describiendo correctamente una ley de refracción equivalente a la ley de Snell.
Utilizó esta ley para calcular formas óptimas para lentes y espejos curvos. A
principios del s. xi d. C., Alhacén, considerado uno de los padres de la óptica,
escribió el Libro de Óptica (Kitab al-manazir) en el que exploró la reflexión y la
refracción y propuso un nuevo sistema para explicar la visión y la luz basado en la
observación y la experimentación. Rechazó la "teoría de emisión" de la óptica
ptolemaica con sus rayos emitidos por el ojo, y planteó la idea de que la luz se
refleja en todas las direcciones en líneas rectas desde todos los puntos de los
objetos vistos y luego entra en el ojo, aunque no fue capaz de explicar
correctamente cómo el ojo captaba los rayos. El trabajo de Alhacén fue ignorado
en gran medida en el mundo árabe, pero fue traducido anónimamente al latín
alrededor del año 1200 y más tarde resumido y expandido por el monje polaco
Witelo, convirtiéndose en un texto estándar sobre óptica en Europa durante los
400 años siguientes.
En la Europa medieval del siglo XIII, el obispo inglés Roberto Grosseteste escribió
sobre una amplia gama de temas científicos y discutió la luz desde cuatro
perspectivas diferentes: una epistemología de la luz, una metafísica o cosmogonía
de la luz, una etiología o física de la luz y una teología de la luz, basándose en las
obras de Aristóteles y el platonismo. El discípulo más famoso de Grosseteste,
Roger Bacon, escribió obras que citan una amplia gama de trabajos ópticos y
filosóficos por entonces traducidos, incluidos los de Alhacén, Aristóteles, Avicena,
Averroes, Euclides, al-Kindi, Ptolomeo, Tideus y Constantino el Africano. Bacon
pudo usar partes de esferas de vidrio como lupas para demostrar que la luz se
refleja en los objetos en lugar de liberarse de ellos.
Los primeros anteojos prácticos fueron inventados en Italia alrededor de 1286.
Este fue el comienzo de la industria óptica del pulido de lentes para estos
oculares, primero en Venecia y Florencia en el siglo XIII, y más tarde en los
centros de fabricación de gafas en los Países Bajos y Alemania. Los fabricantes
de gafas crearon tipos mejorados de lentes para la corrección de la visión,
basados más en el conocimiento empírico obtenido al observar los efectos de las
lentes que en utilizar la rudimentaria teoría óptica de la época (teoría que ni
siquiera podía explicar adecuadamente cómo funcionaban las gafas). La práctica
del desarrollo, el dominio y la experimentación con lentes condujo directamente a
la invención del microscopio óptico compuesto alrededor de 1595 y del telescopio
refractor en 1608. Ambos aparecieron en los centros de fabricación de gafas en
los Países Bajos.
La reflexión se puede dividir en dos tipos: imagen especular y reflexión difusa. La
reflexión especular describe el brillo de superficies como los espejos, que reflejan
la luz de una manera simple y predecible. Esto permite la producción de imágenes
reflejadas que pueden asociarse con una ubicación real (real) o extrapolada
(virtual) en el espacio. La reflexión difusa describe materiales no brillantes, como
papel o las rocas. Los reflejos de estas superficies solo se pueden describir
estadísticamente, con la distribución exacta de la luz reflejada dependiendo de la
estructura microscópica del material. Muchos reflectores difusos se describen o se
pueden aproximar mediante la ley de Lambert, que describe superficies que tienen
igual luminancia cuando se ven desde cualquier ángulo. Las superficies brillantes
pueden dar una reflexión tanto especular como difusa.
En la reflexión especular, la dirección del rayo reflejado está determinada por el
ángulo que forma el rayo incidente con el vector normal, una línea perpendicular a
la superficie en el punto donde incide el rayo. Los rayos incidentes y reflejados y la
normal se encuentran en un solo plano, y el ángulo entre el rayo reflejado y la
superficie normal es el mismo que entre el rayo incidente y la normal. Este
fenómeno físico se conoce como imagen especular.
Para espejos planos, la ley de la reflexión implica que las imágenes de los objetos
están en posición vertical y a la misma distancia detrás del espejo que los objetos
frente al espejo. El tamaño de la imagen es el mismo que el tamaño del objeto. La
ley también implica que las imágenes especulares presentan una paridad
invertida, que se percibe como una inversión izquierda-derecha. Las imágenes
formadas a partir de la reflexión en dos (o cualquier cantidad par de) espejos no
presentan paridad invertida. Un reflector de esquina50 es un retrorreflector que
produce rayos reflejados que viajan en la misma dirección (y distinto sentido)
desde la que vinieron los rayos incidentes.
Los espejos curvos pueden ser modelizados utilizando el trazado de rayos y
usando la ley de reflexión en cada punto de la superficie. En los espejos
parabólicos, los rayos paralelos al eje
incidentes en el espejo producen rayos
reflejados que convergen en un foco
común. Otras superficies curvas también
pueden enfocar la luz, pero con
aberraciones debidas a la forma
divergente que hace que el foco se
disperse en el espacio. esférica. Los
espejos curvados pueden formar

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