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Orientaciones para las familias

Relaciones interpersonales

Cuentos
Presidente de la República
Mario Abdo Benítez

Ministro de Educación y Ciencias


Juan Manuel Brunetti Marcos

Viceministra de Educación Básica


Alcira Concepción Sosa Penayo

Directora General de Desarrollo Educativo


Zulma Patricia Morales Fernández
Leda Palmerola, Directora de Orientación Educativa

Departamento de Psicología
Glenda Maldonado
María Victoria Bisso
Elena Pereira
Victoria Melgarejo

Departamento de Desarrollo Personal y Social


Alba Martínez
Alicia Cabral
Gricelda Lozantos
Ruth Acosta

Departamento de Desarrollo de Competencias para la Vida


Leda Rossana Palmerola Insfrán
Sara Alfonsina Escobar de Samudio
Mirna Elizabeth Viveros Rotela
Richard Martínez

Diseño y diagramación
Dirección General de Desarrollo Educativo
Cuentos para desarrollar las Relaciones interpersonales

Los niños, niñas y adolescentes que tienen


un vínculo seguro con sus padres son más
predispuestos a desarrollar amistades sanas y
a adaptarse a los demás teniendo en cuenta sus
propias necesidades.

Las relaciones seguras entre padres/madres y sus


hijos e hijas los afectará positivamente y también
aumentará la sensación de seguridad, autoestima,
autocontrol… y también, la capacidad de
aprender y recordar conocimientos.

En este sentido el uso del cuento como un


recurso para aprender habilidades sociales, es una valiosa herramienta educativa muy útil para desarrollar las
habilidades de relacionamiento.

A continuación, encontraras cuentos para narrar a tus hijos e hijas acorde a la edad que tiene.

Edades: A partir de 8 años


Valores: Buenas relaciones humanas, Respeto
Título: Las conejitas que no sabían respetar

Había una vez un viejo conejo llamado Pipo. Él vivía en


lo más alto de un cerro con sus nietas Dora y Susi. Pipo
era un conejo bueno y muy respetuoso con todos los
animales del cerro y por ello lo apreciaban mucho.
Pero sus nietas eran diferentes: no sabían lo que era el
respeto a los demás.

Pipo siempre pedía disculpas por lo que ellas hacían. Cada vez que ellas salían a pasear, Dora se burlaba:
‘Pero mira que fea está esa oveja. Y mira la nariz del toro’. ‘Sí, mira qué feos son’, respondía Dora delante de
los otros animalitos. Y así se la pasaban molestando a los demás, todos los días.

Un día, cansado el abuelo de la mala conducta de sus nietas (que por más que les enseñaba, no se corregían),
se le ocurrió algo para hacerlas entender y les dijo: “Vamos a practicar un juego en donde cada una tendrá
un cuaderno,  en él escribirán la palabra disculpas, cada vez que le falten el respeto a alguien. Ganará la que
escriba menos esa palabra”.
“Está bien abuelo, juguemos”, respondieron al mismo tiempo. Cuando Dora le faltaba el respeto a alguien, Susi
le hacía acordar del juego y hacía que escriba en su cuaderno la palabra disculpas (porque así Dora tendría más
palabras y perdería el juego).

De igual forma Dora le hacía acordar a Susi cuando le faltaba el respeto a alguien. Pasaron los días y hartas de
escribir, las dos se pusieron a conversar: ¿No sería mejor que ya no le faltemos el respeto a la gente? Así ya no
sería necesario pedir disculpas.

Llegó el momento en que Pipo tuvo que felicitar a ambas porque ya no tenían quejas de los vecinos. Les pidió a
las conejitas que borraran poco a poco todo lo escrito hasta que sus cuadernos quedaran como nuevos.
Las conejitas se sintieron muy tristes porque vieron que era imposible que las hojas del cuaderno quedaran
como antes. Se lo contaron al abuelo y él les dijo: “Del mismo modo queda el corazón de una persona a la que
le faltamos el respeto, queda marcado y por más que pidamos disculpas, las huellas no se borran por completo.
Por eso recuerden debemos respetar a los demás así como nos gustaría que nos respeten a nosotros”.

Reflexiona con tu hijo o hija: no debemos faltar el respeto a nadie, sea tu hermano, tu padre, tu madre, tus
vecinos o tus compañeros.

Edades: A partir de 11 años


Valores: Buenas relaciones humanas, Cooperación
Título: La fábula del erizo

Durante el crudo invierno, muchos animales murieron a causa del


frío. Los erizos dándose cuenta de la situación, decidieron unirse
en grupos. De esa manera se abrigarían y protegerían entre sí, pero
las espinas de cada uno herían a los compañeros más cercanos,
justo lo que ofrecía más calor. Por lo tanto, decidieron alejarse
unos de otros nuevamente, pero empezaron a congelarse.

Viendo esta situación, tuvieron que hacer una elección, o aceptaban


las espinas de sus compañeros o desaparecían de la Tierra.

Con sabiduría, decidieron volver a estar juntos, de esa forma


aprendieron a entenderse con las pequeñas diferencias que la
relación con una persona muy cercana puede existir ya que lo más
importante es lo bueno que el otro nos puede brindar. De esa forma
los erizos aprendieron una gran lección y pudieron así vivir felices.

Reflexiona con tu hijo o hija: la mejor relación no es aquella que une a personas perfectas, sino aquella en que
cada persona aprende a convivir con las diferencias que cada uno tiene y que nos hace únicos, y sobre todo
admirar todas sus cualidades.

Debemos aprender de este cuento que, la envidia, el egoísmo, la discriminación…. nos aleja.
Edades: A partir de 13 años
Valores: Buenas relaciones humanas, Cooperación
Título: Don Arbolón

Don Arbolón quería mucho a


todos los niños que habían pasado
por aquel colegio y los niños
le querían mucho a él. Bajo su
sombra los pequeños descansaban,
merendaban,  jugaban  Tuti fruti ¡Y los
adolescentes hasta se contaban sus
secretos más grandes! Y Don Arbolón,
muy tranquilo, siempre acariciaba con
la sombra de sus ramas a aquellos niños
que tanta compañía le hacían y tanto
confiaban en él.

Un día Don Arbolón apareció enfermo. Tenía un gran agujero en su tronco y había perdido todas sus hojas.
Los maestros del colegio, preocupados, llamaron corriendo a unos jardineros, quienes con muy poco amor a
la naturaleza y solo con ganas de ganar dinero, llegaron al colegio. ¡Ni tan siquiera se preocuparon por Don
Arbolón! Al verlo tan viejecito propusieron arrancarlo y plantar en su lugar muchos árboles jóvenes. Los
niños cuando oyeron aquello, sin pensar se levantaron de golpe y, tomándose, de sus manitas, rodearon a Don
Arbolón al tiempo que cantaban:
- Don Arbolón no se va del colegio... Don Arbolón se queda aquí... porque todos los queremos mucho a Don
Arbolón.

Los maestros inmediatamente echaron a aquellos jardineros y llamaron a un viejo jardinero bondadoso que
vino muy deprisa con una gran maleta. Cuando vio a Don Arbolón, le tomó la temperatura, la presión, le
miró la garganta... Y al ratito dijo:
- Necesito tierra para prepararle su medicación.

Los niños corriendo fueron por tierra y en un gran balde se la trajeron. El viejo jardinero mezcló con la tierra
jarabe en gotitas y unos polvos que extendió por todo el suelo que rodeaba a Don Arbolón, dándole unas
cariñosas palmaditas en su tronco al marchar.

Todos se fueron a casa preocupados por Don Arbolón pero cuando llegaron al día siguiente ¡sorpresa!, Don
Arbolón ya no tenía aquel enorme agujero en su tronco y todas las hojas habían vuelto a brotar en sus ramas.

Los niños, muy contentos, rodearon nuevamente con sus manos a Don Arbolón y con mucha alegría cantaron:
- Don Arbolón ya no está malito... Don Arbolón ya está curadito... Todos los niños, queremos mucho a Don
Arbolón...

Reflexiona con tu hijo o hija: debemos valorar a aquellos que nos dan cariño y paciencia, además lo más
importante es mantenernos unidos ante cualquier problema que ocurra en nuestro alrededor, recordando
que siempre tendremos amigos y amigas que nos darán una mano cuando lo necesitemos.

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